sábado, 30 de abril de 2022

Cuando decir Rusia en Cuba era un delito

 


Cuando decir Rusia en Cuba era un delito


Ahora que Rusia está en los titulares de las noticias de todos los medios informativos del mundo debido a su injustificada y cruel invasión a Ucrania, donde el ex KGB Vladimir Putin, quiere revivir los tiempos en que ese país era una superpotencia usando los métodos que aprendió del dictador Stalin, me vienen a la memoria algunos clichés que se implantaron en nuestro país cuando dependíamos enteramente de los dictados del imperio soviético y su sola mención debía hacerse con el mismo respeto que merecen las deidades de cualquier religión.


Los más viejos y los de edad media recordarán que en Cuba no se podía hablar mal de los soviéticos y mucho menos decir Rusia o rusos en lugar de Unión Soviética o soviéticos.  Por supuesto que llamarle "bolos" a los soviéticos era una herejía, por lo que era un término que se empleaba solamente entre la familia (exceptuando los extremistas que en todas las familias existían) o amigos muy confiables.


Antes de que ocurriera el desmoronamiento de la URSS y del bloque comunista, el gobierno comunista castrista pro soviético tenía a esa sociedad y a sus países satélites como una especie de paraíso terrenal, es por ello que había que ser muy cuidadoso en los términos en que nos referíamos a todo lo que venía de los soviets.


El choteo y la burla ha sido históricamente el recurso del cubano para hacerle frente a los problemas, las carencias, los abusos y las imposiciones.   De ahí que los cubanos se burlaron de los españoles, después de los americanos, en ambos casos porque ejercieron un dominio casi completo de nuestra sociedad e impusieron sus costumbres y sus culturas, y no podía ser menos con los rusos, de los que quisieron no sólo imponer una visión idílica, cuando representaban una sociedad mucho más atrasada, opresiva e injusta de la que habíamos conocido.  Probablemente en toda nuestra historia, plagada de frases hacia España como "La siempre fiel isla de Cuba" y la influencia de Estados Unidos en la independencia de Cuba y su desarrollo económico fue de primer orden, por lo que la aparición e idealización de algo tan ajeno como la cultura rusa no podía ser otra cosa sino objeto de la mayores de las burlas y sarcasmos. 


"La entrañable e indestructible amistad entre los pueblos de Cuba y la URSS" ha sido, sin lugar a dudas, la frase objeto de las más sonadas burlas en toda nuestra historia.


Los muñequitos rusos


Uno de los elementos más criticados por ser ajenos a nuestra cultura, fueron los muñequitos rusos.


Criticar los muñequitos rusos (extensivo a todos los del campo socialista) también era un pecado mortal. Gracias al monopolio estatal de la información y los medios de difusión, típico de los países comunistas, los muñequitos rusos se convirtieron en el paradigma de la educación del hombre nuevo, para que se convirtiera en un ente con habilidad para hacer muñecos de nieve y convivir con los osos en la fría Siberia, algo muy alejado de nuestras playas, nuestro clima cálido, los mosquitos y las palmas.


Todos recordamos un hecho que era objeto de comentario: cuando Bernabé, el personaje interpretado por Enrique Arredondo, dijo en un programa que iba a castigar a su nieto poniéndolo a ver los muñequitos rusos por haberse portado mal.  Eso le trajo como consecuencia una separación del programa como sanción.


Mientras tanto, algunos padres podíamos llevar a nuestros hijos al Cinecito, un cine pequeño, como su nombre lo indica, especializado en proyectar los viejos animados de nuestra niñez.  Fue así como mis hijos pudieron conocer las diferencia de el Pato Donald, Pluto, Porky y Mickey Mouse con los cartones soviéticos, lo que a su vez nos sirvió para analizar el por qué eran considerados unos peligrosos exponentes del diversionismo ideológico, lo que no podíamos ver por ninguna parte, solamente llegar a la conclusión de que los que los sustituyeron eran feos y aburridos.


Otros niños de esa época en cambio dicen que los muñequitos rusos fueron parte de su educación cultural y estética porque la música que formaba parte de los mismos eran obras de clásicos como Tchaikovsky y Prokofiev.  Ellos no analizaron que el iniciador de incorporar la música clásica a los dibujos animados fue Walt Disney, mucho antes de que surgieran los muñequitos rusos.


Las obras completas de Lenin


En todas las oficinas de dirigentes, bibliotecas, centros de estudios y universidades y algunos comunistas furibundos, contaban con las obras completas de Lenin, de Marx y de Engels, a pesar de que la mayoría de ellas dormían el sueño eterno y nadie siquiera las había ojeado.


Y por supuesto, decir que las obras de Lenin no había quien las entendiera, era una herejía.


En las universidades eran asignaturas obligatorias en todas las carreras, fueran de ciencias o de humanidades, el estudiar Filosofía Marxista-Leninista y Materialismo Dialéctico.  ¿De qué sirvió?, no sé, porque a todos nos entró esa materia por un oído, nos aprendimos de memoria lo necesaria para aprobarlas y después salieron por el otro oído.


La enseñanza de la filosofía se basó en la críticas desde una perspectiva marxista, de los grandes filósofos de todos los tiempos, dejando a Platón, Aristóteles, Voltaire, Hegel y todos los representantes de las diferentes etapas de las filosofía, desde la Antigua Grecia, hasta la contemporáneas del siglo XX, desvalorizadas por los postulados marxistas.  La necesidad de investigar nuestra existencia y todo lo que nos rodea, que ha sido una interrogante del ser humano de todos los tiempos, es sustituida por los dogmas del marxismo.


Por eso, salvo "El capital", de Carlos Marx, que nos enseñó que no lo querían los marxistas, sino la esencia del capital y la superioridad del sistema capitalista, el resto no es recordado por nadie.


El modo de vida cubano vs el modo de vida soviético


Mi visita a la Unión Soviética, poco antes de su desaparición, me reafirmó lo que ya había visto y analizado durante los casi treinta años anteriores e incorporó nuevos elementos para desvalorizar lo que nos habían vendido como oro puro.


Los cubanos, muy influenciados por nuestra ascendencia española, durante la era republicana fuimos acercándonos de forma tal a los Estados Unidos hasta llegar a asimilar casi completamente el llamado "american way of life", donde primaba la comodidad, el imperio de la moda y el consumo, asumiendo los postulados de la sociedad americana de posguerra, donde primaban el liberarse del pasado y priorizar una vida más cómoda y segura, con grandes cambios económicos y sociales y un amplio dominio de la libertad en todos los sentidos.


Por eso resultó un choque impactante el ver que los representantes de aquella sociedad que nos pintaban como desarrollada e igualitaria, eran personas mal vestidas, la igualdad radicaba en la vestimenta, tanto de hombres como mujeres.  Generalmente olían mal pues no usaban desodorante ni estaban acostumbrados como nosotros al baño diario, las mujeres vivían en un estilo desaparecido hacía muchas décadas, pues no se afeitaban las piernas ni las axilas y las camisas blancas y los vestidos floreados, junto con las dentaduras de oro o de un material oscuro, era distintivo de su procedencia.


Si pensábamos que los cubanos eran unos grandes comerciantes, nos dimos cuenta de que los rusos, acostumbrados a las carencias que no sabíamos que después padeceríamos, eran maestros en el arte del intercambio.   Su oferta de jabones, leche condensada, latas de carne en conserva, botas o camisas de nailon por tabacos, ron o aguardiente se volvió casi universal, y este intercambio tuvo su clímax cuando durante el llamado "período especial" se creó todo un comercio de artículos que adquirían en sus mercados especiales y que vendían a precios exorbitantes.


Como complemento, en mi visita a la Unión Soviética pude conocer que en una sociedad con más de setenta años de existencia, donde la inmensa mayoría de la población había nacido y se había criado en ese sistema, estaba constantemente buscando el comprar productos robados de la economía estatal para adquirirlos a más bajos precios y cuando veían a un extranjero comprando algo en una tienda, inmediatamente surgía una cola para adquirirlos, pues alguna razón habría para ello, tal y como me sucedió con unas bolsas de nailon.


Tristemente pasamos de una economía americana libre, de consumo abierto, a una soviética, planificada, que no garantiza nada y donde la escasez era predominante junto con productos de mala calidad.


Calidad de productos norteamericanos vs. rusos


Siempre se ha tratado de justificar que la calidad de los productos del campo socialista eran de calidad inferior a los norteamericanos porque en los sistemas socialistas se prioriza la industria pesada sobre la ligera o de medios de consumo.  Otros argumentaban la necesidad de priorizar la industria militar para garantizar la seguridad del socialismo ante la amenaza imperialista norteamericana.


Después de desaparecer el CAME, la Unión Soviética y el campo socialista, todavía persiste esta evaluación, demostrada con que en Rusia predominan los autos, electrodomésticos y otros artículos de consumo procedentes de otros países en cantidades abrumadoramente muy por encima de los nacionales y la superioridad tecnológica propagandizada por Putin, se hizo merengue ante su desastrosa invasión a Ucrania, donde nuevamente se mostró que Rusia no es más que un tigre de papel que depende del desarrollo de otros países, en particular Alemania y Estados Unidos.


Y en Cuba pudimos comparar las tecnologías que conocíamos, principalmente norteamericanas con las que llegaron de la Unión Soviética.  En su favor hay que decir que eran equipos fabricados para una larga duración, duros y resistentes, algunos de muy buena factura como el caso de los radioreceptores VEF, Selena y otros, los que no serían un Blaupunkt o un Zenith Transoceánico, pero daban la talla; del resto vamos a comentar.


Los televisores eran de tecnología atrasada, y que respondían su sintonía a golpes; las lavadoras tenían motores tan fuertes que rompían la ropa; las batidoras eran comparables a un motor de una perforadora; los refrigeradores no enfriaban mucho y siempre estaban mojados; los carros eran de tecnología anticuada, con direcciones muy recias, roturas frecuentes y metales de mala calidad que se oxidaban o rompían fácilmente y eran grandes consumidores.  Muchas fábricas, indicativas del desarrollo industrial del país, eran de tecnología de antes de la Segunda Guerra Mundial. El resultado final: chatarra en cantidades industriales.


En fin, no por gusto se popularizó una frase que decía: los americanos son los mejores haciendo películas y todo lo demás.


Ideología antes de la revolución contra la imperante en la era soviética


No vamos a evaluar si antes de la revolución había o no una dictadura (comparado con lo que vino con Fidel Castro y el comunismo hasta Batista nos parece buena gente ahora), pero lo cierto es que el nivel de vida de los cubanos era incomparablemente superior al de muchos países del mundo y con muchas posibilidades de convertirse en poco tiempo en un país del llamado primer mundo, a lo que se sumaba a que en el aspecto ideológico se gozaba de todas las libertades de expresión, religión y pensamiento.


Con la entrada en la esfera de acción del campo socialista y la instauración de la dictadura castrista, todas las libertades fueron desapareciendo.  Y ello es fácilmente comprobable en muchos sentidos.


Lo primero que desapareció fue la libertad de prensa con el monopolio estatal de todo sus órganos, ninguna figura política o estatal puede ser criticada ni las medidas que tomen, está regulado y censurado lo que se puede leer, las películas que se pueden ver, en particular las películas de guerra de Mosfilm y la música que se puede escuchar, eliminando la música norteamericana y de aquellos que hayan criticado al socialismo, los escritores, deportistas y artistas que abandonan el país son condenados al ostracismo como si hubiesen existido.  Se trató de implantar el "realismo socialista" como tendencia artística donde predominaban las conciencia de clase y los problemas sociales, rechazando la creatividad basada en lo subjetivo, restringiendo completamente la creación artística y considerando negativo todo lo que no fuera afín a esa producción intelectual regulada.


Se impuso la enseñanza de la lengua rusa en lugar del inglés, un absurdo que tuvo presencia hasta por la principal emisora radial del país, Radio Rebelde.  Mis hijos estudiaron ruso en el preuniversitario y la universidad y de ello solo recuerdan unas pocas palabras.  


Se creó todo un clima crítico alrededor de todo el que abandonara el país, prohibiendo inclusive las relaciones con familiares y amigos que se fueran de Cuba.  Los nombres de intelectuales y artistas de renombre mundial que no fueran admiradores del socialismo y aún algunos que siendo comunistas hubieran tenido expresiones negativas hacia Cuba o algún dirigente cubano, como el caso del poeta Pablo Neruda, fueron borrados de toda mención a todos los niveles.  


Fueron perseguidas y bloqueadas la radio y televisión norteamericanas que lograban entrar, así como más tarde las señales satelitales de todos los medios.  Las publicaciones soviéticas que comenzaron, a partir de la apertura de la Perestroika y la Glasnost, a emitir artículos críticos sobre el socialismo, como las revistas Sputnik y Novedades de Moscú, fueron expresamente prohibidas.


Existieron muchas otras cosas de las que no se podía hablar, como por ejemplo burlarse del fracaso de planes locos de Fidel Castro como el Cordón de La Habana, la Zafra de los Diez Millones, la Reforma Energética y otras estupideces que terminaron en el ridículo; de los peloteros cubanos exitosos en las Grandes Ligas, de los artistas y escritores que abandonaron el país y triunfaron internacionalmente; de la superioridad del deporte profesional; de los disidentes soviéticos merecedores de Premios Nobel de Literatura; de los cantantes y humoristas prohibidos en los medios de difusión que resultaron ser los más escuchados y populares en discos y casettes; de los artistas y músicos cubanos no conocidos en Cuba y que fueron grandes triunfadores en Estados Unidos y en Hollywood y muchas otras, en resumen como muchos comentaron: En Cuba lo que no es prohibido es obligatorio.

No en balde una película tonta como la checoslovaca “Vals para un Millón”, se convirtió en todo un suceso nacional.  Probablemente su éxito radicó en que era una que no mostraba la guerra, la miseria y la obediencia ciega a la política comunista.


Los rusos en Cuba y los ruso-cubanos


Alguna vez se comentó que en Alamar había más rusos que erizos en la playita de ese lugar.  En otros lugares del país se crearon zonas donde vivían los técnicos y militares soviéticos, identificados popularmente como zonas de rusos. En la Autopista Novia del Mediodía, en Alamar y en Cienfuegos existieron esas zonas de "rusos" y hasta nos dejaron una catedral ortodoxa rusa.


Pero un aspecto destacado fue el hecho de que decenas de miles de cubanos fueron enviados a estudiar a la Unión Soviética y otros miles más a trabajar o entrenarse allí y a otros países socialistas.  Muchos encontraron allí el amor y regresaron a Cuba casados, algunos con hijos o los tuvieron en la Isla.


La mayoría de los que emigraron a Cuba fueron mujeres rusas, las que sin duda pasaron mucho trabajo para adaptarse a una vida diferente, sobre todo con un clima caluroso y otras costumbres y cultura.


Pero algunas cosas la acercaron a su cultura y hasta encontraron algunas libertades de las que no gozaban en la URSS.  Surgieron nuevos cubano-rusos con nombres como Boris, Pavel, Ivan, Serioza, Aliuska, y muchos otros que aprendieron a vivir en una sociedad cerrada donde hasta los uniformes escolares y las pañoletas eran un remedo de lo que habían experimentado sus madres en su niñez.


Con el tiempo muchas familias o las madres con sus hijos ruso-cubanos, regresaron a Rusia o pudieron viajar a países capitalistas, como el caso de Boris, que se crió y estudió junto a mis hijos y que ahora vive en New Jersey.  Entretanto, durante el "período especial", el nombre eufemístico que se le dio en Cuba a la catástrofe resultante de la desaparición del campo socialista y la Unión Soviética, las rusas que vivían en Cuba, aprovecharon su condición de extranjeras para viajar a México e implantar un comercio de compra venta altamente favorable para ellas o revender artículos procedentes de las tiendas de su embajada en La Habana.


Pero por otra parte hay que decir que no es la primera vez que los rusos dejaron huella enla historia de Cuba.  En 1896, tres jóvenes rusos decidieron irse a la Isla a pelear por su independencia, los que lucharon a las órdenes de Antonio Maceo, lo que no fue por mucho tiempo pues uno resultó herido y otro enfermo de fiebre amarilla, por lo que se decidió entregarlos a las autoridades españolas, las que los deportaron a Estados Unidos.   Más tarde otro ruso se incorporó al ejército mambí, el cual luchó a las ordenes del general Mayía Rodríguez.

                                             La rusa de Baracoa.

Ajeno a este suceso, décadas después, una rusa, huyendo de la revolución comunista en su patria, dio tumbos por muchas partes hasta que decidió asentarse en un lugar que le trajo la paz que tanto ansiaba: Baracoa, un pueblo entonces casi aislado del resto del país.  Así surgió la leyenda de Magdalena "Mima" Menasses Rovenskaya, la rusa de Baracoa, que dejó un recuerdo impresionante y cuyo hotel es un símbolo de la primera ciudad fundada en Cuba por los españoles.


La peor herencia de los rusos


Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Fulgencio Batista, como una deferencia hacia su aliado-jefe del norte, instauró el Servicio Militar Obligatorio, el cual no tuvo mucha fuerza ni permanencia.  Pero al llegar el gobierno comunista a la Isla y tras las experiencia desastrosa de la Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre, se impuso la necesidad de completar la imitación de todas las instituciones soviéticas y se implantó con una fuerza como nunca antes, el Servicio Militar Obligatorio, como una forma más de controlar a la juventud y de darle más relevancia a la Guerra Fría.


Sesenta años después muchos países lo han eliminado pero la dictadura cubana sigue imitando a los rusos.  No importa los sufrimientos que ello trajo a los cubanos.


Resultante de las limitaciones a la libertad para imitar a los soviéticos, durante muchos años los cubanos no pudieron hospedarse en hoteles o concurrir a centros destinados al turismo extranjero; se prohibió la tenencias de divisas, castigado con cárcel; igualmente el comprar carne de res y ser capturado intentando abandonar el país, igualmente sancionado con prisión.


El verdadero culpable


En 1991 desapareció la URSS y con ella desaparecieron sus duplicados, los países dentro del llamado "campo socialista" y a su vez se extinguieron los muñequitos rusos.  Por eso los cubanos nacidos a partir de la década de 1990 sólo conocen por referencias a los personajes de esos animados. Algunos dicen que se criaron traumatizados por los muñequitos rusos, lo que considero una exageración, pero sin duda un mensaje tan ajeno se convirtió en cercano a partir de la repetición y la falta de otras opciones y a algunos les trae sentimientos nostálgicos tan válidos como la prometida urna de cristal donde había todo lo bueno del mundo y que solo era una falacia.


La nostalgia es válida, porque es parte de nuestras vivencias, pero de ahí a defender un sistema inhumano representado por los rusos y que es capaz, tres décadas después de desaparecer la Unión Soviética, revivir las masacres que esa sociedad cometió, como ocurre ahora con Ucrania, no se vale para ningún cubano.


De todo lo ocurrido en nuestro país hay, sin duda, más de un culpable.


Y es triste señalar al mayor culpable de todas estas desgracias. No es la Unión Soviética, ni Fidel Castro y sus mafiosos acompañantes, somos los propios cubanos que no hemos reaccionado con la vitalidad necesaria para acabar con un régimen que lo ha llevado a vivir en una sociedad carente de derechos y vivir en un nivel de miseria jamás conocido en Cuba.


Han existido muchos intentos de acabar con esto, han sido derrotados por la represión y la falta de unidad de los que luchan contra el sistema,  por lo que la sociedad cubana ha optado por una única solución: abandonar el país.  Un triste destino.

              Cubanos cruzando el río Bravo en la frontera entre México y USA.









sábado, 23 de abril de 2022

La memoria como una tromba: Federico Britos

 



La memoria como una tromba: Federico Britos


Hay cosas que nos impactaron tan fuertemente que siempre quedan en un rinconcito de la memoria y solo hace falta una chispa que las traiga de regreso en forma de huracán.  Eso me ocurrió en días recientes.


En mis años juveniles, sobre todo a principios de los convulsos años sesenta, ya hacía tiempo que había descubierto la fuerza de la música norteamericana, pero a ello se sumó algo que nunca pasa de moda: el jazz.  Entre mis favoritos, dejando a un lado mis ídolos del rock and roll, aparecieron unos gigantes llamados Frank Sinatra, Nat King Cole y Ella Fitzgerald, que dieron entrada a muchos otros entre los que no puedo dejar de mencionar a Art Tatum, Oscar Peterson, Count Basie y Billie Holiday.


Después descubrí que esa música era tan universal como la clásica y sentí muy de cerca el bossa nova y el jazz que hacían los artistas nacionales.


Fue así que me hice asiduo, cada vez que podía y aún sin poder, de lugares como el club Scheherezada y La Zorra y el Cuervo en el Vedado.


Paralelamente comenzó la prohibición por el gobierno revolucionario, de la música norteamericana en general, en particular el rock and roll y todo lo que oliera a norteamericano, así que como lo prohibido siempre es más atractivo, aumenté mi círculo y me hice usuario asiduo del conocido club Olokú en Calzada y E en el Vedado, donde el rock era la única música que se tocaba, una especie oasis en el medio de aquel limitado espacio para los amantes de esta música, que alimentábamos con emisoras norteamericanas de onda media de gran potencia, y que hacía que el sitio se llenase a más no poder, como sardinas en lata íbamos allí los jóvenes de entonces, y a su vez frecuenté varios pequeños clubes del Vedado donde los jazzistas hacían sus descargas imitando los famosos “jam sessions” norteamericanas y las “descargas” creadas por Cachao.



Pero sobre todo me atraía el virtuosismo de un grupo llamado “Los Amigos”, integrado por estrellas de la música como el pianista Frank Emilio Flyn, el percusionista Guillermo Barreto, Orlando Cachaito López en el bajo, Jesús O'Farrill como flautista, Tata Güines en las tumbadoras y Federico Britos en el violín, entre otros.  Este grupo Los Amigos también se llamó Quinteto Instrumental de Música Moderna o Tumbao All-Stars y otros y en él indistintamente participaron Richard Egües en la flauta, Chucho Valdés en el piano, Orlando Lopez (Cachaito) en el contrabajo, Miguel O'Farrill en la flauta, Eduardo López en las pailas y Pedro Arioza en el güiro, Carlitos del Puerto en la guitarra, Maraca en la flauta y Changuito en la percusión, entre otros, toda una constelación de grandes estrellas.


Recuerdo que tenía varios long playing de este grupo y todavía no se como no se fundieron de tanto escucharlos.


Si me preguntan ahora cual de sus interpretaciones me gustó más, no tengo dudas en responder al instante: "Llora tus tristezas", un bossa nova de Oscar Castro-Neves, una de esas canciones que retumban en tu mente y que salen a flote en los momentos más inesperados y de las que recuerdas cada uno de sus acordes sin esforzarte lo más mínimo, de esas que se convierten en un himno personal.  Después otro de mis favoritos, Felipe Dulzaides, haría otra magnífica interpretación, pero el violín de Britos, que lloraba sus tristezas, no lo ha superado nadie en ninguna otra versión.



Sobre el tema del bossa nova, toda una autoridad musical, el guitarrista y compositor Pat Metheny, un ícono de la guitarra, mencionó que "la música popular brasileña puede haber sido la última del mundo en tener una armonía sofisticada".


"Chora tua tristeza" tiene muchas interpretaciones magistrales como son las de Luiz Bonfá, Caetano Veloso, Gal Costa, Carlos Lyra, Walter Wanderley, Roberto Menescal y muchísimos otros. Castro Neves fue guitarrista, compositor y arreglista de la agrupación de Sergio Mendes y uno de los fundadores del bossa nova.


Y las casualidades me trajeron, no de vuelta porque a cada rato lo escuchaba, pero sí a conocerlo personalmente: a Federico Britos.


Pasaron los años y ahora disfrutaría del disco que Britos grabó con Bebo Valdés, donde dan una nueva vida al clásico de Ernesto Lecuona "Noche Azul", y también conocería de la mágica interpretación del violinista en el disco de Diego El Cigala donde interpreta esa pieza que me impactara cuando la oí por primera vez por Panchito Riset y después por Xiomara Alfaro y por Pacho Alonso, me refiero a "Niebla del Riachuelo", ese tango de Enrique Cadícamo y Juan Carlos Cobián que con la combinación Cigala-Britos lleva el sentimiento a su más alto nivel: “niebla del riachuelo amarrado al recuerdo yo vivo esperando…”.


También en Estados Unidos supe de sus numerosas actuaciones y grabaciones con Cachao, entre ellas el disco “Voyage”, donde es acompañado por el famoso bajista cubano, con Bucky Pizzarelli y Tomatito en la guitarra, Michael Camilo y Antonio Adolfo en el piano y Giovanni Hidalgo en la conga.  De ese disco prefiero sobre todos los otros su versión de "Moonglow".

Ya antes habia escuchado en la estación radial 88.9 FM de Miami, una emisora dedicada al jazz y a la buena música, una melodía trabajada con violín y guitarra y al final el locutor describe que se ha escuchado a Federico Britos en "Una lágrimas cae en el río", que me dejó tan impactado que después logré conseguirla en Amazon.


No es usual ver que un violinista, nacido en Sudamérica, adepto a tocar música clásica se dedique al jazz, haciendo hecho arreglos  para superestrellas como Duke Ellington, Astor Piazzola, y a los ya mencionados Bebo y Cachao, con una carrera de más de medio siglo. Compuso música para películas, baile, sinfónicas y ballet y en su largo actuar paseo escenarios de todo el mundo. Todo un paralelismo con su amigo Cachao, con el que compartió el amor por la música clásica y el jazz.


Un momento recordado es cuando fue invitado especial del violinista Federico Britos en su álbum de danzones “Elegante" contó con la participación de Cachao y de otro del clan Valdés: Alfredo (Pupo) Jr.



Acompañó también a Cachao en sus últimas grabaciones junto al timbalero Orestes Vilató, el pianista Alfredo Valdés Jr., el trombonista Jimmy Bosch, el sonero Lázaro Galarraga, los trompetistas Alfredo (Chocolate) Armenteros, el tresero Nelson González, y los saxofonistas Tata Palau y el colombiano Justo Almario.  No olvido el disco “Cuba Linda”  de Cachao, en particular la pieza “Redención” donde el violín de Federico destaca por sobre todos los demás instrumentos junto con el piano de Alfredito Valdés Jr.y donde en las congas está Andy García y un piquete de primera.  En ese disco también aparece una nueva versión de “Yenyere Gumá”.


Eso sin hablar de su amistad con Cachao y sus conversaciones frecuentes al vivir muy cerca ambos en Miami y sobre el cual tenía una opinión incomparable.


El encuentro


Lo curioso fue el encuentro, por llamarlo de alguna forma porque él no me conocía en lo absoluto.


Nos gusta ir a comer al Fish House de la calle 56 (Miller Drive) del sudoeste de Miami (nada que ver con el restaurante de igual nombre en Bonita Beach y que se queda muy por debajo en calidad).  En el Fish House de Miami la comida es excelente y aunque el local cuenta con dos salones, en uno de los cuales por lo regular hay música en vivo, excepto en una ocasión, siempre nos ubicaban en el salón alejado de la presentación musical porque corrientemente ese estaba lleno, pero esta vez nos tocó estar cerca de donde actuaban los músicos.


Subieron al escenario dos personas, ya mayores como nosotros, uno con una guitarra y otro con un violín blanco.


Comenzaron con "Moonglow", una de mis piezas favoritas, a la que siguieron temas cubanos como "El Manisero" y "Lágrimas Negras" y un bossa nova cuyo título no recuerdo.


El quejido lastimoso del violín no me era ajeno.  Mientras tanto una cliente llevaba a su hija de siete u ocho años, que aparentemente era estudiante de violín, a retratarse con el músico, mientras en mi cerebro solamente aparecía un nombre: Federico Britos.


Vino el receso de los músicos, terminamos la comida y al salir al parqueo, me acerqué a los artistas que estaban sentados descansando en su intermedio y les expliqué que me habían traído recuerdos de alguien a quien iba a ver a menudo cuando joven, más de medio siglo atrás, en los clubes del Vedado y al que admiraba mucho, el violinista Federico Britos.


- Soy yo, - me respondió.


Ahí, en ese momento, surgieron como una tromba, recuerdos, supongo que de ambas partes, de los clubes habaneros, de Frank Emilio y en ese momento supe que Federico fue a La Habana por un corto tiempo y allí se quedó se casó, nacieron sus hijos e hizo buena parte de su carrera, de la que destacó su actuar con el grupo Los Amigos y con el cantautor José Antonio Mendez.


Su acompañante también era un personaje conocido, el guitarrista Ahmed Barroso, y supimos de su trabajo con Felipe Dulzaides, ese grande de la música cubana, al que pude conocer no sólo por su música, sino porque junto con mi padre padeció prisión en una circular del Presidio Modelo en Isla de Pinos también por causas políticas.


Ahí surgieron los nombres de Doris de la Torre, impresionante cantante, con Los Armónicos de Felipe Dulzaides, de Armandito Romey y las actuaciones en el Cabaret Copa del Habana Riviera.

Demasiadas emociones para una breve conexión de unos minutos, pero así es la memoria, una devoradora de sentimientos.  No por casualidad, Felipe Dulzaides tituló a uno de sus exitosos álbumes como "Recordar es vivir".


Y seguramente Federico Britos, músico reconocido y ganador de varios premios Grammy, no olvida la experiencia que adquirió en Cuba en los años en que trabajó con la Orquesta Sinfónica Nacional, ni el haber compartido con tantos grandes, en particular Frank Emilio, José Antonio Méndez, Bebo Valdés y sobre todo con Cachao.

No puedo menos que recordar la entrevista de Camilo Egaña en CNN a Federico en 2018, donde precisó que había realizado un viaje de sesenta y dos años (en esos momentos) con un violín entre las manos, toda una vida con una larga y muy reconocida trayectoria en la música clásica, el jazz y la música popular.  Una versatilidad y creatividad que ha desbordado las fronteras de la música.

Todo un privilegio haberlo conocido, a pesar del tiempo y la distancia. 


Resumen


En resumen hay cosas que le traen a uno recuerdos muy agradables cuando menos se lo piensa y éste ha sido uno de ellos.  Cuando vi que dos hombres mayores, contemporáneos míos y que estaban sentados en una mesa cercana a la nuestra, se subieron al podio, uno sacó de su estuche una guitarra y otro un violín, blanco por cierto.  No tenía la certeza, pero los primeros compases me llevaron a sesenta años atrás...


Ahí aparecieron Oloku y el remedo de rock and roll que era lo permitido, aglomeraciones, montañas de humo y de gente para escuchar a Los Astros de Raúl Gómez, unos traductores de la música prohibida porque era norteamericana, pero con más fuerza me llevasron a cuando un día entré al Scheherazada. La Roca o en el club La Zorra y el Cuervo, cuando todo cambió.  Grandes leyendas del jazz, que todavía siguen vigentes entre los jóvenes jazzistas de la Isla, me llevaron a un mundo sonoro nuevo: Frank Emilio y otros músicos apasionados con el jazz, entre ellos Federico Britos crearon esa magia.  Britos paralelamente a la orquesta sinfónica, había acompañado en muchas ocasiones a José Antonio Méndez en su escondite del Hotel Saint John's, mientras que el cantautor decía que sus canciones sonaban "diferentes" con el violín del uruguayo.


Mucho tiempo después conocí que de su amistad con Cachao, Federico había sabido que en Cuba se comía abundantemente como un plato popular, el tasajo uruguayo, acompañado con boniato y que Britos comió por primera vez en la Bodeguita del Medio, que habia sido contratado en Cuba para tocar con las Orquestas de la Opera y Ballet como Concertino y en la Sinfónica Nacional. fue por quince dias y se enamoró de la isla y de una cubana, se casó y tuvo hijos y como muchos cubanos, terminó en Miami.