jueves, 25 de agosto de 2022

Llamé al cielo y no me oyó


 Llamé al cielo y no me oyó


"Llamé al cielo y no me oyó,

y pues sus puertas me cierra,

de mis pasos en la tierra

responda el cielo, y no yo."


"Don Juan Tenorio" de José Zorrilla. 


Como había explicado en otros artículos de este blog, en Cuba las estaciones del año se identifican no por el clima, que es casi el mismo todo el año, sino viendo las vidrieras de los comercios y su publicidad en los medios, sumado a otros eventos que nos indicaban en qué parte del año nos encontrábamos, como eran ser la Jornada de Verano en las tiendas, los carnavales, la Semana Santa con sus procesiones, el Domingo de Ramos y las cruces en la frente con el Miércoles de Ceniza, la Nochebuena con los aguinaldos, las golosinas propias de esa época y los Santa Claus en todas partes junto con los adornos navideños, la aparición de la epidemia de gripe y uno en particular que no fallaba y nos indicaba que estábamos en Noviembre: la reposición de la obra teatral Don Juan Tenorio, un drama que nos daba miedo a los niños y que era el encanto de los mayores y que de tanto repetirse nos aprendimos sus parlamentos al igual que hicimos en la escuelas con "los zapaticos me aprietan",  "La niña de Guatemala" o "Los zapaticos de rosa" u otros versos llenos de malas palabras o doble sentido.


Algunos de los versos de esa obra se hicieron tan populares que de ellos aparecieron infinitas variaciones, como éstas, a partir de:


"¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,

que en esta apartada orilla

más pura la luna brilla

y se respira mejor?


Dando lugar a: 


"No es verdad ángel de amor, 

que en esta apartada orilla, 

están friendo morcilla

 y hasta aquí llega su olor."


"No es verdad ángel de amor, 

que en esta apartada orilla, 

más rica la empanadilla

y se cocina mejor."


Y la versión moderna: 


"No es verdad angel de amor, 

que en esta apartada orilla, 

no hay que llevar mascarilla

y se respira mejor."


Otra estrofa muy popular fue:


¡Cuál gritan esos malditos!  

¡Pero mal rayo me parta 

si en concluyendo la carta 

no pagan caros sus gritos!  


Esa me hacía recordar las manifestaciones del 26 de julio, el primero de Mayo o las inventadas para tener al pueblo cubano siempre estresado y que venían acompañadas de aglomeración, gritería y las inevitables congas, aunque nadie sintiera ni estuviera de acuerdo con lo que se celebraba o conmemoraba.


Y había una estrofa que para mí tuvo una significación muy especial porque cada vez que la volvía a escuchar me recordaba a Fidel Castro y sus cómplices, porque los retrataba:


"Por dondequiera que fui, 

la razón atropellé, 

la virtud escarnecí, 

a la justicia burlé 

y a las mujeres vendí.


Yo a las cabañas bajé, 

yo a los palacios subí, 

yo los claustros escalé, 

y en todas partes dejé 

memoria amarga de mí."


Pero cuando escuchamos a alguien decir "Tenorio" nos viene a la mente alguien que es un conquistador, un mujeriego, un seductor, un galanteador, un donjuán, un Casanova, o alguien que enamora con facilidad a las mujeres y todo se debe a la fama que creó la obra teatral Don Juan Tenorio.  Pocas obras hay tan populares en el teatro español como el Tenorio, pero sí muchísimas tan cursis como ella.  Un dramón comparable, guardando las distancias, al "Romeo y Julieta" de Shakespeare o "Tristán e Isolda", la ópera de Wagner, todas con un final trágico: la muerte de los dos enamorados marcando un desenlace desdichado. Y a ellas le siguieron más tarde tantas y tantas radio y telenovelas que se sucedían en fama una tras otra, aunque muchas ya con un "happy end" al estilo americano.  Y no es que fuera cursi, era simplemente la corriente cultural de moda en esos tiempos y que por su atractivo se impuso en la preferencia del público.


Noviembre, Don Juan y la gripe


Con Noviembre llegaba la gripe, rebautizada cada cierto tiempo, pero siempre presente y la inevitable presentación teatral de Don Juan Tenorio, a la que nunca le faltaba público.


Cada primero de Noviembre, la festividad de Todos los Santos, la leyenda de Don Juan Tenorio toma forma en múltiples representaciones teatrales, teniendo especial relevancia en todos los países hispanoparlantes.


La obra tiene una trama simple, medio fantástica y sobre todo hecha para llorar por su tragedia, la de un mujeriego que después de burlar a innumerables mujeres, se enamora de doña Inés, un alma pura que impide que  don Juan sea condenado al fuego eterno y logra su arrepentimiento y la salvación de sus pecados. De pecador, irreverente, desafiante e irrespetuoso con los muertos, se transforma completamente gracias al amor.


La trama de Don Juan surge durante la Edad Media con una primera aproximación literaria en "El burlador de Sevilla” de Tirso de Molina escrita en 1630 y José Zorrilla hizo en 1844 una versión moderna del tema, convirtiendo al detestable personaje en un simpático mujeriego redimido.



La acción de la obra se desarrolla en Sevilla en 1545, los tiempos de capa y espada, donde Don Juan Tenorio y don Luis Mejía apuestan a quién de ellos es capaz de conquistar más mujeres, conseguir más dinero y matar más hombres en un año, transcurrido el cual se vuelven  a reunir en una taberna, siendo el ganador Don Juan y Mejía le pide la revancha que consiste en que ganará el que logre conquistar a doña Inés de Ulloa, una novicia ingenua al extremo y a la prometida de Mejía, Ana de Pantoja.  Las triquiñuelas de ambos hacen que sean encarcelados ambos, pero logran escapar, tras lo cual Don Juan vuelve a ganar la apuesta, engañando a la prometida de Mejía y raptando a doña Inés del convento.


Pero Don Juan se enamora perdidamente y se lleva a Inés a su casa, a donde van a buscarlo los burlados, a los que Tenorio da muerte huyendo a Italia, dejando abandonada a la novicia, la que muere de pena.  Cuando cinco años después Don Juan regresa a España, se encuentra que la casa de su padre ha sido convertida en un cementerio conteniendo las tumbas de sus víctimas.  Comienza a lamentarse de sus pecados y el espíritu de doña Inés le pide que se arrepienta de todo el mal que hizo, por lo que van a llevárselo al infierno, pero doña Inés logra salvarlo, y viven juntos toda la eternidad.


Resumiendo, Don Juan Tenorio no es un héroe sino un simple mortal que desprecia a los demás, los utiliza y abusa de ellos, alguien vacío y oscuro que se deleita haciendo el mal, im bravucón y abusador de mujeres, que como él mismo dice: “A las mujeres vendí y por dónde quiera que fui, la razón atropellé".  Pero Zorrilla lo redime casi como por encanto y aquel monstruo se convierte en casi un ángel.


Parece mentira que un argumento tan picudo haya sido tan exitoso, pero ya vimos que otros tan frívolos han sido, en diferentes épocas han sido igualmente famosos y admirados.  Además recordemos que estamos en la época donde el romanticismo era el estilo predominante.


Pero ahí no terminó, veamos su continuidad en la radio y la televisión, que crearon espacios mucho más masivos que el teatro para ver este tipo de obras, que se convirtieron primero en las preferidas de las amas de casa (las llamadas soap-opera u ópera jabonosa porque los patrocinadores eran principalmente compañías de productos de limpieza) y después de todos los radioescuchas y televidentes.  El teatro continuó su camino, fundamentalmente como el principal creador de actores y actrices y directores, de los que se nutrieron los nuevos medios de difusión.  Y por supuesto, Don Juan Tenorio también tuvo presencia en ellos.


Al menos en Cuba las telenovelas más famosas de producción nacional fueron: 


Doña Bárbara (1978)  ¡Raquel Revuelta!

Rosas a crédito (1983)

Sol de batey (1985)  ¡Verónica Lynn como la villana, insuperable!  A Tomey se le quedó el sanbenito de ¡Oh, Charito!.

La séptima familia (1987)

El Naranjo del Patio (1991)  ¡Inmenso Miguel Navarro!.

Pasión y Prejuicio (1992)  Isabel Santos: una villana bien mala.

            Cuando el agua regresa a la tierra: maestría de actuaciones.


Cuando el agua regresa a la tierra (1993)

Tierra brava (1997) ¡El malo de Don Lucio Contreras!

Si me pudieras querer (1999)

Las huérfanas de la Obra Pía (2000)


Mientras tanto, de factura brasileña destacan:


Una mujer llamada Malú (1979) (ni se sabe cuántas niñas y perritas fueron bautizadas así).

La esclava Isaura (1976) Esta paralizó al país completo y todos recordamos al malvado Leoncio.

Amor con amor se paga (1984)¿quién no recuerda al tacaño Nonô Correia?.

Doña Bella (1986)

                     El señorito Malta, uno de los personajes inolvidables.


Roque Santeiro (1986) ¡El señorito Malta!

Vale todo (1988) Regina Duarte en su caracterización de Raquel dio nombre a los “paladares”

Felicidad (1991)

El rey del ganado (1997) (un Romeo y Julieta al estilo carioca)

Señora del destino (2004)  Nazaré, la malvada, la villana de las villanas que sirvió para nombrar a la gripe de turno.


Y procedentes de otros países hicieron furor:

      Gotita de gente: la picuencia a la máxima expresión (hasta ese momento)


Gotita de Gente (1978, México) Probablemente la más jabonosa de las transmitidas en Cuba.

Café con aroma de mujer (1993, Colombia)

La Saga: negocio de familia (2004, Colombia) Se sale un poco del tema romántico pero no lo deja de un lado.


Estas son algunas de las telenovelas que más lágrimas le ha sacado a los cubanos y eso que no hablo de las radionovelas, donde todo comenzó, como el caso de "El Derecho de Nacer".  Una gigantesca fábrica de llantos.


Y por supuesto no hablo de los miles de telenovelas, todas del mismo corte, que se han visto clandestinamente en Cuba a través del CD, DVD o por el famoso "Paquete Semanal". Hay para llenar los mares y desbordarlos.


El romanticismo


El Romanticismo fue una revolución en su época que impuso los sentimientos por encima de la razón, un período cultural donde primaba la pasión, aunque no necesariamente nada que ver con el romanticismo del Día de San Valentín o Día de los Enamorados, sino con los contrastes emocionales llevados a situaciones extremas.


Esta corriente no abarcó solamente la literatura, cuyos principales exponentes fueron José Zorrilla, Gustavo Adolfo Bécquer, Lord Byron, Johann Wolfgang von Goethe, Alejandro Dumas (padre), Víctor Hugo,  Honoré de Balzac, Charles Dickens y nuestro José Martí sino que también tuvo exponentes en la música, como  Johannes Brahms, Schumann, Schubert, Beethoven y Mendelssohn y en las Artes Plásticas están Eugene Delacroix, William Turner, Théodore Géricault, Otto Runge, Francisco de Goya y Caspar David Friedrich.

 

José Zorrilla es uno de los mayores exponentes del teatro romántico ya que sus obras están cargadas de conflictos sociales, los sentimientos extremos y la búsqueda de la libertad individual, mientras que Martí fue el gran exponente del romanticismo en el orden social en gran parte de su obra.


Zorrilla en Cuba y la Gaceñiga


Zorrilla llegó a La Habana en 1858 invitado por el Capitán General de la Isla Don José de la Concha, el que ofreció una recepción en su honor.  El famoso escritor fue llevado a donde el mejor sastre de La Habana, el italiano Porzio, el cual le dijo a Zorrilla: "Muchos se van a quedar sin un frac, pero usted tendrá el suyo a tiempo para la recepción."


Y en Cuba ocurrieron otros hechos importantes para el escritor.  Su amigo Cagigas enfermó de fiebre amarilla y murió, lo que lo afectó grandemente, por lo que un hacendado vasco, Manuel Calvo lo invitó a recuperarse en su cafetal, hecho sobre lo que el autor escribió en sus memorias: "Hay en los años de mi vida dos meses que por los más felices y los más desventurados en ella cuento, pasados en la fresca soledad del cafetal de Calvo en La Habana en febrero y marzo de 1859". 


El otro ya es más importante y que algunos reconocerán pero no la participación de Zorrilla, se trata de que el escritor entendió que la gente se divertía mucho en Cuba, se bailaba mucho, había mucho bullicio y alegría, de forma tal que ello llegaba hasta el Gran Teatro de la Ópera en los que el público se hallaba dividido en dos bandos.  Don Manuel Calvo lo sacó de la finca, donde trabajaba sin interrupción sin descanso ni esparcimiento y lo llevaba los sábados a la ciudad y a compartir con su familia y con el Capitán General.



Y en estas salidas de su encierro no podía faltar la visita al teatro Tacón, donde se presentaba la ópera “La Traviata” con la soprana italiana Marietta Gazzaniga (la misma que inspiró la gustada panetela que los cubanos conocemos como Gaceñiga) y más tarde vio a Josefina Cruz de Gassier interpretando “Lucía” y a pesar de que la española le pareció muy superior a la italiana, le llamó la atención de por qué esta última era más popular y más aplaudida.   La respuesta estaba en que la Gassier representaba a los españoles y la italiana a los independentistas y anexionistas, en tiempos en que se gestaba la guerra de independencia y en lo que también influía la acción de los destinatarios del principal producto cubano: el azúcar,  por lo que Estados Unidos, comenzaba a tener mucha influencia en la vida nacional.


Y a ambas cantantes las describió de forma muy particular:


De la italiana Marietta Gazzaniga, dijo que “la voz está ligeramente velada por el cansancio, las maneras un tanto vulgares y un amaneramiento pretencioso y  la española Josefina Cruz de Gassier, es muy agradable de abrazar y una voz deliciosisima de oír, es trigueña, redonda de cara y de formas, rica de pecho y de cabellera negra, riza y profusa; cejas bien acusadas, ojos tan iluminados que relampaguean, con unos brazos olímpicamente modelados que rematan en dos manos pequeñas, tiene el atractivo exterior, los efluvios vitales y simpáticos de las feas que matan a celos y quitan los amantes a las hermosas”.


 El que lea esto le parecerá, por el estilo, estar leyendo a Victor Hugo y sus inimitables descripciones de las cosas y las personas que van hasta los detalles más imperceptibles.


Pero ahí no paran las curiosidades de Zorrilla, que también fue un interesado en extremo en asuntos esotéricos, afirmaba que escribía en estado de sonambulismo y que fue testigo de apariciones de espectros.


Esto se ha aprovechado para que su casa natal, convertida en un museo, se afirme que hay objetos que se mueven, gavetas que se abren y luces que se encienden, entre otros fenómenos paranormales, en particular la habitación de su abuela Nicolasa, donde el escritor afirmó haber visto en ella y en el estrecho pasillo por el que se accede, a varios espíritus.  Una curiosidad para atraer turistas en Valladolid, la ciudad donde nació Zorrilla.


Las películas


De un argumento con tanta fama no podía falta una película, de las que se destacan la realizada en México,  “Don Juen Tenorio”, en 1937 a la que le siguieron otra versión de 1949, esta vez argentina, con los comediantes Luis Sandrini y Tita Merello y otra de 1952, esta vez en España y con la dirección escenográfica del pintor Salvador Dalí.  No he visto ninguna de ellas, pero por la opinión de los expertos y de la crítica de los que la vieron, aparentemente cada versión ha sido peor que la anterior, y la primera no fue muy buena que digamos.  Asimismo hay otras versiones de 1922, española; una versión muy simpática de 1956 donde actúan Carmen Sevilla, Fernandel y Fernando Rey, y no podía faltar la versión de Hollywood en 1926 con John Barrymore y la versión con Erroll Flynn de  1948.  Y no puedo dejar de mencionar la curiosa película de Roger Vadim, el escandaloso director francés, que en 1973 nos trajo el filme erotico: Don Juan, o si Don Juan fuera una mujer", por supuesto con Brigitte Bardot; así como una especie de secuela con un Don Juan envejecido que regresa a Sevilla veinte años después, una película inglesa con Douglas Fairbanks; sin olvidarnos la versión libre de 1994 donde Johnny Depp es Don Juan (de Marco) y lo acompañan dos grandes: Faye Dunaway y el supremo Marlon Brando.


En fin hay más de tres docenas de películas sobre el tema y es imposible contar las representaciones teatrales radiales y televisivas en todo el mundo.  Sin contar el tema tratado en otras obras como las memorias de Giacomo Casanova, el Don Giovanni de Mozart y otras.


El fin de Don Juan


Ya en Cuba solo los muy viejos nos acordamos de Don Juan Tenorio y casi nadie emplea la palabra "Tenorio" para designar a un mujeriego exitoso, pero en el resto del mundo no es así.


En nuestros días el Tenorio también puede llamarse Don Juan, Casanova, Playboy, conquistador, mujeriego y de muchas otras formas, pero creo que han sido muy pocos y contados casos, si existen, los que se han redimido.


Ahora leí por casualidad una noticia de hace más de diez años, en la que se habla de que el actor cubano Vladimir Cruz llega a León para interpretar a un clásico de la literatura, Don Juan Tenorio, de Zorrilla.  Vladimir es ese mismo que tomaba chocolate en la exitosa película cubana "Fresa y Chocolate" y que marcara su carrera como actor.   Una verdadera curiosidad es que en nuestros días haya un Don Juan cubano y presentándose en España en semejante obra.


Mientras tanto en México se mantiene la tradición de presentar la obra el Dia de los Fieles Difuntos, el equivalente español y cubano del Dia de los Muertos mexicano, donde se ha mantenido en cartelera en esas fechas durante más de un siglo, siendo la obra mas lucrativa en la historia del teatro español.


La obra, que inicialmente fue un fracaso, se convirtió en un clásico y Zorrilla, sin esperar mucho, vendió los derechos poco después del estreno, por lo que se puede decir que llamó al cielo y no lo oyó.


Y nosotros los cubanos, la mayoría, no hemos llamado al cielo, pero a los que lo hicieron, tampoco los oyeron.



















viernes, 19 de agosto de 2022

Los cambios de estación en Cuba


 


Los cambios de estación en Cuba


Desde niño aprendimos que las estaciones del año son cuatro: primavera, verano, otoño e invierno, pero que en Cuba con su clima tropical y con una gran influencia marítima por ser una isla y estar sujeta a varios factores meteorológicos importantes, en particular la Corriente del Golfo, se pueden considerar dos estaciones: la lluviosa, que va desde Mayo hasta Octubre y la seca, que va de Noviembre a Abril.  Ni la primera se puede considerar verano porque puede haber calor todo el año, ni la segunda invierno porque nuestros inviernos son muy particulares y que se dan durante dos o tres días de temperaturas más suaves o que pueden ser particularmente frías sin llegar al punto de congelación, y que son el resultado del paso de un frente frío polar, lo que en Cuba llamamos un "norte".


Pero hasta eso ha cambiado y que sigan los incrédulos e ignorantes diciendo que el cambio climático es una falsedad.  Recuerdo que cuando joven, cuando comencé a trabajar en 1957, los hombres iban a sus trabajos en traje o en camisa de cuello con corbata y las mujeres con medias de nylon, se subían a las guaguas, que entonces no tenian aire acondicionado, ni siquiera ventiladores, y no se sudaba.  Los días podían ser particularmente calurosos en julio y agosto si uno se dejaba atrapar por el sol, pero realmente las temperaturas eran muy suaves y no recuerdo haber usado ventilador para dormir y entonces era de uso masivo el mosquitero.


Las guaguas y la mayor parte de los centros comerciales, teatros y cines no tenían aire acondicionado y no se sentía el calor como hoy en día. Incluyo en ello a los cines a los que iba asiduamente, solamente los cines de los circuitos de estreno tenían aire acondicionado.


Pero durante el paso de los años, no tengo duda de que el clima ha cambiado.  Ahora los veranos son más fuertes, de tal forma que en Cuba es muy incómodo dormir sin aire acondicionado porque el aire que impulsa el ventilador es caliente.  Para los que duden del calentamiento global no hay mejor ejemplo que lo que uno ha vivido con el clima a través de su vida, en particular en el último medio siglo.


Ahora bien, lo mismo que no había temperaturas frías extremas, tampoco las había en extremo calientes, como ocurre en otros países donde el frío en invierno ronda las temperaturas bajo cero o por debajo de ella y en verano superan los cuarenta grados centígrados.  En Cuba, donde se dice que existe un verano todo el año, este es un verano suave cuya media supera raras veces los treinta grados y la media máxima es de 28 grados celsius (81 Fahrenheit) y la media de 25 (77 Fahrenheit).  Eso sí, siempre con mucha humedad, de alrededor del 75 por ciento todo el año.


Pero sin embargo en Cuba se hablaba de primavera, verano, otoño e invierno, de lo que nos dábamos cuenta por las campañas publicitarias de los comercios minoristas y otras cosas que nos recordaban que estábamos en esa época del año.  De no ser así era muy difícil identificar en qué mes nos encontrábamos, si no mirábamos un almanaque.


El frío extremo y los nortes

Para el cubano sentir un frío insoportable, significa que está "chiflando el mono", una frase resultante de una anécdota real cuando a inicios del siglo pasado la familia Betharte, dueños del central Macagua, en Santo Domingo en Las Villas, tenía en su mansión cercana al central, un jardín estilo japonés y de él formaban parte una pareja de monos gibones, un primate más pequeño que casi todas las especies de monos y que realmente no se consideran como tales por no tener cola.   Estos gibones, que vivían en una jaula, se llamaban Simón y Simona y cuando comenzaron a entrar los primeros frentes fríos y a soplar el viento helado, Simón y Simona se pasaron toda la noche chillando.  Esos chillidos, escuchados de lejos, parecían chiflidos, por lo que en toda la zona, cuando hacía frío y se quejaban los pobres gibones, se decía: "anoche chifló el mono".


En Cuba sabemos que estamos en invierno por varias cosas, pero en particular cuando comienzan a afectar los frentes fríos polares, conocidos como "nortes" y que traen algunas lluvias, mucho viento y disminución de los valores de la temperatura.  Algunos son tan fuertes que ni siquiera la influencia de la corriente del golfo que pasa por el Estrecho de la Florida los afecta y llega con temperaturas polares, casi llegando al punto de congelación.


Tal es así que el récord de temperatura más baja es de 0,6 grados Celsius (30.9 grados Fahrenheit) reportada en Bainoa, en las cercanías de La Habana, pero otros récords importantes son 1 Grado (33 Fahrenheit) en Unión de Reyes, 1,2 grados en Indio Hatuey, 1,8 en Güira de Melena y 1,9 en Colón, indicándonos que los lugares más fríos de la Isla son los de las provincias de La Habana y Matanzas, las situadas más al norte.


Yo viví casi toda mi vida en el Reparto Fontanar, muy cercano al aeropuerto de Rancho Boyeros, donde se han registrado temperaturas de 2 grados (35 Fahrenheit).  Y los frente fríos que llegan a Cuba mantienen una presencia que va desde una mínima de once hasta años donde han llegado treinta y cinco.


Así que sobre todo en diciembre, enero y febrero, hay que sacar del closet los abrigos para que se les vaya el olor a naftalina y tenerlos listos para la ocasión, aunque siempre va a existir el que tiene un buen jacket y quiere que se lo vean y se lo pone aunque solo sopla una brisita fresca y por otra parte los que se las dan de guapos y fuertes y enfrentan un tremendo frío con solo un pullover fino puesto, aunque por dentro están temblando.


Nieve en Cuba y en Miami

Aunque se le ha dado publicidad, nunca en Cuba cayó nieve, las condiciones meteorológicas no lo hacen posible, a pesar de que un truco publicitario lo reportó y aparecen fotos del Capitolio con grandes cantidades de nieve.


La noticia de que había nevado en La Habana se publicó en 1932 y fue puesta en duda inmediatamente.  La revista Carteles reportó que la nevada ocurrió en el centro de la capital desde las seis de la mañana hasta después de pasadas las siete.  El artículo fue acompañado de fotografías del Parque Central y del Capitolio.



Pero el Instituto de Meteorología ha afirmado que esto nunca ocurrió porque al menos en La Habana no hay condiciones para que exista, aunque sí puede darse el caso de que aparezca escarcha, la que surge cuando desciende mucho la temperatura en invierno, pero ésta, a diferencia de la nieve, no cae del cielo sino que se forma sobre superficies a la intemperie afectadas por temperaturas por debajo de los cero grados o muy cercanas.


Todo parece indicar que la revista Carteles aprovechó el 28 de diciembre, Día de los Inocentes, para hacer una broma y el hecho no apareció en ninguna otra publicación habanera.


Sin embargo, por las bajas temperaturas que acostumbra a haber en el campo cubano, en particular en la llanura Habana-Matanzas, donde se han registrado las más bajas, existen muchas leyendas de que ha habido grandes heladas y hasta nieve en la punta de una loma, pero oficialmente no hay nada registrado.


Mientras que se ha reportado que el 19 de enero de 1977 nevó por primera vez en la Florida, desde West Palm Beach hasta Homestead, provocado por un largo período de bajas temperaturas debido a sucesivos frentes polares.  Se reporta que el hecho ocurrió como consecuencia de un fuerte frente frío acompañado con vientos de treinta millas por hora y que azotó desde la tarde del 18 de enero hasta el amanecer del día siguiente.  Todas las estaciones del norte y centro de la península reportaron trazas de nieve, y en los alrededores de Tampa se reportaron dos pulgadas de profundidad de la nevada.


El Verano

Cuba es un eterno verano, reza un eslogan publicitario, pero no siempre es así, como hemos visto, tenemos nuestros toques de frío o más bien fresco, pero en sentido general es cierto lo que se expone.


Los cubanos sabíamos que estábamos en verano por varias cosas: ya había comenzado a llover, sobre todo en las tardes, el sol era mucho más fuerte y las tiendas nos daban señales muy claras de que estábamos en esa estación.


En esos tiempos las tiendas abrían a las ocho de la mañana y cerraban a las 12 para el almuerzo, muchos, como yo que trabajaba en una librería, pero también los que trabajaban en bancos y oficinas, tenían tiempo suficiente para ir a su casa en guagua, almorzar, tomar una siesta y regresar antes de las dos de la tarde.  


Y había dos cosas con las que se identificaba el verano o el invierno (supongo que tambien la primavera y el otoño) es que las tenderas iban vestidas de negro o de blanco.  Al traje blanco se sumaban otras cosas, como las ofertas y el horario o jornada de verano.


Los comerciantes no hacían rebajas y campañas todos los años en los mismos meses por gusto, sino porque el mercado bajaba en demanda y ello había que suplir de alguna forma.  Es así que comenzaban las ofertas comerciales, que aparecían en todos los medios de difusión: la radio, la televisión y la prensa escrita.  Don Julio era el eslogan que tenía la tienda El Encanto para hacer realizaciones, mientras que La Época tenía un simpático y atractivo anuncio que trascendió a esa tienda, que era "Haga su Agosto en La Época", llevó a que se hablara de "hacer su agosto" cuando algo era muy conveniente, una oportunidad que no se podía dejar pasar.  


"Hacer el Agosto" no fue un invento de la tienda La Epoca, realmente es una expresión española que significa enriquecerse en un momento determinado, no precisamente en ese mes, aunque su origen fue "hacer su agosto y su vendimias", ya que en se mes comenzaba la cosecha de cereales, aceitunas, uvas y otros productos agrícolas y una muestra de ello está en la obra de Cervantes "La gitanilla":


 "Y así granizaron sobre ella (Preciosa, la gitanilla) cuartos, que la vieja no se daba manos a cogerlos. Hecho, pues, su agosto y su vendimia, repicó Preciosa sus sonajas".


Y también La Época y otras, tenían rebajas en Enero, las que promocionaban mucho teniendo en cuenta que ese mes era de muy baja venta porque la gente se lo había gastado todo en las fiestas de fin de año, Navidad y los Reyes Magos.


La tienda J. Vallés decía ofrecer rebajas todo el año y vendía marcas muy exclusivas, pero no creo que fuera así, porque yo tenía un crédito en esa tienda, donde podía hacer compras hasta un monto de cincuenta pesos y pagaba por ello cinco pesos mensuales.  Pero alguna rebaja había y así compré una trusa Jantzen que normalmente costaba ocho pesos en seis y otras con productos McGregor y Arrow, sin duda lo mejor que se producía entonces y que todos querían tener.


Estas tiendas, incluyendo a otras importantes como La Ópera, La Filosofía, Fin de Siglo, El Corte Inglés, La Isla, Los Precios Fijos, La Casa Quintana, Almacenes Ultra y otras, ofrecían a buenos precios productos como trusas en pleno invierno o abrigos en pleno verano y no era raro encontrar ofertas a 99 o 90 centavos, cuando el quilo (centavo) tenía valor.


Vimos que el sol picaba un poco más que de costumbre y la gente hablaba de ir a la playa y estaba Don Julio y el Agosto de La Época, ya eso nos aclaraba que estábamos en verano, pero también porque los comercios disfrutaban de las llamadas "jornada de verano", para que los trabajadores del comercio pudieran ir a la playa y las tiendas cerraban antes.


Los médicos recomendaban comer mucha fruta en el verano, pero en la tierra de las frutas a veces era más barato ir a una fonda y comerse un caldo gallego que comprar una fruta fuera de estación, aunque en verano había abundantes frutas bien baratas, entre las que destacan los mangos y los mamoncillos en las playas.  Y siempre estaba, como una espada de Damocles, el dicho de "Año de mangos, año de hambre".


Ese era otro elemento veraniego, cuando pasaban los carretones cargados de mangos, símbolo inequívoco de que ya estábamos en el verano. No nos desesperábamos por comprarlos porque sabíamos que los carretones, o al menos alguno de ellos, regresarían en horas de la tarde con lo que no pudieron vender, y lo ofertan a precio de liquidación.  No eran los mejores mangos pero eran mangos muy baratos y muy sabrosos.


El calor nos enseñaba muchas cosas: que nuestros antepasados, comenzando por aquellos que llegaron en los tiempos de la colonia, eran unos valientes porque con aquella indumentaria y comiendo fabada, caldo gallego, cocido y tomando vino, seguramente estarían muy cerca de derretirse y llenos de sarpullido, pero así y todo crearon una nación y nos dejaron esos hábitos alimenticios que no se soportan ni en la madre patria, porque el que quiere comerse en un restaurante una fabada tiene que ir en invierno.  Y no olvidarse que hasta principios del siglo XX se usaban bombines y chalecos y los vestidos de las mujeres eran de múltiples capas.


Y otra cosa característica del verano era que realzaba los olores de la gente poco aseada, cosa que veíamos en la guagua cuando se agarraban del tubo y levantaban "el ala".  Pero había cosas interesantes del verano, era un motivo que justificaba sacar conversación a una muchacha, de que había que tomar mucha agua para no deshidratarse y la invitábamos a un refresco o un helado y de que todos envidiaban a los que podían tener un equipo de aire acondicionado, pero solo hasta el día en que les llegaba la cuenta de la luz.


Al final, el verano es la época en la que a los cubanos nos gusta bañarnos en la playa ya que la temperatura del agua del mar está alrededor de los 30 grados Centígrados (86 grados Fahrenheit), aunque en Cuba la temperatura se mantiene alrededor de los 24 grados Centígrados (75 grados Fahrenheit) todo el año, que para nosotros es fría.  Recuerdo a un ingeniero alemán al que atendí y que lo llevé a conocer Varadero y se bañó en la playa en medio de un tremendo frente frío en el mes de enero y me dijo que el agua estaba bien calentita.  Era de Hamburgo donde la temperatura del agua está alrededor de 18 grados centígrados en verano ( 64 grados Fahrenheit) y en invierno llega muy cerca del punto de congelación.


Por eso nos cuesta tanto trabajo encontrar en otros países, playas como las nuestras, con arenas finas, aguas transparentes y calentitas y al menos aqui en Miami mantenemos nuestra costumbre de bañarnos en la playa solo en esos meses y el resto se lo dejamos a los llamados “Snowbirds” o pájaros de la nieve, que son la gente procedente de los estados norteños y que vienen en masa hacia la Florida huyendo de las temperaturas congeladas y para ellos un frente frío que llega a esta parte del país es solo una ligera brisa comparado con el invierno que dejaron atrás.


Los ciclones


La temporada ciclónica no definía mucho las estaciones porque estos fenómenos podrían aparecer desde inicios del verano hasta casi el final del otoño, es decir, desde Mayo hasta Noviembre, pero nos daban una medida de dónde nos encontrábamos, y dentro de ella los meses  más peligrosos y donde más tormentas y huracanes se producen son Septiembre y Octubre.



Es decir que cuando se habla de ciclones y de prepararse para ellos, tener reservas de agua y comida, asegurar puertas y ventanas, evacuar lugares que pueden inundarse o derrumbarse y otras medidas, no hace falta el almanaque para situarnos en qué parte del año estamos.  Los ciclones para los cubanos siempre han sido un temor real, pero también, debido a nuestra idiosincrasia, un objeto de burla más, y se hacían corrientes las compras de comida en exceso, el abastecimiento de agua, la compra de clavos, tablas y martillos para asegurar puertas y ventanas y sobre todo prepararse para pasar el ciclón tomando chocolate con churros, jugando dominó o cubilete y cuando aparecieron los radios de pilas, mejor todavía.



La Navidad


Ya sabíamos que entrábamos al invierno cuando comenzaban a aparecer los adornos navideños, los muñecos de Santa Claus en todas partes, sobre todos aquellos que reclamaban el aguinaldo, y sobre todo, las ofertas de ventas de cosas que no se veían o se ofertaban muy poco el resto del año.


La aparición de uvas, manzanas, peras, turrones, nueces, avellanas, dátiles, higos, turrones y otros.  Las manzanas acarameladas se vendían en cualquier parte y ello nos avisaba que estábamos en invierno.


Recuerdo que en Navidades y en Fin de Año, incluyendo la infaltable visita a la familia en Bejucal y de paso participar en las entonces tranquilas Charangas, casi nunca hacía frío, aunque fuera pleno invierno.


Otra cosa que nos indicaba que estábamos en invierno era el comienzo de la temporada de pelota profesional, la llamada temporada invernal de la Liga Cubana de Béisbol, así que ya sabíamos, aunque sudáramos la gota gorda, que estábamos en invierno.  Iba mucho al estadio del Cerro y muy pocas veces sentí frío.



Igual ocurría con los carnavales, que usualmente eran en febrero, un mes del supuesto invierno y cuyos paseos en muy contadas ocasiones eran interrumpidos por la entrada de un frente frío fuerte.


El Día de Reyes


El 6 de enero, día de los Reyes Magos, era también en invierno y la noche anterior al Día de Reyes tiendas y quincallas permanecían abiertas toda la noche para no perderse al cliente de última hora.  Era un día muy fuerte en la recaudación, como lo eran también el Día de los Padres y el de las Madres; el Día del Médico y el de los Enamorados; celebraciones, algunas de ellas, como la de los Padres, instituidas en La Habana por los mismos comerciantes, que sabían también rebajar los precios de sus mercaderías cuando las circunstancias lo aconsejaban y así lograr mayores ventas.


Las tiendas de juguetes lograban grandes ganancias en Navidad, al igual que los que vendían turrones, golosinas y las grandes tiendas por departamentos.  


Y muchos vendedores ambulantes, mostraban en los días anteriores al que los Reyes Magos le llevaran a los niños los juguetes que tanto ansiaban, tras largas jornadas en los portales, sobre todo en la zona de Monte y Prado y sus alrededores, conseguían de alguna forma enderezar o mejorar sus pobres ingresos.


Si por casualidad en esos días hacía frío, había que aguantarlo, porque no había otra oportunidad igual.


Noviembre: un mes curioso


En noviembre lo mismo hacía calor, que venía un último ciclón despistado que venían un par de frentes fríos y refrescaban el ambiente.


Pero uno sabía que estaba en pleno otoño por dos cosas: la aparición de una epidemia de gripe, que durante años fue bautizada como "la gripe asiática" y algo que ahora está  completamente olvidado: la puesta en escena de Don Juan Tenorio, una tradición infaltable en esas fechas.

 


Don Juan Tenorio


Cuando aparecían por todas partes anuncios de la nueva temporada teatral con la obra Don Juan Tenorio, ya sabíamos que estábamos en pleno otoño, casi entrando el invierno.  No fallaba esa presentación bajo ningún concepto y volvían a hacerse populares algunas frases de la obra de Zorrilla, así como sus variantes criollas.  Todos hablaban de:


"Cuán gritan esos malditos!

Pero ¡mal rayo me parta

si, en concluyendo esta carta ,

no pagan caros sus gritos."

                     

"Clamé al cielo, y no me oyó.

Mas, si sus puertas me cierra,

de mis pasos en la Tierra

responda el cielo, no yo."


"¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,

que en esta apartada orilla

más pura la luna brilla

y se respira mejor?"


Don Juan Tenorio es uno de los personajes más populares de la literatura española.  Obra escrita por José Zorrilla, Don Juan es un joven seductor cuyo único interés es conquistar a las mujeres, de ahí que a los que son muy enamoradizos se les llame un Don Juan.


Pero al final los cubanos nos servimos de Don Juan Tenorio para hacer chistes y saber que nos acercábamos al fin de año y el invierno, y por supuesto a las navidades.


El cambio de horario


Desde época tan remota como 1784, Benjamín Franklin analizó que en París ahorraban velas levantándose más temprano en el verano y aprovechan más la luz del sol en sus jornadas de trabajo.  Pero tuvo que pasar más de un siglo para que se hiciera pública una propuesta de establecer un horario especial en el verano para aprovechar mejor las horas de luz solar.


Ello implica adelantar el reloj respecto a la hora oficial, logrando que las tardes tuvieran luz natural durante más tiempo con el consiguiente ahorro en gastos por iluminación.  Esta medida comenzó en muchos países europeos, implantadas inclusive dentro del conflicto bélico de la Primera Guerra Mundial y Estados Unidos lo comenzó a aplicar en 1918 y Cuba en 1928 y se fue extendiendo por muchísimos países.


Al menos desde que se aplica esta medida, llamada Horario de Verano, que comienza en lo que es la primavera y termina en pleno otoño, sabemos que nos acercamos al verano o estamos dentro de él, o ya lo despedimos.  Y eso lo sabemos por la duración de los días.


Y leo con una mezcla de burla y desprecio la afirmación del presidente de México que considera que hay que eliminar el horario de verano porque "genera afectaciones a la salud de la población, debido a que genera problemas de sueño y memoria, fatiga, ideas suicidas, falta de concentración, así como incremento en ocurrencias de infartos".  Ahora entiendo muchas cosas sobre este personaje, sobre todo su sumisión al presidente Trump cuando éste dijo que los mexicanos eran violadores, estafadores y traficantes.


La revolución y las estaciones


La Revolución cubana transformó todo el país, la economía, la cultura, y sobre todo las relaciones sociales, en particular las relaciones interpersonales.  Las familias se rompieron y los exiliados estuvieron muchos años sin ver a sus familias o no los vieron nunca más.  Los reencuentros, si existieron,  fueron crueles y dolorosos y las ausencias prolongadas aún más.


Recuerdo la canción "Foto de Familia" de Carlos Varela:


"...Detrás de los que no se fueron

Detrás de los que ya no están

Hay una foto de familia

Donde lloramos al final..."


Y como había que cambiarlo todo, se suspendieron logros históricos de los trabajadores cubanos como el pago de los nueve días anuales de licencia por enfermedad, el aguinaldo pascual, la celebración de la navidad, la jornada de verano para los trabajadores del comercio y muchas otras cosas tradicionales propias de la cultura del cubano.



La nacionalización de todos los comercios ya no hizo necesaria la publicidad comercial, pues todos tenían al mismo dueño y ya no sabíamos por esa vía si era verano o invierno, primavera u otoño. Solo nos quedaba calcular los equinoccios para saber cuando los días eran iguales, más largos o más cortos que la noche.  Ir a la playa poco a poco se ha ido convirtiendo en un suplicio si es que vives lejos de ella por la crisis del transporte y la navidad fue prohibida de celebrarse durante tres décadas y se rompió la costumbre.  


Se fueron también los turrones, las manzanas, las uvas y Don Juan Tenorio ya nadie sabe qué cosa es, y en cambio se quedó lo peor: la gripe asiática y sus enfermedades relacionadas, y aparecieron otras nuevas, en cualquier momento del año, que junto con los ciclones nos confirmaron que lo bueno se fue y lo malo permanece.




















sábado, 6 de agosto de 2022

Cosas que hacíamos cuando niños en Cuba y ya no


Cosas que hacíamos cuando niños en Cuba y ya no


Recientemente abordamos el tema de los artículos que ya no se usan, pero que algunos pueden identificar, pero ahora vamos a ver otras cosas que eran comunes hace seis o siete décadas atrás o más y los que no hayan vivido esos tiempos o los hayan conocido en su casa, difícilmente puedan saber cuales eran nuestras rutinas cotidianas y nuestros entretenimientos, muy diferentes a los actuales, y mucho más sanos, por cierto.

Voy a referirme a la descripción de la vida normal de una familia sin muchos recursos económicos en la Cuba de 1958. Veamos detalladamente las cosas que hacíamos antes y que ya el cubano que vive en la Isla no puede hacer, porque el mundo ya no funciona así o porque en Cuba hay un sistema diferente al que existe en la sociedad de cualquier otro país del mundo. 

Cuba, como sabemos, era un país que se podía considerar entre los más desarrollados por nuestra cercanía geográfica, económica y social con los Estados Unidos, éramos el traspatio de la nación más desarrollada del mundo y su influencia no podía dejar de tocarnos.  Por eso en el continente teníamos una posición envidiable y nuestros indicadores eran superiores a muchas naciones europeas, incluyendo España.  Y las perspectivas de desarrollo eran inmejorables y nuestras insuficiencias eran las mismas que tenía cualquier nación en aquellos años o menores.

Con el tiempo nuestro modesto estilo de vida se fue deteriorando hasta llegar a convertir a los cubanos, gracias a la revolución socialista, en un país muy por debajo de cualquier otro del tercer mundo. Y de eso no tiene culpa solo los líderes de la revolución y el sistema comunista mundial, sino también los propios cubanos que nos acostumbramos a vivir en la mediocridad.
 


Nuestra experiencia de crecimiento

Crecer en las décadas de los cuarenta y cincuenta fue una experiencia radicalmente diferente a los niños cubanos de otras décadas posteriores y marcadamente mucho mejor que los de hoy.  En aquellos tiempos jugábamos en la calle a la pelota o a las bolas, intercambiando con los otros niños, íbamos a los llamados "placeres" o solares cercanos a jugar o simplemente a correr, íbamos caminando a la escuela sin temor a nada, nos mojábamos en la lluvia lo que era una experiencia inolvidable y los regaños eran muy pocos, solamente se referían a tener cuidado con los carros y nunca ir a jugar a las avenidas principales por donde pasaran guaguas o hubiera mucho tráfico, y así jugábamos hasta que se hiciera de noche o hasta que termináramos un juego de pelota de las "cuatro esquinas" para lo cual siempre había comprensión de los padres.

Todos éramos respetuosos de los mayores y si alguno nos decía algo, lo acatábamos al momento sin chistar.  Cuando se acercaba el policía de posta, sonando su tolete en la acera, nos alejábamos y nos juntábamos a conversar en señal de que no estábamos haciendo nada malo.


Si nos llamaban para hacer alguna de las compras del día, que eran la mayoría de lo que se iba a almorzar y comer (carne, vegetales, viandas, pan) o a alguna factura mayor en la bodega, dejábamos el juego sin protestar para cumplir nuestra obligación.  El bodeguero apuntaba en la libreta de compras sin chistar y en el resto de los comercios se cumplía cabalmente lo que pedíamos, sin robarnos onzas en el peso o darnos de menos, todo lo contrario, nos daban la contra o piltrafa o bofe para los gatos.

En fin, nuestra infancia fue muy distinta.  No teníamos televisión, y por supuesto ningún dispositivo digital o electrónico y nos juntábamos por las tardes a ver los programas televisivos en casa de alguno que tuviera ese aparato, entonces muy caro para las familias, a intercambiar muñequitos, postalitas de álbumes o a jugar juegos de mesa.  Como mis clases en la escuela primaria comenzaba a las 12 del día, la mañana era para hacer las tareas y ayudar en lo que hiciera falta en la casa y a pesar de que me daban 16 centavos para ir en guagua, pues la distancia era larga, prefería irme a pie y dedicar ese dinero a mis gustos preferidos, los muñequitos y el cine, con una empanada criolla de por medio de vez en cuando, aunque siempre llevaba en la cintura un cartucho con un pan con algo que era la merienda y recogiéramos las botellas de refrescos para venderlas a dos centavos y acumular algo adicional para darnos nuestros gustos.


En esos tiempos los padres pensaban diferente porque la vida era más tranquila, el mundo era más seguro y a nadie se le ocurría pensar en secuestros, drogas, tiroteos o ese tipo de desgracias que asola la sociedad moderna.  Por ello es que éramos más libres y esa libertad la aprovechamos al máximo, siempre dentro del respeto a nuestros padres y abuelos.  

Por ejemplo, nos gustaba ir desde donde vivíamos, cerca de la calzada de Palatino y Vía Blanca, en el barrio del Cerro en La Habana, hasta el llamado Parque Forestal, el lugar donde después fue construida la Ciudad Deportiva.  Allí había malezas, terrenos vírgenes que la gente había acondicionado para jugar pelota y hasta un pequeño lago, y si nos atrevíamos a cruzar la Avenida de Boyeros, entonces llegábamos a un bosque aún más tupido colindante con los Jardines de la Cervecería Polar y a las márgenes del Arroyo Mordazo, entonces muy limpio y que un poco más adelante se unía al río Almendares, algo que era una aventura impresionante.  
         La broma del dia de los Inocentes en la Ciudad Deportiva en construcción


Pero cuando hacíamos esto, todos, sin excepción lo decíamos en nuestras casas, tal es así que dos eventos importantes fueron motivo para que nuestros padres nos fueran a buscar, el primero la explosión de una destilería de alcohol a partir de miel de purga en Vía Blanca y Churruca, donde nos subíamos a los vagones que contenían esa melaza, la que más de una vez nos dio diarrea, en un sitio a mitad de camino de nuestro destino, y la otra con la famosa llegada de los marcianos a la entonces en construcción Ciudad Deportiva y que no fuera más que una broma del Día de los Inocentes financiada por la cerveza Cristal.  
Todo este inmenso terreno con la Ciudad Deportiva era antes parte del Parque Forestal y era nuestro principal campo de juegos infantiles.

Otras salidas algo lejos de la casa, y siempre con permiso y los fines de semana era ir a ver juegos de pelota manigüera, es decir gente que se ponía de acuerdo para formar equipos de pelota (al duro, igual que la profesional) y se jugaban dinero, el equipo que ganaba se repartía el botín, y eso se daba principalmente los domingos en terrenos que con el tiempo se hicieron famosos, como el de Paniagua, muy cercano a mi casa, y el llamado “biuty” (de belleza supongo yo, frente a la Fuente Luminosa y a un costado de la Avenida de Rancho Boyeros por la parte de el Cerro.  Fuera de eso, y estas expediciones eran casi todos los fines de semana, nunca hubo problemas.

¿Malas palabras? Era inconcebible pronunciarlas delante de personas mayores y menos de nuestra familia, si acaso en secreto con nuestros amiguitos y como una travesura tremenda.  ¿Robar?  Era algo que no entraba dentro de nuestro concepto de vida, aunque nos encontráramos cualquier cosa en la calle había que entregarlo y decirle a nuestros padres.  La moral, el civismo, el patriotismo y el respeto eran elementos muy arraigados que nos enseñaban en la casa y en la escuela y el que se desviaba de ellos era porque era miembro de una familia disfuncional o tenía problemas de comportamiento.
      Las cuatro esquinas, un juego con pelota hecha con cajetillas de cigarros.

Un entretenimiento que ansíabamos era cuando en una de las casas de mi cuadra que tenían un patio grande, nos turnábamos para sacar las hierbas malas y regar con la manguera o plantar algo nuevo.   Y por supuesto tomábamos el agua de la manguera, nos salpicábamos y mojábamos unos a otro de una forma sana.

Ir al cine era una especie de obligación religiosa y nos poníamos de acuerdo para ver lo que estrenaba el cine Edison o el México (los dos más baratos y más cercanos), para formar una buena algarabía en el momento en que se pusiera negra la pantalla porque el "cojo", como se le llamaba al proyeccionista, se demorara en cambiar los rollos de película o ésta se rompiera, momento en que encendían la luz como indicativo de que o nos callábamos o nos sacaban del cine.

Y no dejábamos de cumplir nuestras obligaciones cuando nos requerían para ayudar en las tareas de la casa, ya fuera para ayudar en la cocina, para arreglar algo con nuestros padres, para limpiar o lo que fuera lo que hacíamos con gusto.  Y era toda una fiesta cuando uno se montaba en el carro de los padres de algún amiguito o ellos en el de tu padre para ir a cualquier parte.  A mi en particular me gustaba ir todos los sábados con mi padre a la Plaza de Cuatro Caminos o Mercado Único y que alguno de mis compañeros "mataperros" (es un decir porque éramos amantes de los perros callejeros a los que acariciábamos y llevábamos comida) me acompañaran.
     Las ruinas de mi cine preferido: el Edison en Calzada del Cerro y Zaragoza

Cuando juntábamos escasos centavos, la pandilla iba para la bodega y ya previamente habíamos decidido qué comprar ese día en dependencia de las finanzas con que contábamos. Democráticamente votábamos por adquirir bombones, galletas, caramelos, rompequijadas o mi preferido: camarones secos.  Aquella sí era una democracia en la que se respetaba la voluntad de la mayoría y siempre quedábamos satisfechos porque todo nos gustaba.

Otra cosa importante eran los juegos de mesa, a los que se le dedicaba más tiempo en días lluviosos.  Desde el simple juego de damas, pasando por el parchís, las damas chinas, la baraja española y hasta el complicado Monopolio, disfrutábamos mucho esas jornadas, en las que por desgracia no contábamos con algo que después nos gustaría más y que estaba reservado para los mayores, el dominó y el cubilete.

Y al final de nuestras correrías, era obligatorio darse una buena ducha y ponerse ropa limpia, y después comerse toda la comida (desayuno, almuerzo y cena, todas en cantidades que hoy podemos considerar gigantescas), porque se había quemado muchas calorías y había que recuperarlas para crecer fuertes y sanos.  O cuando nos daban como si fuera una medicina, la yema de huevo con el vino dulce Viña 25 de Pedro Domecq o cuando nos hacían tragar la medicina de verdad, el Palmacristi o el Aceite de Higado de Bacalao (Emulsión de Scott), del  que me da gracia cuando ahora veo que la llaman "Emulsión de Escocia", aunque sigue el tipo con el bacalao a cuestas.

Y por otra parte estaba la pelota, no la de de manigua sino la que se jugaba en el Estadio del Cerro, para lo que ahorrábamos centavo a centavo para poder ir a ver un juego.

Y a los que teníamos la pelota como afición principal, que éramos la totalidad de los niños y jóvenes, nuestro equipo preferido de las Grandes Ligas era los Senadores de Washington, un equipo sotanero, pero al  que queríamos porque Joe Cambria, el famoso scout de ese equipo vivía prácticamente en Cuba y fue el que más peloteros cubanos llegó a contratar, tal es así que los Senadores en un momento llegaron a tener nueve cubanos en sus filas, como fueron los casos de Fermín Guerra, René Monteagudo, Gilberto Torres, Roberto Ortiz, Santiago Ullrich, Rogelio Valdés, Preston Gómez, Luis Suárez, Oliverio Ortiz y más tarde otros reconocidos como Conrado (Connie) Marrero, Sandalio (Sandy) Consuegra, Rogelio “Limonar” Martínez, Julio (Jiquí) Moreno, el gran Camilo Pascual, Carlos Paula, José Valdivieso, Juan Delís, Julio Bécquer, Carlos Pascual, Willie Miranda el mejor short stop defensivo de la historia, Frank Campos, Raúl (salivita) Sánchez, Miguel (Mike) Fornieles, un tremendo trabuco sin duda alguna y nombres que los que siguieron la pelota en esos años seguramente no olvidan.




Estas son algunas de las cosas que hacíamos regularmente y que han quedado en el olvido.  Por eso, a pesar de que los niños de hoy pueden disponer de muchas cosas que no imaginamos que algún día pudieran existir, ni siquiera en los muñequitos de Dick Tracy o de Titanes Planetarios, la magia de nuestra infancia no la cambio por ninguna otra.  Ella me enseñó a respetar, a darle el verdadero valor a las cosas, a dejar volar mi imaginación mediante la lectura y en fin, me enseñó, aunque los avatares de la vida con lo que sucedió en Cuba con el régimen político no me permitieron disfrutarla plenamente, a vivir una vida más sencilla pero más plena en todo sentido.


La experiencia de crecimiento actual en Cuba

Ahora ser padre, si realmente quieres serlo, se vuelve una tarea más difícil en Cuba.

Por mucho que enseñes a tus hijos los preceptos morales, reglas de urbanidad y el respeto, y exijas porque actúen en consecuencia con ello, todo lo que les rodea está exento de ello.  La vulgaridad, que va desde la forma de hablar, de expresarse y la música, inevitablemente los contamina.

La casa donde nacieron y viven es la misma de sus abuelos o hasta de sus bisabuelos y si no hay recursos, como es en la mayoría de los casos, ésta está en un estado deplorable (en el mejor de los casos) o en peligro de derrumbarse.  La prioridad es construir hoteles para el turismo, no reparar las casas ni construir nuevas viviendas.

Hay que ser muy cuidadoso con los niños porque el ambiente que les rodea es tóxico, lo imperante es el robo de cualquier cosa y su venta, la ilegalidad impera y paga bien, por lo que muchos muchachos rechazan estudiar porque al final sacan cuentas y valoran que el salario que van a devengar tras muchos años de estudio y esfuerzo es una miseria de la que nunca van a salir. Toda la carrera había sido una mezcla de dificultades para transportarse hacia y desde el centro universitario, pasar hambre o alimentarse de torticas de morón y guachipupa si no tenías bastante dinero y sacrificar tu tiempo libre estudiando.

Los cubanos estudian gratis y solo los más inteligentes terminan una carrera universitaria a sabiendas que dedicándose a oficios que en otras partes del mundo son poco retribuidos, como camareros, maleteros o taxistas, en Cuba en cambio, por su relación con el turismo, son los más rentables.  Y como la industria en Cuba está muerta y hay que vivir con la esperanza de irse del país, es mejor hacerlo cuando uno tiene un nivel de preparación profesional.

El agua poco a poco fue mermando, de tener agua abundante y con buena presión a todas horas pasamos a tenerla en horas limitadas o a tener el servicio un día sí y otro no, hasta volverse lo común el bañarse con un cubo y no con una ducha, la que se convirtió en un lujo.  De un país donde había más vacas que habitantes, la leche, sumamente barata, también fue desapareciendo hasta volverse un artículo prohibitivo por su alto precio y centro de una campaña política que nunca se cumplió.  Los niños juegan, pero al terminar no tienen agua para bañarse, ni alimentación adecuada, ni luz eléctrica, y si la tienen se ven obligados a ver la televisión con su carga ideológica completa, donde hasta la música y las películas tienen un mensaje favorable al socialismo, y si no es así, no las transmiten.

Con la imposición de una censura total y el monopolio estatal de los medios, toda la prensa dice lo mismo y muchos de los mejores libros no son publicados en el país por ser políticamente nocivos al régimen.  Se le niega a los ciudadanos y a los niños en particular el pensar libremente, dándole muy limitadas opciones.

Es cierto que aparecieron el celular e Internet, después de muchos años tratando de impedir su difusión masiva, ambos imposibles de contener y censurar totalmente, pero se sigue haciendo  todo lo posible por coartar la libertad de expresión y el acceso a la verdad y se reprime a aquellos que se atrevan a expresar ideas disidentes al sistema en las redes.

Se alude a dos temas que afectan a la sociedad y en particular al niño y que son campañas políticas casi eternas en la Cuba de hoy: primero a que Batista se llevó el tesoro nacional, no sé cuántos millones de dólares y oro.  Es cierto pero la mayor riqueza se quedó en Cuba, su industria, su agricultura, la infraestructura, la fertilidad de la tierra, los principales rubros exportables: el azúcar, el tabaco, el ron, la industria turística y la producción nacional, donde destacaban el calzado, las telas, el transporte y la construcción.

Toda esta riqueza fue nacionalizada por la revolución y dejada fenecer poco a poco, hasta llegar al momento actual, donde casi no existe, porque lo que es de todos, no es de nadie y a nadie le importa.


El otro tema es el del llamado bloqueo por parte de Estados Unidos, al que otros llaman "embargo".  "Embargo o bloqueo", lo que sea, realmente ha sido poco efectivo porque hasta los principales productos alimenticios con que subsiste Cuba hoy en día proceden de Estados Unidos y durante más de treinta años la Unión Soviética suministró a la Isla todo tipo de insumos, por lo que el bloqueo no la afectaba para nada, pero además Cuba podía comprar absolutamente cualquier cosa, inclusive tecnología de punta en otros países, por lo que nunca le faltó de nada.  El bloqueo es una cortina de humo político que solo convence a los tontos.

Pero a pesar de ser una gigantesca mentira, de tanto repetirse, ello ha influenciado en la crianza de los niños aquellos que han crecido diciéndoles que son el "hombre nuevo" (debe ser uno que vive sin trabajar), en un país constantemente asediado por la mayor potencia del mundo, por lo que se hace necesario acatar todas las órdenes del partido, lo que ha permitido que Cuba subsista como nación y que al final ha hecho de los cubanos gente que no se esfuerza por tener una vida mejor, sino se conforma con lo que le den y lo que le permitan, una imparable fábrica de vagos y mediocres, que además ha hecho desaparecer toda la bravura que históricamente se le ha atribuido a los cubanos como pueblo  rebelde e inconforme.
          Los símbolos patrios no representan nada para las actuales generaciones


El triste cambio de Cuba

Seis décadas de deterioro de la economía (que se puede recuperar sin grandes esfuerzos) ha venido acompañada de un deterioro moral y cívico con absoluta falta de libertades (de muy difícil recuperación), es el panorama complejo de la Cuba actual. 

Ya en Cuba no se puede dejar que los niños  jueguen en la calle hasta que se haga de noche: mandarlos a comprar a una bodega es correr el riesgo de que le roben en el peso de los productos o que no se los den completos: el juego con la manguera es impensable porque a veces no hay agua ni para tomar: decirles que respeten a los mayores y no usen malas palabras es un imposible porque todos son vulgares e irrespetuosos y la escuela no enseña modales ni reglas de comportamiento, solamente consignas políticas y una instrucción que cada día es más elemental; el ambiente de la calle solo enseña a vivir sin trabajar, robando o negociando lo robado, aprendiendo a fumar y a tomar ron como principal entretenimiento y en el caso de las hembras, iniciarlas en la prostitución como una forma de vida lucrativa. 

Pasamos de ofrecer la otra mejilla al que nos dio una bofetada a la política de la guapería barata de no resistir al que nos ofendió (salvo si es alguien con poder para dañarnos aún más). Los Amish tienen su regla moral basada en el Sermón del Monte, donde Jesús instruyó a sus discípulos en "no resistir al que es malo", respondiendo con otra bofetada al que nos la diera (Mateo 5:39), pero lo de los cubanos es otra cosa, es la guapería barata de Cheo Malanga, por lo que los Amish son más corajudos que nosotros.

No llega al nivel de cuando en la Edad Media llevaban a los niños a ver el morboso espectáculo de una ejecución, decapitando, ahorcando o quemando al condenado, práctica que subsiste en nuestros días con ejecuciones públicas en lugares como China o los países musulmanes, sino que más bien se relaciona con el estilo de vida cubano actual.  Antes había analfabetos e ignorantes, lo que se vivía de forma vergonzosa y se debía al atraso económico y social o al ambiente familiar, pero ahora, en un país con pleno acceso a la educación hasta el nivel universitario, una inmensa mayoría presume de no haberse leído un libro en su vida, su premisa es el reguetón ese ruido que desbarató el arte, hizo de la música una prostituta y convirtió la poesía (o mejor dicho la rima) en algo vulgar y repulsivo. El mundo ha ido en la dirección que un día describió el gran poeta Antonio Machado: "de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa", pero en Cuba parece que nos acercamos más a las diez cabezas.  Pero estas cabezas no embisten lo que tienen que embestir, sino unas a otras.



Tristemente este repulsivo comportamiento social no es exclusivo de Cuba, millones de personas que tuvieron acceso a la educación y saben leer y escribir, no han salido de la ignorancia y falta de cultura y razonamiento gracias al mercado y a los medios que viven de la propaganda comercial, que están dirigidos a gente como ellos que no lee y que no es capaz de digerir otra cosa que no sea la frivolidad o lo superficial y que viven cegados por los dogmas de la religión en su forma más retrógrada, porque no entienden ni razonan, y por ello elevan a presidente de una nación tan grande y desarrollada como Estados Unidos a uno de sus peores representantes, aunque tenga mucho dinero y haya logrado su fama como payaso de un programa televisivo, porque comparte su falta de valores, su carencia de principios y su ineptitud .  Las personas con inteligencia tendrán que limitarse a expresar sus opiniones para no ofender a la mayoría, constituida por imbéciles, que aparentemente nunca van a entender quién es verdaderamente el personaje que defienden.

Y si no lo creen, solo voy con esta reflexión: Si no necesitan una máscara ni de una vacuna para evitar contagiarse del virus del Covid-19, porque Dios los va a proteger, ¡cómo es que necesitan tener un arma de fuego (o varias, incluyendo rifles de asalto de uso militar)?. Parece que llamaron al cielo y no los oyeron porque se enferman de Covid, mueren y además se rompen todos los récords en tiroteos y muertes inocentes a causa de ello porque cualquiera tiene acceso a un arma, dos grandes epidemias en la nación más desarrollada del mundo.


La Democracia tiene sus imperfecciones, en Cuba eran electos presidentes aptos para el cargo y otros que eran unos delincuentes, o una combinación de ambas, pero la propaganda, la corrupción y otros vicios nos llevaron a donde estamos y tristemente no hemos aprendido de la historia, que a pocos les interesa saber, salvo a los que la vivimos y que nos vamos a ir solos con esas vivencias.

Y si además vemos un mapa de hace cincuenta años notamos que hay países, inmensos y poderosos inclusive, que ya no existen, las fronteras han cambiado porque el hombre tiene que estar permanentemente en guerra y por ello ya se nos hace imposible identificar el mundo que conocimos, ¡cómo vamos a pensar que los valores con que crecimos y con los que vivimos, van a permanecer sin cambio?.  

Si hasta el patriotismo desapareció en Cuba, qué podemos esperar si no se respeta a nuestros próceres ni a los símbolos patrios?.

Resumen: si uno pudiera escoger la época en que uno va a nacer, sin duda escogería la que viví o algo más atrás, no los tiempos actuales.