viernes, 21 de enero de 2022

El lechero




El lechero


"Echó café en la taza.

Echó leche en la taza de café.

Echó azúcar en el café con leche.

Con la cucharilla lo revolvió.

Bebió el café con leche.

Dejó la taza sin hablarme.

Encendió un cigarrillo.

Hizo anillos de humo.

Volcó la ceniza en el cenicero

sin hablarme.

Sin mirarme se puso de pie.

Se puso el sombrero.

Se puso el impermeable

porque llovía.

se marchó bajo la lluvia.

Sin decir palabra.

Sin mirarme.

Y me cubrí la cara con las manos.

Y lloré."


Desayuno – Jacques Prévert


Ya hemos visto en otros artículos de este blog que se decía comúnmente que Cuba era “un país de café con leche'', y en cierta medida era cierto, porque junto con el café, esa tacita de tres centavos que se consumía varias veces al día y que estaba disponible en cada esquina, el café con leche servía lo mismo para desayunar que para cerrar un negocio, conspirar o establecer una conversación de cualquier tipo, hasta la más seria.  


Yo personalmente soy de los que si no tomo café con leche en el desayuno, me parece que estoy en ayunas, es una costumbre que considero casi religiosa y que no puedo violar.


Lo del café con leche nos viene de España,  y su historia se remonta a siglos atrás cuando en 1689, al ser expulsados de Viena por los cristianos en 1689, las tropas del visir turco, dejaron en su huida un cargamento de café.  El café abandonado fue solicitado por un polaco dueño de una posada, el cual comenzó a ofertar la infusión, lo que fue todo un éxito, más cuando le añadió leche y azúcar, bebida que se fue extendiendo por toda Europa.   María Antonieta, Reina de Francia y  descendiente del Archiduque de Austria, antes que le cortaran la cabeza los revolucionarios, llevó el café con leche a Francia, lo que se hizo muy popular tanto como desayuno, merienda y hasta cena, y ya en el siglo XX, con las máquinas de café expreso, sentaron primacía.


Hay muchas variantes del café con leche, a la española que es similar a la cubana, el cortadito que es un poco más fuerte, el latte italiano, el café capuchino y el café ou lait, pero al final son lo mismo con más o menos contenido del néctar negro.


Pero lo que no se puede obviar es que Cuba era también un país de leche, porque el consumo de la leche y sus derivados era inmensa, y su producción también.   


No quiero pecar de absoluto, pero probablemente no había café con leche en el mundo como el de La Habana de esa época. Venía el camarero a la mesa con una lechera en una mano y la cafetera en la otra y en la propia taza te mezclaba el café con la leche, con precisión y el usuario echaba el azúcar a su gusto y por supuesto, como diría Alvarez Guedes, los únicos que toman el café con leche con un toque de sal, somos los cubanos. 


Disfrutaba mucho cuando a media mañana, o en medio de la madrugada cuando trabajaba en el turno nocturno, iba a una cafetería y me tomaba un café con leche.  Había una cafetería en la calle Amistad, en el centro de La Habana, que era propiedad de un italiano y anunciaba, a todo grito, aunque siempre estaba llena, que allí se tomaba el mejor café con leche y el mejor pan con mantequilla de la capital.  Y verdaderamente la leche era muy buena, se le veía la nata a veces y la mantequilla junto con el pan de una panadería situada a media cuadra, era fantástica.  


Después conocería en México algo verdaderamente competitivo con lo que conocía: el café lechero, originario de Veracruz y que se ha popularizado en la ciudad de México donde lo primordial es el arte de los meseros echando la leche hirviente desde una altura increíble hasta llenar el vaso y sin que se desborde.  Pero en el extenso país la mayoría prefiere el aguado café americano y no muchos tienen costumbre de tomar leche, aunque sí sus derivados, principalmente el queso.


Algunos podrán pensar que en Cuba la producción lechera estaba compuesta por chinchales típicos del tercer mundo y nada más alejado de la realidad, sin duda estos existían, pero mayoritariamente la industria lechera llegó a estar a la altura de las mejores del mundo desarrollado, cumpliendo las normas sanitarias y con una política de exigencia para que los proveedores las cumplieran.  Eso hizo que la industria nacional dominara ampliamente el mercado, de forma tal que en 1958, había alrededor de un millón de vacas en ordeño, lo que hizo que hasta los ganaderos argentinos, el país de mayor tenencia de reses de Latinoamérica entonces, vinieron a Cuba a aprender la crianza del ganado destinado a la producción lechera en Camagüey.


También estaban los abastecedores de leche fresca en los pequeños pueblos, el tren lechero tomó su nombre porque paraba en cualquier parte para que los productores de leche se subieran con sus cántaras y el consumo local tuviera sus características particulares en todas partes, sobre todo por su bajo costo y alta calidad, al igual que sus derivados, principalmente el queso.  Los campesinos que tenían vacas, hacían gran consumo de leche, mantequilla y queso y muchos tenían estos rubros como modo principal de subsistencia al venderla en pueblos cercanos a comercios o al menudeo.  Otros también producían leche de chiva y quesos a partir de esa leche.


Pero en las grandes ciudades y sus alrededores estaban las plantas procesadoras que contaban con grandes vaquerías, numerosos suministradores, y con un eficiente sistema de distribución del cual formaba parte uno de los tantos oficios que han desaparecido: el lechero.



El lechero


El lechero fue una tradición de muchísimos años en Cuba que nos llevaba los litros de leche a nuestros hogares, y que forma parte de esa nostalgia de cosas buenas que desaparecieron con el socialismo y cuya principal característica es que nadie se robaba lo que dejaban en la puerta de las casas a horas muy tempranas. 


Los clientes solo tenían que abrir la puerta y allí se encontraban con su pedido, otros preferían calcular la hora en que pasaba el lechero y en ese momento recibir lo demandado.  Supongo que esa haya sido una práctica copiada de otros países, en particular Estados Unidos, pero lo cierto es que era una comodidad que no era alterada siquiera por aquellos que no contaban con recursos para consumirla, porque los valores imperantes en la sociedad, esos que desaparecieron junto con el lechero, eran otros.  Si fuera hoy en día nadie encontraría el litro de leche en la puerta de la casa, y mucho menos en Cuba.



Era una práctica que muchos no concebían de otra forma, por lo que todavía me parece estar viendo el viejo camión ñato sin puertas que utilizaban los lecheros para repartir la leche.  Se bajaban con unas cestas metálicas donde estaban los litros e iban dejando los encargos casa por casa.    Recuerdo que las había grado A y grado B que costaban, respectivamente 13 o 18 centavos y ambas eran leches de alta calidad, una con más crema que la otra.


La grado A tenía su sello característico, más de una pulgada en su parte superior que era mantequilla pura.  Con el tiempo la oferta que se entregaba en las casas se fue diversificando con leches completamente descremadas, leche con chocolate, mantequilla y hasta algunas comenzaron a entregar un nuevo producto surgido entonces: el yogurt.



Las más conocidas


Las principales compañías lecheras que daban este servicio de llevar leche fresca a las casas eran las de famosas marcas como San Bernardo, Guarina, Santa Beatriz y muchísimas otras decenas de lecherías de gran calidad, que eran depositadas en la entrada de los hogares y respetadas a pesar de que había gente con mucha necesidad.


En los poblados iban los lecheros con sus grandes cantinas, unos a caballo y otros que hacían uso del “tren lechero” y paralelamente en todo el país se consumía también de forma importante productos como leches condensadas, de la que eran líderes La Lechera y Nela, la leche evaporada, dominada por Carnation y conocida como “Clavel”, así como la leche evaporada Pet conocida como “Lirio” y Borden’s.  Las leches en polvo tenían un consumo menor, como eran Nido, de Nestlé para niños y Milo, de la misma compañía que era leche en polvo con  chocolate, pero en sentido general la leche en polvo tenía mucha menos aceptación y la que se consumía principalmente era la leche fresca.


A esto hay que sumarle que uno de los alimentos más demandados, tanto en las casas, como en los centros gastronómicos, eran los batidos, ya fueran de chocolate, de trigo, de malta, de muchas frutas, entre las que reinaba el mamey, la fruta bomba y el plátano, todos los cuales no se concebían sin leche.


En resumen, la leche era un alimento por excelencia de los cubanos antes de la revolución.



Historia de la industria lechera en Cuba.


Desde tiempos inmemoriales la producción de leche era completamente artesanal y solo algunos ganaderos lograron contar con métodos más avanzados de procesamiento de leche y sus derivados y la distribución, hasta en las grandes ciudades, incluyendo la capital, se hacia con carretones que no contaban con mucha higiene.


Ante la creciente demanda y la necesidad de modernizar esta industria, ella fue impulsada por la comunidad de emigrantes canarios, donde se unieron tanto los principales productores y distribuidores así como otros menores, para crear una industria de elaboración de leche pasteurizada y homogeneizada, creando en 1929 la Compañía Lechera de Cuba, entonces la mejor equipada y más moderna planta de Latinoamericana, y que todavía existe en la confluencia de las calles Cristina y Concha en La Habana.


La lechera tras posesionarse como líder del mercado de leche fresca, con una importante flota de camiones y personal de distribución, el añorado lechero, extendió su producción a leche condensada y evaporadas y los helados Hatuey y Diana, pioneros en dos importantes aspectos que no se olvidan: el carrito de helado y los bocaditos de helado.



Nestlé


El gigante del chocolate y productos alimenticios, solo un año después, en 1930, crea la Compañía Nacional de Alimentos, 


Hasta ese año toda le leche condensada y evaporada era importada y la Nestlé, con su planta en Bayamo, comenzó a producir leche condensada y varios años después las leches evaporadas Libby’s y St. Charles, Milo, Nescafé y Harina Lacteada, todas a partir de insumos cubanos.


Con su segunda planta inaugurada en 1938 en Sancti Spíritus, otra importante zona lechera, llegó a producir más de un millón de cajas de latas de leche condensada, representando un 133 por ciento del consumo del país, por lo que en menos de diez años Cuba pasó de importador a exportador de leche condensada.


¡La leche condensada La Lechera, haga frío o calor es siempre la mejor! ¡téngala siempre a mano!. Era un eslogan publicitario que trascendió las fronteras del país.  No en balde en México nadie conoce a la leche condensada como tal, sino con el nombre de “la lechera” sea de la marca que sea y La Lechera es, por supuesto, la más cara.


Guarina


La antigua provincia de Camagüey era la zona ganadera más importante de Cuba, de ahí que se creara la empresa láctea Guarina en la capital provincial en 1929.  Allí se pasteurizaba la leche de consumo de la ciudad y sus alrededores, contaba con una fábrica de hielo y en pocos  años comenzaron a producir leche condensada, en polvo, y todo tipo de derivados de gran calidad: mantequillas, queso crema,queso Roquefort, Gruyere, Gouda y el famoso queso Patagrás Guarina.


Cada vez que iba a Camagüey por asuntos de trabajo, que además impulsaba visitar con este objetivo, regresaba a La Habana con un par de quesos Patagrás de unas cinco libras cada uno, y un queso Proceso, del cual dábamos buena cuenta todos en mi casa.


Y una salvedad, el Helado Guarina, muy popular en La Habana, no tenía nada que ver con la productora de Camagüey, sino que era una empresa denominada Helados Guarina S.A., de capital relacionado con la hija de Ernesto Sarrá, el heredero de la famosa droguería y magnate inmobiliario habanero.


NELA


De todas las productoras cubanas de leche Nela era probablemente la más popular, sobre todo por la extensa propaganda que los más viejos no olvidamos y que aparecían en todos los medios con anuncios como:


Nela Hot Pack, se mantiene suave y fresco (se repetía imitando a un tren moviéndose).

¿Probó el proceso del nuevo queso, el sabroso queso proceso Nela?

Comeremos siempre Nela, Nela, Nela, Nela con pan.

La leche condensada NELA está siempre “espesita, espesita”. 

Yo me llamo Nelipán, porque como Nela con pan y me tienen que imitar y si quieren jugar, Nela, Nela, Nela con pan.


Nela, a pesar de haber llegado tarde a la fabricación de esos rubros, su amplia gama de productos derivados de la leche, desde la leche en polvo hasta quesos, su calidad y su moderno equipamiento, hicieron de ella una de las preferidas del público y tuvo un papel decisivo en el desarrollo económico de la región.


Nela es un ejemplo de perseverancia y batalla, ya que fue fundada en 1929 en Sancti Spíritus, con el nombre comercial de “La Espirituana” para pasteurizar leche destinada a esa población, pero fue afectada por varias afectaciones económicas que hicieron que en un momento estuviera paralizada y en otros solamente procesara poco más de sesenta litros de leche, pero una buena administración hizo que renaciera y llegara a posesionarse como la segunda en importancia del país en su rubro. 


La Hacienda


La Hacienda, fundada en 1928, fue la primera fábrica cubana de quesos, mantequilla y queso crema de forma industrial y su producción, en la zona de Bayamo, se extendió a helados, una pasteurizadora de leche fresca y una fábrica de envases metálicos.  Su producción competía con los productores camagüeyanos en quesos Gouda, Cheddar, Gruyere y Patagrás.



A la altura de las mejores del mundo


Estas empresas productoras de leche y sus derivados, jugaron un importante papel en el desarrollo de sus zonas de acción, influyendo no solo en el empleo y el auge económico, sino que también participaron en la construcción de caminos, la instrucción e inspección sanitaria a los productores de leche y construyeron puntos de recepción y conservación de la leche frescas.


Estas plantas no eran para nada puestos pequeños o chinchales, sino instalaciones comparables con las mejores de su tipo en el mundo desarrollado, donde se observaban celosamente las disposiciones sanitarias, lo que permitió que la calidad de sus producciones dominaran ampliamente el mercado nacional.


En el desarrollo de estas plantas también tuvo un impacto importante la Segunda Guerra Mundial, cuando se estimuló el consumo interno de la leche condensada  al darse prioridad, como parte de las necesidades del país y sus compromisos, a la producción de caña de azúcar y el cultivo del arroz, lo que hizo disminuir la producción de leche fresca.


Los helados


En materia de helados los más famosos eran Hatuey, Guarina y El Gallito, que se vendían en muchos establecimientos y en carritos ambulantes. San Bernardo, originalmente de Pinar del Río, logró fama por su calidad y se instaló en Rancho Boyeros, lo que después sería la fábrica de helados Coppelia. Y no se puede mencionar unos sin marca, pero difíciles de igualar, los que hacían los chinos a partir de frutas naturales, todos deliciosos.


Algunos productos no se olvidan: el Bocadito de helado, el Coco Glasé, un helado exótico al igual que la piña glasé;  el helado El Gallito que tenía carros tirados por caballos donde vendían el helado en una época donde ya no se usaba mucho la tracción animal, por lo que nos acercabamos a comprar más para poder ver de cerca al caballo (o yegua) y tocarlos que por otra cosa, aunque el helado era de muy buena calidad y los barquillos los mejores y San Bernardo, los primeros en vender una mezcla de serpentina de vainilla y chocolate y helados de limón, estos últimos sin mucho éxito porque eran de agua y no de leche.

Este es un tema que vale la pena abarcar con mucho más profundidad, por lo que vamos a trabajar en ello.



Los quesos


En lo que se refiere a mantequillas, quesos y quesos crema, la producción y el consumo eran inmensos y destacaban Guarina, Nela, Otero, La Vaquita, La Hacienda, Macurije y otros. 


De ellos, como ya explicamos,el queso Patagrás Guarina o el queso Proceso eran tan famosos que no necesitaban propaganda y muchos eran adictos por lo rico que era, al queso blanco Otero, otra delicia camagüeyana.


Cuba llegó a elaborar hasta 200 tipos de quesos y los de mayor calidad eran los de Camagüey, el queso Otero, Jicotea y Guarina, sobre todo el Patagrás.  Jicotea, un pequeño pueblecito ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Ciego de Ávila y llamado así por la abundancia de jicoteas en el lugar, era donde se producía un queso muy apreciado en el país, probablemente por la existencia de algún microclima y sus pastos. Hablar de queso Jicotea, entre los conocedores del tema, era sinónimo de excelencia. 


Ya en los años noventa, gracias a amigos de Ciego de Ávila, pude conseguir un queso Jicotea, el cual era prensado con un molde en forma de ese animal.  Al llevárselo a mi suegro, un gran experto en quesos, me dijo que le parecía estar comiendo el que había consumido antes de la revolución.  Pero la producción de ese lugar es muy limitada y destinada a los dirigentes del país, los militares y probablemente lo que quede para vender a precios de oro en las tiendas en divisas.


Pero un destino muy parecido tienen todos los quesos producidos en la Cuba de hoy, salvo los que se elaboran de forma clandestina y de igual forma vendidos en la Autopista Nacional y otras vías importantes, a escondidas de la policía.  Varias veces compré esos quesos a guajiros con el queso en la mano y al pedirlo, traían  otro de una manigua cercana.  Otra confirmación de lo que me dijo un día mi profesor y amigo Juan Carlos Oliva: Cuba es como el planeta Marte, un lugar donde ocurre lo impensable.


La leche de ayer a hoy


No voy a hablar de productos que después saldrían al mercado, ante la aparición de personas alérgicas a la lactosa (al igual que ha ocurrido con los celíacos, alérgicos al trigo, dos dolencias que pasaban inadvertidas para casi todo el mundo), diversos tipos de leche: de coco, de almendra, de soya, de avena, de avellana, de arroz, leches sin lactosa, leches completamente descremadas y muchas otras, que no saben ni remotamente, ni creo que tengan el contenido alimenticio de la leche de vaca entera. Pero nuestro tema es la leche simple, la leche de vaca.


Como vimos, Cuba contaba con 0.92 cabezas de ganado por habitante no por gusto, en América Latina sólo era superado por Uruguay, Brasil y Argentina, países donde ese renglón era el primero de su economía.  


Las principales razas de ganado vacuno, en 1958, eran: Cebú, Shorthorn, Hereford, Aberdeen-Angus, Brown Swiss, Holstein, Santa Gertrudis, Guernsey, y Charolais.  Destacaban entre todas por ser grandes productoras, la Holstein. la Guernsey y la Brown Swiss.


Es por eso que la leche, junto con la carne de res, eran los alimentos más baratos y abundantes al alcance de la población. 


Era tan socorrida la leche que recuerdo todavía muchos refranes que mi abuela andaluza repetía a cada rato:


Encima de la leche, nada eches

Bebe leche y bebe vino y de viejo estarás como un niño

Blanco y en botella: leche

Para la leche que da la vaca, que se la tome el ternero

De nada sirve llorar sobre la leche derramada


Y es que la leche estaba al alcance de todos, igual que sus derivados.


La industria lechera cubana en 1957 tuvo una producción anual de 960 millones de litros, con un valor de $57 millones de pesos, equivalentes entonces a dólares norteamericanos. Pero no era todo, alrededor de esta industria se había desarrollado renglones derivados o tributarios a ella como ya vimos, leche enlatada, mantequilla, queso, carne en conserva, pieles, producción de latas, la distribución y el comercio minorista, sin dejar de lado la publicidad de estos productos, que era muy importante.



Pero llegó el Comandante y mandó a parar, y por supuesto la leche y sus derivados cayeron dentro de ese saco roto que es la revolución.


Comenzó a materializar sus proyectos=ideas locas, comenzando por la desecación de la Ciénaga de Zapata y la Ensenada de la Broa para emplearla como pastos para la ganadería,

Seguido de las teorías de suelos del francés André Voisin con el pastoreo intensivo, la inseminación artificial, y el peor de todos, la combinación de genes de reses de pelo negro con los de pelo rojizo, que daría como resultado ejemplares de nuevas variedades que producirían más carne y más leche y que serían llamados F1 y F2, incluyendo vacas enanas y que bautizados en honor a Fidel Castro, resultaron, como todo lo que proyectó, un fracaso que acabó con la ganadería en Cuba.


Por eso hay que recordar que ante el anuncio televisivo de la vaca Matilda, Pedro Luis Ferrer hizo popular la canción de la vaca Pijirigua, que quería seguir a la antigua.


Cafunga


Hay un dicho cubano muy popular que dice: “¡Murió como Cafunga!” y que se emplea cuando alguien tiene una muerte fulminante o no esperada y de forma repentina.


Parece ser que Cafunga fue un personaje real, un negro desmochador de palmas que cayó aparatosamente mientras hacía su peligrosa labor, por lo que un hecho tan impresionante dio lugar al dicho.


Y al tema del F1 y a dos reses muy promocionados le paso lo mismo: Murieron como Cafunga.


El primero fue Rosafé Signet, un toro semental canadiense de raza Holstein que había ganado varios concursos y que costó un millón de dólares de entonces, nueve millones actuales, que trajo Fidel Castro a Cuba para experimentos genéticos y que la prensa dijo había costado 27 mil dólares.  Da la casualidad que conocí al sobrecargo de un buque cubano dedicado exclusivamente al traslado de animales, Florentino Villamil, y me contó que a Rosafé lo cuidó durante la travesía todo un pelotón de agentes de la seguridad.


Rosafé, que ya no era un toro joven, fue ubicado en un establo con aire acondicionado, música y pastos excelentes aparte de un ejército de veterinarios y vaqueros para cuidarlo.  Tras inseminar más de veinte mil vacas, sufrió un paro cardíaco por fatiga y murió como Cafunga.  Fidel Castro hizo que la prensa tratara el hecho como una catástrofe nacional.


Ubre Blanca, una de las descendientes de Rosafé, fue una vaca F2 (75% Holstein, 25% Cebú), que se hizo famosa por su gran producción lechera.  En 1982 llegó a producir 109.5 litros en un día, cuando una vaca regularmente producía, de forma excepcional, treinta litros.  En el Libro Mundial de Récord Guinness Ubre Blanca aparece como una recordista mundial con 24,269.9 litros en un periodo de lactancia.  


Por supuesto, que los medios de difusión, todos de propiedad estatal, incesantemente hablaban de Ubre Blanca y la promocionaban como un éxito del socialismo.  Su muerte ocurrió igualmente por exceso de medidas para que produjera más leche y su cuerpo embalsamado se conserva en una caja de cristal climatizada en el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria.


Como Cafunga terminaron también los conejos gigantes, el Plan Cordón de La Habana que iba a convertir a Cuba en gran exportador de café de la variedad enana Caturra, la importación desde Vietnam de Búfalos de agua debido porque estos iban a producir más leche y consumían menos pasto, y uno de los más desastrosos,  la introducción de clarias, un pez depredador que se multiplicó fácilmente y ha destruido el ecosistema natural.


Y por supuesto, igual que Cafunga, desapareció la leche.


El vaso de leche de Raul Castro


De Raul Castro no hay que hablar, un personaje oscuro, sin carisma, conspirador y cruel, vivió a la sombra de su hermano hasta que este tuvo que ceder el poder inevitablemente por enfermedad.  Probablemente para tratar de caer en gracia, cosa si no muy difícil yo diría que imposible, afirmó reiteradamente que trabajaría porque cada cubano pudiera tomarse un vaso de leche al día, al menos.


Quince años después no sólo nadie ha visto el vaso de leche, sino que en la Cuba de hoy la leche y los productos lácteos se han convertido en un privilegio.


La leche fresca que se destina para su distribución en las bodegas a niños menores de siete años fue sustituida por leche en polvo de mala calidad.  De los precios de la leche y sus derivados en las tiendas en moneda libremente convertible, donde sólo pueden conseguirse, no voy a hablar.  Todos saben que son precios abusivos en extremo.


Durante mucho tiempo iba cada dos o tres días a buscar un par de cántaras de leche de un campesino que me la suministraba y al que después le mataron la vaca y encima de perderla y perder su medio de subsistencia y alimentación, tuvo que pagar una multa inmensa.  De ahí pasé al mercado negro a comprar leche en polvo, que compraba como apareciera, lo mismo en bolsas, que a granel que en sacos; lo mismo blanca (desgrasada) que amarillita (leche entera) que era la más demandada.


Eso nos permitía darnos el lujo de vez en cuando, de hacer dulce de leche, arroz con leche y flanes o pudines de pan.


En resumen conseguir leche era una odisea, más en una casa donde todo el mundo era lechero y tomaba leche de todas formas y a toda hora.


Eso me hace recordar lo que dijo a principios de la revolución Bárbaro Alfredo Valdés-Cataneo, más conocido por Cataneo, un personaje muy simpático más conocido como cantante del Trío Taicuba y gran bromista, al paso de la Caravana donde llegó Fidel Castro a la capital, por el malecón de La Habana dijo: “Sólo se salvarán los que sepan nadar”.


Guillermo Cabrera Infante afirmó años después que esa fue una de las definiciones más objetivas para identificar la llegada a La Habana del Ejército Rebelde y lo que ello representaría.  Al final esta revolución, que prometió tanto, ahora dice que los cubanos no comen lo suficiente porque no trabajan lo suficiente.  Pero no importa, el régimen ha convertido a los cubanos no solo en esclavos, sino en sumisos, y los cimarrones no cogen el camino del monte sino del exilio, donde hay libertad…y leche.   Ya el cubano no quiere queso, sino salir de la ratonera.


















domingo, 9 de enero de 2022



 Treinta años sin la URSS


El fin de un año y el comienzo de otro, son momentos de repaso de lo sucedido y pasar balance del año que termina y celebrar con los seres queridos y manifestar sus propósitos y esperanzas respecto al año que comienza.  Pero a lo largo de la historia han ocurrido en esas fechas eventos de todo tipo que harían interminable su relación, tales como, los más cercanos en el tiempo, en 1997 el ingeniero informático Sabor Bhatia vende su sitio web, llamado Hotmail a la compañía Microsoft, en 1999 Estados Unidos le devuelve a Panamá la administración del Canal de Panamá según acordaron en el tratado Torrijos-Carter, en 2000 ocurrieron dos hechos cronológicos únicos, el comienzo de un nuevo siglo y un nuevo milenio, en 2001 la Unión Europea unifica su moneda, sustituyendo sus monedas nacionales por el Euro.


Pero para los cubanos, el fin de año ha tenido dos momentos cumbre:



La huida de Fulgencio Batista con la consiguiente toma del poder por Fidel Castro y el comienzo del calvario cubano y otra no menos impactante, el 31 de diciembre de 1991 fue el último día de existencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas conocida como la Unión Soviética y que llegó a tener una influencia determinante sobre nuestro país en todos los sentidos, lo que hizo que viviéramos días y años de penurias y sufrimientos que yo diría que llegan hasta hoy por su apoyo al régimen cubano.


Mijail Gorbachov lideró durante seis años una revolución que al final cambió la Unión Soviética y el mundo para siempre, la Perestroika y el Glasnost culminaron con las palabras de

Gorbachov el 25 de diciembre de 1991: “el marxismo conduce al fracaso y a la dictadura. No queda otro remedio que cancelarlo totalmente”.


Gorbachov no quería asumir el papel de dictador como sus antecesores y sus principales proyectos eran todo lo contrario al estalinismo, por lo que él fue el verdadero artífice del fin del comunismo en Europa, no Reagan ni el Papa, sin Gorbachov seguiría existiendo la URSS.


Ese día la bandera de la hoz y el martillo fue arriada e izada la tricolor rusa, durante breves instantes ambas banderas coincidieron, dando paso a una nueva era de la humanidad con uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX.



La relación Cuba-URSS


Por más de 30 años, desde 1960, la Unión Soviética, se constituyó en el principal soporte ideológico, financiero y material de la Isla, la que llegó a considerarse una versión caribeña y tropical de Moscú.


Sin duda alguna algo que no tiene una respuesta muy clara es como Cuba llegó a ser esa versión tropicalizada del comunismo internacional, ya que se trata de culturas muy distantes no solo geográficamente y a las que la unen muy pocas o ninguna tradición, amén del idioma y costumbres.  Esa amistad eterna a la que se hacía referencia en todos los actos políticos eran solamente palabras vacías.


Tampoco los orígenes de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista no se destacó por simpatías de ningún tipo sobre el socialismo, el comunismo o la URSS, incluyendo al partido comunista local, el Partido Socialista Popular, casi completamente alejado de la lucha rebelde.


Probablemente ese cambio esté relacionado con las relaciones con los Estados Unidos y los intereses de la Unión Soviética y del propio Fidel Castro, pues al aumentar las presiones para derrotar la revolución, sus líderes vieron en la Unión Soviética un aliado y más que eso un soporte económico envidiable, mientras que para la URSS el tener a un socio a 150 kilómetros de su mayor enemigo, era una coyuntura irrepetible.


Por tanto entre Cuba y la URSS se implantó una relación provechosa para ambos en la que la URSS fue el soporte de supervivencia del gobierno cubano y Cuba fue el emplazamiento estratégico para influir en el traspatio de los norteamericanos.


Fidel Castro asumió que esa alianza iba a garantizar su permanencia en el poder, como ya lo había hecho Stalin y otros líderes comunistas de los países satélites de la URSS en Europa.


Poco a poco el país se fue sovietización, al control material manifestado en los alimentos, ropa, perfumes, transporte terrestre, ferroviario, naval y aéreo, se sumó la esfera ideológica con la adecuación de planes de educación, organización estatal, costumbres y estrategias de los medios de difusión, control de la cultura y establecimiento de férreos controles de disidencia, paralelo a la militarización del país con armas soviéticas o de los países socialistas.


Todavía conservamos en la memoria la carne rusa, las pañoletas, los perfumes soviéticos, los ventiladores Órbita, las lavadoras Aurika, los refrigeradores Zil, los autos Moskvich y Lada, los televisores Krim y los muñequitos rusos y muchas otras cosas que todavía forman parte de la vida del cubano.


Las broncas y perretas del comandante


Al final Fidel Castro no era comunista, ni socialista, su única ideología era el fidelismo y su perpetuación en el poder hasta su muerte, como así fue, desgraciadamente.


A partir de su ascensión al poder y desfalcar todo lo que pudo, desde la nacionalización de las grandes empresas y más tarde hasta los chinchales y los limpiabotas.  Ya esa política había sido exitosa con los ricos que lo apoyaron para financiar la revolución y a los cuales después confiscaría todos sus bienes, a lo que sumó el desastre monetario inventado por el genial economista Che Guevara haciendo que el dólar, que estaba a la par del peso cubano, hiciera que este no valiera casi nada respecto a la moneda norteamericana, lo que ha trascendido hasta hoy.


Cuando estos recursos ya fueron mermando y la economía fue feneciendo, necesitaba urgentemente un aliado que lo sacara del hueco.  Y fue en ese momento que aparecieron los soviéticos, ofreciendo comprarle, primero el azúcar y después todo lo que vendiera, con precios preferenciales respecto a los precios mundiales.  


El que antes fuera un gangster estudiantil, se disfrazó de marxista leninista y encontró a quién deberle para subsistir.


Y todo iba bien hasta cuando ocurre la Crisis de los Misiles, conocida en Cuba como la Crisis de Octubre, que puso al mundo al borde un holocausto nuclear y con el cual Fidel Castro pretendió chantajear, aun a costa de la propia existencia de la humanidad.  Con la retirada de los misiles de la Isla, acordada entre la URSS y los Estados Unidos, se quiebra la amistad entre los soviéticos y Cuba, hecho que no duraría mucho, porque Fidel Castro no tenía para quien virarse.


Por eso poco tiempo después volvió a hacer las paces con Nikita Kruschev hasta llegar a ser parte de firmar importantes tratados comerciales, formar parte de CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica), sovietizar la estructura estatal y el sistema de dirección económica, lo que trajo, por los gigantes volúmenes de suministros a la Isla, una era de bonanza económica, a lo que se sumó los precios bondadosos del azúcar cubano y los volúmenes de petróleo que permitían su reventa con grandes ingresos, llegando a representar el intercambio con la URSS el 85% del comercio exterior de Cuba.


Con la llegada de Mijail Gorbachov al poder en 1985 se mantiene la relación, pero el primer aviso de cambios es que el gobierno soviético afirmó que no enviaría fuerzas militares para la defensa de la Isla.   Por supuesto que a Fidel Castro no le hizo ninguna gracia las reformas de Gorbachov, las que comenzó a criticar, a lo que se sumó la prohibición de dos de las más populares revistas en Cuba, Sputnik y Novedades de Moscú, en las que empezaron a aparecer historias y reportajes que los comunistas estalinistas nunca hubieran permitido.


El punto culminante fue cuando Fidel Castro vio una foto en Sputnik de Ronald Reagan junto a Gorbachov en mayo de 1988.  Ahí mismo decidió suspender la circulación de Sputnik, Novedades de Moscú y otras publicaciones soviéticas, con la sospecha de que el padrinazgo estaba en peligro.  No podía permitir ningún tipo de disidencia, ni siquiera de algunos liberales soviéticos, ninguna crítica al sistema era válida, aunque fuera en la URSS.


Fidel Castro en un discurso premonitorio el 26 de julio de 1989 dijo:


"Si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!".


Ya en esos momentos las repúblicas socialistas, una tras otra fueron separándose del carro del comunismo mundial, con la más impactante de todas, el derribo del Muro de Berlín, a lo que le siguió la disolución de la Unión Soviética y su separación en estados independientes.


La teta de la vaca


La Unión Soviética, el gigantesco estado comunista tenía un poderío que todos consideraban inexpugnable.


Con un territorio dos veces y media el de Estados Unidos,  una longitud de 10900 kilómetros que cubría 11 de los 24 husos horarios del mundo; con una población de 287 millones, casi 40 millones más que en Estados Unidos en aquel momento; conformada por 100 nacionalidades;  con un Producto Interno Bruto de 2.6 billones de dólares que lo hacía la tercera economía del mundo, tras Estados Unidos con 5,9 billones y Japón con 3.1 billones; con una producción de 11.7 millones de barriles de petróleo diario, lo que la hacía el tercer productor mundial; 5.1 millones de soldados, más del doble de Estados Unidos y casi igual a la OTAN; 45 mil cabezas nucleares, cuando Estados Unidos tenía 23 mi, le daban casi una supremacía absoluta.


Tras el fracaso en el loco intento de producir 10 millones de toneladas de azúcar en la zafra de 1970, a Fidel Castro no le quedó otra alternativa sino caer dentro de la órbita de Moscú, el que llegó a ser el principal destino de las exportaciones cubanas y el principal suministrador de la Isla.   Pero fue mucho más allá, en 1986 el mayor ingreso de divisas para Cuba fue el petróleo ruso, que reexportaba al mercado internacional, quedando en un segundo puesto el azúcar y el níquel.


La desaparición de la URSS en 1991 provocó una grave crisis económica en Cuba.  El Producto Interno Bruto (PIB) cubano cayó desastrosamente; sus principales productos de exportación cayeron a niveles ínfimos; la inflación pasó de un 0,5% al 26%, y las importaciones bajaron un 75%, con una gran escasez de alimentos, combustibles, e insumos de todo tipo.


Comenzaba para los cubanos el tristemente célebre Período Especial en Tiempo de Paz.


El modelo cubano sobrevivió a la desintegración de la URSS, pero con la aparición de una crisis económica nunca antes vista y que para mí no ha concluido.  Para muchos, incluyéndome, la extinción de la URSS y el campo socialista, más que un evento de primer orden en la política mundial era una señal inequívoca de cambio en Cuba.  Y nos equivocamos.


Y entonces ocurrió algo inexplicable: si Cuba era un satélite de la Unión Soviética, ¿por qué el gobierno cubano no cayó?.  Se los dejo de tarea, hay muchas explicaciones pero no me satisface ninguna.



Cuba tras la desaparición de la URSS


Algunos vestigios de la influencia soviética en Cuba permanecieron, como fue la base de espionaje electrónico Lourdes, la cual fue cerrada por Vladimir Putin, en parte porque ya la tecnología existente no la hacía necesaria, pero fue objeto de un mayor enfriamiento con los rusos.


Tras dejar Fidel Castro el poder, Raul Castro vuelve a Rusia a negociar la gigantesca deuda de Cuba, la que es condonada por Putin.


Pero a Cuba le apareció una nueva vaca que sustituyó la teta soviética: Hugo Chavez y su socialismo del siglo XXI, y que a partir de sus locas ideas de integracionismo y de ayuda con petróleo a otros países, y subvencionar completamente a Cuba, ha llevado a Venezuela a una crisis de todo tipo, peor inclusive que la de la Isla.


Pese a ello, sobrevive un régimen que vive de parásito de otros países, que explota a los médicos, artistas y deportistas para sobrevivir y que agoniza, pero desarrolla una estrategia tras otra, incluyendo métodos propios de la Guerra Fría, para mantenerse en el poder.


No todo ha cambiado para bien


Tres décadas después de la caída de la URSS todavía hay comunistas, algunos ven en Putin y su fiebre de mantenerse en el poder el reflejo de aquella Unión Soviética de la cual él fue un represor.  Sigue habiendo en Cuba, en Rusia y en otros países los que se ilusionan con aquellos tiempos y se sienten nostálgicos cuando los mencionan y hasta repiten Tovarich y alaban a un monstruo como Stalin.


Supongo que la transición de un país comunista hacia la democracia sea un proceso muy complejo que transita no sólo por lo económico, sino sobre todo por la eliminación de la memoria de no nos hace ver adecuadamente las esperanzas y proyectos de vida que nos da un sistema democrático y donde impere la ley.  Supongo que tenga algo con habernos adaptado a algo parecido al Síndrome de Estocolmo.


Y curiosamente queda vigente una alegoría de la URSS, su himno es ahora es el de la Federación Rusa,.  Y no podía ser de otra forma ante tan bella obra musical, que sin embargo nos hace pensar en la Unión Soviética.


A diferencia de la Unión Soviética, las repúblicas que la integraban y los antiguos países socialistas, en Cuba nada ha cambiado para bien, todo lo contrario, la economía es de las más desastrosas del mundo comparable con Haití o los países más atrasados de África, la represión cada dia es peor, volviendo a la época de los mítines de repudio y la violencia política y las prácticas estalinistas han sido llevadas a su mayor expresión y la desesperanza es tal que Cuba se ha convertido en un país en el que los cubanos son desterrados o se destierran por su propio deseo en forma masiva.


El futuro de Cuba, a pesar de las expectativas de muchos, no existe, ni habrá una transición con gran influencia de la diáspora, cada vez mayor, porque esta no puede estar más dividida y son muy pocos los que han retado al oficialismo y no han sido obligados a emigrar.  Los más valientes han sido falsamente acusados de lo que no son y desgraciadamente una mayoría se cree, por costumbre o por cobardía, el discurso oficial, convirtiéndose en "cefalomos" sin criterios y sin derechos, a los que solamente les interesa, a toda costa, sobrevivir, aunque sea con migajas y ninguna libertad de pensamiento o de acción.


Desgraciadamente hay que parafrasear a Carlos Gardel: “treinta años no son nada”.  Pero para una persona es casi media vida.















martes, 4 de enero de 2022


 

Las Navidades, un mito convertido en costumbre y ahora en un negocio


"Ni aquí, ni ahora. Vana promesa

De otro calor y nuevo descubrimiento

Se deshace bajo la hora que anochece.

¿Brillan luces en el cielo? Siempre brillaron.

De esa vieja ilusión desengañémonos:

Es día de Navidad. No pasa nada."


Navidad, de José Saramago



Siempre el fin de año está preñado de melancolía y nostalgia, dondequiera que estemos vienen a la memoria los buenos momentos en que toda la familia se reunía y al despedir el año viejo  hacíamos votos porque el siguiente fuera el mejor, seguido por aquel instante en que los menores nos mostraban su mejor sonrisa al ver lo que le habían traído los Reyes Magos.


Pero lo que más recuerdo de las navidades está asociado a dos palabras: la cena de Nochebuena y el Aguinaldo.


El Aguinaldo.


El aguinaldo era una institución que esperaban todos los trabajadores como una forma de recibir ingresos económicos adicionales, una regalía que venía a ser un sueldo mensual extra, como mínimo, o más en algunos casos.  Recuerdo que se le decía "el Arturito" porque hubo un senador camagueyano, Arturo Hernandez Tellaheche que propuso su legalización.


El aguinaldo era normalmente el salario extra que le daban los empleadores por navidad, pero también tenía otra connotación que para algunos la hacía parecer una propina o una limosna, pero para mí no era así.  Algunas personas daban limosna no para compadecerse de la desventura ajena, sino para que los vieran y los consideraran buena gente, y otros daban propina porque lo trataron bien y esperaban que lo trataran mejor en su próxima visita al lugar donde la dio, ya sea un restaurante, un hotel, un taxi o una cafetería.



La práctica de la propina debemos haberla adquirido de los norteamericanos porque en España no se acostumbra, y casi todas nuestras costumbres vienen de la Madre Patria, pero la del aguinaldo nos viene de siempre, porque desde los tiempos más remotos, la pedian, mediante una tarjeta de felicitación, todos aquellos que de una forma y otra nos rodeaban, algunos de ellos de oficios ya desaparecidos o en fase de extinción como el cartero, el lechero, el bodeguero, el sereno, el farolero, el guaguero, los porteros, los acomodadores de los cines y hasta los barrenderos del barrio y todos los comerciantes habidos y por haber, desde el puesto de fritas o el punto de venta de café de a tres kilos hasta la tienda más exclusiva.


En todas partes aparecía un Santa Claus de barro, sonriente, esperando nuestro aporte, que no podía salir de otro lugar, sino del aguinaldo de los asalariados, el que iba mermando con tantos solicitantes.  Paralelo a ello aparecían en esas fechas, aprovechando que la gente tenía un poco más de plata, las rifas en los centros de trabajo.  Y también algunos dejaban una buena parte del aguinaldo en billetes de lotería y vidrieras de apuntaciones, a ver si la suerte les sonreía, lo que era muy raro.


El aguinaldo duró, como todo lo bueno, hasta que apareció la revolución.  En diciembre de 1960 se pagó, pero se hizo saber que esa práctica no continuaría porque, según los sindicatos, esos que debían defender a los trabajadores, en cambio defendieron su eliminación.


La cena de nochebuena


De la cena de nochebuena ya he escrito hasta la saciedad, porque es algo de lo que nunca nos olvidamos.  El lechón asado, la yuca con mojo, y sobre todo las golosinas que no se veían en otra época del año, identificaban a esa celebración, al igual que era de las pocas veces en que se reunía toda la familia.


Mágicamente aparecían los turrones (Alicante, Jijona, Yema y otros), los dátiles, los higos, las nueces y las avellanas.  Y junto con ello estaban, aunque las había todo el año, frutas de climas templados como manzanas, peras, melocotones y uvas, y una de las más recordadas  de esos tiempos era la venta masiva de manzanas acarameladas.


Y también estaban los dulces caseros hechos expresamente para esa cena, los buñuelos de yuca y malanga en forma de ocho y su almibar de anis, los cascos de naranja o toronja y los quesos blancos o patagrás para acompañar a ellos o a otros dulces de frutas en almíbar.


Pero la cumbre de todo ello era el turrón, que junto con el lechón asado, eran el símbolo de la Nochebuena.   Había muchas marcas conocidas de turrones españoles, pero también eran muy demandados los de  La Estrella (la marca del famoso chocolate) y La Ambrosía, dos grandes productoras cubanas de confituras que se destacaban por los chocolates en barra para derretir, ideales para dulces y chocolate caliente, pero también por los exquisitos turrones, sobre todo los de yema y de mazapán que no tenían nada que envidiarle a los españoles, lo que aumentó la bien ganada fama que ya tenían por sus galletas dulces, sus caramelos y sobre todo sus chocolates.


Llegó la revolución y durante sus dos primeros años mostraron una rara voluntad navideña, aunque se hicieron intentos de eliminar a Santa Claus, una figura extranjera, por un guajiro barbudo vestido con guayabera y sombrero de yarey, al que se llamó Don Feliciano y del que pocos se acuerdan.  Junto con ello camiones militares recorrieron los barrios más humildes repartiendo carne de puerco, arroz, frijoles negros y turrones.


Pero al final resulta que una de las tradiciones más lindas de los cubanos se convirtió en una fiesta imperialista, por lo que se  se suprimieron las fiestas de Navidad, desde 1969 a 1998, alegándose que interrumpía las tareas de la zafra azucarera (durantes siglos no la había interrumpido y Cuba era el mayor productor mundial de azúcar de caña).  La celebración ya con otro carácter, se pasó para el 26 de julio, fecha del ataque vergonzoso y fallido al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba y junto con este hecho desapareció el Día de los Reyes Magos.


El primero de enero y fin de año se siguió celebrando, no despidiendo a un año que termina y haciendo proyectos y deseos para el nuevo, como es en todo el mundo, sino para conmemorar otra fecha política, el ascenso al poder de la revolución.  Batista nos embarcó escogiendo ese día, una maldición adicional a lo que se avecinaba con su huida.




Los Reyes Magos se exiliaron de Cuba



Me pongo a pensar que pensarían los niños de hoy, mi nieto por ejemplo, si le digo que ya Santa Claus no va a venir el 25 de Diciembre, sino el 4 de julio porque es el día que se celebra la independencia de Estados Unidos.  Seguramente no lo entendería, porque no hay nada más triste y a la vez cruel que acabar con tradiciones que no afectan absolutamente a nadie, sino que solamente traen alegría y buenos sentimientos.


Cuando éramos niños nos contaban que existían tres reyes barbudos montados en camellos  llamados Melchor, Gaspar y Baltazar que, traían juguetes en sus bolsas a todos los niños, y que en otros países lejanos entraban por las chimeneas, pero que en Cuba entraban por debajo de la puerta y de sus bolsas sacaban los juguetes que anteriormente le pedíamos en las carticas que se ponían al pie de los arbolitos de Navidad.


Todos escribimos cartas que comenzaban: “Queridos Reyes Magos: Ante todo, esperamos que se encuentren bien, y si creen que nos hemos portado bien, y les alcanza, pues sabemos que llevan juguetes a muchos niños en el mundo, quisiéramos que nos trajeran…..”, una inocencia que algunos padres no podían complacer, pero que sin duda alguna estaba llena de magia.


Los Reyes Magos eran parte de nuestros sueños y fantasías infantiles y nuestros padres se desvivían por complacernos en lo que podían, y no olvidamos los paseos en los días navideños por las vidrieras de las tiendas de Monte, Galiano, San Rafael y Belascoaín, donde veíamos los juguetes que los reyes nos dejarían el 6 de enero.


Dejábamos la noche del 5 de enero leche, maíz y yerba para los reyes y sus camellos y dormíamos apurados con la ilusión de lo que nos dejarían en el arbolito.  Los padres habían escondido los juguetes y los llevaban al arbolito en cuanto los niños se dormían.


A veces los juguetes, o en la mayoría de los casos, no eran los que queríamos, pero siempre eran motivo de felicidad y hasta mejores que los que esperábamos.  Pero todo tiene su fin y fue un momento triste y desagradable cuando un alumno de mi misma escuela, mucho mayor que yo, me dijo que los reyes no existían y que eran los padres.  Me fajé a golpes con él porque la ilusión hay que defenderla con todo.


Después, recuerdo que iba a cumplir 9 años y mi padre estaba sin trabajo y tenía que salir a luchar el sustento diario, fabricando y vendiendo chancletas de varios tipos. Un día sorprendí a mi madre y a mi tía cosiendo un traje de pelotero con mi nombre, no dije nada pero supuse que no era lo que le iba a pedir a los reyes magos pero era lo que podían traerme, así que sospeché la verdad, pero me dije que lo importante es que por escasas que fueran las posibilidades de la familia, para el día de Reyes los niños tenían que tener algo que los alegrara.


Pero un día impusieron el eliminar la navidad, con sus arbolitos, la cena de Nochebuena y la llegada de los Reyes Magos, porque era un símbolo religioso imperialista y que a partir de entonces lo que ameritaba una verdadera celebración era el 26 de julio.  De un plumazo, una tradición de siglos, se vio destrozada.


Los reyes dejaron de venir, se exiliaron y en su lugar los juguetes se convirtieron en básico, no básico y dirigido y obtenerlos pasaba por dos momentos trabajosos, varios días de cola para poder comprar los primeros días y tener acceso a los mejores juguetes y después la sorpresa de lo que quedara disponible, lo que después se convirtió en una rifa, como si fuera la lotería: si te la sacabas comprabas un buen juguete, si no, los despojos.



Mientras tanto yo, como solo tenía hijos varones, aproveché mi habilidad de encuadernador, para crear aviones, carros, barcos, lo que pudiera con cartón y papeles de colores, para de alguna forma lograr la magia que hace un juguete en un niño, no un día en especial, sino todo el año.


Los Reyes Magos pasaron a ser una leyenda que solo los mayores recordamos con nostalgia, al igual que la celebración de la Nochebuena, sin arbolito y con lo que pudiéramos conseguir para acercarnos a aquel banquete tradicional, fingiendo que en lugar de despedir al año que terminaba, celebrábamos el aniversario del triunfo de la revolución, una de las muestras de la hipocresía en la que hemos vivido desde hace más de seis décadas.


A nuestros hijos le robaron la magia de la infancia, el brillo de felicidad en los ojos al descubrir los juguetes en el arbolito, una de las cosas de la vida que no tienen precio y algo que no es nocivo para nadie, por el simple hecho de adoctrinarlos en una existencia llena de odio contra el mundo real, como seres convertidos en hombres nuevos, como el Ché, una consigna vacía que por suerte no ha prosperado porque nadie quiere ser ni un loco ni un asesino como el argentino.


Cuba no es solamente un país en donde a los niños les robaron la ilusión, sino un lugar donde nos robaron nuestras costumbres y nuestros valores intrínsecos a nuestra nacionalidad y eso no se puede perdonar.



El origen de la Navidad


El 25 de diciembre, Día de Navidad, se celebra desde el año 336 cuando el emperador romano Constantino, el que dejó de lado las celebraciones y cultos paganos e hizo del cristianismo una religión de Estado.


Eso hizo que se apropiaron de un culto pagano y lo transformaron en una fiesta religiosa.

La celebración de esta fiesta el 25 de diciembre está relacionada con el nacimiento anual del dios-Sol en el solsticio de invierno adaptada por la Iglesia católica para permitir la conversión de los pueblos paganos.


En realidad el nacimiento de Jesús de Nazaret no está registrado ni en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo Testamento. El 25 de diciembre ha sido una fecha clave para los pueblos de la antigüedad que celebraban el solsticio del invierno en el hemisferio norte desde el 21 de ese mes, lo que probablemente llevó a considerarlo una fecha apropiada.


Constantino, un monarca depravado y corrupto, fue el que implantó el culto cristiano y esta celebración.  No en balde la Iglesia Ortodoxa considera a Constantino como un santo, a pesar de que está muy lejos de lo que puede considerarse una deidad o siquiera una persona piadosa o buena, sus acciones son horribles.  Mandó a asesinar a su hijo porque su esposa lo acusó de querer seducirla y cuando supo que era mentira, también la mató a ella; la barbarie y la crueldad de su mandato fueron extremas, como el caso de que instauró que el dueño de un esclavo podía hacer con ellos lo que quisiera, inclusive matarlos, los que permitieran la seducción de sus hijas serían asesinados con plomo fundido por la garganta, los ladrones de la recaudación de impuestas ajusticiados, los prisioneros tendrían que estar sometidos a ver la luz del día continuamente y aunque eliminó la crucifixión por lo que representaba, implantó la horca como método de ajusticiamiento.


Todo ello tiene relación también con que la duración del día, el 21 de diciembre con el comienzo del invierno, es el día más corto del año en el hemisferio norte, por lo que se ha asociado en diversas culturas, como griegos, romanos, germanos, escandinavos y aztecas, con eventos de muerte y resurrección.


Y otros teólogos, consideran diferentes fechas, porque se sustentan que si los pastores cuidaban sus rebaños al aire libre el día del nacimiento de Jesús, no podía ocurrir en diciembre.  Así algunos hablan del 20 de mayo,  otros que ocurrió en la primavera y así sucesivamente, evalúan, según sus criterios, un hecho que no tiene sustento histórico alguno.


Algunas curiosidades de la Navidad


El Príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo llevó la costumbre de los árboles de navidad a su esposa, la Reina Victoria de Inglaterra, porque los abetos decorados había sido una tradición en su natal Alemania desde tiempos medievales.  Una ilustración de la pareja al lado de un árbol de Navidad apareció en la prensa de 1848, lo que fue el inicio de una costumbre que se volvió universal.



Muchas de las canciones propias de la Navidad, tienen un origen muy curioso.


Jingle Bells, una canción clásica navideña, dada a conocer en 1857, fue escrita por James Pierpont, para celebrar Thanksgiving, o Día de Acción de Gracias y no para la Navidad.  Aunque no hay ninguna mención a la Navidad en ellas, décadas después fue asociada, exitosamente con las fiestas navideñas.


Curiosamente las más icónicas canciones navideñas, fueron compuestas por judíos:


Las canciones de navidad más populares no son sobre Jesús, sino de campanas de trineos y los arreos de los renos, Santa Claus y el muérdago, en resumen sobre el invierno y por la estancia de la familia en casa por las fiestas.

Son de autores judíos piezas como "White Christmas", "Let It Snow", "Rudolph the Red-Nosed Reindeer", "A Holly Jolly Christmas", "Silver Bells", "Rockin' Around the Christmas Tree", "Santa Baby" y "Chestnuts Roasting on an Open Fire".  Para rematar, una de las más recientes y muy popular: "Last Christmas", es de la autoría de George Michael, de raíces judías.


Coca-Cola, la popular soda, ha jugado un papel muy importante en la difusión de la imagen de Santa, la que rediseñó en 1931 e hizo más humana y amable y es la que conocemos en el día de hoy y que hace las delicias de los niños


Y no pensemos que Fidel Castro fue el único que prohibió los árboles de navidad, también el presidente Theodore Roosevelt prohibió los árboles de Navidad en la Casa Blanca, debido a que por su espíritu conservacionista y ecologista consideró que esa práctica llevaba a la deforestación.


E increíblemente, los peregrinos, considerados como los iniciadores de la nación norteamericana, no celebraban la Navidad y en Boston de 1659 a 1681, estas fiestas fueron declaradas ilegales, lo que hizo que hasta poco después de la independencia, las Navidades no eran bien vistas porque se consideraban una costumbre inglesa.


La Navidad es un gran negocio


Las celebraciones actuales de la Navidad van mucho más allá de consideraciones religiosas, de hecho, a pesar de que muchos lo consideran una fiesta de fe, lo real es que su verdadera razón tiene un sustento comercial en el que participan no solo el consumo material de comidas y bebidas, sino también los medios de difusión, espectáculos musicales, el cine y la literatura y por ende Internet que es un resumen de todos ellos.


La Iglesia Católica habla de celebración y no de aniversario o nacimiento, porque eso, como tantas otras cosas, no tienen sustento histórico ni científico a pesar de que los dogmas y la ceguera dominen las mentes de millones.


Pero al final, es una época linda, evocadora, inspiradora y que nos trae muchos recuerdos y que no hay por qué desechar ni mucho menos combatir, sino disfrutar, aunque en Enero no tengamos un centavo y estemos llenos de deudas porque el negocio hizo que la tradición se quedara muy atrás.