lunes, 25 de enero de 2021

Los 500 años de La Habana

 


Los 500 años de La Habana

Hace casi tres años publiqué el artículo titulado: “La Habana DC: una ciudad en ruinas”, donde explicaba que una de las herencias malditas que nos dejó Fidel Castro es haber convertido a la hermosa, incomparable diría yo, ciudad de La Habana, en un amasijo de ruinas, un fenómeno único, provocado por el abandono, la desidia y la ineficiencia de su régimen.

Se ha escrito mucho sobre el tema, que es algo siempre presente en mi memoria, pero seguro que queda mucho por decir de esta ciudad maravillosa que se resiste a morir.  

La capital de todos los cubanos llega al medio milenio de existencia en las peores condiciones de toda su historia, y no solamente por las terribles circunstancias en que viven muchos de sus pobladores, sino también por una política represiva que hace que no todos los cubanos que la sienten como su capital puedan llegar a visitarla o permanecer en ella.  

Durante los primeros 450 años de vida la ciudad fue creciendo impetuosamente y 

tras varios siglos de contención por los frecuentes ataques piratas, en lo que a pesar de ello no dejó de crecer la Habana extramuros, el derrumbamiento de las murallas (siempre a lo largo de la historia ocurre así), propició un auge nunca antes visto.

Concluida la dominación española, los años de ocupación estadounidense contribuyeron a su modernización y a continuación durante la etapa republicana hasta 1958 , la Habana creció a un ritmo frenético y fantástico, de manera que si hablamos de La Habana en su máximo esplendor, es que nos estamos refiriendo a esta época.

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A pesar de que los cubanos vimos con mucho regocijo el desarrollo que había alcanzado, la imaginamos entonces, con los proyectos de los que se hablaba, mucho más encantadora, algo completamente opuesto a lo que ha llegado a convertirse.  

Cuando llegó el comandante y mandó a parar, como era su costumbre, definió que todo lo que existía y a cuya construcción él no había contribuido para nada, era denigrante.  La Habana, según su concepto, era una ciudad llena de vicios al servicio del imperialismo yanki, donde muy pocos podían vivir decentemente, y los proyectos de desarrollo de la ciudad solo eran negocios mafiosos para robar dinero y promover la corrupción, el vicio y la depravación.

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En los primeros años del triunfo revolucionario, recuerdo que pasaba diariamente en la guagua frente al Ministerio de Obras Públicas, situado en la Avenida de Carlos Manuel de Céspedes y 19 de mayo, al cual en el techo se le puso un letrero gigantesco que decía: "Revolución es construir".  Aquello nos daba esperanza de que todo iba a seguir su marcha, ahora con una república más justa y con más obras, más empleo y más desarrollo para mejorar la vida del pueblo.  Pero eso solo formaba parte del espejismo que estábamos viendo y con el tiempo nos dimos cuenta que el lema era otro muy diferente: “revolución es destruir”.

La Habana, cara y espejo de la involución cubana

Aquella Habana de mi juventud, eran esos tiempos donde todas las mujeres, cualquiera que fuera su posición social, no salían a la calle si no era bañadas, perfumadas, peinadas, con las manos arregladas y escrupulosamente cuidadas aunque solamente fuera para ir a un comercio  o al cine del barrio o coger la guagua para ir de compras.  Las empleadas de las tiendas iban vestidas, de negro en invierno y de blanco en verano, que parecía que iban a una fiesta, con medias de nylon, tacones y muy perfumadas y acicaladas y los hombres de traje y cuello y corbata.  Y la mayoría viajaba en guagua y las guaguas no tenían aire acondicionado, así que el que niegue el cambio climático es que tiene que estar descerebrado.

Aquella imagen de la gente era parte del atractivo habanero.  Cualquier ciudad que atrae habitualmente a los turistas tiene que tener algo particular que llame la atención y en el caso de La Habana, tenía muchos: su arquitectura, su clima, su ambiente festivo y la belleza de sus mujeres, entre otros.

Otras ciudades tienen galerías de arte de fama mundial, grandes festivales, antiguos monumentos de pasadas eras, o muy exclusivas bellezas naturales, pero La Habana tenía otros atractivos, únicos, irrepetibles.   Inclusive el carnaval de La Habana, que llegó a tomar una apariencia estereotipada con sus carrozas comerciales, sus mujeres danzando en ellas y en las comparsas, siguió siendo un carnaval sano y atractivo y sobre todo seguro y con mucha diversión.  Pero también La Habana estaba llena de tiendas de souvenir y artículos de piel de cocodrilo y todo a precios muy atrayentes, y salvo excepciones podía competir con otras metrópolis, en las que probablemente no había tantos casinos y otras ofertas como en ella ni tan seductoras o llenas de magia como no existían en otra parte.  Y por supuesto no había  ninguna en el mundo tan llena de música y de gente simpática y amable.


Todos los que visitaban La Habana la encontraban más hechizante que ninguna otra, una ciudad voluptuosa que invitaba a que a muchos les gustaría quedarse para siempre y los que podían lo hacían, muy diferente de ahora, que una buena parte de los habaneros y de los cubanos se han ido del país, entonces el cubano no emigraba y en cambio eran muchos los  extranjeros que querían irse a vivir a Cuba.

En la capital cubana todo ocurría espontáneamente, nadie llegaba a ninguna parte a tiempo, o no iban a donde querían inicialmente, porque se sentían envueltos en un clima cálido y narcótico que les inspiraba paz, así que optaban por lo que más les atrajera, porque en La Habana todo era distinto, inesperado, imprevisible, mágico.

Por lo regular las capitales de los países u otras ciudades más grandes e importantes, nos muestran la cara de esa nación, y ese es el caso de La Habana, y no necesariamente por el dicho de “La Habana es Cuba y lo demás es paisaje”, porque La Habana también era paisaje.


Pero con ella ha ocurrido lo menos pensado, bien triste por cierto.

No existe en la historia moderna ningún caso de una ciudad que sin haber pasado por guerra alguna en su territorio o haya sido devastada por un ciclón, un terremoto u otra catástrofe natural, que se haya deteriorado tanto y en tan poco tiempo como nuestra capital.    La revolución heredó una de las ciudades con mayor riqueza arquitectónica y urbanística de Latinoamérica y lejos de aumentarla o al menos mantenerla, se dedicó a destruirla. 

Hasta 1959 no había ninguna ciudad en Latinoamérica que superara a La Habana en atractivo.  Su encanto, su arquitectura, su clima y sus luces hacían junto con sus habitantes, alegres y amables, el lugar por excelencia a visitar y uno insuperable para irse a vivir.   Su principal competidora, Río de Janeiro, se quedaba muy corta, por lo que la hacía incomparable con cualquier otro lugar de América del Sur y el Caribe.  Era una mezcla de modernidad y exotismo, de historia y tradiciones, de bienestar con diversión, de tranquilidad y seguridad con oportunidades y para completar, muy cerca de los Estados Unidos.


Algunos elementos nos dan fe de ello, al margen de ser la preferida para muchos eventos internacionales, y filmaciones por parte de Hollywood y otras compañías cinematográficas del mundo, rodeados de un intenso proceso inversionista.

Un hecho notable fue cuando en marzo de 1958 se inauguró el hotel más grande, hermoso y moderno de América Latina y el mayor administrado por la cadena hotelera Hilton.  A la inauguración del hotel Habana Hilton acudió su presidente catalogando que había sido muy acertado el haberlo construido en La Habana, sobre la que no escatimó elogios.

El otro es el hecho de que Christian Dior, uno de los más famosos modistos  de todos los tiempos, contaba con solo dos salones de moda suyos fuera de París, uno en Nueva York, y el otro en La Habana, en la tienda El Encanto.


Y una de las cosas que hizo famosa a La Habana fue su vida nocturna, al nivel de París. Tenía uno de los más prestigiosos cabarets del mundo, el Tropicana, y otros de similar nivel y atractivo como El Sans Souci, el Montmartre, el Salón Rojo del Capri, el Parisién del Hotel Nacional y el Copa Room del Habana Riviera, así como cientos de clubes y bares de fama internacional como el Floridita y el Sloppy Joe 's.  También grandes parques de diversiones, hermosas playas cercanas, grandes tiendas y modernos teatros y cines, entre ellos el Teatro Blanquita con 5500 capacidades, el mayor del mundo.   Y en cuanto a cines, La Habana contaba con más cinematógrafos que Nueva York o París.

Si algo caracterizaba a La Habana de los cincuenta era sin lugar a dudas los anuncios lumínicos.  No solo sus principales avenidas, sino en cualquier parte podíamos encontrarnos los carteles de luces de neón y cuando caía la tarde parecía que nos hacían un guiño, que nos estaban llamando.  Todo tenía anuncios lumínicos, un mar de colores nos deslumbraba.

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Por muy modesto que fuera el negocio, no le faltaba un atractivo anuncio de neón, y le daban a la ciudad un esplendor que en algunos lugares no tenía con la luz diurna.  Engalanados como pocos lugares, se podía comparar con París, llamada la ciudad luz, un seudónimo que adquirió probablemente en el siglo XVII cuando se convirtió en la primera ciudad con alumbrado público para reducir el elevado índice de criminalidad o cuando este sistema de alumbrado en el siglo XIX se basó en gas e igualmente fue la primera en usarlo, lo que causó la admiración de todos los que la visitaban, mientras que otros consideran que "la Ciudad Luz" se refiere a cuando en el siglo XVIII París fue la capital de la filosofía, la cultura y el pensamiento político con los aportes de Voltaire, Rousseau y Diderot .  Pero La Habana fue la ciudad de la luz neon, sin duda alguna.

Por supuesto que los anuncios lumínicos tampoco formaron parte de las prioridades revolucionarias y el antiguo esplendor de los carteles de luces fue desapareciendo.  Los pocos que quedaban tampoco alumbraban porque ya allí no estaban los negocios que los originaron o se fundieron y además los masivos apagones, llevaron la oscuridad a todas partes.

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Y contrariamente a París, la oscuridad no solo fue de luz, sino también de ideas.  La idea era una sola y no se podía disentir de ella.

Pero afortunadamente, antes de ello la arquitectura cubana había destacado por muchas cosas, no solamente por monumentales obras como el Capitolio Nacional, las gigantescas fortalezas habaneras, la amplia construcción vial y numerosos edificios, rascacielos como el Someillan, grandes hoteles como el Nacional, el Capri, el Riviera y el Habana Libre y la gran ola de obras art-decó encabezada por el Edificio Bacardí.

La riqueza arquitectónica no está hecha por obras aisladas sino por construcciones generalizadas y eso es lo que le da a La Habana su valor, no por cien edificios sino por miles una masa de miles destacados por su particularidad, sus columnas, fachadas, portales y arcos.

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El cambio de sociedad con la revolución no la transformó en lo absoluto, y solamente destaca porque fue en la periferia habanera donde se hicieron la mayoría de las nuevas construcciones, como la “anti ciudades” de Alamar o San Agustín.

Mientras tanto los edificios sin dueños que se ocuparan de su mantenimiento y las casas con dueños sin recursos, fueron conformando los cambios de la capital.

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Los logros de la arquitectura cubana

Mucho se han mencionado, comparándolo con las Siete Maravillas de la Antigüedad, las Siete Obras Maestras de la Ingeniería Civil Cubana como una muestra del desarrollo cubano, pero curiosamente todas fueron concebidas y financiadas antes del triunfo de la revolución.  Y sorprendentemente, algunas se ejecutaron simultáneamente.


Estas obras fueron:

El Acueducto de Albear

El Túnel Sifón del Alcantarillado de La Habana

La Carretera Central de Cuba

El Túnel de la bahía de La Habana

El Edificio FOCSA

El Puente de Bacunayagua

El Viaducto La Farola

A esta última la revolución se quiere atribuir su obra, pero ya había sido diseñada, financiada y comenzada a ejecutar al triunfar el gobierno revolucionario.

Mientras tanto numerosas construcciones ejecutadas en esos años, demandaban financiamiento, mano de obras y muchos recursos.  Era igual que la zafra, que nadie se enteraba cuando comenzaba y cuando concluía y se producían cifras récord de azúcar de acuerdo con la demanda del mercado.  

Al llegar la etapa revolucionaria, con todos los elementos en sus manos, les tomó tres décadas concluir un mísero edificio de microbrigadas y ahora hasta para construir o remodelar hoteles tiene que importar obreros indios porque los trabajadores cubanos son improductivos porque no tienen estímulo y además se roban todo lo que puedan.

Por supuesto que por estas mismas razones, las grandes obras acometidas por la revolución, por lo regular ninguna se han concluido, como el triste caso de la Autopista Nacional, y las que lo han hecho, no han sido mantenidas debidamente y están en ruinas.

No quiero siquiera imaginar ninguna de las Siete Obras Maestras ejecutadas por una empresa socialista.   Mejor ni pensar en eso porque nunca se hubieran ejecutado o terminado y su explicación es muy simple, aparte de la ineficiencia del sistema: la mano de Fidel Castro metidas en ellas.

Voy a tener que creerme que es cierto lo que se dice de que Fidel Castro odiaba a La Habana y todo lo que ella representaba de desarrollo y de influencia del mundo capitalista, en particular de Estados Unidos y ese sentimiento se reforzó cuando fue rechazado en la Universidad de La Habana por sumarse a un grupo de "bonchistas" (léase criminales o gángsters), casi todos hijos de ricos como él, que no iban allí a estudiar, sino a hacer lo que se les viniera en ganas como buenos hijos de papá..


A Fidel Castro jamás le interesó la arquitectura ni la construcción, de ahí su rechazo y envidia contra José Antonio Echeverría, porque el estudiante de arquitectura tenía un nivel de liderazgo y era el presidente de la FEU, un cargo que él no pudo alcanzar en su paso por la escalinata, porque estaba catalogado como un pandillero y no como alguien a quien respetar.  Decía Martí: "Los hombres se dividen en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen".  Fidel Castro fue de los segundos.

Por eso cuando se hizo del poder, metió a los arquitectos en el mismo saco de los artistas e intelectuales, los consideró problemáticos y definió que la cultura tenía que estar solamente a favor de la revolución, sin excepción alguna.

De ahí que  la arquitectura, la construcción y el diseño no tuvieron mucho espacio en la Cuba de Castro, porque éste consideraba la estética como una parte de la mentalidad burguesa.

Pero eso no quitó de que Fidel Castro se las diera de gran sabedor de todo, y por ello se consideró, aunque no lo fuera, el mejor y más entusiasta impulsor de la arquitectura, la ingeniería civil, la construcción de presas, desecación de pantanos y cualquier otra esfera del saber humano, como conocemos.  Su ego y narcisismo, algo que se repite en políticos contemporáneos, como el ejemplo del millonario ególatra que llegó a la Casa Blanca como una aberración de la política norteamericana, sólo llevan al caos.

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La historia no lo absolverá

Cuando se analice la historia de Cuba seriamente, se valorará que el mayor error de los opositores al gobierno de Batista fue apoyar la rebelión encabezada por Fidel Castro.  Con los antecedentes que tenía este personaje, de matón y revoltoso, que hizo el papel de capitán araña en su fantasioso asalto al Cuartel Moncada, (incitó y lideró una guerra que costó decenas de miles de muertes, pero él no sufrió ni un arañazo) no debía haber sido apoyado por ninguna de las fuerzas políticas y económicas del país.

 Desde antes de la Sierra Maestra y ya en ella, había hecho la promesa de librar al país de una dictadura, celebrar elecciones y restablecer la Constitución de 1940 y la democracia.  Para ello aseguró que cumpliría con su programa, un alegato al que tituló “La Historia me Absolverá”.

En este documento aseguró que resolvería el problema de la vivienda, eliminaría los barrios marginales e insalubres y que en Cuba había “ piedras y brazos de sobra para hacerle a cada familia cubana una vivienda decorosa”.

Por supuesto que todo ese documento está plagado de mentiras populistas, y si cumplió parcialmente algunas fue solamente como un medio de convencer a los dudosos, pero el resumen es que con respecto a su afirmación de resolver los problemas de vivienda, todo ha sido un fiasco.  Y ni hablar de que coartó todas las libertades.


La revolución multiplicó Las Yaguas

La promesa revolucionaria de erradicar los barrios de indigentes solo se cumplió con el llamado barrio de Las Yaguas.  Pero con la política de desatención a la vivienda y la muy limitada construcción de otras nuevas, el ejemplo de Las Yaguas con el tiempo se multiplicó exponencialmente.

Gracias a la inacción del gobierno revolucionario se crearon miles de barrios miserables a lo largo y ancho del país y se incrementó de forma imparable el número de sus moradores.   Estos asentamientos levantados con cualquier cosa disponible no poseen electricidad, agua ni alcantarillado, son focos de enfermedades y lugares propicios para la delincuencia de todo tipo, el tráfico de drogas y la prostitución.

Algunos de sus nombres lo dicen todo:  La Güinera, Los Pocitos, El Fanguito, La Timba, La Jata, Palo Cagao, Atarés, La Escalera, El Hueco, Indaya, Los Mangos, Cambute, La Isla del Polvo, Alturas del Diezmero, El Tropical, Ruta 11, Carraguao, El Canal, El Plátano, Las Cañas, Núñez, El Casino, Palenque, Los Bloques, La Corea, La Cuevita, La Loma del Burro y muchos más y algunos están ubicados en o muy cerca de la zona metropolitana de la capital.


Y lo mismo ocurre en todas las grandes ciudades de la Isla, nunca antes hubo tantos barrios marginales tan miserables y con tantos miles de cubanos viviendo en condiciones similares a las de la Edad Media.  

Y el surgimiento de estos barrios insalubres son la única solución a dos problemas, el de la escasez de viviendas y el de la ilegal y única en el mundo, prohibición de la migración interna hacia la capital del país.

Muchos cubanos viven en la pobreza extrema gracias a "la revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes", como la definiera el gran líder cuando declaró el carácter socialista del régimen el 16 de abril de 1961.

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¿Cuál es la situación hoy en día?.

La condición de la vivienda actualmente es la peor en toda la historia de Cuba.

Comencemos por compararla con la situación de la vivienda en el campo cubano antes de la revolución

El bohío, herencia de taínos y siboneyes, es un tipo de vivienda anacrónica e insalubre con piso de tierra, ausencia de letrinas adecuadas, sin privacidad, y era la media de habitáculo del campesino.   Se crearon campañas y se construyeron a orillas de las carreteras unas cientos de casas de mampostería, pero que solamente representaban una gota de agua en el mar de la problemática.

El bohío era fuente de parasitismo por los pies descalzos de sus moradores, sobre todo los niños porque un tercio de los cientos de miles de bohíos tenían piso de tierra.


Por supuesto que ese no era un problema exclusivo de Cuba, sino mundial y muy particularmente en América Latina, y sesenta años después del triunfo de la revolución, el problema probablemente se ha resuelto en cuanto a los pisos, pero se mantiene en cuanto a la calidad de vida en estas viviendas que siguen pululando en el campo cubano.

Por suerte Cuba ha tenido un crecimiento demográfico revertido en las últimas décadas y durante las primeras décadas del periodo revolucionario, la emigración hacia centros industriales y poblados casi ha dejado los campos sin habitantes, pero esos mismos que lo abandonaron han tenido que ubicarse en muchos casos en viviendas insalubres y sin condiciones.

En el campo eran muchas las casas de madera, casi la totalidad aparte de los bohíos, la casita de tablas y de tejas eran lo mejor a lo que podían aspirar.  Y los que emigraban se veían obligados a construir una de este tipo, si contaban con recursos y habían conseguido trabajo o se vieron obligados a vivir en solares, cuarterías o ciudadelas, algunos con la familia entera compartiendo un solo cuarto, y esos fueron los más afortunados.   El solar es una vergüenza nacional y con la revolución, casi el país entero se ha convertido en un solar, ante la no existencias de posibilidades de contar con una vivienda.  El solar es una de las formas más terribles de desamparo a la vida decente, una habitación estrecha donde hasta el aire que se respira es racionado.

Los campesinos también por lo regular nutrían los barrios de indigentes porque su salida del campo los llevó al más bajo nivel de pobreza posible.

El problema de las viviendas habitables baratas para el pueblo menos favorecido no es que no haya tenido solución, es que ahora está peor que nunca.  Creo que hasta los taínos estaban mejor que el cubano de a pie de hoy.


Siete millones y medio de cubanos, casi un setenta por ciento de la población, no tienen vivienda o nunca la han tenido, hay un déficit de casi novecientas mil viviendas y más de la mitad de las existentes están en mal estado.  No voy a hablar de lo otro, casi todas las generaciones posteriores al triunfo de la revolución no han sabido lo que es tener una vivienda propia y han coexistido en las existentes con los abuelos, los padres, los hijos, los nietos y hasta los bisnietos.  Y lo peor, no se vislumbra posibilidad alguna de que esto cambie.

Hoy existen en la capital miles de edificaciones en ruinas, apuntalados, agrietadas y a punto de derrumbarse. Hay escombros por dondequiera, en algunos casos nos permite compararlas con zonas de las ciudades bombardeadas y testigos de la cruenta Segunda Guerra Mundial, como fueron Stalingrado, Londres, Dresde, Hamburgo o Tokio.  A ello se le suman basureros por doquier, aguas albañales desbordadas y vectores en abundancia nunca antes vista y es preciso estar alerta porque si uno se descuida te puede caer encima las inmundicias lanzadas desde un piso alto.

Solamente en La Habana se derrumban como promedio tres viviendas diariamente, más de mil al año con el saldo de muertos y heridos.  Una lluvia fuerte o un ciclón, inevitablemente va seguida de numerosos derrumbes.

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La Habana del Siglo XXI se puede definir como una ciudad que se desmorona a la par de sus habitantes, inmersos en una sociedad en blanco y negro, descolorida y desconectada del mundo real, con un sistema político devastador, sin guía para salir del atolladero.

No se oye hablar de planes urbanísticos ni desarrollo habitacional, solamente de la  construcción de lujosísimos hoteles destinados a engrosar las arcas de los que controlan al país.  A los gobernantes cubanos no les interesa luchar por el bienestar del pueblo y ello incluye la decrepitud de la capital.  Su legado va a ser un pequeño grupo de la cúpula de poder que se han vuelto millonarios y un país sumido en la miseria total, material y espiritual.

Como me comentó una vez un amigo ingeniero civil, cuando se acabe todo este desastre que nos ha dejado la revolución, lo más conveniente será pasar un ejército de bulldozers, comenzando en la península de Guanahacabibes y terminando en la Punta De Maisí, echándolo todo al mar y después reconstruirlo todo de nuevo, hay que erigir una nueva Cuba.

Da ganas de llorar cuando uno compara a Hiroshima y Nagasaki tras haber sido víctimas de las bombas nucleares y treinta años después verlas en su plenitud, y hacer similar comparación con La Habana de 1958 y la actual.  Dos ejemplos diametralmente diferentes resultantes de dos mentalidades muy distintas.

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Podían haberse ahorrado los actos y los fuegos artificiales de celebración del medio milenio de existencia de una hermosa ciudad que se extingue y en lugar de ello aliviar en algo la vida de los habaneros.

Pero a pesar de todo, si París bien valía una misa, La Habana, ¡Oh, La Habana!, también, o más lo vale, porque abandonada a su fatalidad, se niega a sucumbir.

Por eso los que estamos lejos de ella nos vemos reflejados en el poema de Fayad Jamís "Si no existieras":


"Mi ciudad de La Habana.

Si no existieras, mi ciudad de sueño

En claridad y espuma edificada,

Qué sería de mí sin tus portales,

Tus columnas, tus besos, tus ventanas.

Cuando erré por el mundo ibas conmigo,

Eras una canción en mi garganta,

Un poco de tu azul en mi camisa,

Un amuleto contra la nostalgia."

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La Chicharonería o Guataquería cubana

 La Chicharonería o Guataquería cubana

Ya que recientemente hemos abordado el tema de los delatores, soplones o como se les conoce en Cuba: chivatos, vamos a traer otro asociado a otras bajezas humanas, y me refiero a los adulones, más conocidos por nosotros como “guatacas o chicharrones”.

Uno de los ejemplos más gráficos vienen de la política cubana, perfeccionados o retratados magistralmente más tarde en un programa humorístico televisivo muy popular: San Nicolás del Peladero, donde el personaje de un vividor y guataca profesional, Ñico Rutina, se especializaba en una adulación ridícula y extrema cuando decía: 


Las cenizas, Senador.

El Senador sacudía su tabaco en la mano de Ñico y éste se guardaba las cenizas en el bolsillo del saco de dril cien.  Sin duda todo un clásico para ejemplificar a estos personajes de baja calaña..

Por supuesto que no es el único que puedo tomar de ejemplo, también fue muy gráfico para mí ver un documental de uno de los países hindúes o del sudeste asiático, no puedo precisar ahora cual, pero me decidiría probablemente por Tailandia, Birmania, Camboya o uno de los tantos que ahora hasta han cambiado de nombre, pero que no se si también lo han hecho con una práctica tan obsoleta como la que voy a contar.  El caso es que apareció un rey o algo parecido, se sentó en un trono y todos fueron llegando al salón arrastrándose como serpientes.  Pero eso no fue todo, en el trono contiguo que estaba vacío, se suponía que debía sentarse su esposa y así fue, la mujer llegó hasta su trono también arrastrándose, pero antes de sentarse, puso el pie del rey sobre su cabeza.

Una cosa es el respeto y la cortesía con determinadas personas que ocupan posiciones políticas o religiosas importantes, no tanto como reconocimiento a ellos, sino a la organización o país que representan, y otra es la humillación a niveles tan primitivos.

Supongo que en una tribu de las primitivas colectividades humanas, a uno se le ocurrió cómo vivir del trabajo de los demás y tomó como justificación para ello el hacer el papel de intermediario entre un poder absoluto para el que no había explicación y que decidía si hacía calor o frío, si llovía o había sequía, si un volcán hacía erupción, aparecía un huracán, una inundación o un terremoto o simplemente si caía un rayo y aparecía un fuego.

Sus conjuros iban a salvar a la tribu de esos males y para ello el jefe del clan vio en el nuevo oficio, el de brujo, el supuesto representante de las deidades, un aliado ideal para dominar y la promesa del bienestar del pueblo sobre la base del miedo, la obediencia, la contribución y las ofrendas.


Y ese mecanismo fue perfeccionándose, adaptándose a los tiempos y lugares y como parte de ello creó un sistema de mansedumbre, obediencia y acatamiento de las reglas y dogmas de la religión, siempre asociada a los poderes políticos.

Y como todos querían el favor de los dioses y de los gobernantes, apareció una nueva forma de comportamiento: la sumisión se fue expresando  y transformando como cumplido, halago y alabanza hasta llegar al servilismo y la adulación.

Ello llevó a que no hubiera nada más importante que defender esos valores y por tanto el denunciar al que se apartara de la doctrina, la creencia o la obediencia, era parte básica de esa adulación.   La “guataquería” y la “chivatería’ empezaron a andar de la mano una de la otra.

Y así ha sido desde los tiempos más remotos hasta nuestros días.

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La guataca

Una guataca o azadón es un instrumento empleada en las tareas agrícolas para la limpieza de los cultivos de malas hierbas, remover la tierra de los surcos y otros trabajos, aunque lo emplean también los albañiles, donde no haya otros recursos mecanizados, para hacer la mezcla de concreto.

Pero en Cuba, ser una guataca, más empleado en su género masculino, el guataca, representa a un adulador que colinda con lo servil.  A su vez tiene otro uso popular, sirve para denominar las orejas, sobre todo cuando la persona las tiene grandes.  Una frase popular es la que dice:

-¡ Tremendas guatacas !, parece un yipi (Jeep) con las puertas abiertas.

Como el cubano no puede quedarse con un único adjetivo, el guataca tiene otras acepciones, algunas chistosas y otras difíciles de asimilar si no eres de la Isla.  Algunas serían “guatacón, chicharrón, halalevas, tracatán, hueleculo, chupamedias, besaculo, lameculo, lamebotas, cachanchán, huelepeos” y probablemente algunas otras.

Estudiosos de los orígenes del uso de “guataca”, explican que se deriva de la práctica por parte de algunos campesinos pobres sin tierras que limpiaban los campos de otros propietarios  (guataqueaban) gratuitamente para obtener favores de todo tipo.

Y en todas las actividades asalariadas, en las instituciones religiosas, en los empleos de todo tipo, particulares o estatales, en las entidades educacionales de todos los rangos, en fin, en todas partes, la adulación, la mayor parte de las veces de forma hipócrita y no sincera, se convirtió en un mecanismo para obtener alguna prebenda o beneficio.

Pero si algo se aprende rápidamente es lo malo, los menos escrupulosos o los más temerosos, convoyaron el chisme con la delación.  Mientras más denunciaran, más adulación mostraban y por ende mayor el privilegio que obtendrían.  El servilismo debía ser proporcional a los beneficios.

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En nuestro país, si alguien los retrató como nunca antes y creo que después tampoco, fue el perito mayor en nuestras costumbres, defectos y virtudes, Eladio Secades, que en una de sus famosas “Estampas”, definió:

...“el guataca es el comején en el asta de la bandera; guataca es el que hace de la adulación un sistema de vida”; “la guataquería oral es el elogio usado a manera de sanguijuela”;  “entre lo que valen y lo que creen valer los hombres públicos, casi siempre hay el vacío de un desfalco espiritual…el hombre, cuando los amigos lo adulan, cierra los ojos a las realidades, y se tiende panza arriba para dejarse rascar. Es cuando cree que si no lo elogian y lo adulan, lo están combatiendo”...

El "guatacón"  por tanto es casi siempre el hipócrita por excelencia y eso lo hace ser poco confiable.  El que le ríe todas las gracias y las cosas no graciosas, todo lo que haga o diga a otro con poder es la persona en la que no se puede uno fiar en lo absoluto.  

Para ser guataca lo primero que hay que tener es la caradura, ser un mentiroso convencido y poseer un gran sentido de inferioridad, resumiendo, no tener vergüenza.  Presenta como buena gente a un miserable, como lindo a alguien feo por dentro y por fuera, como noble a uno bajo y ruin, muestra una queja en forma de un halago inigualable.  Nunca le guataqueará a un empleado humilde, así sea la persona más buena y honesta del mundo, se mueve solamente por interés.

Los narcisistas que se dan golpes de pecho y se dan lija en el ombligo, siempre tienen detrás a uno o varios de estos chicharrones que le han hecho creer, a fuerza de repetirlo tanto, que el de veras es mejor que otros. Eso lo hemos visto con políticos de todo tipo en todas las épocas, es una práctica miserable que no pasa de moda, aunque sea para obtener migajas.

El mundo sería muchísimo mejor si no existieran los guatacas y los chivatos.  Y también los que se alimentan de esas bajezas humanas.

                                     Las cenizas, Senador – https://verbiclara.files.wordpress.com


Los políticos y la guataquería

Un posible origen de la acepción de “guataca”, viene de la revista “La Política Cómica”, cuando Ricardo de la Torriente, un popular caricaturista de la época, presentaba cada semana a Gerardo Machado, entonces presidente de la república, con un grupo de seguidores que cada uno con una guataca, iban limpiando el camino por donde iba a pasar el tristemente recordado General.  Esos seguidores con guataca, fueron bautizados popularmente como “guatacas”, de ahí el término “guataca” como sinónimo de adulador y “guataquear” para la acción de adular.

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Pero hay otras guataquerías históricas, como cuando el presidente Mario García Menocal le declara la guerra a Alemania y Austria durante la Primera Guerra Mundial y Fulgencio Batista hace lo mismo con el Eje Berlín-Tokio-Roma en la Segunda Guerra Mundial.  Ambos hechos no son otra cosa que guataquería con el gobierno norteamericano, de lo que muchos se habrán reído, aunque viéndolo friamente es una posición más cómoda que la de otros países latinoamericanos, unos cuantos, casi todos, que le declararon la guerra el Eje cuando las bombas hacía rato que estaban cayendo sobre Berlín y Tokio y las fuerzas aliadas estaban a cincuenta kilómetros de la capital alemana.   Ese sin duda ha sido uno de los papelazos más grandes de la historia de América Latina.  A última hora no se vale.

Y está el tema de los políticos de inferior nivel, por ejemplo en un pueblo o una provincia, sin duda alguna los personajes más importantes eran el alcalde, el médico, el farmacéutico, el juez, el jefe de la Policía, el de la Guardia Rural y el cura.  Todos estos personajes por lo regular eran aduladores de la máxima autoridad política del lugar, en momentos señalados, como las fiestas patrias, las navidades o cumpleaños, cuando los llenaban de regalos de todo tipo, desde una canasta de mangos hasta finas bebidas y dulces.   Pero si había elecciones o un golpe de estado y el poder pasaba a otras manos, hasta ahí llegó el amor de los ciudadanos hacia el que adularon anteriormente.

Por lo tanto se cumplía a cabalidad el refrán de “Tanto tienes, tanto vales”.

Y todos los que hemos sido de alguna forma jefes, sabemos que mientras estamos en esa posición de poder, vas a recibir unos ataques constantes de guataquería silenciosa y falsa y si dejas el cargo, solo se seguirán relacionando contigo tus verdaderos amigos, los que están en las buenas y en las malas, en las verdes y en las maduras.  Por eso es cierto el dicho de que los amigos se cuentan con los dedos de una mano y a veces sobran dedos.

Como el ejemplo clásico de chicharrón cubano, Ñico Rutina, ya no van a extenderte la mano para que les eches las cenizas.

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El Chicharrón

Y ya que hemos mencionado varias veces el término, cuando se habla de chicharrón en Cuba, se piensa en chicharrones de puerco, ese antojo tan cubano que a todos nos gusta tanto, sobre todo junto a una cerveza bien fría, que es un acompañante  infaltable del arroz congrí, los tostones, los tamales y la yuca o en su defecto podemos referirnos a una zona urbana situada en la parte sur de Santiago de Cuba.  Y en México el chicharrón, es uno de los alimentos más demandados,  y junto con una tortilla recién hecha, es un plato delicioso.

Pero en realidad el chicharrón define a algo más bajo y denigrante, es otra de las denominaciones del guataca. 

En Cuba hay un dicho: “el chicharrón no es carne, pero entretiene”.  Pero si lo equiparamos con el guatacón, entonces ni es carne ni entretiene, es algo digno de ser odiado y repudiado por todos.

Al igual que con el chivato, el castrismo desarrolló también al chicharrón (no al de puerco) y lo elevó también a un estadío superior, gracias a que logró volverlo un ente que no tiene ideas propias y jamás le lleva la contraria a su superior.  Y cuando ese superior, al que idolatraba y halagaba en todo momento, es defenestrado, entonces se amolda al nuevo jefe y le repite la dosis de chicharronería del anterior.

¿Por qué el adjetivo de chicharrón?, supongo que porque el que conocemos, el que se come, es blando, maleable, pegajoso, banal, y al final es de poco valor.

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El guataca y el chivato: íconos del socialismo.

En el sistema socialista, muchas veces, y sobre todo en los cargos de mayor nivel, no importan ni los conocimientos ni la experiencia, lo más importante son dos atributos: la lealtad política en primer orden y en segundo la adulación a los superiores como un indicador de idoneidad.

Si a la guataquería le han sumado una dosis importante de chivatería, entonces tienen ganado el acceso a lo que querían,  hasta que llegue otro que lo supere en adulaciones y soplos.


Han existido grandes figuras que han llegado a primeros planos simplemente por su acción incomparable de guataquear, se convirtieron en ejemplo de chicharrones por excelencia: Guillermo García y Armando Hart.

Y entre todos ellos, en fraternal competencia a ver quien es más sumiso, crean las llamadas “piñas”, en las que es muy difícil entrar.


Los guatacas mayores

Uno de los incansables en postrarse ante el máximo líder y alabarlo hasta el delirio ha sido el comandante de la revolución, cargo ganado a golpe de lamerles el culo, Guillermo García, un guajirito de la Sierra Maestra que más de seis decadas despues todavia mantiene su analfabetismo y su ignorancia intocables y que ha sido premiado  con cargos y prebendas que han resultado desastrosos para el país, como fue su paso por el Ministerio de Transporte y cuyas palabras dan risa cuando dijo que “Raúl Castro se fue a la guerra siendo un niño y no ha disfrutado nada de la vida, todo ha sido sacrificio y lucha en favor del bienestar del pueblo”.

Hay que ser guataca para decir que Raul Castra ha sido todo sacrificio, un tipo que ha sido de todo, desde mujeriego hasta maricón, borracho consuetudinario que ha gastado una fortuna de las arcas públicas en whisky escosés del más caro, fumador empedernido y de los buenos, americanos como Camel y Chesterfield, no de Aromas como se dice, corrupto hasta el tuétano y que ha vivido mejor que un rey y controlado las arcas del país a través de su hijo y su yerno.  Solo un guataca de ese nivel no lo ve, o no quiere verlo porque él también ha sido beneficiado con el vacilón perpetuo criando gallos de pelea y caballos y disponiendo de lo ajeno en la forma que le dé la gana.

Una vez fui a Pinar del Río y me llevaron invitado a almorzar a una finca en Viñales, cerca de la Cueva del Indio, allí me sirvieron todo tipo de carnes y de bebidas y al final me explicaron, casi en susurros, que esa era una finca de Guillermo García para los amigos. ¿Quién pagaba aquello?, por supuesto que no era él sino Liborio.


Armando Hart fue tan guataca que repetía como un disco rayado aunque no tuviera nada que ver con el temas que trataba, que podía afirmar con certeza que su vida estaba dividida en dos etapas principales: antes y después de conocer a Fidel Castro y que éste era el único heredero de las ideas de José Martí.

Todos lo recuerdan por tres hechos, como Ministro de Educación al principio de la revolución, donde era fácil destacarse gracias a la tan sonada campaña de alfabetización, más tarde como un desastroso Ministro de Cultura, donde pude ver que no sabía nada de nada, estaba como ausente en un limbo lanzando lápices Mirado No. 2 al aire y volviendo a recogerlos y tirarlos y al final decidiendo lo que le decían sus hombres de confianza y firmando lo que le ponían sus ayudantes y más tarde con la campaña de adulación total que le llevó a comparar a Fidel Castro con Martí desde su posición de presidente de la Sociedad Cultural Jose Marti, una botella como pocas.

El guajiro García Frías y el despistado Armando Hart, les aventajaron por mucho a aquellos que en los años veinte decían: “Dios en el cielo y Machado en la tierra”.  Fueron unos buenos “cuadros”, cuadrados con ángulos rectos por todas partes.

Pero no fueron los únicos, hay otros que destacaron por ser denigrantes.  Roberto Fernandez Retamar fue uno de ellos.  Figura oscura de la cultura cubana, se convirtió en falso adalid en la lucha contra un gigante de las letras, Pablo Neruda por sus decisiones que no eran otra cosa sino parte del pensamiento de un comunista que en lo personal se sentía libre de opinar lo que estimara.  Otros que no lo necesitaban por su altura intelectual y sin embargo guataquearon al gobierno hasta límites innecesarios fueron Alejo Carpentier y Nicolás Guillén.  Pero paro de contar porque la lista es demasiado larga.

                            Los arrastrapanzas por excelencia

Ahora bien no puedo dejar de mencionar a dos chicharronísimos: Randy, el de la Mesa Redonda que la gente compara con los perritos que se sitúan en el carro junto al chofer para que vaya diciendo que sí con la cabeza durante todo el viaje, y un personaje verdaderamente detestable, Iroel Sanchez, un comisario cultural que es experto sobre todo en cultura etílica y en decir mentiras para la complacencia del régimen.

Y vuelvo a repetir que comparar a los guatacas con perros, que nos dan un cariño sincero, no es justo, hay que escoger otro animal, como la serpiente para denominarlos.


Vuelvo a Miami

Donde hay cubanos, como ya vimos en otro artículo, por desgracia hay chivatos, y por tanto también hay, y de sobra, guatacas.  En estos tiempos es fácil la guataquería a través de los medios digitales, los que aguantan tanto o más que el papel.

Esa guataqueria con el gobierno norteamericano actual, que ha hecho mucho por los más ricos y nada por los cubanos, aunque aparentemente algunos estén convencidos de que también han ayudado a la libertad de Cuba, solo han conseguido complacer a los candidatos cubanoamericanos y otros que viven de la politiquería y a hacer más infelices a los cubanos que viven de las remesas y a los que quieren ver a su familia reunida, allá o aquí o por lo menos lograr que pasen menos necesidades.

Los nuevos guatacas y a la vez chivatones y chismosos, se pelean entre ellos para ver cual es el más exitoso y el verdadero adalid por la libertad de Cuba, a pesar de que llevan muchos años aquí y nunca habían hablado del tema. Es un falso resurgimiento del patriotismo al que se aferran oportunisticamente. Parece que su fracaso en todo ahora los ha llevado a buscar un triunfo y volverse una especie como los anti-Randys, pero con el mismo estilo del detestable personaje: sumiso, guataca y mentiroso.  Desgraciadamente esa es la fauna cubana que pulula en Internet.

Un guataca de Trump por pura afición porque no le ha dado nada a los cubanos.

Realmente da pena a lo que han llegado en el exilio los cubanos, bueno, los que se creen todavía esos cuentos, porque desde aquí es fácil decir cualquier cosa, empujar y tupir a cualquiera que tenga la mente obtusa o débil.  Ninguno de ellos sabe nada de la historia de Cuba, de nuestros valores patrios, ni de nuestra idiosincrasia, solo saben chismear, denigrar y mentir acerca de cualquiera, en particular de los reguetoneros y otro tipo de gente con un estilo de vida chusma y sin valores, que desgraciadamente es lo que a la gente le gusta.  No puede haber detrás del que no ha dado ningún ejemplo otra cosa que no sea buscar gente que los vea para de esa forma ganar dinero en las llamadas “redes sociales” y aprovechar al máximo la oportunidad y la coyuntura que ha llevado a la mayor democracia del mundo al borde del populismo y al imperio de la mentira, denigrando su imagen en el mundo.

Esto nos muestra que el cubano sigue siendo proclive al choteo y mantiene sus tradicionales posiciones respecto a la intransigencia, a no dar su brazo a torcer y a la exageración de la que se aprovechan estos falsos influencers, que mejor que tomar partido por una posición u otra en el país de acogida, debían aferrarse y enseñar a pensar en nuestra patria y en los cubanos que somos lo mismo aquí que allá, porque la patria la llevamos con nosotros y no es patrimonio personal de nadie.

Pero esto va a caer en oídos sordos, porque los intereses pueden más que la vergüenza y ellos no conocen qué es eso.

De ahí que adulen, sin el menor desasosiego al que le hace daño a sus compatriotas y los que los siguen, sin capacidad mental para darse cuenta de ello, son cómplices de una guataqueria despreciable.  No en balde en Cuba se decía, cuando alguien llevaba consigo los dos despreciables atributos: ¿guataca y chivato?: eso es “retama y guayacol, árnica y diente e’perro”, o sea, lo peor.

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La envidia hacia los cubanos

Muchos en el mundo, la mayoría, no son capaces de pensar que Cuba en la década de los años cincuenta, era un mejor lugar para vivir que los Estados Unidos en todos los sentidos.  Los cubanos podían viajar libremente a ese país y permanecer veintinueve días y continuar este ciclo indefinidamente y obtener muy fácilmente la residencia, pero el mayor flujo migratorio era a la inversa, hacia Cuba.

Pero después vino la revolución y el comunismo y todo cambió.  Los cubanos, en diferentes oleadas se fueron ubicando en todas partes de Estados Unidos y del mundo, donde hubiera un asomo de libertad, con principales concentraciones en la Florida, New York y Texas así como en España.

Y ello fue creando, a partir del ímpetu de trabajo de los cubanos, probablemente una de las mejores herencias que hemos recibido de la madre patria, que hubiera más de una generación triunfante en el exilio.

Y el éxito siempre viene acompañado de importantes sentimientos, en primer lugar la envidia y con ella la traición y la delación y por otra parte la adulación o guataquería.    

Por supuesto, casi todos los latinoamericanos que he conocido, se muestran recelosos por el trato preferencial que reciben los cubanos en Estados Unidos.   Ellos no hallan razón, pero yo se los explico muy fácilmente:

Ninguno de ellos ha tenido que vivir bajo un régimen comunista, que les coarten todas las libertades, que todo tenga un único dueño, que les impidan salir del país, que los obliguen a todo lo que se les ocurra y que solo tengan acceso a las ideas que alaben al régimen.  De ahí  entonces surgieron en Estados Unidos leyes para proteger a los cubanos de toda esa pesadilla que hemos conocido los cubanos durante seis décadas.  Y cuando profundizo y les digo que nadie en Cuba puede tener un negocio privado, ni manera de comprarse una casa o un carro y si los tienes no puedes venderlo, que tienes que comprar las cosas en una moneda que no es en la que te pagan, que tienes vetado el derecho a viajar y tantos ejemplos denigrantes para el ser humano, a pesar de que hayan sido suavizados en los últimos años, entonces acaban de callarse y darse cuenta de que comparado con todos los problemas que tiene la gente en cualquier parte del mundo, ellos no representan nada, son unos privilegiados comparados con nosotros.,


Y desafortunadamente ellos no son los únicos, existe la envidia de los propios cubanos por el éxito de sus compatriotas exiliados si ello no los beneficia directamente.  Sin mencionar el hecho de que cuando se asimila el “american way of life”, mucha gente cambia y sus concepciones ya no son las mismas, no importa que tengan lo que nunca pensaron, siempre quieren más, aunque no lo necesiten para nada y también surge en muchos la envidia porque tienen lo que ellos no pueden alcanzar..

Y con los que viajan a la Isla vuelve la consabida chicharronería para que les hagan algún regalito, mientras de paso algunos miserables los vigilan a ver si pueden cogerlos fuera de base.

Esos sentimientos existían antes del comunismo en Cuba; si tu no tenías forma de comprarle a tu hijo una bicicleta Niágara, algunos envidiaban al que tenía poder adquisitivo y podía darle ese lujo a sus hijos.  Por eso algunos creyeron los cuentos de hadas de la revolución, que prometió una vida mejor para todos y lo que trajo fue algo así como el cuento del campesino americano y el ruso: miseria para todos.

Dos guatacas a los que le salió mal el tiro - https://regresioncubana.blogspot.com

Este cuento que es ejemplificante de lo que es el socialismo, trata de un par de guajiros, uno ruso y otro americano que van por un camino y se encuentran una linterna.  La limpian y al frotarla sale un genio que les dice que les va a conceder un deseo a cada uno.  El americano pide su deseo:

Yo quiero una vaca.  Inmediatamente se le aparece una hermosa vaca que pone muy feliz al americano.

Después le toca el turno al ruso, el cual dice:

Pues yo quiero que le quiten la vaca al americano.

El absurdo: eso es el socialismo y los valores que crea.

Pero no importa, muchos cubanos en la Isla acaban por padecer el llamado Síndrome de Estocolmo, una compleja situación psicológica en la que  la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad crea una relación de complicidad y afecto hacia su captor.  No en balde el mundo entero se levanta contra los gobiernos abusadores y en Cuba no pasa nada. El cubano aguanta todo lo que le le impongan.  No hay otra explicación.

Ello nos lleva a otras definiciones que es mejor abordar en otro artículo y que se relacionan con el hecho de que cada pueblo tiene el gobierno que merece y el por qué los cubanos no se levantan contra ese captor.

¿Es una mezcla de cobardía, chivateria, guataquería? ¿Es que la gente en Cuba se ha vuelto mediocre y conformista?.  Es difícil de responder, pero no imposible de explicar, y a eso llegaremos, a nuestra particular interpretación, que empieza por analizarse uno mismo, de como sin chivatear o guataquear, hemos sido silenciosos cómplices de muchas cosas que detestamos.








domingo, 24 de enero de 2021

Cuba y los cubanos: ¿otro imperio de los chivatos?

 




Cuba y los cubanos: ¿otro imperio de los chivatos?

La historia de los sapos, chivatos y soplones viene desde que se tiene noticias del ser humano en el planeta, probablemente desde la época de las cavernas y surgieron por conveniencia, por envidia o por miedo.

Deben haber existido millones antes que él, pero se puede considerar el primer chivato de la historia, o al menos el más impopular a Judas Iscariote. Para los cristianos mencinarlo es nombrar a la traicionera, pues la historia narra que entregó a Jesús a sus perseguidores a cambio de treinta monedas de plata y desde entonces se diseminó la cultura cristiana diseminada lo representó quemando imágenes suyas o representando su suicidio como justo castigo por su gran pecado.

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En el imperio romano eran bien retribuidos los delatores, aquellos que denunciaban a los que habían cometido un crimen, aquellos que daban información sobre actos sancionables, ya fueran ciertos o falsos, contra cualquier persona a cambio de dinero.

La denominación de delator por tanto se remonta a tiempos muy antiguos, en un imperio en su máximo momento de corrupción bajo el reino de Tiberio y procedían de todas las clases sociales, patricios, hombres libres, esclavos, filósofos y sobre todo hombres de leyes y el objeto de sus ataques estaba dirigido a todos los posibles enemigos del emperador y los que pudieran alterar el modo de vida imperial.

Pero los delatores, como se les llamó en un inicio, estaba sujetos a la venganza en manos de los denunciados, sus parientes o amigos, mientras Tiberio y otros emperadores sucesores no tuvieron escrúpulos en eliminar a aquellos denunciantes que ya no servían para otra cosa y se habían convertido en peligrosos para ellos mismos.

Los delatores tuvieron diferentes tratamientos durante el mando de Nerón, Domiciano y Vespasiano y Trajano, llegando a enfrentar la pena capital en un edicto de Constantino, pero siguieron con sus delaciones hasta finales del siglo IV, habiéndose dedicado en los siglos anteriores a denunciar a los cristianos.


Casi un milenio después Dante Alighieri en su obra cumbre “La Divina Comedia” ubica a los traidores en el último círculo del infierno, considerando a la traición como el peor pecado de todos. Pero muy poco antes Nicolás de Maquiavelo con “El Príncipe”, había definido que la traición era una parte fundamental de la política y quien no estuviera dispuesto a asumirla nada tenía qué hacer en los lugares de poder.

Dos posiciones contrapuestas pero que al final nos daban la razón de que la traición y la delación están entre los más bajos comportamientos del ser humano.

La ficción describió mejor la realidad cuando Homero narra la guerra de Troya y sus numerosas traiciones y delaciones más objetivamente que los textos históricos.

Mientras tanto se producía la conquista de América y qué mejores ejemplos del tema que tratamos que el hecho de que Hernán Cortes aliado a la Malinche, que con su actuar logró que se sellara a través de deslealtades y traiciones el destino del inmenso imperio Azteca. Y algo parecido sucedió con Francisco Pizarro, quien aprovechó que el imperio incaico, en pleno auge de crecimiento, pero sumido en una guerra civil que enfrentaba a dos caudillos Huáscar y Atahualpa después de la muerte de su padre, igualmente a través de traiciones y delaciones logró derrotarlos.


De hecho en ambos casos, la derrota de las grandes huestes autóctonas es el resultado de un cúmulo de factores, pero en ello destaca que mientras que Cortés y Pizarro premiaban a los informantes, el emperador azteca y el inca, castigaban a los que le llevaban malas noticias. El papel de las traiciones y alianzas fue decisivo en los dos grandes triunfos coloniales de España.

Y si vamos a enumerar la pléyade de soplones y traidores de la historia española, estaríamos un buen rato, porque la relación de villanos es nutrida, desde personaje como el conde Don Julián o justicieros como el El Cid, pasando por los enemigos internos como fueron considerados los judíos, moriscos, catalanes, masones y liberales y por supuesto los comunistas. De allí se extendería en esa consideración a los tres grandes nacionalistas: la gallega, la vasca y la catalana, con un contraste extremo entre estos últimos y los españoles. En resumen, el delator y el traidor, son una especie de maldición española.

Y así ha seguido sucediendo en todas las épocas y entonados los países, ejemplos sobran de grandes chivatos:

Benedict Arnold, un soldado independentista norteamericano al mando del fuerte de West Point, rindió la fortaleza a los ingleses a cambio de dinero empleando soplones.

Robert Ford, el mejor amigo y también secuaz del famoso forajido del Oeste norteamericano, Jesse James, un bandolero tan peligroso como carismático fue una especie de Judas pues mató a su amigo por la espalda por dinero y salvar su pellejo.

Ethel y Julius Roseberg pareja que se dice fue la causante de que los planos de la bomba nuclear fueran obtenida por la Unión Soviética, fue denunciada por uno de sus cómplices y fue uno de los hechos que aceleró la Guerra Fría.

Y en épocas recientes, ha habido famosos delatores que, por sus circunstancias, han estremecido los cimientos de entidades importantes o incluso han hecho derrumbarse a gobiernos. Según las partes involucradas, algunas califican el hecho como un acto heroico o valeroso y otros como una traición o un hecho antipatriótico. A la gente por lo regular no les gustan los soplones o chivatos, pero los abusadores o bullyings se aprovechan de estos hechos, como hemos visto recientemente en la política norteamericana a niveles nunca jamás imaginados.

Ejemplos sobran:

Frank Serpico, conocido por la literatura y el cine, en 1973 denunció la corrupción del Departamento de Policía de Nueva York y ello le costó la vida.

Mark Felt, mas conocido como “Deep Throat” o ”Garganta Profunda” dio la información a los periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein sobre el escándalo Watergate que hizo que el presidente Nixon tuviera que renunciar a su cargo por la grave corrupción que ello implicaba.

El caso de Joe Valachi en 1963, en Nueva York fue impactante, pues se constituyó en el pionero en revelar información acerca de la existencia de una organización criminal secreta, hasta ese entonces desconocida en norteamérica llamada Cosa Nostra y de la que brindó información suficiente acerca de su estructura orgánica.

Sammy “The Bull” Gravano, uno de los jefes mafiosos de la familia Gambino se convirtió en informante del FBI para obtener una disminución de su sentencia, confesando haber sido parte de 19 asesinatos y cumplió 18 años de prisión porque después de entrar al programa de protección de testigos se dedicó al tráfico de drogas.

Mikel Lejarza alias Lobo o Gorka en la banda terrorista ETA fue un infiltrado de los servicios de inteligencia en la década de los 70, desarticulando desde dentro, la cúpula del grupo y desde entonces es buscado para que pague su traición.

José Canseco Capas, exjugador de béisbol cubano fue muy destacado en las Grandes Ligas de ese deporte. Había huido de Cuba cuando niño y rompió una gran cantidad de récords donde se convirtió en líder histórico. En 2005 admitió que él y otros jugadores habían usado esteroides anabólicos para su rendimiento y afirmó que casi el noventa por ciento de los jugadores de la MLB los empleaban.

Y los delatores más recientes son Bradley Manning y Edward Snowen. El primero era un soldado norteamericano que filtró documentos militares clasificados a la plataforma Wikileaks, un portal que difundió públicamente esta información entre la que se encontraban atrocidades que el ejército estadounidense ejecutó en la Guerra de Irak.

Y el mayor escándalo mundial de nuestros días surge cuando Henrique Valladares, vicepresidente de Odebrecht, se convierte en el principal delator del acuerdo que la constructora brasileña firmó con la Fiscalía para confesar sus actos de corrupción que han tenido alcance a muchísimos países del mundo. Valladares, que había sido uno entre los cientos de ejecutivos implicados que decidieron colaborar y señalar a sus cómplices a cambio de beneficios judiciales, fue hallado muerto.

El escándalo Odebrecht, que parece que no acaba nunca, destapó con la delación, una verdadera caja de pandora.

            Los mayores promotores de la delación en la era moderna

El comunismo y la chivateria

Había muchas historias sobre la delación y la vigilancia en los países del campo socialista. Algunos afirmaban que la Securitate de Ceausescu hizo de Rumanía la prisión más grande de toda Europa, ya que sus fuerzas eran con medio millón de chivatos en un país de veinte millones de habitantes, los que estaban sometidos a un sistema de vigilancia permanente por parte de una de las policías políticas más eficaces.

Otros apuntaban a la Alemania Oriental o República Democrática Alemana con su Ministerio de la Seguridad del Estado, conocido como Stasi. Se creó con ello el mito del control total y que contaban con uno de los sistemas de espionaje internacional más eficientes del mundo y que contaba con una red interna capaz de eliminar cualquier forma de disidencia, identificando los opuestos al marxismo abiertamente o a los que su lealtad podía ponerse en duda. Su red de informadores era extensísima y su vigilancia casi impenetrable. Hay una frase que los identificaba: “El KGB es brutal, pero la Stasi es simplemente perfecta”.

                                    STASI

Pero para saber realmente cómo funcionaba y cuán efectivo era el sistema de delación no había otra forma sino vivir, aunque fuera un corto tiempo, en uno de esos países. Y tuve la oportunidad de estar un mes en la Unión Soviética y comprobarlo por mi mismo.

La Unión Soviética tenía una economía planeada centralmente y una sociedad civil altamente controlada, gobernada bajo los principios marxistas-leninistas establecidos por el Partido Comunista, que eran reforzados por la policía y la policía secreta, conocida como la KGB. El habla y la comunicación estaban controladas totalmente.

          Cualquiera que fuera denunciado era enviado al Gulag en Siberia

En los tiempos de Lenin y de Stalin, decir cosas contra el gobierno podría hacer que te arrestaran y te enviarán al exilio sin muchos miramientos, bajo el gobierno de Stalin, el terror estatal llegó a dimensiones paranoicas y fue practicado contra cualquiera. La gente promedio vivía con miedo a todo, los informantes secretos se podían ver en cualquier lado y cualquiera podía ser secuestrado en cualquier momento y enviado a una prisión estatal para trabajar como esclavo en un proyecto del Estado. Comenzando en la década de 1950 y sobre todo después de la muerte de Stalin, tanto las condiciones de vida como sociales mejoraron, aunque los estándares sociales nunca alcanzaron a los de occidente y el miedo como política de estado para saberte controlado y limitado en tus acciones no cambió mucho.

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Me llamó mucho la atención que al registrarme en el hotel, tomaron y retuvieron mi pasaporte y me dieron una tarjeta de identificación del mismo, que sería mi única forma de mostrar quién era.

El Hotel Ural era un hotel no muy viejo por dentro, pero de arquitectura similar a la de Los Rascacielos de Stalin, popularmente conocidos también como las Siete hermanas, que es un conjunto de siete rascacielos construidos en una elaborada combinación de estilo barroco ruso y gótico. El hotel tenía unos diez pisos y cuando se abría uno de los dos raquíticos ascensores para cuatro personas, se lograba el acceso a una especie de pequeña sala desde la que se divisaban los pasillos del hotel, todos en forma de T. En ese lugar había una señora mayor que vendía agua saborizada, te, caramelos y cigarrillos. Pero esa no era su función fundamental, sino era la de constituirse en la espía principal de cada piso, controlando todos los movimientos de los que al hotel tienen acceso, qué habitaciones visitaban y por supuesto reportarlo.

Mi habitación era la última de una esquina a una céntrica calle y por ir yo al frente del grupo de veinte cubanos, era la única que contaba con servicio sanitario y baño propio. El resto debían ir a un baño colectivo existente en cada piso y en el caso de querer bañarse tenían que pagar 30 kopeks por su uso. Eso implicaba que no tenía tranquilidad, todo el mundo iba a hacer sus necesidades y a bañarse a mi habitación, y por supuesto que la persona que nos atendía y que a su vez era el traductor, indagó por qué había tanto movimiento hacia mi habitación. Los rusos no comprenden que los cubanos tienen que bañarse todos los días, pero me alertaron de que solamente podían ir a mi habitación los cubanos. Me imagino cómo sería si en esos tiempos hubieran estado disponibles los circuitos cerrados de televisión.

Me explicó que la identificación o carné de identidad en la antigua URSS era un libro llamado Passport o pasaporte, y eso era de hecho el documento válido para ir de una ciudad a otra y sobre todo que para ir a Moscú, o moverse hacia otras ciudades o repúblicas soviéticas, había que obtener una especie de visado. Extranjeros en su propio país eran los soviéticos y lo pude comprobar con los estrictos controles en mi viaje a Leningrado (San Petersburgo) en tren.

                El Gran Hermano de 1984, la obra de Orwell

Como describiera Orwell en su obra “1984”, un país presidido por un poder absoluto que controla hasta los pensamientos y donde el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo, no puede subsistir, y eso fue lo que ocurrió.

Y por supuesto, la actuación del Stasi y otros servicios represivos del campo socialista, lo aprendieron de la Unión Soviética y su KGB, como lo haría más tarde el G-2 y los CDR en Cuba.

Pero ajeno a eso, en el mundo actual se ha vuelto una práctica corriente y lucrativa, el negocio de la chivateria. En dependencia de la importancia del hecho que denuncies a la policía o la fiscalía, así será la retribución. De ahí que se han hecho populares en el Reino Unido estos versos:

"Un tremendo negocito

es en UK hoy en día

informar a la Policía

si sabes de algún delito.


Contando por lo bajito,

anuncian las oficinas,

que al año, por las esquinas,

se paga a los chivatones

quizá más de seis millones

todo en libras esterlinas."


La chivateria en Cuba

Hay quien defiende la cultura de la delación, afirmando que denunciar forma parte de una tradición cultural, cuando en realidad se trata de una deslealtad o traición, y el que ejerza esa acción es considerado un soplón, alguien que es capaz de acusar tanto a quien lo merece como a quien no.

Es tan gráfico el papel de la chivateria en el ciclo de la civilización humana, que aunque sea una fábula o haya ocurrido realmente, logró impedir la construcción de la Torre de Babel y mantuvo las diferencias idiomáticas para que los hombres no pudieran entenderse entre ellos.

Siempre el resultado del chisme y la calumnia, frutos de la falta de principios, trae consigo consecuencias negativas.

Algunos hechos de chivateria famosos en nuestra historia son la delación por la división caudillista y regionalista contra Carlos Manuel de Céspedes y su confinamiento en una finca que hizo que fuera denunciado su paradero y el del General Quintín Bandera, alzado contra el gobierno fue denunciado y asesinado en 1906; pasando por las intrigas y chismes alrededor de la conspiración de Lagunas de Varona, una mancha triste en las luchas de los cubanos por su independencia, y que estuvo plagada de falsas denuncias y acusaciones desleales.

Muchos otros hechos de este tipo han estado presente, primero durante la colonia y luego en diversos gobiernos republicanos, pero a pesar de eso esta práctica nunca se había institucionalizado.

Pero su impacto hizo que se asumieron en el lenguaje popular palabras del caló, el de los gitanos españoles, como chiva, que por extensión se convirtió en chivato o chivatón, aunque también tuvo mucho uso el término: “chota”, que se refería tanto al chivato como al policía, y era además el nombre con que se designaba al guataca-chivato que siempre había en un aula y que decía a los maestros todo lo mal hecho. No importaba que después sus compañeros de aula no le hablaran o no lo dejaran jugar a la pelota o al kickingball y si se veian obligados a ello siempre le pasaba algo, o le daban una patada o le tiraban una pelota cuando iba a batear, su “chotería” no quedaba impune. Tal es así que todavía me acuerdo del nombre de un par de ellos, o de sus apellidos, Cao y otro Nuviola.

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Antes de 1959, fundamentalmente durante el gobierno de Batista, le pagaban a los chivatos la suma de 33 pesos con 33 centavos, por lo que la población comenzó a nombrarlos de ese modo: 33/33. Cuando comencé a trabajar en 1957 en la librería y encuadernación de Juan Cebrián en La Habana Vieja, había un muchacho llamado Manolo que poco tiempo después tomó una difícil decisión: ingresó al ejército de Batista en unos momentos tan difíciles de inestabilidad política y social.

Manolo explicaba que inclusive allí iba a ganar menos, en este caso 33.33 pesos, cuando en la librería ganaba noventa, pero que gracias a lo que había decidido iba a cumplir su sueño de hacerse piloto, lo que le habían prometido. Lo que le cumplieron fue que lo mandaron como “casquito” a la Sierra Maestra y allí cayó prisionero de los rebeldes. Más nunca volví a verlo, pero supe que estuvo varios años preso hasta que pudo irse a México gracias a no sé cuales mecanismos. Moraleja: el 33.33 era un número de mala suerte, dos veces la edad en que murió Cristo.

En ese entretanto mi padre y otros más serían denunciadas por uno de sus compañeros del movimiento 26 de julio, cayó preso en la estación de policía del Cerro y fue torturado por Carratalá, liberado meses después y tuvo que asilarse en la Embajada de Brasil en La Habana, tras lo que se fue para sumarse a las fuerzas rebeldes en el Escambray a pesar de que la habían ofrecido irse a Venezuela.

Esteban Ventura Novo tras fugarse con Batista el primero de enero de 1959 y asentarse en Miami, publicó un libro con las listas de chivatos que tenían, tanto él como otros verdugos tales como fueron Conrado y Orlando Carratalá, Orlando Piedra, Mariano Faguet, Irenaldo García Báez y Emilio Laurent, jefes de policía o de cuerpos de investigaciones y contrainteligencia, que dependían en gran medida de los soplones para sus funciones.

Al triunfar la revolución Fidel Castro fusiló a los chivatos que sirvieron a la tiranía de Batista, algunos de los cuales lo hicieron por miedo o para eludir condenas, pero no perdonaron a ninguno. Criticó y castigó con rudeza esta vil acción porque según se argumentó le costó la vida a varios valiosos compañeros revolucionarios. Pero a partir de ese momento recurrió a esa práctica de manera institucional convirtiendo la chivateria en el pilar fundamental del socialismo cubano para mantenerse en el poder.

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Los CDR: la chivatería sube de categoría

El 28 de Septiembre de 1960 Fidel Castro en un discurso anunció la creación de los Comités de Defensa de la Revolución, creando un culto nacional al denunciar a los demás.

No importaba que en los primeros tiempos de la revolución en el poder se supiera que Joaquin Ordoqui y su mujer Edith García Buchaca, viejos líderes del Partido Comunista cubano, el Partido Socialista Popular, habían encubierto a Marcos Rodríguez, el delator del lugar en donde se escondía el líder revolucionario estudiantil Fructuoso Rodríguez junto a sus compañeros del Directorio Revolucionario José Machado, Juan Pedro Carbó Serviá y Joe Westbrook, los que pagaron la denuncia con su vida. Marquitos fue condenado a fusilamiento y Ordoqui a treinta años de prisión, no tras las rejas, sino en una finca con todas las comodidades posibles, como un retiro lujoso, en lo que influenció la que había sido esposa y tenía dos hijos con otro dirigente comunista en alza con Fidel Castro, Carlos Rafael Rodríguez.

Y todavía no había asesoramiento soviético a un alto grado, pero los agentes del G-2 supieron infiltrarse en las organizaciones contrarrevolucionarias y fue así que mi padre fue preso y condenado a veinte años por ayudar a los alzados contra la revolución en el Escambray. Fue víctima de la chivateria no una, sino dos veces.

Comenzó con los CDR un proceso donde aparecieron dos elementos repetitivos e imprescindibles en los regímenes comunistas: la adulación al régimen y la represión extrema a todos los que se opusieran, aunque fuera verbalmente y en privado, al sistema, creando un clima de miedo y donde apareció y se asentó para siempre la doble moral y la hipocresía.

No ha existido en la historia universal un solo dictador totalitario que no le guste que lo adulen. Es como una adicción malévola, como un sugestivo supositorio de aplausos y aclamaciones muy necesarios para sentirse importantes, todopoderosos, omnipotentes y omnipresentes e imponer sus criterios como únicos válidos.

No conozco otros dos ejemplos más gráficos que los dos que he conocido por haber vivido bajo su régimen: Fidel Castro y Donald Trump: ambos narcisistas, ególatras, mentirosos compulsivos y mala gente para resumirlos de alguna forma. Se han rodeado de un ejército de guatacas, serviles eunucos siempre dispuestos a adularlos y complacerlos y reírle todas las payasadas que se les ocurran y todas las estupideces que dicen. Y lo peor, toda la maldad que hacen.

Hay un dicho, sumamente homofóbico y racista, que dice que el negro y el maricón si no la hacen a la entrada la hacen a la salida. Pero este aprendiz de nada que ha ocupado estos últimos cuatro años la Casa Blanca es peor que todo, la ha hecho a la entrada y a la salida, no ha dado un momento de paz a la democracia americana y a los americanos, y así y todo más de setenta millones votaron por él. Pero no debía sorprenderme por dos razones: Una porque ya vi esa película con el apoyo que en Cuba tuvo Fidel Castro y dos porque siempre recuerdo a Einstein cuando dijo que había dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana y de la primera no estaba muy seguro.

Miles de mediocres oportunistas, babosos, falsarios, han pululado, como moscas a la miel, a lo largo de la civilización, alrededor de estos personajes, que se han visto complacidos con ello. Y los que disientan del pensamiento del dictador son defenestrados y atacados con los peores epítetos o nombretes porque no basta con despedirlos de sus cargos, se ensañan con ellos. Se caracterizan por no tener respeto por el libre pensamiento de las personas, que ha sido la peor desgracia de la civilización.

Eso lo he visto en Cuba y ahora en Estados Unidos, donde nunca pensé que la política podía abarcar tanto como en nuestra Isla subdesarrollada. Una marca única se lleva el que será recordado como el peor presidente en la historia americana: tratar de llevar al país más desarrollado del mundo a la categoría de nación bananera. Si esto hubiera ocurrido en una islita como Cuba o en un país latinoamericano, no me extrañaría, pero nadie lo hubiera concebido en la cima de la democracia que es Estados Unidos.

Es por eso que las peores cosas del ser humano son universales y atemporales


Un artículo muy interesante de Ramón Fernández Larrea, que algunos lo recuerdan por aquel inolvidable programa radial “El Programa de Ramón”, que hizo historia en la radio cubana, pero que es un gran escritor y poeta, nos habla de los chivatos, dice Ramón:

“Contrario a lo que se piensa, no todo el mundo puede ser un chivato…

El chivato es un ser especial. No es como Platero, pequeño, peludo, suave, que se diría de algodón. El chivato es más correoso, más muscular, más arenoso y visceral, tiene muchas caras y máscaras, y ese veneno viaja en su interior…

El chivato habita en las sombras, pero le gusta la luz para desviar sospechas. Nace de la envidia, del odio y de una profunda insatisfacción personal, que, unidas a una falsa autovaloración hacen del chivato el puñal que destroza vidas y carreras. Él lo sabe y le gusta, desata su adrenalina sabiendo que hunde al prójimo, pero lo disfraza con un barniz de buenas intenciones. “Lo hice para salvarlo”, dirá, “estoy defendiendo al país”, pensará.

En todas las épocas y países han existido chivatos. Algunos son chivatos oficiales, que trabajan en organismos creados para premiar su vocación de vigilantes y delatores. Son policías. Pero hay países y épocas donde se les estimula y premia; aunque el chivato original, el chivato puro, no quiere premios ni reconocimientos, porque un reconocimiento significa sacarlo de su sombra, y el chivato prefiere viajar en la penumbra. Su premio, en cambio, no viene de la mano de nadie; su premio es ver el resultado de su delación: cómo se quiebra la otra persona, cómo se hunde, cómo arden las cosas que el chivato envidiaba…”

  La envidia envió a miles de jóvenes religiosos, homosexuales, artistas o que      simplemente vestían a la moda, a campos de concentración de la UMAP.

Yo diría que esta es una definición filosófica del chivato, que sin duda es un oficio humano, pero es el más inhumano de los oficios, uno de los más bajos.

Por eso a partir de la creación de los CDR, comenzó el dominio total, el imperio de la chivatería y la traición. El quehacer más importante y reconocido por el régimen fue el de vigilar la vida ajena, controlarlo de forma casi total, hasta lo que comía y con quien se relacionaba, todos vigilaban a todos, como corresponde a un estado represivo donde hay que reprimir al extremo.

               CDR http://deivangarciaysusamigos.blogspot.com

Y todo eso se lograba a muy bajo costo, sobre la base del miedo, de denunciar para que no te denuncien a tí, algunos por el ego de ser reconocidos como excelsos colaboradores y recibir migajas a cambio y otros por el simple hecho de sobrevivir, mantener un buen trabajo y determinados privilegios, que tus hijos no fueran vetados para entrar a la universidad y quien sabe cuales otros motivos, porque la vida de todos estaba concebida para ser controlada por todas partes como parte de una política universal de denuncias.

De una forma u otra, todos fuimos cómplices, aunque silenciosos la mayoría de lo ocurrido, pero tampoco había formas de salirse de ello, porque irse del país era una excepción, por lo que tuvimos que acostumbrarnos a usar una máscara, convirtiendo a Cuba en la meca de la doble moral contemporánea, porque ya en los antiguos países socialistas, incluyendo la URSS, sus ciudadanos habían pasado por lo mismo.

Nunca me olvido de la primera vez que quise visitar a mi hijo en Estados Unidos, ya viviendo en México, cuando acudí a la Embajada Americana a solicitar mi visa, me entrevistó un cubanoamericano, nacido en Estados Unidos, y entre las preguntas que me hizo estaban las de rigor: ¿Ha sido miembro del Partido Comunista, de las Fuerzas Armadas, etcétera y al final una tétrica: de los CDR?.

Mi respuesta no pudo ser más clara: todos los cubanos son por fuerza, desde que cumplen catorce años, miembros de los CDR, ahora de ahí a colaborar y delatar, va un trecho largo. Afortunadamente ya el funcionario habrá escuchado esa misma respuesta en miles de cubanos en similar situación. Y es que la inmensa masa cederista, como se le llama en Cuba, no quisiera nada que ver con esa organización casi fantasma cuya única utilidad es servir de chivata del gobierno.

¿Qué más decir de los CDR?: simplemente un dato, es muy probable que en el poco más de medio siglo de vida bajo el comunismo castrista, el número de delaciones, denuncias y traiciones se cuente en el nivel de los cientos de millones y sea varias veces mayor que si sumamos estos mismos miserables actos durante los cuatro siglos y medio anteriores de existencia de nuestro país, como colonia o república.

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Y en estos tiempos donde impera la tecnología, hay que saber que la prioridad de regímenes represivos como el de La Habana es controlar cada movimiento físico que ejecutes, pero también lo que hagas en el mundo virtual. Estamos como si hubiera cobrado vida el Gran Hermano, ese personaje tenebroso de la obra “1984” de George Orwell, vigilados en todo momento, por lo que hay que ser cuidadoso en lo que se hable por teléfono o se escriba o ahora a dónde se acceda en Internet.

Pero sin duda hay muchas curiosidades acerca de la organización oficial de la chivatería en Cuba aparte de la acción espontánea y casi sin preparación para la vigilancia por parte de los CDR, que solo contaban con una gran dosis de maldad para hacer daño a otros antes de que se lo hicieran a ellos.

                   Diferente tecnología, pero igual chivatería

Los Viajes al exterior

Todos sabemos que durante décadas viajar al exterior era un asunto casi exclusivamente estatal en Cuba. Misiones de preparación de inversiones, viajes de estudios técnicos o de especialización, estudiantes y obreros a los países socialistas, misiones militares y algunos casos de personal de la salud o a eventos deportivos.

Todos los participantes contaban con un aval político y un análisis del grado de comprometimiento con el sistema antes de permitírselo y se fue perfeccionado el mecanismo que hacía muy difícil, aunque la vida probó que no imposible, el que la gente se quedara en otros destinos en busca de una vida mejor y dejar atrás la pesadilla del socialismo aun a costa de dejar la familia atrás y los sufrimientos que lleva comenzar desde cero. También buscaban la manera de que los viajeros no cargaran consigo documentos comprometedores y no tuvieran divisas con ellos y no les limitaron el llevar pasaporte porque sería imposible viajar sin ellos.

Así y todo tengo una anécdota, en mi viaje a la URSS, que fue un día después de que el grueso de los integrantes de mi delegación lo hicieran, yo era uno de los pocos cubanos en el vuelo de Aeroflot, que hizo escala en Shannon, Irlanda. La estadía era un poco dilatada y todos fueron a las cafeterías a tomar café, cervezas, sandwiches y comprar souvenirs, pero el único que tuvo que aguantarse las ganas fui yo, porque los rublos que llevaban no servían en otro lugar que no fuera la Unión Soviética.

En el avión había unos tipos raros, que siempre andaban en pareja y no disimulaban para controlarlo todo, así que en el momento de subir nuevamente al avión, se produjo otra demoras y solo dos horas después los personajes se acomodaron y se reanudó el vuelo. Más tarde conocí que un cubano se había quedado en Shannon escondiéndose dentro del baño de las mujeres. El tipo se les escapó a los “segurosos” entre las manos.

            El programa televisivo español es una práctica común en Cuba

Un mes después en el viaje de regreso, la escala fue en Gander, Canadá, y ahora el caso fue más grave. No puedo afirmar con exactitud cuántos se quedaron en un lugar de más fácil acceso a Estados Unidos, pero mi mente no ha borrado la imagen de un clima muy frío para los cubanos, dos grados centígrados el dos de julio de 1988, cuando al descender a la pista para ir hacia el edificio del aeropuerto, delante de la puerta estaba una patrulla de la policía con las cuatro puertas abiertas y las luces parpadeando. El vuelo, un Il-86 de Aeroflot, estaba compuesto principalmente por cubanos y un grupo se quedó para lo último, probablemente entre ellos estaban los “quedados”. También había sabuesos a bordo, más uno misterioso que hizo el vuelo en el grupo en que iba y que no tenía nada que ver con lo que fuimos a hacer a la URSS y siempre estaba atento a todo y nos recogió a todos los pasaportes al llegar a Cuba, pero tratar de detener a alguien en el medio de una pista con policías bien visibles y otros tras los ventanales del aeropuerto era casi un imposible.

La explicación es que en todo viaje al exterior había siempre, en dependencia de la cantidad de viajeros, uno o más agentes de la seguridad del estado, más entre los integrantes del grupo que algunos eran chivatos o se les había encomendado esa tarea. En lo que son delegaciones de trabajo, como el caso de los médicos que laboran en el exterior, o en las delegaciones deportivas a eventos, esto se refuerza, para evitar que la gente deserte.

Todo comenzó por el análisis de las fiabilidad de los viajeros y así y todo, si tomamos en cuenta estos elementos, vemos que los que más han tenido posibilidad de viajar, al menos en décadas pasadas, eran los militantes del partido, que hizo que casi todos los que “desertaron” por llamarlo de alguna forma, eran pertenecientes al Partido Comunista, lo que muestra la hipocresía extrema del cubano.

Y a eso hay que sumarle que gran parte del personal de las delegaciones diplomáticas cubanas son agentes de la inteligencia y están altamente entrenados en el espionaje y en la delación de sus compañeros que se aparten aunque sea un milímetro de sus dogmas, aunque todos buscan la manera de cargar con todo lo que puedan en sus viajes a Cuba y hacerse de dinero en divisas por cualquier vía.

De ahí que en las embajadas de Cuba en otros países traten a la gente como desafectos o como delincuentes, les quieren cobrar de más por los servicios como me ocurrió en Argentina. Y hasta los propios cubanos de Miami en algún momento consideraron a todos los balseros y llegados por el puente del Mariel, como delincuentes.

Probablemente se olvidaron de la hipocresía de la que fueron cómplices de alguna forma y ahora en libertad, piensan de otra manera y quieren que actúen como ellos no lo hicieron.

De todas maneras, ello no es más que otra faceta de la más cruel de todas las medidas revolucionarias, las restricciones migratorias que desunieron e hicieron infelices a las familias cubanas.

Joe McCarthy y su compinche Richard Nixon se quedaron cortos como mentirosos con respecto al actual presidente, pero hicieron de la chivateria algo habitual.

Antecedentes de la chivatería en Estados Unidos

Ha existido, como en todos los países y en todas las épocas, pero hubo un momento cumbre.

No, no es lo que piensas, apuestas a que me voy a referir a las “fake news”, título creado para las noticias que no le convienen al mayor mentiroso de la historia norteamericana, que no tengo que llamar por su nombre porque todos sabemos quien es, sino que me refiero a uno de más de seis décadas atrás, un oportunista por excelencia que sembró la desconfianza y mediante delaciones, las que alentó, ciertas y muchísimas falsas, protagonizó una de las épocas más negras de la historia americana, el tristemente conocido como MaCartismo.

Este período conocido como “la caza de brujas”, fue producto de los delirios del senador católico McCarthy con el objetivo de perseguir la incursión comunista en Estados Unidos y llevó a la gran nación democrática a bordear el fascismo. Creó un período inquisitorial durante el cual muchos ciudadanos inocentes sufrieron persecución por simples sospechas y muchas veces por mala fe, rencillas personales o envidia por sus triunfos.

Se creó una lista de sospechosos de pasar secretos a la Unión Soviética o ser simpatizantes del comunismo y los mismos eran expulsados de sus trabajos o llevados a la cárcel, algo similar a lo que hacían los comunistas con sus enemigos. Con las sesiones del Comité de Actividades Antiamericanas, McCarthy creó el programa de lealtad de empleados federales para descubrir funcionarios infiltrados y con ello fomentar un clima histérico que favoreció la sospecha, casi totalmente alimentada por difamación y rumores sin fundamento, que hicieron de Estados Unidos un país sumido en grandes tensiones por la Guerra Fría con manifestaciones tales como el bloqueo a Berlín Occidental, la primera bomba atómica soviética y la creación de la OTAN, que hicieron prevalecer el terror en todo el país.

Una lista publicada por el Congreso en 1952 incluía 342 nombres de “antiamericanos”, que debían ser rechazados en cualquier oferta de trabajo ( ¿a qué países se parecerá esta medida?. Y el principal autor de esta regulación y las investigaciones correspondientes fue el ayudante del senador, el también tristemente recordado por ser un probado delincuente, el expresidente Richard Nixon, que renunció antes de ir a la cárcel.

Un mediocre guionista de cine, Martín Berkeley (seguro que pocos lo reconocen) tuvo su momento de fama al denunciar 162 nombres de presuntos infiltra­dos comunistas en la industria cinematográfica, la mayor parte una denuncia falsa y además estaban entre los más reconocidos. Entre ellos estaban figuras como Charles Chaplin, Bertold Brecht, el gran guionista Dalton Trumbo y el famoso novelista Dashiel Hammet.

McCarthy llevó a EEUU a considerar como leprosos a todo aquel que él considerara antinorteamericano, aunque no existieran pruebas de ello.

El ambiente era de que todos eran enemigos, había que priorizar como sobrevivir en refugios o como fuera a un inminente ataque nuclear de los rusos, mientras el desastroso político pedía constituir comités y grupos de vigilancia en todas las ciudades, mientras se negaba el pasaporte y la salida del país a los sospechosos y fueron procesados miles de extranjeros residentes

Se descubrió que Alfred Hiss, un ex funcionario del Departamento de Estado, era un espía soviético y se le dio una cobertura excepcional al caso de los esposos Rosenberg, que fueron injustamente acusados de pasar secretos atómicos a la URSS, condenados a muerte y ejecutados. Más tarde se supo que los secretos enviados a los rusos no eran trascendentes y que todo fue consecuencia de una delación del hermano de Ethel Rosenberg, David Greenglass, quien denunció a su familia para quitarse de encima las acusaciones que pesaban sobre él.

Se descubrieron unos pocos culpables, pero a costa de la difamación y la persecución a muchos inocentes. De McCarthy y Nixon, principales responsables del caos creado, la historia los tiene bien situados entre lo peor y más repugnante de la política mundial.

Pero el hecho en sí, que puso por primera vez en grave riesgo la democracia americana, ahora en el pico de la piragua con uno que quedará ubicado al lado de estos monstruos, nos muestra que ni en Cuba, ni en los Estados Unidos, ni en ningún país del mundo la policía es tan eficiente como tan soplones sus ciudadanos. Ojalá ese fuera el único defecto de los que nos llamamos “seres humanos” u “homo sapiens”, que de sapiens no tenemos mucho.


La chivateria en Miami

Me dijo alguien en mi primera visita a esta ciudad y después me puse a analizarlo con el tiempo:

“Aquí en Miami hay tantos chivatos como en Cuba”.

Lo primero que reflexioné es algo que he visto en tantos libros y filmes, un método que utiliza la policía para obtener del delincuente atrapado lo que necesita para un caso concreto y que se convierte en una moneda de cambio: ”Decir todo lo que sabe para reducirle las causas por delitos o años de condena”.

Y en este mundo donde aparentemente la Guerra Fría pasó a la historia, con respecto a Cuba sigue existiendo, como si no hubiera desaparecido hace tres décadas atrás el campo socialista. De socialista creo que salvo en lo que respecta a su organización (o mejor desorganización) económica y la limitación de las libertades individuales y las represión, no le queda nada de socialista o comunista. Pero la gente que vivió décadas en aquel sistema o hasta nacieron dentro de él y han tenido la oportunidad de emigrar, sobre todo a Miami y dentro de Miami a Hialeah, el ambiente que se respira no es muy diferente al de Cuba, salvo el que hay comida y la gente tiene carro y vive en aire acondicionado.


Escucho a la gente, veo videos y visito Hialeah, como ejemplo del lugar donde más cubanos se concentran, y me doy cuenta de que donde hay una comunidad cubana, hay gente pendiente de que si te pudiste comprar un carro de los más caros, que si hiciste un viaje que no está al alcance de todos, como ir a Europa o a un Crucero de los lujosos, que si vas a cabarets o das demasiadas fiestas multitudinarias en tu casa, analizando también que viajas con mucha frecuencia a Cuba.


Son personas que no se han podido quitar de encima el espíritu “chivatiente” que inoculó en los cubanos la revolución y no nos damos cuenta de que estamos en Estados Unidos, un país libre donde a la gente no le importa cómo vistes ni qué haces porque al final aquí se puede lograr todo lo que uno se proponga siempre y cuando mantenga limpio su estatus crediticio y trabaje honradamente, como hace la mayoría. No es dificil entender a partir de esto, las preferencias políticas de mis pobres coterráneos de Hialeah (sin generalizar), pero ahora entiendo por qué muchos cubanos se asustan cuando le hablan de esta zona de Miami.

Una amiga ya fallecida, Magda, me decía en broma: “pareces un viejo de Hialeah”. Ahora, despues de vivir aqui, me doy cuenta de por qué.

Pero el meterse en las vida ajenas no radica solamente en el lastre de cuatro viejas chismosas, ahora aparecieron de las nada los famosos influencers de Internet, que han florecido como la verdolaga.

El que haya falsos “influencers” no es el peligro, sino que haya idiotas que los sigan.

La última moda en Miami es la aparición de “repentinos patriotas” en Miami que denuncian todo, que si fulanito fue a Cuba, que si el otro le dio una galleta a su mujer, que si se compró tal cosa, que si hizo tal cosa, que sí viajó a tal lado o se pronunció en contra del presidente de turno y que solo ha logrado hacer de los infelices que todavía viven en Cuba más miserables de lo que estaban, una profusión de chismes, mentiras y calumnias detrás de las cuales se esconde el único objetivo de sobresalir porque la gente es ávida de escuchar tales estupideces y es morbosa por naturaleza.

Lo último es que ahora quieren fundar un Partido, ofendiendo a Martí y tratando de comparar lo que se quiere hacer para vivir de eso y sobresalir escudados detrás de un falso patriotismo que no han demostrado en muchísimos años viviendo en Miami, donde fracasaron en todo y ahora ven en esta modalidad su tabla de salvación, aunque sea momentánea.


Todo ello me parece que no es más que una traspolación de la chivatería cubana al moderno Miami. Estos mal llamados influencers no son otra cosa que una mala influencia, yo los llamaría “bad influencers” que luego de ayudar, profundizan nuestra desgracia.


Cada vez son más los influencers fraudulentos que se creen famosos y venden falsas promesas a los empresarios con sus cuentas llenas de seguidores comprando perfiles que no le pertenecen a alguien real y solo son creados para seguir a cuentas y que estos aumenten el número de seguidores ficticios en la red social. Pero aun si esto no fuera así, su mensaje es dañino y no hay por que seguir lo que nos hace daño.

Son tan falsos que atacan a todos y a todo, incluso a otros que se llaman influencers y hasta a los que de verdad llevan un mensaje transparente y útil. Falsos profetas que surgieron no de la necesidad de unirnos, sino de su propio fracaso en lo que hacían y encontraron esta vía de tupir a las masas mediante la chivateria y la falsedad.

Son gente que se agarra hasta de un clavo ardiendo para lograr sus ambiciones, son ignorantes y oportunistas sin escrúpulos, que han visto que en la sociedad americana una sarta de mentiras y escándalos hizo llegar a uno a la Casa Blanca. Con un público, por no llamarlos seguidores porque solo siguen humo, completamente intrascendentes en la sociedad y que solo están pendiente de los últimos chismes y mentiras que circulan en Miami y que no son solo marionetas de otras marionetas.

¿Por qué el cubano se empeña en mantener sus miserias cuando pudiera dedicarse a una vida nueva y no a vivir de la mentira y la chivatería?

Aquí, donde debíamos sentirnos más cerca de Cuba, porque lo estamos geográficamente y somos mayoritarios, salen este tipo de voces a alejarnos. Aquí los cubanos han hecho la vida que el castrismo no le permitió en su país. Aquí es donde podemos hallar nuestra identidad y nuestra esperanza y donde se puede triunfar sin depender de la política, donde tenemos que aprender y todavía no hemos aprendido a ser tolerantes, donde seguimos propugnando la intolerancia a pesar de que nuestros nietos y nuestros hijos son y serán norteamericanos y lo que les estamos dando como herencia es lo peor de nosotros. Debemos aprender que nosotros, hijos y nietos de españoles no pudimos ser otra cosa sino cubanos y ellos serán, irremediablemente norteamericanos y solo tendrán a Cuba como una referencia nostálgica de donde vinieron sus padres o abuelos.

Es un triste destino el de los cubanos de nunca ponernos de acuerdo ni permitir que otros piensen de otra manera diferente a nosotros.

A pesar del descalabro, la chivatería no se acaba en Cuba.

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Como nuestros ancestros, que decían: esto se cae pronto, le quedan unos meses, nosotros nos agarramos a la esperanza de que la dictadura se acabe en Cuba, pero no es así, el mal está tan enraizado que eso parece ser un imposible, aunque haya un cambio total de gobierno, y ejemplos de sobra hay, como el de Putin en Rusia y en otros países ex soviéticos. Ya no hay un régimen comunista pero la ambición por mantenerse en el poder y otros males de esa era se han instalado pasta siempre.

Y en Cuba la gente se muere de hambre, vive de chupar la teta del exilio, pero si vamos a cualquier mesa de dominó, uno de los cuatro jugadores es un chivato. Ya el entretenimiento preferido del cubano no es la pelota, en picada como todo en Cuba, ni el dominó, ni el baile, él está, y no es fácil de seleccionarlo, entre el robo y la chivatería.

La chivatería la hemos padecido en más de una ocasión durante nuestras vidas y se niega a abandonarnos, aún en el exilio, porque los servicios de inteligencia pueden ser muy efectivos pero si no tienen la colaboración de muchas personas en todas partes y niveles, no lo son tanto.

Ahora en nuestros tiempos, se mantiene la vigilancia al estilo tradicional, escuchando las conversaciones o promoviéndolas, interviniendo para estimular las críticas al régimen y ahora perfeccionando los mecanismos de control en las redes sociales y en Internet, manteniendo su vigencia a pesar del rechazo popular y la desconfianza. Y ello es parte de la pasividad del cubano para protestar o quejarse porque sabe que vive en un estado policial, una versión caribeña de 1984, alimentada además por turbas al estilo de los Camisas Negras fascistas.

Y como en Cuba todo es sancionable y existen delitos que solamente son crímenes en la Isla, como matar a una vaca de tu propiedad, el mundo marginal ha crecido incontrolablemente porque más gente pasa por las universidades carcelarias incorporando sangre nueva al extensísimo ejército de delincuentes en que se ha convertido el país.

Gracias a esa gigantesca cantidad de soplones, casi no hay que hacer investigaciones criminales, porque las denuncias, ciertas o falsas, están repletas de detalles precisos. No importa que los CDR sean una organización en fase terminal, aún sigue siendo una parte importante del aparato represivo y ahora se dedican principalmente a vigilar y denunciar a los disidentes. Y por supuesto al frente tienen a uno de los trompetas mayores, uno de los llamados “cinco héroes”, condenado a cadena perpetua en el imperio por espionaje.

Nos prometieron un sueño y la realidad fue la peor pesadilla, un país donde los chivatos son héroes y todos quieren destruir a los demás para vivir mejor, es una sociedad muerta,

Tal parece que el deporte nacional de Cuba ya no es la pelota, ahora se ha dividido en dos actividades, ambas denigrantes: chivatear y robar.

No importa que la mayoría en Cuba se haya visto imposibilitada de resolver sus problemas con el trabajo, sino se ha visto obligada a vivir de otra manera, del “invento”, una palabra que abarca cualquier cosa, legal o ilegal, lo que se le presente.

Pero los “inventos” se tienen que hacer ante la vista de los que a pesar de que tratan de hacer lo mismo para sobrevivir, pero cuidándose de los demás, que envidian que el invento les haya dado resultado o reciben remesas de familiares en el exterior.

Es la perpetuación de la muerte de la decencia y de la transparencia, algo que nos persigue a los cubanos dondequiera que estemos. Y recuerden que somos de aquellos que descubrimos el éxito del uso de la doble personalidad.

        La ofensiva revolucionaria de 1968: el impulso final a la chivatería

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