martes, 30 de marzo de 2021

La Habana de noche como la recuerdo


La Habana de noche como la recuerdo


“Qué sería de mí si no existieras,

Mi ciudad de La Habana.

Si no existieras, mi ciudad de sueño

En claridad y espuma edificada,

Qué sería de mí sin tus portales,

Tus columnas, tus besos, tus ventanas.

Cuando erré por el mundo ibas conmigo,

Eras una canción en mi garganta,

Un poco de tu azul en mi camisa,

Un amuleto contra la nostalgia

Ciudad de los amores de mi vida,

Mi mujer para siempre sin distancia.

Si no existieras yo te inventaría,

Mi ciudad de La Habana.”


Fayad Jamís


Donde quiera que se esté bien, allí está la patria, dijo el filósofo romano Marco Tulio Cicerón, lo que puede tener muchas interpretaciones, que se puede vivir mejor en otra parte, que se debe vivir donde recibimos mejor trato o que debemos valorar más lo desconocido que lo propio.  Para Cicerón la patria no es el lugar en donde uno nace, sino aquel en donde puede realizarse como ser humano y eso es un pensamiento bastante acertado, pero aún así, para mí la patria es aquella Habana de los años cincuenta con la que añoro encontrarme cada día aunque sea un imposible, porque como dijera el mismo pensador, la vida feliz y dichosa es el único objeto de toda filosofía.


Ya hablamos de lo que era La Habana de Noche en otros artículos, pero la vida nocturna habanera era tan rica y variada que hay mucha tela por donde cortar, por lo que voy a referirme a las cosas más usuales que hacían los habaneros, los visitantes y los turistas, cómo pasaban las noches en una velada nocturna típica de La Habana de los años cincuenta.


Las opciones eran infinitas e iban desde las más sanas hasta las más deshonestas, había para todos los gustos y para todos los bolsillos, pero voy a referirme a las más aceptadas y concurridas, las más exclusivas y las más populares, pero todas iluminadas por las luces de una ciudad maravillosa.


Los fanáticos del cine.


El cine era el entretenimiento mayor en la ciudad con más cines en el mundo entonces.  Estaban los estrenos en funciones de gala en los cines de lujo que exhibían las últimas producciones cinematográficas, pero estaban también los numerosos cines de barrio, más modestos y con filmes que ya habían pasado por los circuitos de estreno.  Todos, absolutamente y casi siempre estaban a lleno completo o bien repletos, porque el cine era atractivo y sobre todo muy barato comparado con otros espectáculos.  Ya fuera en las funciones de la llamada tanda (en horas de la tarde-noche) o nocturna (a partir de las ocho de la noche) el show siempre estaba disponible y si no se buscaban los cines de exhibición continua, en donde podías entrar en cualquier momento y marcharte cuando desearas, aunque quisieras ver varias veces la misma función.

                 Rocky Nelson-https://deportescineyotros.files.wordpress.com


La pelota

Otro espectáculo muy gustado era la pelota, o béisbol, que para los cubanos es simplemente "la pelota".  Es mucho más que el deporte nacional, es más que un pasatiempo, es una pasión, por eso nuestro lenguaje está lleno de expresiones beisboleras porque todos tenemos mucho de peloteros y de managers:  


“Botó la pelota

Está en tres y dos

Lo cogieron fuera de base

Está arriba de la bola

Lo cogieron movido

Es ao (out) por reglas

Batea por las dos bandas

Esconde la bola

Le da (meterle) a algo en la misma costura

Está con las bases llenas

Ese es cuarto bate

Chocar con la bola

Entrar en caja

Estar fuera de liga

Dar por segunda base

Se llevó la cerca “


Todas con un significado muy claro comparado con las situaciones que se presentan en este deporte, porque recordemos que Cuba era considerada la segunda plaza en importancia de la pelota profesional en el mundo en la década de los 50.


Había cuatro equipos en la Liga Profesional Cubana: Almendares, Habana, Cienfuegos y Marianao.  Y no hacían falta más.  Todos eran equipos de calidad integrados siempre por los mejores, que casi todos eran también jugadores de equipos de Grandes Ligas y algunos peloteros de otros países, sobre todo americanos, convertidos en ídolos de nuestra pelota junto a los cubanos, como Tom La Sorda y Rocky Nelson, este último una curiosidad y más que ello una leyenda en la pelota cubana, donde mayor éxito tuvo.  Pero existían limitaciones que regían la cantidad de jugadores extranjeros y que solo tuvieran dos años jugando en Grandes Ligas, para garantizar que la inmensa mayoría fueran cubanos.  


Sumamos a la lista de los foráneos al gran Willie Mays, el fantástico pitcher Don Newcombe, Sal Maglie, uno que lanzaba sin wind up y al que le decían “el barbero” porque casi afeitaba a los bateadores, Dick Sisler, Solly Drake, Hal Smith, Jim Bunning y “el Diablo” Willie Wells.   La Liga de peloteros negros norteamericanos aprovechó la oportunidad y muchos jugaron en Cuba, entre ellos leyendas como Leroy “Satchel” Paige, Roy Campanella, Monte Irvin y muchos otros, que más tarde serían grandes estrellas en la MLB al eliminarse la injusta barrera racial. 


Si el juego era entre los llamados "eternos rivales", Almendares y Habana, aquello era el acabose y aparte de disfrutar el juego, tomándose una cerveza o gustando de un pan con lechón, también podías apostar a quién ganaba el juego o hasta a sí ponchaban al bateador o daba un jonrón y casi nunca había problemas ni escándalos por ello.  


Y en el verano estaba la Triple A, donde los Cuban Sugar Kings siempre estuvieron entre los mejores equipos en la antesala de las Grandes Ligas, o sea que en Cuba se jugaba el mejor béisbol del mundo después de Estados Unidos.


Los Cubans obtuvieron la victoria en la Pequeña Serie Mundial de 1959, cuando el club de Bobby Maduro se convertía en mucho más que otro campeón por el Circuito Internacional Triple A del Beisbol Organizado en su franquicia de la Triple A.  Pero a diferencia de los otros equipos de la Liga Internacional no eran una sucursal, sino tenían un acuerdo con los Cincinnati Reds.  Durante seis campañas los Havana Sugar Kings, su nombre oficial, no solo ganaron un campeonato sino que estuvieron varias veces en el play off y tenían un futuro asegurado como sede de un equipo de Grandes Ligas, lo que fue tronchado por la revolución marxista.


A diferencia de los demás equipos de la Liga Internacional, los Cubans no eran un equipo sucursal en el sentido tradicional del término, sino que mantuvieron, hasta su desaparición, un Acuerdo de Trabajo con los Rojos del Cincinnati que les permitía recibir refuerzos de ese club de la Liga Nacional y negociar con ellos jugadores que serían promovidos a las Grandes Ligas.  Y por eso la pelota era uno de los mayores atractivos nocturnos de La Habana.


El Jai Alai


El Jai Alai o pelota vasca, en el Palacio de los Gritos, contaba también con miles de fanáticos y siempre estaba lleno. Y no le decían el Palacio de los Gritos por gusto, un deporte que sorprende por su rapidez y que excita hasta a un muerto no podía dejar de tener tanta gente amante de ese nerviosismo amplificado por el vocerío y los gestos que lo acompañaban.


Los vascos trajeron el Jai Alai a Cuba en 1898, casi al final del dominio español, y en 1901 ya se inauguró el primer frontón Jai Alai en América, en La Habana.  Su éxito hizo que en la feria mundial de 1904 en St. Louis Missouri, llegara este juego a los Estados Unidos.


Las temporadas empezaban en octubre y terminaban a finales de junio, 9 meses intensos tras los cuales los pelotaris y corredores de apuestas regresaban a España con una fortuna.    El término de Palacio de los Gritos no respondía solo por lo emocionante de la competencia, sino también por las apuestas, todo era gritos y emoción. Hemingway, con una larga relación con los vascos, fue uno de los mayores amantes e impulsores del Jai Alai.



El Coney Island


El Coney Island, ese gran parque de atracciones situado en Brooklyn, tuvo su versión cubana en la playa de Marianao, siendo inaugurado en 1918 como Coney Island Park y junto al balneario de La Concha y el Habana Yacht Club, fueron una de las atracciones más famosas de latinoamérica. .


Este parque de diversiones era disfrutado tanto de día como de noche. Los caballitos, sillas voladoras, carros locos, la Estrella y la Montaña Rusa, que era de madera, funcionó desde 1951 hasta los ochenta, y el parque estaba esperando por uno a toda hora.  Y si no se satisfacía con ello podía cruzar la calle e incorporarse a una de las decenas de clubes y bares donde encontraba no el mejor ambiente, pero sí la mejor música en vivo entre los que destacan La Taberna de Pedro, Selva Club, los cabarés Panchín, Rhumba Palace, Pennsylvania o Mi Bohío y el más concurrido, el Choricera Club. Y encontrabas, probablemente, las mejores fritas de La Habana y exquisitas ofertas criollas en los restaurantes La Cocinita y el Himalaya.



París en La Habana


No me refiero al Teatro Shanghai, esa sería una triste comparación, aunque en el famoso teatro semipornográfico había números imitando a los teatros parisinos, sino a Los Aires Libres del Paseo del Prado, que eran una versión tropical de la Rue de Paix en París, pero con más sabor.  Sin duda uno de los lugares de cita infaltable de los habaneros y sobre todo de los turistas, en particular los que existieron en los bajos del Hotel Saratoga.  La vista del Capitolio y sus jardines, con un buen acompañante, buena música y el trago preferido, no tenía desperdicio.


En resumen, los Aires Libres del Prado fueron un punto de encuentro por excelencia de varias generaciones de habaneros y turistas, donde las más exitosas orquestas populares se presentaban a lo largo de varias tarimas que iban desde Prado y Dragones hasta el teatro Payret, atendidas por decenas de bares y todas al aire libre en un ambiente de fiesta imparable.  Cuando Hemingway escribió su obra: “París era una fiesta”, podía también haber hecho extensiva esa calificación a La Habana.


Bares, cabarés y restaurantes


La Habana nocturna estaba llena de luces, de anuncios neón y de bares y cabarés.  Y si no alcanzaban, en cualquier bodega había una barra donde podías tomar cualquier cosa.  Todos se empeñaban en que la cerveza estuviera más fría, que su oferta fuera más variada y que los "saladitos" o acompañantes de las bebidas fueran los mejores.  Los bares competían por ofrecer mayor privacidad unos, más elegancia otros e impactante ambientación los más osados, como el Johnny's Dream con su barra a desnivel o el Eloy' s Club en Línea y F con su impactante pecera a lo largo de toda la pared, un espléndido nightclub al estilo de los años cincuenta de lo más hermoso que he visto en este tipo de comercios, el curioso Turf Club, la terrorífica “Las Catacumbas” en la Virgen del Camino y muchos otros.


De los cabarés ni hablar, estaban entre los mejores del mundo.  No voy a volver sobre un tema que he tratado ampliamente, pero Tropicana, Montmartre, Sans Souci, el Capri, el Parisién o el Copa eran la pista de los mejores músicos y cantantes cubanos y mundiales.


También había una gran oferta de restaurantes de todo tipo y categoría, predominando los de comida española y cubana, aunque había mucha variedad, entre ellos de gastronomía judía, árabe, francesa e italiana y cientos de fondas cubanas y de chinos, a lo que se sumaban las comidas callejeras, dominadas por las fritas y sándwiches cubanos, los panes con lechón y los ostiones y huevos de carey.


Lugares para bailar


Y muchos turistas iban a las Academias de Baile, como eran el Habana Sport en Prado y Neptuno, el Sport Antillano en Galiano y Marte y Belona al lado de la tienda Sears en la calle Reina.  Eso solo por mencionar los más céntricos, porque realmente en muchos barrios, en particular en el Cerro, la Víbora y San Miguel del Padrón había muchos otros lugares para bailar y para aprender a bailar.


Y para bailar solamente, La Habana era famosa por la cantidad de lugares donde se bailaba a todas horas, para todo tipo de gusto y categorías porque  si algo le gusta al cubano es el baile y para ello había sitios acorde con cualquier bolsillo. 



Había sociedades regionales y hasta las llamadas sociedades para personas de color, pero en todas existía un entretenimiento sano.  El Pilar, Curros Enríquez y muchas otras eran muy concurridas.


Las cerveceras, entre las que destacaba los jardines de La Tropical, tenían salones destinados al baile y donde tocaban las mejores orquestas y no existía la inseguridad que ahora impera.  


Las cafeterías: el café con leche y el batido


La Habana estaba llena de cafeterías-lecherías que ofrecían alimentos ligeros (si se puede considerar ligero a un sandwich cubano, una medianoche o un tamal preparado), café, leche fría, café con leche (un infaltable lo mismo para acostarse que para conversar que para hacer un negocio), pastelitos, croquetas, frituras y los batidos.  Los lugares con menos variedad los ofrecían de chocolate, leche malteada o trigo pero en muchas la oferta abarcaba todo tipo de frutas.  


Había muchos que repetían más de una vez al día la combinación perfecta: un café con leche bien fuerte servido en un vaso de cristal grande y grueso y un pan cubano con mantequilla.


Si andabas cerca del Prado no podías dejar de ir al Anón de Virtudes, donde cualquier cosa sabrosa era posible tomar, y si te tomabas allí un batido de mamey o una champola, nunca la ibas a olvidar.  Y como esa catedral de las frutas había otros establecimientos tratando de igualarla.  Entonces Cuba era un paraíso donde había todo tipo de frutas en abundancia tal que se exportaban a Estados Unidos y España principalmente. 


Había sitios muy atrayentes como eran El Anón del Prado en el Paseo del Prado entre Virtudes y Neptuno, pero hoy las ruinas de El anón de Virtudes son tan imposibles de recuperar como la champola que allí se tomó García Lorca o que nos tomamos nosotros más de una vez en esos lugares o en otros que también desaparecieron junto con las guanábanas, los canisteles, los anones, las chirimoyas y los caimitos.


El entretenimiento de los pobres


Los que no tenían ni para el cine, ni la pelota, ni el Coney Island, para ir a un bar, un restaurante o un cabaré y ni siquiera para tomarse un café con leche o una cerveza, tenían dos opciones, nada desdeñables:  el Prado o el Malecón.


En el Prado, junto a los leones, nos podíamos sentar y disfrutar de la vista del paso de los innumerables carros que transitaban en un sentido u otro.  Convertibles, Colas de Pato, Fotingos, iban muchos con un solo objetivo, darle la vuelta al Prado desde la calle Monte hasta el Malecón, ver el paisaje, disfrutar del fresco y meterse con la gente.  Si tenías suerte podía aparecerse y plantar su show cerca de donde estabas, uno de los "comecandelas", el "patinador de la muerte" o el "hombre rana", u otros de los raros personajes que hacían espectáculos para ver si sacaban aunque sea para una frita.  O los numerosos cantantes, dúos o tríos que daban todo un recital y después pasaban el cepillo pidiendo: ¡ayuden al artista cubano!.




Y un lugar privilegiado era el Malecón, el banco más largo del mundo, y también el más fresco, un lugar que invita al descanso, a disfrutar de la brisa marina, al relax, a ver la farola del morro, pasear de la mano a los niños y soñar con un mañana en que tenga dinero para ir a una de las tantas alternativas que ofrecía La Habana de noche.


Había otra opción, gratificante sobre todo en tiempo de navidad y reyes, que era pasear por las principales calles comerciales, como Galiano, a observar las vidrieras de las tiendas y sus ofertas para las fiestas.


Probablemente a la gran mayoría de los que viven hoy en La Habana, la única opción que les queda es la del entretenimiento de los pobres: o ir al Prado a ver pasar lo que pueda moverse, que ya no son colepatos ni convertibles, o irse al Malecón, eso sí, alejándose de los sectores donde se aglomera la comunidad LGBT (que antes conocíamos por otro nombre) o tratando de que no lo confundan con jineteros o jineteras, traficantes de drogas, o la fauna afín.  Y de ir a ver las vidrieras de las tiendas, mejor ni hablar.


Por ello lo más probable es que la gente se quede en su casa viendo la televisión, aunque la programación sea un clavo ardiendo, porque aunque no hubiera una pandemia, no hay mucho que buscar afuera.


A La Habana le llamaban los cronistas, el París de América, los que la visitaban por primera vez, asombrados, comentaban que la sociedad habanera de aquel entonces, podía compararse con la brillante sociedad parisina y es que La Habana era un multifacético abanico de lugares de entretenimiento y diversión, donde existían casi mil 200 bares o locales nocturnos musicales; 250 clubes sociales con actividad musical; 50 orquestas que habitualmente tocaban; 100 tiendas de discos y 150 comercios de instrumentos musicales, múltiples ofertas gastronómicas y deportivas, y a la par de todas estas ofertas te encontrabas en la capital de Cuba, la ciudad musical por excelencia y la más bailadora del mundo.


Simplemente recordemos que cuando Las Vegas no era más que una parada en el desierto, el “Tropicana” era ya un “paraíso bajo las estrellas”. Y ni se diga de los otros excelentes cabarets y casinos.


Tal parece que Neruda adivinara el triste destino que le deparaba a nuestra Isla cuando escribió:  


“...Y luego fue la sangre y la ceniza.


Después quedaron las palmeras solas.


Cuba, mi amor, te amarraron al potro,

te cortaron la cara,

te apartaron las piernas de oro pálido,

te rompieron el sexo de granada,

te atravesaron con cuchillos,

te dividieron, te quemaron…”


Pero al margen de esa triste realidad, para mi, y para muchos como yo, La Habana sigue siendo esa otra imagen que nos dejó el gran poeta chileno: “Desnuda eres azul como la noche en Cuba”.



 



viernes, 26 de marzo de 2021

Blue Monday

 


Blue Monday  

"La eternidad por fin comienza un lunes/ Y el día siguiente apenas tiene nombre"

Eliseo Diego


“Blue Monday how I hate Blue Monday

Got to work like a slave all day

Here come Tuesday, oh hard Tuesday

I'm so tired got no time to play


Here come Wednesday, I'm beat to my socks

My gal calls, got to tell her that I'm out

Cause Thursday is a hard workin' day

And Friday I get my pay


Saturday mornin', oh Saturday mornin'

All my tiredness has gone away

Got my money and my honey

And I'm out on the stand to play


Sunday mornin' my head is bad

But it's worth it for the time that I've had

But I've got to get my rest

Cause Monday is a mess


Saturday mornin', oh Saturday mornin'

All my tiredness has gone away

Got my money and my honey

And I'm out on the stand to play


Sunday mornin' my head is bad

But it's worth it for the time that I had

But I've got to get my rest

Cause Monday is a mess”


Escuchando mis memorias de cuando la música era tal cosa, disfruté otra vez a Fats Domino, ese negrito gordo de New Orleans (lugar donde junto a Louis Armstrong es casi un dios)  que no pasará nunca de moda, con uno de sus grandes éxitos “Blue Monday” o Lunes Triste.  En definitiva la letra tiene que ver con el lunes, al que califica como un desastre que odia mientras glorifica a los sábados y domingos por la mañana, por supuesto porque no hay que trabajar, pero para nada se refiere a lo que se conoce en Estados Unidos como Blue Monday, que se celebra el tercer lunes de enero y que algunos relacionan con un estado psicológico, pero que en el fondo es solo un producto más de la mercadotecnia y el imperio de las relaciones comerciales.

Y haciendo una disgresión válida, no entiendo por qué se considera racista decirle negros a los negros, solamente a los africanos, mientras a los blancos se les puede seguir diciendo blancos y no tiene ninguna connotacion discriminatoria.  Es una estupidez de marca mayor la definición de afroamericanos, entonces a los blancos como habría que decirles, europeoamericanos o algo así.  Emplear un término en forma discriminatoria en cualquier sentido, es fácil de detectar y comprender, como cuando el aprendiz de presidente, por suerte ya fuera de ese cargo, al que desprestigió, calificó a algunos países del tercer mundo o subdesarrollado como “países de mierda” y cuando igualó a los defensores de la democracia con los supremacistas blancos diciendo que en ambos bandos había gente buena. El racismo y la discrimación van mucho más allá de un término empleado, al menos en Cuba, históricamente sin un sentido segregacionista o excluyente.


Quizás basado en esa política racista del aprendiz, logró obtener el voto de muchos Baby Boomers criados dentro de esos conceptos retrógrados que comparten con él, porque como dijera Gandhi:  "si hay un idiota en el poder es porque quienes lo eligieron están bien representados".  Si alguien trata a los demás como si fueran una mierda, sin duda esa persona  tiene problemas, porque la gente normal no va por ahí destruyendo a otros seres humanos, ni se debe considerar superior a otros, porque eso denota que realmente se sienten inferiores.

Y ello no tiene nada que ver con el conservadurismo, sino con un pensamiento muy pasado de moda y condenado por la historia.  Al final los africanos fueron traídos a la fuerza a América, mientras de Europa vino al nuevo continente no precisamente lo mejor, a la par de que los verdaderos dueños de este hemisferio fueron exterminados o subsisten en pequeñas cantidades en reservas en donde han sido confinados.  ¿Cómo se sentirían los europeos si una avalancha de indios americanos, africanos o asiáticos hubiera, con el mismo rasero que ellos aplicaron en el resto del mundo, conquistado e impuesto su cultura en esas tierras?.  No empleen para justificarlo el que su sociedad estaba más desarrollada porque no fue eso lo que mostraron en sus guerras de conquista, sino todo lo contrario: deshumanización, abuso, explotación y una conducta comparable al holocausto de los judíos por el nazismo.

Sin duda alguna hay que llegar a dos conclusiones con lo que ha ocurrido muy recientemente en Estados Unidos: lo que no se puede solucionar pasando página, se arregla cambiando de libro, de ahí los resultados abrumadores de la última elección y la otra, que tiene un viso más filosófico, que nos ratifica que la estupidez se basa en que conociendo la verdad y viéndola, los estúpidos aún siguen creyendo las mentiras.

Cuando yo era joven, en los años cincuenta y sesenta, al lunes se le conocía indistintamente como el día del zapatero, el día del albañil, y otros títulos.  El que más recuerdo es el del zapatero porque en mi familia había unos cuantos.

Pero volviendo al Blue Monday, el creer que el tercer lunes de enero es el día más triste del año tiene tanta lógica como pensar que rezarle a la Virgen de la Cueva va a traer lluvia, o que San Isidro Labrador va a quitar el agua y poner el sol, es ponerlo al mismo nivel que el pensamiento místico imperante en muchos países, pero sobre todo en los más atrasados.

“Azar es una palabra vacía de sentido, nada puede existir sin causa:, había dicho Voltaire, el que afirmaba que el azar realmente no existía, y yo estoy de acuerdo con él.


Pero vayamos por partes, esto no tiene nada que ver con que sin lugar a dudas el lunes es el peor día de la semana. Se termina el fin de semana, el ocio y el disfrute y hay que empezar a trabajar. Y si hablamos, concretamente, del tercer lunes de enero cuando se quedaron atrás las vacaciones navideñas y arrecia el frío y está presente la llamada “cuesta de enero”, donde normalmente se suceden subidas de precios y tarifas que afectan a la capacidad de compra y al nivel de vida, a lo que se suman los gastos no acostumbrados de fin de año. sin duda alguna vamos a estar un poco deprimidos.  Pero volvamos a nuestro tema, el Blue Monday, no el de Fats Domino, sino el actual.

La confluencia anual de estas coyunturas fue el origen del llamado Blue Monday, que se puede traducir como el Lunes Triste, o el día más triste del año, lo cual no tiene mucho sentido real, aunque sin duda nos veamos afectados por el clima, la insuficiencia del salario para pagar las deudas, el adiós a las festividades y el acomodarnos a nuevas situaciones con el consabido recelo (o la certeza negativa) de poder cumplir los propósitos para el nuevo año.

El mes de enero y el comienzo del año es, lo pensemos o no, un momento de reflexión y evaluación de nuestra vida.  Los psicólogos estudiosos de los mecanismos de mercado, aprovecharon este momento para darle sentido a una campaña para aumentar las ventas de viajes, cortos o largos, como una forma de olvidarnos un poco de la situación, recuperar el aliento y trazarnos nuevas metas al margen del clima y las deudas y cualquier otra adversidad. 

El Blue Monday, el día más triste o el lunes más triste, tiene que ser considerado como una forma adecuada de resiliencia, esa palabrita tan de moda y que no es más que nuestra capacidad de afrontar momentos difíciles y adaptarnos a las nuevas circunstancias y acostumbrarnos a que esa sea nuestra nueva realidad.

El Blue Monday no es un término negativo absoluto; puede ser que ese día consigas un mejor trabajo, un ascenso, conozcas a alguien que te interese, o hasta te ganes la lotería, porque dentro del abanico de probabilidades, por remotas que sean, no hay nada definido.

Pero además Fats Domino, el gran músico que nos dejó maravillas como Blueberry Hill, Kansas City, I'm Walking, Ain't that a Shame, Walking to New Orleans y tantas otras, con las que puso a New Orleans en el mapa musical de Estados Unidos y del mundo, no pudo referirse al Blue Monday del que hablamos porque este concepto surgió a comienzos de este siglo cuando Sky Travel, una compañía británica de viajes impulsó el concepto de que al ser uno de los días más oscuros y fríos del año, sumado a los factores de que hemos hablado, los niveles de motivación caían a niveles bajos, por lo que había que estimular lo contrario tomando acciones agradables.

Hasta los psicólogos de la NASA estudiaron el tema y lo relacionaron con las depresiones resultantes de la soledad y aislamiento de los astronautas, por lo que determinaron que plantearse nuevas metas, nos regenera completamente.


Aparte de Domino, hay otra referencia a los lunes en la canción Monday Monday (Lunes Lunes) del cuarteto The Mamas and the Papas.


“Monday, Monday

So good to me

Monday mornin'

It was all I hoped it would be


Oh Monday mornin'

Monday mornin' couldn't guarantee

That Monday evenin' you would still be here with me


Monday, Monday

Can't trust that day

Monday, Monday

Sometimes it just turns out that way


Oh, Monday mornin'

You gave me no warnin' of what was to be

Oh Monday, Monday

How could you leave and not take me?


Every other day (every other day)

Every other day

Every other day of the week is fine, yeah

But whenever Monday comes (but whenever Monday comes)

But whenever Monday comes

You can find me cryin' all of the time…”


Que dice más o menos en español”


“Lunes, lunes, tan bueno para mí

Lunes en la mañana, era todo lo que esperaba que fuera

Oh, Lunes por la mañana, Lunes por la mañana no podía garantizar

Que ese Lunes por la noche todavía estarías aquí conmigo


Lunes, lunes, no puedes confiar en ese día

Lunes, lunes, a veces solo resulta de esa manera

Oh, lunes por la mañana, no me diste ninguna advertencia de lo que ibas a ser

Oh lunes, lunes, ¿cómo puedes irte y no llevarme?


Cualquier otro día, cualquier otro día

Cualquier otro día de la semana estaría bien, si

Pero cuando llegue el Lunes, pero cuando llega el lunes

Me puedes encontrar llorando todo el tiempo…”


Y The Bangles, el exitoso cuarteto femenino nos trajo un popular número: Manic Monday, Lunes maníaco, deseando que en lugar de lunes fuera domingo otra vez:


"It's just another manic Monday (Woah, woah)

I wish it was Sunday (Woah, woah)

'Cause that's my fun day (Woah, woah, woah, woah)

My I don't have to run day (Woah, woah)

It's just another manic Monday".


Y el grupo británico Cream nos dio Stormy Monday (Lunes tormentoso) que dice que no solo los lunes son malos, sino también los otros días de la semana y donde todos finalizan arrodillándose en la iglesia para rezar.


“They call it stormy Monday, yes but Tuesday's just as bad

They call it stormy Monday, yes but Tuesday's just as bad

Wednesday's even worse; Thursday's awful sad


The eagle flies on Friday, Saturday I go out to play

The eagle flies on Friday, but Saturday I go out to play

Sunday I go to church where I kneel down and pray”...


Como vemos, de una u otra forma, todos satanizan al lunes como un día detestable, por lo que hay que ir más allá y ver de donde sale la definición del lunes. 

La palabra “Lunes” viene de la expresión latina “Lunae”, o sea la luna, por lo que corresponde al Día de la Luna y desde que se impuso el calendario gregoriano, es el primer dia de la semana y el primero laboral después del domingo, según las normas que se siguen en la mayoría de los países del mundo, aunque litúrgicamente pueda existir otra forma.

Gracias al emperador romano Constantino, que como político astuto buscaba un equilibrio entre la religión y la economía, organizó la semana acudiendo a las experiencias históricas creadas en Mesopotamia milenios atrás, donde por primera vez se dividió el tiempo en períodos más cortos, acomodándose a la rotación de la Luna alrededor de la Tierra, que era de 29 días y medio y que se acomodó a 28, surgiendo la semana de siete días organizando matemáticamente la vida cotidiana, nombrando los días honrando a los dioses y creando el dia de descanso, el domingo, todo lo cual empezó el 7 de marzo del año 321.  Después del descanso, había que volver al trabajo, y eso recayó en los lunes.

En la medida en que el hombre fue desarrollando la civilización y adquiriendo conocimientos científicos, se fue asumiendo el ciclo solar y las estaciones, las que se dividieron convencionalmente en cuatro períodos anuales, apareciendo los calendarios solares y lunares como el helénico, el romano, el juliano y el actual gregoriano.

Y respecto a las semanas estaban la egipcia de siete días, la romana de ocho, que fue desestimada y asumida la pagana de siete por Constantino I el Grande en el siglo IV.  


El Sistema Métrico Decimal aplicado al calendario

Siglos más tarde la revolución francesa quiso implantar una semana de diez días, lo que fue abolido después por Napoleón.  Vale la pena que nos detengamos en esta curiosidad.

Los revolucionarios franceses quisieron adaptar el calendario al sistema decimal y eliminar de él todas las referencias a religiones o misticismo, convirtiendo las semanas de diez días de duración, con días de 10 horas, las horas con duración de 100 minutos y los minutos con 100 segundos.  Pero estas décadas o semanas de diez días tendrían solo un día de asueto, un domingo cada diez días.  Esto fue considerado una división más científica del año, a tono con el movimiento de los astros, las estaciones y fue instaurado durante 13 años desde 1792 hasta 1805 y es conocido como el "Calendario Revolucionario Francés".

Este es un tema que hay que analizarlo con detenimiento: cada mes tenía 30 días, divididos en tres semanas o décadas de 10 días cada una, por lo que las décadas encajaban perfectamente en los meses y como todos los años eran iguales, a excepción de los bisiestos, no había que cambiar anualmente el calendario.  Los días se llamaban primidi, duodi, tridi, quartidi, quintidi, sextidi, septidi, octidi, nonidi y décadi y este último era el dia de descanso del trabajo y como doce meses con sesenta días cada uno implicaba 360, por lo que faltaban cinco días, los que se colocaban al final del año y eran días de fiesta: les Fete de la Vertu (virtud), de la Génie (talento), du Travail (trabajo), de l’Opinion y des Récompenses y bisiestos tenían fiesta adicional, la Fete de la Révolution.


A su vez los meses harían referencia a las estaciones y se llamarían: vendimiario (de vendimia), brumario (de niebla), frimario (de escarcha), nivoso (de nieve), pluvioso, ventoso, germinal, floreal, pradeal (de pradera), mesidor (de cosecha), termidor (de calor), fructidor (de fruta).

Su gran problema es que la gente tuvo muchos problemas para adaptarse al nuevo calendario, representaba tres días más de trabajo sin descanso y sustituye las festividades tradicionales por otras, incluyendo los días de mercado y ferias, alterando toda la vida de la población.  Por lo que esto implicaba desde el punto de vista religioso, que dejaba a un lado y aunque no le importaba, Napoleón para congraciarse con el Vaticano, lo suprimió y volvió a lo anterior, lo tradicional.  Más tarde Napoleón rompió con el Vaticano pero también le convenía eliminar los vestigios de la democracia republicana que quiso implantar la revolución, así que siguió adelante con el regreso al calendario gregoriano.  Pero este no fue el único intento, más tarde vendría otro igualmente asombroso.



El calendario revolucionario soviético


Poco más de un siglo después, la revolución rusa cambió a una semana de seis días, cinco laborables y uno de descanso, lo que perduró hasta 1940.

El llamado calendario revolucionario soviético tuvo como objetivo incrementar la producción industrial, buscando que el descanso semanal no fuera simultáneo para todos los trabajadores y a su vez poner trabas a las celebraciones religiosas.   Rusia había sido prácticamente el único país europeo que no había abandonado el calendario juliano, por lo que la llamada Revolución de Octubre, en 1917 ocurrió realmente en noviembre y Lenin al frente del gobierno soviético entre las primeras medidas que tomó fue asumir el calendario gregoriano.

Tras la muerte de Lenin, el gobierno de Stalin consideró nocivo para la economía que todos tomaran el mismo día de descanso, por lo que se instauró el calendario revolucionario soviético que consistía en dividir el año en doce meses iguales de treinta días y los cinco restantes se añadían al finalizar cada trimestre sin pertenecer a ninguno y ellos eran: 

-La conmemoración de la muerte de Lenin y el Domingo Sangriento, el 22 de enero

-Los días de la Internacional Socialista, que incluía el día de los trabajadores, dos días después del 30 de abril

-Los días de la revolución proletaria, dos días seguidos al 7 de noviembre, aniversario de la Revolución de Octubre.

-En los años bisiestos se sumaba un día después del 30 de febrero.

A partir de 1929 la semana pasó a ser de cinco días, o sea que cada mes tenía exactamente seis semanas.  El domingo dejó de ser festivo o no laborable y los trabajadores se organizaron para su descanso en grupos con un día diferente cada uno.  Lo cierto es que con este sistema había más días de descanso, pasando a ser de 72 al año en lugar de 52 anteriormente.   Pero todo esto hizo más difícil la vida social y familiar, trajo consigo problemas de coordinación entre las diferentes ramas de la economía y al final no se consiguió incremento alguno de la productividad y la burocracia se complicó en forma extrema.


Por eso a finales de 1931 se implantó una nueva semana, ahora de seis días con una jornada común de descanso que serían efectivos los días 6, 12, 18, 24 y 30 de cada mes, hasta que en 1940 se volvió a la normalidad porque aquellos inventos habían tenido más complicaciones que resultados favorables.

Es por ello que los intentos de cambios y reformas del calendario en todo el mundo nunca lograron interrumpir definitivamente el ciclo de siete días.


Calendario Azteca

Y todavía no ha sido entendido a cabalidad el Calendario Azteca, que con la Piedra del Sol, muestras un verdadero mapa basado en un sistema trigesimal, el número trece.  Los meses contaban con veinte días y el año con 18 meses que no corresponden a un ciclo natural de tiempo sino a sucesos, acontecimientos cósmicos, naturales y humanos interrelacionados, y que más bien se ve representado en el período de gestación de las mujeres, asociado al acto de concepción, gestación y nacimiento.  Al final el Calendario azteca no es un calendario como tal, sino un símbolo del tiempo y la representación del mito de los Cinco Soles, del cual el símbolo del quinto es la llegada de Quetzalcóatl, identificada con la aparición de los españoles.

Cada día estaba regido por un dios azteca, así como existían deidades para los años, los meses, las semanas y hasta para las horas del día y de la noche, y los días tenían una fuerte simbología: Xóchitl (Flor); Quiahuitl (Lluvia); Tecpatl (Cuchillo); Ollin (Terremoto); Coxcacuauhtli (Zopilote); Cuauhtli (Águila); Ocelotl (Jaguar); Acatl (Caña); Malinalli (Hierba); Ozomatli (Mono); Itzcuintli (Perro); Atl (Agua); Tochtli (Conejo); Mazatl (Venado); Miquiztli (Muerte); Coatl (Serpiente);  Cuetzpallin (Lagartija); Ehecatl (Viento); Cipactli (Caimán).

Cada uno de los veinte días representa los atributos que el ser humano debe desarrollar en su interior.


Los lunáticos.

Todo este movimiento alrededor del lunes estuvo basado también en un sustento pseudocientífico asociado con la Luna.

Recordemos que lunático es aquel que padece locura, pero no de forma continua sino por intervalos, respondiendo a las fases de la luna, lo que se cree que influye en el comportamiento humano.   De manera que los pueblos primitivos adoraban a la luna y los poetas la hicieron suya.

Solo hay que remitirse a esa magnífica interpretación de los Chalchaleros, Sapo Cancionero:


“Sapo de la noche, sapo cancionero

Que vives soñando junto a tu laguna

Tenor de los charcos, grotesco trovero

Estás embrujado de amor por la luna

Tenor de los charcos, grotesco trovero

Estás embrujado de amor por la luna


Yo sé de tu vida sin gloria ninguna

Sé de las tragedias de tu alma inquieta

Y esa tu locura de adorar a la luna

Es locura eterna de todo poeta

Y esa tu locura de adorar la luna

Es locura eterna de todo poeta…”


Lo cierto es que la luna influye en las mareas, y por ende algunos sabios, en la era temprana de la ciencia, pensaron que si el océano, tan vasto, podía ser alterado por su acción, cómo a los fluidos de nuestro organismo no le podría ocurrir lo mismo.   

Quizás por eso de cierta forma se ha asociado a los mitos de vampiros, hombres lobo y zombis.  La luna pasó de ser adoración de los enamorados y contemplación de los científicos a símbolo terrorífico.

Por eso la luna de hoy lanza su luminosidad sobre un mundo oscurecido por el miedo, la muerte y la incertidumbre, quizás con menos fuerza que antes.   El hombre pudo posar sus plantas en ella, pero los inmensos avances tecnológicos no han ido a la par con el desarrollo de la sociedad humana, sino todo lo contrario.  Por eso le seguimos teniendo miedo a la luna llena, que es la que vemos en esta fase lunar, porque llena siempre está.


Lunes de zapatero

Una de las frases que se me quedó grabada en mi infancia fue: “es lunes de zapatero”.  Yo tenía dos tíos maternos zapateros, dos tíos abuelos zapateros y mi padre había también trabajado como tal, así que en la familia se sabía bien qué cosa era un zapatero, ya fuera remendón o fabricante de zapatos.  Bigornia, costura, piel, suela, garrapata o bage, puntillas, martillo, contrafuerte, tacón, neolite, tapita, media suela, costura, chaveta, lezna, tenaza, escofina, manopla, mandil eran palabras que se usaban corrientemente en la era en que los zapatos se reparaban y los hechos a mano eran muy aceptados.

 En un pequeño local junto al Canal del Cerro, en la calle Salvador, mis tíos tenían un taller de reparación y confección de calzado a la medida y gusto del cliente.  Y tras ellos irse a vivir nuevamente a Bejucal, donde fueron por décadas los zapateros más reconocidos, en mi casa quedaron una máquina de coser y otras herramientas, por lo que al quedarse mi padre cesante a causa del golpe de estado de Batista en 1952, se dedicó a fabricar chancletas y venderla de forma ambulante, hasta en el tren de Hershey iba a Matanzas a venderlas.


Y la famosa frase del Lunes de zapatero, se refería a que a veces, porque la clientela no tenía otra opción a causa del trabajo, hacía que los zapateros tuvieran que trabajar hasta los domingos, día que además empleaban en limpiar y ordenar el área de trabajo, afilar y engrasar las herramientas y entonces se tomaban el lunes de descanso.

Algunos consideran este oficio pobre y que no trabajaban los lunes porque se emborrachaban o porque eran unos vagos, y nada más lejos de la verdad.  Todos acudían al zapatero, un buen zapato, como eran todos de piel entonces, podía durar mucho más si lo llevaban al zapatero y la gente no tenía, como ahora, más pares de zapatos y ropa que la que necesitaban, como ahora que se vive en un derroche permanente y creciente.

El martes, cuando reanudaban su labor, los zapateros tenían la chaveta bien afilada.

Pero el lunes no es la única fecha maldita, hay otras muy conocidas y más temidas.


Otros días malditos para entretenernos

Tanto el martes 13 para los latinos, como el viernes 13 para los americanos, franceses y portugueses, son consideradas fechas de mala suerte, con distintos orígenes, pero todos asociados a tragedias y sufrimiento.

Antes de entrar en el tema veamos algo relacionado con el número trece, sin duda tonterías sin fundamento alguno, pero al ser humano le gusta lo desconocido y en lugar de buscarle una explicación científica, algo que cuesta mucho trabajo, prefiere caer en el misticismo y la fantasía que se asimila más fácilmente pues no requiere de cuestionamientos ni respuestas.


Primeramente en la Biblia, en su capítulo 13, el Apocalipsis, corresponde al anticristo y a la bestia o diablo.  De ahí deriva que sea un número que hay que evitar por su carácter maligno, y por ello Aerolíneas como, Air France, Iberia, United, Aeroméxico, Avianca, Ryanair, Alitalia y Lufthansa, por mencionar algunas, han optado por prescindir de estas filas de asientos para evitar el mal augurio del número 13.   También muchas edificaciones de Estados Unidos, México, y otros países no tienen piso 13 ni aparecen en el elevador registrados, simplemente no existen.  Esos pisos se renombran como 14M, o 12B.  En realidad es solo una respuesta a un proceso supersticioso, pues de hecho existe físicamente, es igual que si nos saltamos una letra del abecedario o un número según su ordenamiento. En algunos países asiáticos llevan el tema más allá, pues aunque cuatro es un número relacionado con la muerte, no hay un solo edificio que tenga piso 4, ni tampoco el 13, pues su suma da 4.

Todo esto demuestra que las supersticiones son algo tan serio que provoca que la lógica se vea alterada por la debilidad de la mente humana.

Y a ello le podemos añadir, como también dijera Voltaire: “La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y bárbara, de ahí que en la medida en que la sociedad se desarrolla, crece una mayor maldad”.  Y las supersticiones solo hacen que nos hagamos la vista gorda de esa triste realidad.


Martes 13 y Viernes 13 son lo mismo

Martes 13 (ni te cases, ni te embarques, ni de tu familia te apartes) está vinculado a mala suerte, aunque su origen podemos hallarlo en historias de terror, supersticiones y películas y sustentado en creencias religiosas y leyendas, no en basamento científico alguno.  El martes está regido por Marte, el dios romano de la guerra, a su vez identificado con sangre, violencia y desastres.

Y mientras el 13 es considerado un símil de Judas, que traicionó a Jesucristo y sumado a los 12 apóstoles.  En la Cábala judía, el 13 se relaciona con espíritus malignos, en el tarot o lectura de cartas el 13 es la carta de la muerte y para los egipcios en el ciclo de la vida, el 13 representa la muerte.   El martes 13 de abril de 1204, (según el calendario gregoriano) durante la Cuarta Cruzada, cayó Constantinopla en mano de los otomanos.

Pero para los países anglosajones esa misma representación de días malditos, está asociada al viernes 13.  Como el viernes fue el día en que crucificaron a Cristo, esa creencia religiosa se convirtió en una aversión a la fecha y representaba no hacer algo importante ese día porque saldría mal.   La tradición sobre el viernes 13 se remonta a la época de los caballeros templarios, que fueron arrestados el viernes 13 de octubre de 1307, cuando fueron juzgados por un Tribunal de la Inquisición por herejía.


En la mitología nórdica, durante una cena entre los dioses, Loki, el dios maligno, fue el invitado número 13.  El viernes 13 de agosto de 1521 supuso el final del Imperio azteca, después de que el conquistador Hernán Cortes conquistara a México.

En el siglo XVIII, un buque de la marina británica fue bautizado como Friday o Viernes para burlarse de la superstición asociada a ese día de la semana y hasta su capitán se apellidaba Friday.  Partió un viernes y no se supo más de él.  A partir de la última cena de Cristo y sus apóstoles, se consideró que reunir 13 personas era de mal agüero, lo que fue reforzado porque se decía que se necesitaban 13 brujas para hacer un aquelarre, pero la era Victoriana en el Reino Unido, con sus creencias y su moral retrógradas, reforzaron la mala fama que traían los viernes 13.

Y por supuesto, en nuestros tiempos la saga de películas tituladas Viernes 13, junto a su pariente de la saga Halloween, hicieron resaltar esta alucinación colectiva para que nos sintiéramos más aterrorizados aún cuando llegara un día considerado maldito como el viernes 13.

Pero a pesar de todos los argumentos de que el viernes, el día dedicado a la diosa Venus, voluble y caprichosa, para muchos es efectivamente un día diferente, el mejor día de la semana porque le sigue el descanso.


Algunas curiosidades relacionadas 

Volvemos a Voltaire y su concepto de que el azar es algo sin sentido, y que nada puede existir sin una causa.

Para algunos todo en la vida es suerte.  Yo soy de los que piensan que en primer lugar está la causalidad y en segundo la casualidad.  Si luchamos por algo lo más probable es que lo logremos, aunque pueden existir casualidades que nos ayuden o nos perjudiquen, pero no todo se le puede dejar al azar,  la suerte o la mala suerte es relativa y ella depende del nivel de creencia que tengamos en la misma.

Hay quien le otorga una carga emocional a una fecha o a un objeto o hecho específico, pero eso es actuar como si uno fuera una pluma en el viento.  La suerte la llevamos dentro de nosotros mismos si luchamos lo suficiente y aprovechamos las oportunidades, que muchas veces valoramos inicialmente como algo negativo.  Ninguna pata de conejo nos va a dar buena suerte y un ejemplo es el cuento que leí una vez y no he olvidado.

“Un campesino era muy pobre pero otros le envidiaban que tenía un caballo que le ayudaba con las tareas del campo.  Un día el caballo se escapó y los vecinos le decían ¡Qué mala suerte!.

Al ir a ver si encontraba al caballo, el campesino regresó con varios caballos salvajes además del suyo, a lo que los vecinos le dijeron ¡Qué buena suerte!.

Al intentar domar uno de los caballos salvajes, el hijo del campesino se cayó y se fracturó una pierna y los vecinos se lamentaban diciendo ¡Qué mala suerte!.  A los pocos días vinieron oficiales de reclutamiento para llevar a los jóvenes al ejército, pero el hijo del granjero fue desestimado por su pierna rota, por lo que los vecinos exclamaron  ¡Qué buena suerte!.

Ante todos estos sucesos, el campesino siempre respondía con la misma expresión: ¡Buena suerte, mala suerte, quién sabe!.  Y tenía toda la razón, todo es relativo, tanto lo que consideramos buena como mala suerte.”

No obstante lo gráfico de la moraleja del cuento, hay cosas que la tradición recomienda no hacer un martes 13 como es cortarse las uñas, porque si lo haces saldrán padrastros o algo peor, y tampoco es bueno pelarse ese día.. 

“Superstition” o Superstición es una canción de Stevie Wonder donde dice: “Un bebé de 13 meses rompió el espejo. Siete años de mala suerte, buenas cosas en tu pasado. Cuando crees en cosas que no puedes entender, entonces sufres. La superstición no es la forma de hacer las cosas”.  Y es totalmente cierto, la superstición solo aporta sentimientos negativos.  


Hechos ocurridos en días malditos

Mark Twain, el humorista por excelencia, cuenta que una vez fue invitado a una cena en la que sería el invitado número 13.  A pesar de que su amigo era muy supersticioso y le advirtió que no fuera porque era un número de malos presagios, el escritor fue y a su regreso le contó al amigo:  Tenías razón, fue mala suerte, solo tenían comida para 12 personas. 

El 13 de diciembre de 1939, los llamados “incendios del Viernes Negro” comenzaron en Australia, duraron hasta el 20 de enero y dejaron 71 personas muertas, mil heridos y más de tres mil sin hogar, siendo uno de los mayores incendios forestales de la historia 

El conocido accidente del vuelo 517 de la Fuerza Aérea Uruguaya que cayó en los Andes y que transportaba un equipo de fútbol de ese país, ocurrió el viernes 13 de octubre de 1972.  Los accidentados, rescatados dos meses después, sobrevivieron comiendo carne humana.  El accidente ocurrió por un error del piloto y no por mala suerte.

Y el viernes 13 de enero de 2012, el crucero Costa Concordia se quedó varado en la isla de Giglio, Italia, y murieron al menos 32 personas por negligencia de su capitán.    El día de su botadura, la típica botella con la que se debe romper el casco del barco, no se rompió, por lo que algunos dicen que la mala suerte acompañaba al Costa Concordia desde un inicio, pero no se manifestó hasta ocho años después y después de haber recorrido los mares todo ese tiempo.  Y al final el naufragio del buque de mayor tonelaje de la historia fue resultante de la negligencia de su capitán y no de mala suerte.

Pero para remachar lo que trae consigo la superstición, esto es nada comparado con los decenas de miles de hechos catastróficos ocurridos a lo largo de la historia, por lo que podrían haber sucedido cualquier otro día.


Famosos nacidos viernes 13 o martes 13

Christopher Plummer, Steve Buscemi, Alfred Hitchcock,  son algunos de los nacidos en un día fatídico como este y seguramente habrá millones que no sabemos quiénes son, pero al menos veamos algunas pinceladas sobre estos.

Alfred Hitchcock, uno de los más influyentes directores, productores y guionistas de cine con más de medio siglo de exitosa carrera y murió a los ochenta años.  En tanto, se dice que los niños nacidos en estas fechas serán desgraciados, tendrán una vida corta y su ideal será la guerra. Ni Plummer, ni Buscemi ni Hitchcock fueron guerreros, todo lo contrario y Plummer murió recientemente a los 91 años, Buscemi con 63, está en su plenitud y Hitchcock ya vimos murió a los ochenta tras una fructífera vida.

Pero para rematar y desgraciar mi teoría, apareció Fidel Castro, que nació el viernes 13 de agosto de 1926.  Voy a dejarlo ahí porque si algo aprendí de chiquito es que la excepción de la regla es una forma de confirmarla y no hay otro ejemplo más preciso.


Otros inventos con el calendario.

El hombre siempre está inventando y en esta epoca de consumismo extremo surgieron algunas fechas destinadas a levantar las ventas y llevar los números de rojos a negros. Entre ellas están el Black Friday y el Cyber Monday.


Black Friday

“Black Friday” o Viernes Negro, surgió como una forma de incentivar las ventas con supuestas grandes rebajar el último viernes de noviembre, el día posterior a la celebración de Thanksgiving y que con el tiempo se ha alargado a todo el fin de semana y hasta se ha extendido más.  De Estados Unidos se ha extendido a otros países y en particular en México se conoce como el Buen Fin.

Se dice que hay grandes rebajas y facilidades para las compras de navidad, y hasta se han vuelto aglomeraciones peores que las colas en Cuba.  Pero en mi percepción personal, al menos en México vi como un artículo, que se había comprado en un precio dado, éste le era aumentado y en el momento en que llegaba el Buen Fin era nuevamente llevado a su valor original, para que pareciera que estaba rebajado, todo un truco porque detrás de ello no había ninguna oferta especial.  No puedo dar fe de Estados Unidos, pero esa fecha me recuerda tanto a Cuba con sus matazones y peleas que ni quiero saber del tema.

Y como el comercio electrónico sigue imponiéndose, surgió el Cyber Monday o Lunes cibernético, la compra en línea el siguiente lunes a Thanksgiving o Día de Acción de Gracias.  El Ciber Lunes probablemente tenga más éxito que el Black Friday que para mi que ya consumió su frescura, aunque igual que en política y en religión, abundan los que se lo creen todo y asumen como realidad las mayores mentiras de tanto repetirlas.


El verdadero Lunes

El lunes verdaderamente no es un día para amarlo.  Los lunes se producen las mayores congestiones de tráfico, es el día que todo el mundo ha esperado para ir al médico, aunque algunos pensando esto van el martes y se encuentran con todos los que pensaron igual que él, el día que la gente va al banco o a cualquier gestión de cualquier tipo porque estuvieron preparándose y pensando en ello todo el fin de semana y a todo esto le podemos sumar que es precisamente el día en que todos tienen menos ganas de trabajar.

Y otra cosa interesante, y que no tiene nada que ver con el azar, para los que crean en él.  


Los lunes y los infartos según el American Heart Journal

Un estudio del American Heart Journal, llegó a la conclusión de que a principios de mes, a principio de semana (los lunes) y en las primeras horas de cada día la gente está más afectada por el estrés.  Todos los que llegan a ver al médico con opresión en el pecho, aseguran que han estado en situaciones estresantes los últimos días u horas antes del episodio.  A esto se le pueden sumar momentos excepcionales como la actual pandemia de Covid-19, eventos políticos o deportivos o circunstancias familiares, todas las cuales generan inestabilidad emocional y aumento de las afecciones cardiovasculares.

Este estudio se basa en que a comienzos de mes está presente el pago de las facturas a las que hay que hacerle frente, que por las mañanas hay que levantarse más aceleradamente para llegar a tiempo al trabajo y es cuando se producen tardanzas por aglomeraciones en el transporte.  A ello se le suma un componente importante del lunes, cuando se ha dejado atrás la relajación del fin de semana, donde hemos disfrutado probablemente de excesos en comidas y bebidas, lo que hace que arrastramos ese abuso con mayor fuerza..


Por eso no nos gustan los lunes, porque regresamos a las actividades de rutina, tenemos que asimilar con más vigor las presiones del trabajo y de la vida moderna, lo que hizo que el estudio concluyera con que el día donde se producen más infartos son los lunes, mientras que el sábado es cuando menos casos se manifiestan.  El lunes no solo es el día más rechazado, sino también el de mayor riesgo para el corazón.

Pese a todo ello, al final cualquier día puede ser tu día de suerte, inclusive un lunes.  Y aunque no todos los días son soleados, hay veces que los rayos de sol tienes que crearlos tú mismo.

Por si fuera poco, Georges Simenon, con su personaje del comisario Maigret, nos explica que, según dicen en el Quai des Orfèvres, la dirección de la Policía Judicial de París, los lunes no suelen ocurrir asesinatos.

Y los religiosos, o más bien los cristianos, que aseguran que Dios creó al mundo y todo lo que en él existe en siete días, aseveran que Dios dijo que el lunes no le quedó muy bien, pero fue a causa de ser el primer día que fabricó.   Si eso fuera cierto, yo voy a dar mi opinión: no le quedó bien ninguno. 




martes, 16 de marzo de 2021

Peliculas viejas que vale la pena volver a ver

 


Peliculas viejas que vale la pena volver a ver

"Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y , como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador."

Federico Fellini 


Ya que estoy inmerso del tema del cine y he escrito recientemente sobre las matinés, con películas y series muy malas pero que recordamos con mucha nostalgia, y también sobre el cine clase B y la hemorragia de películas fantásticas en los años cincuenta, ahora vale la pena mencionar aquellas obras que nos impactaron de tal forma que vale la pena volver a ver, algunas más de una vez y sin arrepentirnos de ello.

Cada vez que releo a Neruda, lo que hago a menudo, siempre me viene a la memoria la película Il Postino o El cartero de Neruda, un filme italiano que cuenta una experiencia única del exilio del poeta en una pequeña isla italiana y que nace con una profunda destilación de poesía, porque al final el cine es eso, poesía que nos hace soñar despiertos, viajar sin movernos de la butaca con sensaciones únicas difíciles de describir.

Por ello las películas son una parte importante de nuestros recuerdos y junto con las obras literarias abarcan un espacio incomparable de nuestras vivencias.  Ahora tenemos mucha tecnología, efectos visuales y de sonido que parecen reales, pero el cine de antes era puro arte, lo cual no quiere decir que haya dejado de existir, pero las posibilidades tecnológicas ayudan mucho a la excelencia de realizadores y actores y el gusto se ha ido yendo hacia la espectacularidad y no  hacia la profundidad.


Yo solo voy a traer a la memoria a dos filmes que son puro argumento, que se desarrollan en un único escenario y con los mismos actores: The Big Kahuna (1999), El Pez Gordo, identificado como un experto en su profesión y donde profundos monólogos se suceden con actuaciones maestras de Kevin Spacey y Danny DeVito y 12 Angry Men (1957) Doce hombres en pugna, ese filme de Sidney Lumet con Henry Fonda, Lee J. Cobb. Jack Warden y Martin Balsam que no nos debemos perder y que profundiza en las deliberaciones de un jurado.  No necesitaron nada más para lograr una obra de arte.

En la historia del cine existen producciones que han marcado la pauta por su éxito y significado para la audiencia. Todos esos clásicos merecen ser vistos sin duda, más de una vez, algunas fueron éxitos de taquilla y de crítica y otras no tanto a pesar de sus valores, que siempre son más importantes que lo que recauden.  Por experiencia de esta era en que vivimos, lo peor es lo más atrayente, sin duda alguna, para desgracia de todos.

La industria del cine hoy en día es muy diferente, bueno todo es diferente a antes de que existieran los soportes digitales e internet.  Conocíamos de las películas, actores y directores principalmente con la asistencia a las salas de proyección, viendo los carteles promocionales de las distribuidoras o leyendo las revistas más populares como Bohemia y Carteles, donde había secciones de crítica cinematográfica o por la vía más importante, la recomendación de aquellos que las habían visto.

Guillermo Cabrera Infante en un bar de Santiago de Cuba, 1959 https://lazarosarmiento.blogspot.com

A mi en particular me gustaba la crítica de G. Caín, seudónimo detrás del cual estaba nada menos que Guillermo Cabrera Infante, el después conocido escritor de talla mundial.   G. Caín era, desde el comienzo, un crítico diferente, relajado y con mucha gracia en la expresión y muy lejos de la retórica del especialista; un crítico dispuesto a decir sobre una película la primera barbaridad que se le ocurriera, así como se hacía eco de los comentarios oídos al vuelo en cualquier parte.  Esa combinación de escritor, reportero literario y aficionado a la crítica de cine, transformó el hecho de criticar en una obra narrativa.  Muchas veces algunos otros especialistas en la materia no estaban de acuerdo con lo que escribía, pero estaban conscientes de que había que leerlo, porque a pesar de lo que a veces consideraban descabellado, lo más probable es que tuviera la razón y además porque se atrevía a decir lo que otros callaban y a diseccionar los filmes al nivel que nadie lo hacía.

G. Caín, en el fondo, estaba invadido de una incontenible pasión por el cine y a ello le ayudaba su erudición, pero no fue un crítico convencional, más bien se llamaba a sí mismo un cronista.  Y como cronista, era el mejor, como lo demostraría después con sus numerosos libros, los que son el mejor retrato de La Habana en que vivió.

Pero algo que no se sabe de G. Caín es que sus críticas cinematográficas contaban con un aporte nada despreciable: el de los proyeccionistas, que en su mayoría se podrían definir como los más cercanos y acertados para juzgar muchos aspectos de las películas, ya que las veían una y otra vez y podían detectar logros y errores que con un solo golpe de vista pasaban inadvertidos.  G. Caín sabía que el cine de barrio era el rey, que allí confluye sabiduría y experiencia, buen gusto y hasta elitismo, pues para tener sensibilidad para el buen arte no requiere de ser muy letrado necesariamente.  Esas reacciones de otras personas las comparaba con sus valoraciones y le ayudaban a conformar una opinión. Después probablemente convidaba al proyeccionista, o a gente que conocía que eran asiduos habituales a un cine, a un café o una cerveza y así conversaba sobre lo que habían visto o hacía  referencia a otras películas sobre las que no tenía una valoración definida.  Gracias a esta forma de compartir opiniones y juicios, pudo transformarse de crítico de cine en un personaje que pudo combinar acertadamente una mezcla extrema de cinismo y humor.

G. Caín reflexionaba sobre el hecho de que no hay ningún niño que tenga entre sus objetivos ser crítico de cine, todos quieren ser médicos, científicos, escritores, aviadores, policías, capitanes de barcos, generales,pero nunca el oficio que había escogido, y mucho menos proyeccionista de cine.  A esos se llegaba por caminos misteriosos, pero que afortunadamente  después se convertían en una pasión.


Le llamó la atención que casi todas las películas del género western, presentaban a los cowboys como buenos y a los indios como unos asesinos sin límite y lo que había leído no se correspondía con lo que quería presentar Hollywood como la realidad de la conquista del oeste norteamericano.   Pero debemos estar consciente que no todo el mundo en Hollywood tiene cultura, si no cómo es posible que veamos trajes  y música española representada como si fueran mexicanas, una locación en un país como Chile donde la música de fondo es mexicana y los paisajes tienen palmeras, Cuba representada por una brasileña bailando samba con un sombrero lleno de frutas y diciendo ¡olé!.  Esas son las faltas de respeto que no se le pueden perdonar a la meca del cine a pesar de las magníficas obras que nos han dejado.  Y esas eran las cosas en las que machacaba G.Caín, como Caín, el hermano malo de Abel, sobre la película, y es que no le interesaba la retórica del especialista sino interpretar críticamente la obra pero a través de hacer literatura con un formato periodístico, algo que pocos sabían hacer, y que pocos han logrado en el mundo, como fueron García Márquez y Hemingway.

Sin saberlo, y salvando la distancia, yo lo imito en cierta forma porque voy a abordar un tema y hago igual que él, interrumpo lo que estoy diciendo para insertar anécdotas, recuerdos, citas o memorias antes de seguir con la idea original.  Creo que ese fue su triunfo porque me ocurre constantemente cuando escribo.  Y no se si lo haría por la misma razón que yo, que si no lo hago se me olvida.

                          Cinema Paradiso - https://upload.wikimedia.org


El proyeccionista del Edison.

Al conocer personalmente al proyeccionista del cine Edison me volví a preguntar por qué a los que hacían ese trabajo les gritaban  ¡cojo, suelta la botella!.   Esa persona, un hombre de mediana edad, delgado y alto, con espejuelos, con el que pude relacionarme porque el dueño del cine era amigo de mi padre y me daba pases todas las semanas para ir al cine gratis, también me daba recorridos por el cine y me contaba las particularidades del negocio, no a mi solo sino también a mi amigo y compañero del colegio Jose Manuel de Lázaro, hermano del famoso escultor Delarra, de cuyo padre también era amigo.

Así que gracias a la intervención del dueño del Edison, a cada función, llegábamos un poco antes y nos ponemos a ayudar el proyeccionista, cuyo nombre no recuerdo, y lo ayudábamos a mover los pesados rollos, a limpiar y a lo que hiciera falta y en ese entretiempo conversaba con nosotros mientras fumaba incesantemente cigarros Royal Suaves, que de cierta forma influyó en mí cuando comencé a fumar.  Allí conocimos como se empataban las cintas cuando se rompían, cómo había que hacerlo rápidamente para calmar los gritos del público y la increíble forma en que se trasladaban los pesados rollos de un cine a otro, a veces con pocos minutos de margen para lograr la continuidad de la proyección.  Llamaba la atención que eso lo hacían unos muchachos flaquísimos (por falta de comida o por el fuerte ejercicio) que cargaban con varios rollos en una bicicleta, los subían al cuarto de proyección y a su vez se iban con los ya proyectados para llevarlos a otro cine o al depósito en Ayestarán, una tarea titánica sin duda.  Recuerdo haberlos visto muchas veces por la Calzada del Cerro, muy pegados a la acera con su tremenda carga de rollos detrás amarrada con unas cintas, mientras las guaguas les pasaban a centímetros de ellos.  Eso no lo conocían los espectadores y mucho menos la angustia de los proyeccionistas cuando se acercaba el fin del rollo y no aparecía el mensajero.

Y fue en una de esas ocasiones en que nos contó que un conocido crítico de cine iba a menudo a verlo y a preguntarle detalles sobre las películas.  De ahí que supongo que fuera G. Caín u otro que le copió ese método de trabajo, pero eso queda en una nebulosa que probablemente nunca sepamos.

Las historias vividas por ese proyeccionista son tantas, que estoy escribiendo un libro precisamente con ese nombre, “El proyeccionista del Edison”, donde a partir de mis memorias, muy parecidas a lo narrado en el filme Cinema Paradiso, (esa joya) lo mezclo con una buena dosis de ficción con lo que le ocurrió antes de ser proyeccionista y su vida en el periodo revolucionario.  Y por supuesto dentro de la ficción había que hacer que se convirtiera en un cojo, para que representara dignamente a los proyeccionistas.

Según la gran dosis de sabiduría del proyeccionista, que al no recordar su nombre lo he bautizado como Nicanor, que proviene del griego y se identifica como “vencedor de hombres”, en Cuba lo mismo que la gente critica y defiende posiciones con una vehemencia fuera de serie sin dar muchos argumentos que la sustenten y aunque se da con más fuerza en política y en pelota, también se puede hacer extensiva al cine, por lo que todos los cubanos se consideran críticos de cine, expertos en política y los mayores sabedores en materia de béisbol.  Debe ser por eso que en los tres renglones estamos entre los últimos en el mundo.

Pero también Nicanor nos enseñó algo espeluznante: ningún muchacho sueña con ser proyeccionista de un cine o crítico de ese arte, piensan ser médicos, ingenieros, abogados o lo que sea.  Pero en mi infancia y adolescencia descubrí que había una realidad paralela a aquella en que vivía y que era mucho más divertida que la realidad misma, y esa era el cine.  El cine era mi obsesión y mi diversión por excelencia y por ello, (aunque algunas veces preferí quedarme en casa leyendo un libro que me tenía enganchado) quise ser camarógrafo o director de cine, porque admiraba a los camarógrafos que reportaron la segunda guerra mundial, los que filmaban incendios, desastres naturales, tiroteos.  Pero esa afición competía con otras dos grandes pasiones: la aviación y la guitarra.  Y al final, como ocurre a menudo, no llegué a alcanzar ninguna de las tres.

                  No creo que exista otra película que supere a The Godfather.


Las que puedo ver una y otra vez sin cansarme

A todos nos ha pasado de que recordamos una película que nos impactó cuando niños o jóvenes y la volvemos a ver y la decepción es violenta.  Le encontramos mil defectos, la valoramos como inverosímil o aburrida, la actuación nos da risa o pena y nos preguntamos cómo fue que nos gustó entonces, pero eso por suerte no ocurre con todas.

Gustos hay tantos como colores, por lo tanto esta no es una receta universal, sino una muy personal, por lo que seguramente habrá  unos cuantos que coincidan conmigo en mis apreciaciones.  No necesariamente están en un orden de preferencia y de este grupo voy a extraer algunas que no tienen discusión posible:  

El Padrino (1972)  Francis Ford Coppola y El Padrino II (1974) Francis Ford Coppola

The Shawshank Redemption (1993) de Frank Darabont

Vertigo (1958) de Alfred Hitchcock

Seven Samurai (1954) Akira Kurosawa

Hara-Kiri (1962 de Masaki Kobayashi

Cinema Paradiso (1988) de Giuseppe Tornatore

Éstas no necesitan muchos comentarios.  Como decía mi abuela: “de ahí pa'lante no hay más pueblo”, pero de todas maneras a algunas de ellas y a muchas otras voy a referirme.

El Padrino (1972)  Francis Ford Coppola y El Padrino II (1974) Francis Ford Coppola

Probablemente estas dos películas o cualquiera de ellas son la mejor representación para que alguien sepa qué cosa es el cine.  No creo que sea necesario decir nada más.  Su éxito radica en muchos elementos, entre ellos el guión, la dirección, la actuación y sobre todo fidelidad a la obra literaria de Mario Puzo.  Un clásico entre los clásicos del que ya perdí la cuenta de cuántas veces las he visto y de cuántas las voy a volver a ver.  Es como una comida que necesitas comer cada cierto tiempo porque la disfrutas mucho.  Igual que el libro, porque probablemente no exista un filme más fiel a una obra literaria que esta.

The Shawshank Redemption (1993) 

Conocida en Cuba como "Cadena Perpetua", esa obra literaria considerada menor de Stephen King, a mi personalmente no me cuesta mucho trabajo catalogarla como la mejor película de la historia del cine, compitiendo cabeza con cabeza con “El Padrino”.  Su título original, "La redención de Shawshank", es mucho más que una película, este guión perfecto de Darabont y su dirección son algo para estudiar y es más que un filme de crimen y presidio, una profunda reflexión emocional.  A eso le sumo que hace un uso a mi gusto de la música en particular del número "If I didn't care" interpretado por de The Ink Spots, esos precursores de los Platters que muchos o no conocen o no recuerdan, y no saben lo que se han perdido.  Si Tony Williams será recordado como una de las mejores voces, qué decir de ese fenómeno llamado Bill Kenny, uno de los tenores de mayor influencia en la música americana.


Alien (1979) El octavo pasajero de Ridley Scott

Antes de ver el filme todos nos dijimos que sería otra película más que mezcla el terror y la ciencia ficción y nos equivocamos: Alien es una obra de arte.  Las tres secuelas que le siguieron ni siquiera se acercaron a ella, pues el miedo que nos transmitió la película, pocas veces se ha logrado con esa intensidad.  No es el miedo a lo fantástico o místico, es el miedo real a un monstruo de capacidades insospechadas, un suspenso como pocos.  No recaudó diez veces más de lo que costó por casualidad.   Para mi en el cine de ciencia ficción hay un antes y un después de Alien, sin duda un thriller muy difícil de igualar.


El laberinto del Fauno (2006) Guillermo del Toro

Un tratamiento fantástico de la posguerra civil española se viste de cuento de hadas en este thriller donde no falla ningún elemento y todo es perfecto. No es solo los premios obtenidos, sino la magia de esta obra que Guillermo del Toro escribió, produjo y dirigió.  Una de las mejores películas españolas que se disfruta siempre.


One Flew Over The Cuckoo’s Nest (1975) Atrapado sin salida, de Milos Forman

Esta película no solo mostró la maestría de Jack Nicholson sino que también permitió lucirse a actores secundarios como Louise Fletcher en su personaje de la enfermera Ratched (no hay que perderse una serie reciente de Netflix titulada Ratched), Danny de Vito, Christopher Lloyd el de la saga de Back to the Future, Scatman Crothers inolvidable en su papel en The Shining (el Resplandor), Michael Berryman un infaltable en los filmes de horror, Will Sampson presente en películas de nativos americanos, Vincent Schiavelli y otros de gran presencia en buenas películas.  Un clásico que cuando lo vuelves a ver le sacas algo más.


Apocalypse Now (1979) Francis Ford Coppola

Otra obra de Coppola con un tema muy diferente a El Padrino nos dice de su maestría haciendo cine, esta vez abundando en la Guerra de Vietnam y su impopularidad, con un elenco impresionante y donde grandes estrellas hacen pequeños papeles. 


Platoon (1986) Pelotón, de Oliver Stone 

Un clásico que es una gigantesca crítica a la Guerra de Vietnam, a la maldad humana, la brutalidad e injusticia del conflicto y a la dualidad de los hombres ante situaciones como esta, en particular los jóvenes, los que fueron llevados allí en contra de su voluntad y no encuentran su lugar en el medio de ese infierno.  De un costo de 6 millones, recaudó veinticuatro veces esa cantidad, es muestra de su aceptación, pero sus valores son impactantes y la actuación también.


Black Hawk Down (2001) La caída del halcón negro

Tengo que decir que cuando leí el libro de Mark Bowden no pensé que se pudiera llevar tan fielmente a la pantalla.  Pero eso fue lo que hizo Ridley Scott, aclamado por obras como Blade Runner (1982) con esa pareja tremenda de actores como Harrison Ford y Rutger Hauer y una de las obras que volví a ver y que se puede incluir en esta relación por ser un buen filme, al igual que Gladiator (2000) el Gladiador con Russell Crowe y uno que no falla: Joaquin Phoenix, y Thelma & Louise (1991) con dos triunfadoras: Susan Sarandon y Geena Davis tan grande de estatura como actriz.

El resultado de esta cinta basada en hechos reales que ocurrieron en la capital de Somalia, Mogadiscio en Octubre de 1993 cuando una misión casi desastrosa de un centenar de soldados de élite que fueron introducidos por helicóptero a fin de capturar a dos jefes de las milicias somalíes, lo que trajo como consecuencia un violento choque entre los Rangers del Ejército americano, Fuerzas Especiales y cientos de somalíes armados resultando en la destrucción de dos naves Black Hawk.

A ello le sumamos las actuaciones de Josh Hartnett, Ewan McGregor y Tom Sizemore y tenemos uno de los mejores filmes de guerra de todos los tiempos.


Enemy at the Gates (2001) Enemigo a las puertas, de  Jean-Jacques Annaud 

Su director, nos había brindado buenas películas como El Nombre de la Rosa y En Busca del Fuego, basadas en buenas obras literarias y Siete Años en el Tibet, y con esta película sorprendió a muchos porque es un filme que no tiene desperdicio.

Enemy at the Gates es una historia a la que se le sacado el jugo al máximo, el juego al cazador  y al cazado entre dos francotiradores durante la batalla de Stalingrado nos brinda excelencia en todos los sentidos, comenzando por las actuaciones de Jude Law, Ed Harris (uno que no falla nunca cuando vale la pena ver un filme) y Joseph Fiennes, mostrando que algunos nacen para ser héroes.  Este es uno de los mejores filmes de guerra de todos los tiempos, con escenas crudas al estilo de Saving Private Ryan.


Saving Private Ryan (1998) Rescatando al soldado Ryan, de Steven Spielberg, 

De Spielberg se pueden ver todas sus obras sin aburrirse, y esta es probablemente la mejor película de guerra realizada.  Con una visión cruda como nunca antes de lo que fue el Desembarco de Normandía el día D y un hecho inusitado de una madre que ha perdido a sus tres hijos en el conflicto, nos lleva a buscar la paz y la recompensa a esa familia rescatando al único hijo que no ha muerto, lo que transita por una búsqueda infernal.  Con un equipo de lujo, encabezado por Tom Hanks, que no falla, en todos los sentidos, es un clásico del género. Pero este director merece un punto y aparte.


Steven Spielberg

¿Habrá alguna obra de Spielberg que no valga la pena ver más de una vez?  Lo dudo.

Desde su carta de presentación, un filme que nos quita el aliento, Duel (1971) El Duelo, inolvidable, continuando con obras que han hecho historia como Jaws (1975) Tiburón Sangriento, Close Encounters of the Third Kind (1977) Encuentros cercanos de Tercera Clase, 1941 (1979), Indiana Jones and the Raiders of the Lost Ark (1981) Los viajeros del arca perdida, E.T. the Extra-Terrestrial (1982) ET el extraterrestre, Indiana Jones and the Temple of Doom (1984) Indiana Jones y el Templo de la Maldición, The Color Purple (1985) El color púrpura, Indiana Jones and the Last Crusade (1989) La última cruzada, Jurassic Park (1993) Parque Jurásico, Catch Me If You Can (2002) Agárrame si puedes, Munich (2005), Bridge of Spies (2015) El Puente de los Espías y las geniales Schindler's List (1993) La Lista de Schindler y Saving Private Ryan (1998) Rescatando al soldado Ryan, las dos últimas las  mejores cintas de Spielberg sin temor a equivocarme.


Obras de otros grandes directores


Forrest Gump (1994 de Robert Zemeckis

Forrest Gump, que aparentemente es una comedia, la considero una de las películas más serias que he visto y a la que más reflexiones nos lleva, es una historia única, irrepetible.  La suerte golpea una y otra vez al personaje retrasado mental interplretado por Tom Hanks el que nos hace creer que una persona con un coeficiente intelectual muy bajo y limitado en muchos aspectos se puede convertir en un gran atleta, empresario y héroe de guerra y nos muestra que no  hay mucha distancia ente la estupidez y la gloria.


Sidney Pollack y Three Days of the Condor (1975) Los Tres días de el Cóndor.

Sidney Pollack nos trae este thriller político de traiciones y asesinatos dentro de la CIA que no tiene desperdicios, en particular por su argumento y las actuaciones de Robert Redford y Faye Dunaway, que pide a gritos que la vean nuevamente.

Pollack tiene otros grandes éxitos que también he repetido, como son The Swimmer (1968) El nadador, con Burt Lancaster en un filme sin desperdicio, They Shoot Horses, Don't They? (1969) Baile de Ilusiones, con Jane Fonda, y repitiendo con Robert Redford en dos grandes filmes: The Way We Were (1973) Nuestros años felices y Out of Africa (1985) Africa Mía también con Meryl Streep


Una reflexión sobre un grande: Stanley Kubrick

En mi gusto personal “2001 A Space Odyssey'”, (1968), es una película excesivamente lenta que se queda muy lejos de la obra de Arthur C. Clarke.  Este filme puede haber sido pionero en efectos especiales visuales y de sonido, pero para mi gusto es demasiado pesada en temas como la evolución, el existencialismo y la inteligencia artificial relativas a los viajes espaciales.  A pesar de ser la más reconocida de las películas dirigidas por Stanley Kubrick, junto a otro clavo ardiente como es “A Clockwork Orange”, o La Naranja Mecánica, de Kubrick volvería a ver “The Shining”, el Resplandor y “Full Metal Jacket”, sin duda dos obras maestras, y en particular las actuaciones de Nicholson en la primera donde la cara de Jack Nicholson deja algunas de las escenas más memorables del cine y de R. Lee Ermey en la segunda como el implacable sargento Hartman, con muchas citas famosas en el filme entre ellas una relevante:  


Sargento Hartman: ¿cuánto mide usted, soldado?

Soldado:  Señor, cinco pies nueve pulgadas, señor.

Sargento Hartman: ¿Cinco pies nueve?, no sabía que apilaban la mierda hasta esa altura.

Probablemente sea una cuestión de gusto.


Martin Scorsese, Goodfellas (1990) y otras notables

Y continuando con los directores, no puede faltar Martin Scorsese, del cual selecciono Goodfellas, que cuenta con las brillantes actuaciones de Robert De Niro, Paul Sorvino, Ray Liotta y Joe Pesci.  Antes de hablar de cualquier otra cosa, debo reconocer que su soundtrack está repleto de éxitos de mis tiempos juveniles como Beyond the Sea, Stardust, Rags to Riches, Sincerely y otras, pero lo principal es cómo los jóvenes de New York tanto de origen irlandés como italiano buscaban alcanzar reputación dentro de la mafia.  Un tema que no pasa de moda. 

Por supuesto que de Scorsese hay que hablar de Taxi Driver (1976) y Mean Streets (1973), Casino (1995), todas excelentes y  con su actor preferido, Robert de Niro y de dos en particular: Gangs of New York y The Departed.

Gangs of New York (2002) Pandillas de New York

Leonardo DiCaprio y Daniel Day-Lewis se destacan en este crudo drama criminal que puede ser de las mejores cintas de Scorsese.

The Departed (2006) Infiltrados

Vuelve a la carga Leonardo DiCaprio junto a tres grandes, Matt Damon, Jack Nicholson y Mark Wahlberg en un drama de policías encubiertos en una banda irlandesa en Boston.  De lo mejor de Scorsese.


Ronin y Frankenheimer

Un Ronin era un guerrero samurái sin amo, una especie de vagabundo que para sobrevivir se convertía en un criminal y fue muy empleado durante el período feudal de Japón, entre 1185 y 1868 y Akira Kurosawa fue el máximo exponente de este género con obras como Yojimbo, Sanjuro y Los siete samuráis.  Pero John Frankenheimer le da otra connotación al término con su obra Ronin (1998) con un trío fenomenal de actores: Robert De Niro, Jean Reno y Sean Bean que narra la historia de un grupo de especialistas de inteligencia en desgracia que venden sus servicios como mercenarios.

Pero ese no es el único éxito de Frankenheimer, que nos trajo el excelente thriller Seven Days in May (1964) Siete días en mayo,  una soberbia obra con un reparto de lujo:  Kirk Douglas, Ava Gardner, Burt Lancaster, Fredric March y otros, en un thriller político sobre un golpe de estado al gobierno norteamericano en medio de la Guerra Fría; The Manchurian Candidate (1962) El Candidato de Manchuria, un buen drama político; la fenomenal Birdman of Alcatraz (1962) El hombre de Alcatraz, un drama de presidio con Burt Lancaster, con quien repite en The Train (1964) El Tren, un drama bélico, y otras no menos aptas para repetir como Reindeer Games (2000) Doble Traición con Ben Affleck y Charlize Theron y el thriller de terrorismo Black Sunday (1977) Domingo Negro.  Con altas y bajas, la mayoría de los filmes de Frankenheimer son dignos de verse más de una vez.


Sidney Lumet y 12 Angry Men (1957) Doce hombres en pugna

Sidney Lumet hace su debut con una historia digna de un teatro, doce hombres encerrados en una habitación y que forman parte de un jurado, donde se crea un clima tenso al extremo al debatirse una duda razonable ante personas que deben decidir sobre la vida de un acusado de asesinato y algunos consideran necesario tomar una decisión rápida y no perder el tiempo en un asunto tan trivial.   Un filme muy intenso para darle cerebro y analizar varias veces, una obra maestra, que me recuerda que el filmar en blanco y negro tuvo su momento pero también nos lleva a centrarnos más en la trama que en los colores y el paisaje.  No en balde Alberto Cortés decía que se vestía de negro para no llamar la atención  y que se centraran en la música.

Y de Lumet es también otra obra de corte parecido, The Verdict (1982) El Veredicto con Paul Newman, donde un abogado lucha por salvar su carrera en el caso de una mala práctica médica.  Y una obra suya de punto y aparte es Serpico (1973), con Al Pacino y la historia de un policía contra la corrupción, y repite con Pacino en Dog Day Afternoon (1975) Tarde de Perros, ambas basadas en hechos reales. Y no desechemos su versión de Murder on the Orient Express (1974) Asesinato en el Oriente Expreso, con una constelación de estrellas pocas veces vista y otra para analizar con detalle que es Family Business (1989) Negocios de familia, donde padre hijo y abuelo son expertos criminales con estrellas como Sean Connery, Dustin Hoffman y Matthew Broderick.


Los japoneses y la calidad suprema

Si algo tienen muy claro los japoneses es que todo lo que hacen lo hacen no bien, sino mejor que el resto.  Creo que solamente los alemanes están delante de ellos en excelencia, pero sin duda si un japonés se propone hacer cualquier cosa, digamos un absurdo como tocar salsa, muy lejos de su idiosincrasia y su cultura, ahí tenemos a la Orquesta de la Luz, por poner un ejemplo de algo corriente, y en tecnología ni se diga, por eso en el cine no son segundos de nadie.


Rashomon (1950) de Akira Kurosawa

Vuelve el gran, el mejor diría, yo cineasta japonés con su inseparable Toshiro Mifune, un ícono cinematográfico, con otra historia de samurais que nos permite adentrarnos en la cultura nipona.  

Existen pocas películas más importantes e influyentes que ésta en la historia del cine. Kurosawa nos cuenta algo que ya deberíamos saber, toda historia cambia según el narrador y el punto de vista. Lo que para uno es un acto heroico para otro es maldad extrema, lo que es cobardía para unos, otros lo ven como heroísmo.   En este caso cuatro personas diferentes interpretan de forma distinta lo que pasó realmente.  Un clásico entre los clásicos.


Repite su gran éxito, también un clásico, Seven Samurai (1954), Los Siete Samurais, una cinta  sin desperdicio; The Hidden Fortress (1958) La fortaleza escondida; Throne of Blood (1957) Trono de sangre; The Bad Sleep Well (1960) Los malos duermen bien; Yojimbo (1961); Sanjuro (1962); Red Beard (1965) Barbarroja, todas con Toshiro Mifune y otras buenas obras como Dersu Uzala (1975) filmada en la URSS e Ikiru (1952) con Takashi Shimura.

Sin dejar fuera en esta relación a la magnífica Kagemusha (1980) La sombra del guerrero, con Tatsuya Nakadai.  Kurosawa fue sin duda uno de los mejores directores y guionistas del cine mundial.


Hara-Kiri (1962) de Masaki Kobayashi

Ya que estamos en el cine japonés y a pesar de haber escrito que no hacía falta abundar en ella como película de excelencia, la que considero el mejor filme nipón, no puedo dejar de reseñar. Masaki Kobayashi no es un director más.  No solo con Harakiri, sino con Samurai Rebellion de 1967 y The Human Condition en sus tres secuelas, que también escribió, mostró sus grandes dotes.

En este filme destaca la actuación de Tatsuya Nakadai, un actor al nivel de Toshhiro Mifune, y que ha actuado en numerosas cintas de samurais, en particular en Seven Samurai (1954), Sanjuro (1962) y Yojimbo (1961) donde actuaron juntos y en The Human Condition en sus tres partes, donde añade mucho valor a esta fenomenal trilogía.

Pero Harakiri es un filme diferente que nos adentra en la cultura del japón del siglo XVII, cuando el Shogunato dejó en la pobreza a miles de samurai y a muchos, el codigo de honor los llevó a un suicidio ritual o Harakiri.

El remake de 2011 se quedó lejos, muy lejos de esta obra maestra.

                      Brutti, sporchi e cattivi, Italia, 1976). Ettore Scola

Los italianos son mucho más que pizza y espagueti.

Ese estereotipo que tenemos de los italianos, también es falso, esa cultura sólida va mucho más allá de las concepciones populares y por eso hacia el cine italiano tengo un acercamiento especial, por lo que voy a detenerme en algunos personajes y algunos títulos.  No todo, como piensan algunos, son películas de relajo o absurdas, incomprensibles para el que no le gusta poner en acción sus neuronas o tiene muy pocas.  Y muestras de sobra hay de que ese cine está a la altura de su historia y de su arte.


Cinema Paradiso (1988)

Ya que hice mención a ella, comencemos con Cinema Paradiso, una de las mejores películas de todos los tiempos.  Es sencillamente la historia de un niño y un proyeccionista del cine del pueblo, con el que aprende a amar el cine.  Una historia de la que uno no piensa que pudiera dar tanto para una película, una verdadera oda al cine y todo lo que ha representado. 

Los detalles no valen la pena contarla, sino verla, una y otra vez, y siempre te va a agradar. Un filme con todas las de la ley, dirigido por Giuseppe Tornatore, que no logró esta obra por casualidad, el que lo crea así, que vea The Legend of 1900 (1998), otro superfilme en todo el sentido de la palabra y al final dos clásicos del cinema italiano.


Fellini 

Para hablar de cine italiano  hay que comenzar por La Strada (1954), una fuera de serie de Federico Fellini, con Giulietta Masina en una actuación memorable como la muchacha vendida a un cirquero por su propia madre, un drama impactante donde también se las trae Anthony Quinn.  De las mejores películas jamás realizadas, en la que incluyo a otra de Fellini, La Dolce Vita (1960), La Dulce Vida, con el gran Marcello Mastroianni y uno de los mayores logros en la historia del cine, inclusive considerada por algunos especialistas la mejor película que se haya hecho jamás.  Esta película, condenada y prohibida por la iglesia, trata sobre una serie de noches y mañanas en la Vía Veneto de Roma donde un periodista hace crónicas sobre la podredumbre social y se convirtió en Cuba en una cita alegórica a alguien que está disfrutando la vida.

Luchino Visconti

Otro grande fue este director de Rocco and His Brothers (1960), Rocco y sus Hermanos, donde actúan destacados como Alain Delon y Renato Salvatori, y que narra la tragedia de los inmigrantes del sur de Italia en el norte industrializado de ese país.

Todas las películas que he mencionado, las de Visconti y de Fellini, cuentan con bandas sonoras extraordinarias creadas por Nino Rota, el que más tarde compondría la música para The Godfather a solicitud de Coppola.

Ahora debo entrar en un terreno difícil, porque si en un filme aparece uno de estos nombres, lo más probable es que tengas que verlo porque no sabes lo que te vas a perder: Nino Manfredi, Marcello Mastroianni, Ugo Tognazzi, Vittorio Gassman, Alberto Sordi.  El que no se ría con estas películas no se ríe con nada.  Y cuando se trata de un drama, te impactan.  Pero voy a reseñar unas pocas.


Per grazia ricevuta (1971) Por gracia recibida.

Por  Gracia Recibida es la obra maestra de un maestro, el actor y director Nino Manfredi.

Tras un peligroso accidente, Benedetto es trasladado a una clínica donde debe ser sometido a una operación de urgencia. Durante la larga y complicada intervención Benedetto comienza a recordar su vida desde que era un pequeño huérfano encomendado a la tutela de su tía, una pueblerina de costumbres liberales. Una salvación milagrosa el día de su primera comunión condiciona la existencia del protagonista que vivirá obsesionado por la búsqueda de Dios, hasta que conoce a un farmacéutico librepensador que le ofrece la mano de su hija.

Uno de los filmes que más he disfrutado, con imágenes verdaderamente inolvidables, como cuando pasa de la vida monacal a la normal de cualquiera persona, con momentos irrepetibles y te vas a asombrar cuando veas el santo de madera, el San Genaro, que guardaba en su armario.


Profumo di donna (1974) Perfume de mujer

Dino Rissi dirigió a Vittorio Gassman en esta magnífica obra que tuvo un remake dignísimo de Martin Brest con una joya de Al Pacino en Scent of a Woman (1992). ¿cuál será mejor de las dos? Difícil de decidir y las actuaciones en ambas son para recordar entre las mejores de cualquier tiempo, por lo que las dos se pueden volver a ver con mucho gusto.

Marcello Mastroianni fue todo un banquete en Divorzio all'italiana (1961), en 8 1⁄2 (1963) de Fellini y Il bell'Antonio (1960), sin contar otras muchas, pero su Divorcio a la italiana es histórica.  Y no me olvido de El Bello Antonio y La Dulce Vida.

Y dejo para el final de las italianas a Rome, Open City (1945) Roma Ciudad Abierta, de Roberto Rossellini, un thriller sobre la ocupación nazi de Roma en 1944 y la búsqueda del lider de la resistencia nos lleva de la mano de Rossellini y la genial actuacion de Anna Magnani con una de las maravillas del cine italiano.    Y a Vittorio de Sica hay que agradecerle su magnífica trilogía  "Ladrón de bicicletas", "Milagro en Milán" y "Umberto D", tres joyas cinematográficas. 


Los franceses

Cuando nos hablan de cine francés inmediatamente nos vienen a la mente Jean Reno, Alain Delon, Jean-Paul Belmondo, Gerard Depardieu, Jean Reno y Louis de Funès, actrices como Simone Signoret, Catherine Deneuve, Annie Girardot, Anouk Aimée,  Mireille Darc, Marina Vlady y otras.

Pero nos faltan dos personajes de primera importancia: la personificación de la feminidad francesa Jeanne Moreau y el carácter incomparable de Jean Gabin, que a pesar de su aspecto rudo se conoce como el caballero del cine francés y que por suerte han actuado en algunas de las mejores obras francesas y en una juntos en particular, que vale la pena ver: Gas-Oil (1955).  

Jean Gabin, más conocido por sus personajes del inspector Maigret, la creación de Georges Simenon y la actuación  más fiel a sus obras, a mi en particular me impactó en una película a lo mejor poco conocida, pero para nada despreciable: La horse (1970) Heroína, donde impersona a un campesino que acaba con una operación de drogas cuando su nieto se ve envuelto en asuntos criminales y lo defiende a través de medidas brutales y trampas mortales.  Un filme que vale la pena ver.  Y Gabin, al margen de su personaje de Maigret, fue reconocido por meterse en la piel de cualquier tipo de personaje: aristócratas, campesinos, ladrones y lo que hiciera falta.

                        Ascensor para el cadalso con Jeanne Moureau

Y de Jeanne Moreau solo hay que decir que está reconocida como la primera actriz de su generación, probablemente su actuación en una película que se consideró escandalosa, al menos cuando se exhibió en Cuba, The Lovers (1958) Los amantes, aunque para mi estuvo mejor Les liaisons dangereuses (1959) Las relaciones peligrosas del director Roger Vadim y en The Train (1964)El Tren junto a Burt Lancaster.

Hay una pléyade de buenos directores franceses, como Philippe de Broca, Claude Chabrol, Jacques Demy, Jean-Luc Godard, Roger Vadim, de los cuales si quieren ver una muestra, solo hay que ver la deliciosa comedia The Seven Deadly Sins (1961) Los siete pecados capitales. 

Les quatre cents coups (1959)François Truffaut es una buena película pero para mi su fama no la acompaña para verla varias veces, prefiero un cine más ligero como las películas de Belmondo, Alain Delon o Louis de Funes, que no dan mucho que pensar pero entretienen.


Y otro director a mencionar es Luc Besson, autor de obras como Nikita (1990), The Transporter (2002) El Transportador, The Fifth Element (1997) El Quinto elemento, Le grand bleu (1988) El gran azul, todas películas dignas de repetir y muy en especial una de las mejores de todos los tiempos con uno de los grandes actores: Jean Reno en su papel de León (1994) León el Profesional, un asesino profesional con visos humanos que crea con una víctima a cuya familia han asesinado, una inusual relación.

León el Profesional está entre las mejores películas que hemos visto.

                     Alfred Hitchcock buscando inspiración en el río Támesis

Cine inglés, o más propiamente, del Reino Unido

No hago un aparte porque éste se confunde con el norteamericano, con gran influencia de sus directores y actores en el desarrollo tecnológico, comercial y artístico del cine, siendo una de las industrias más respetadas del mundo y con múltiples producciones exitosas y ejemplos de ello, por señalar unos pocos son Alfred Hitchcock, David Lean, Ridley Scott, Laurence Olivier, Richard Attenborough, Kenneth Branagh, Charles Chaplin, Terence Fisher, Sam Mendes, Christopher Nolan y Anthony Hopkins.

Pero para mencionar algunas obras que repetiría sin dudar, está:

The 39 Steps (1935) Los 39 escalones

Una obra magistral de Alfred Hitchcock, una de las mejores obras de suspenso del cine y que tuvo tres remakes en 1959, 1978 y 2008, sin hacerle ni cosquillas al filme de Hitchcock.  Por algo se ponía a reflexionar sobre sus ideas fílmicas acostado en el Támesis.  Pero Hitchcock es punto y aparte, solo mencionar Vertigo (1958), Psicosis (1960), Rear Window (1954) La Ventana indiscreta, The Birds (1963) Los Pájaros, The Man Who Knew too much (1956) El Hombre que sabía demasiado, To Catch a Thief (1955) Para atrapar a un ladrón y la fenomenal North by Northwest (1959) Intriga Internacional, muchas de ellas con sus actores preferidos: James Stewart y Cary Grant.  Increíblemente nunca ganó un premio Oscar y dejó obras que se ubican entre las mejores de la historia del cine.


The Third Man (1949) El tercer hombre, dirigida por Carol Reed y ganadora del Oscar, es una obra de cine negro ambientada en la Viena de la posguerra es sin duda una de las grandes obras británicas de todos los tiempos y que hizo muy famoso su tema musical.

The Bridge on the River Kwai (1957) El puente sobre el río Kwai, dirigida por David Lean y con las actuaciones de Alec Guinness, Jack Hawkins y William Holden, también famosa por su tema musical, es sin duda un filme bélico de los mejores realizados.

The Ladykillers (1955) El Quinteto de la Muerte, es una de las películas que se disfruta cada vez que la vemos.  Alexander Mackendrick la dirigió y tuvo la actuación de Alec Guinness y Peter Sellers y tuvo un remake nada despreciable realizada por los hermanos Coen con Tom Hanks en 2004.  Pero la original, al igual que su reposición, no tienen desperdicio.

Y aunque son muchas las que pudiera nombrar, no voy a dejar fuera a un clásico entre los clásicos, Doctor Zhivago (1965), basada en la obra literaria de Boris Pasternak, donde David Lean, apoyado por una excelente banda sonora, fotografía edición y actuaciones memorables de Omar Sharif, Julie Christie, Alec Guinness, Rod Steiger y Geraldine Chaplin nos dejaron una obra para la historia. No en balde ganó cinco Oscar y su música, en particular el Tema de Lara no se despega de nuestros oídos.


Y no las dejo fuera, pero simplemente las incluyo como repetibles a My Left Foot (1989) Mi pie izquierdo, dirigida por Jim Sheridan y con Daniel Day-Lewis con un Oscar (un fuera de serie); The English Patient (1996) El paciente inglés, de Anthony Minghella con un piquete ganador: Ralph Fiennes, Kristin Scott Thomas, Juliette Binoche, Willem Dafoe,  Naveen Andrews y Colin Firth; The Loneliness of the Long Distance Runner (1962) El Corredor de Larga Distancia de  Tony Richardson; The Remains of the Day (1993) Lo que queda del día, una obra de  James Ivory donde se consagran Anthony Hopkins y Emma Thompson y que tuvo numerosas nominaciones a Oscar y otros premios y Gandhi (1982) dirigida por Richard Attenborough sobre la vida de Mahatma Gandhi con memorable actuación de Ben Kingsley y  John Gielgud y que ganara ocho premios Oscar.  

Y qué decir de las series de TV Papá, querido papá (1968), Un hombre en casa (1973) y esa maravilla que es George and Mildred (1976), muestras del fino humor inglés, que comenzó con Charles Chaplin y continuó con Benny Hill,    Mister Bean y Peter Sellers hasta llegar a Sacha Baron Cohen, pasando por el quinteto Monty Python..  Varias generaciones les debemos una infancia y adolescencia llena de risas.

Y seguro que me quedo muy corto en esta relación, porque el cine inglés es tan excelente como el americano y seguramente podemos hacer una comparación similar en la música, en particular con el rock, donde igualmente es difícil deslindarse.


Tarantino.

Esto es punto y aparte.  Las películas de Tarantino son eso, películas de Tarantino, diferentes, con un lenguaje complejo donde historias distintas se unen al final de la trama y nunca sabemos en qué momento estamos en el desarrollo de la trama, pero que al final entendemos perfectamente.  Una de ellas, probablemente la mejor de tantas que ha logrado, es sin duda Pulp Fiction, escrita y dirigida por Quentin y que nos muestra varios hechos criminales al estilo de las novelas de crimen populares en el pasado siglo y que reforzadas por una banda sonora que a todos nos gusta porque no ha pasado en el tiempo, acaba por abrumarnos con las actuaciones de Bruce Willis, Samuel L. Jackson, Uma Thurman, y John Travolta.  Sin duda un clásico entre los clásicos.

Por si esta obra maestra fuera poco, ahí están Inglourious Basterds (2009) Bastardos sin gloria, seguro que se clasifica entre las mejores cintas de guerra, Natural Born Killers (1994) Asesinos natos, que glorifica los asesinatos en masa, tema que escribió, From Dusk Till Dawn (1996) Del crepúsculo al amanecer, una extraña historia de vampiros, Kill Bill en sus dos partes (2003-2004), Reservoir Dogs (1992) Perros callejeros, entre mis preferidas.  Ninguna de ellas ha sido vista una sola vez, hay que repetirlas.


Tres de Westerns o cine de oeste

Este era el plato fuerte de nuestra juventud, pero la mayoría se resumía en lo mismo, el malo que era el rico, queriendo aplastar a pobres granjeros, un pueblo donde todo se resolvía en la cantina y a tiros, la prostituta de la cantina era una mujer muy buena que la tenían esclavizada y al final los buenos, en particular “el muchacho” mata a tiro a todos los malos.  Y si aparecía algún indio era para robarse a las mujeres y arrancarle las cabelleras a los pobres rubios, por lo que había que matarlos a todos.


Gunfight at the O.K. Corral (1957) 

Yo creí que cuando disfruté de Gunfight at the O.K. Corral, una joya de John Sturges con dos héroes del momento, Burt Lancaster y Kirk Douglas ya lo había visto todo en materia de cine del oeste.  ¿Qué otra cosa mejor que una balacera o duelo entre los mejores pistoleros, Lancaster impersonando al legendario Wyatt Earp y Kirk Douglas a Doc Holliday?


Unforgiven (1992)

Pero Unforgiven, de Clint Eastwood, que comenzó su carrera con películas del tema western, fue capaz de mostrarnos la verdadera cara fea del cine de vaqueros y la violencia que los rodea, ayudado por Gene Hackman y Morgan Freeman, dos maestros, nos da otra visión.  No glorifica a los que veíamos como héroes que mataban a los indios o a los malos en las películas que vimos cuando niños, sino que nos da una experiencia realista y cruel de lo que significa matar y que te maten.  Unforgiven nos trastoca en la mente al concepto romántico en cierto sentido que teníamos de lo que fue el legendario oeste.  No fue la valentía de conquistar nuevos territorios y desarrollarlos, sino una violencia sin fin llena de crueldad.


The Ballad of Cable Hogue (1970)

Si quieren ver una película que sin hacer mucho ruido lo tiene todo, vean The Ballad of Cable Hogue, llamada La Balada del Desierto en Cuba y que data de 1970.  Un vagabundo, interpretado por Jason Robards, es asaltado y lo dejan sin arma y sin caballo en medio del desierto.  Esto nos muestra que en el viejo oeste había violencia, asaltantes, curas tramposos, estafadores, vendedores de falsos remedios y gente emprendedora.  Un filme que no se detiene un momento y que nos atrae, en particular David Warner en un personaje sin desperdicio.  Y además fue dirigida por Sam Peckinpah, uno de los que no falla.


Cine de Presidio

No voy a repetir su máxima expresión, The Shawshank Redemption, pero hay otras de mucho peso, dignas de repetir.


The Getaway (1972)

Y si hablé de Sam Peckinpah, debo ubicar en esta lista a otra de las suyas: The Getaway, de 1972, con uno de los imprescindibles:  Steve McQueen, el que interpreta a un ladrón al que le dan libertad condicional porque su esposa ha conspirado para que se le otorguen con la condición de que robe un banco en Texas, acción en la que son traicionados y dan lugar a una larga huida y persecución hasta que logran llegar a México.  No hay un segundo en que la acción decaiga, por lo que se puede ver mil veces.


Cool Hand Luke (1967)

Y qué decir de Paul Newman, solo voy a escoger una: Cool Hand Luke, de 1967, conocida en Cuba como la Leyenda del Indomable, ese héroe rebelde en una prisión de la Florida, que no solamente es irreductible sino que es capaz de comerse cincuenta huevos duros.  Muestra la violencia hacia los presos y sobre todo de los carceleros, todo en el marco de la guerra de Vietnam, de donde Luke había sido un héroe y ahora en la prisión lo convierten en un mártir.


The Fugitive (1993) El Fugitivo, de Andrew Davis, con un dúo impresionante:  Harrison Ford y Tommy Lee Jones (se llevó un Oscar por esta actuación).  Harrison Ford es de los actores que no fallan, sus películas siempre son de calidad y su actuación de primera, pero esta historia de asesinato, acusación a un inocente y una persecusión interminable, la ubican entre las películas que pueden verse una vez y otra sin cansarse.  Su director nos brindó también obras parecidas como Under Siege (1992), también con Tommy Lee Jones y el robot humano Steven Seagal, que al menos aquí nos brinda algunas buenas escenas de artes marciales y también la interesante Holes (2003), donde otro inocente es convicto y obligado a cavar huecos por una misteriosa razón.


El cine musical

Mi hijo ama la ópera pero detesta el cine musical y las obras de Hollywood, y yo en cambio las disfruto ambas, pero prefiero la frescura de una buena película musical, con las que tengo mucha afinidad.  Disfruté las películas de Fred Astaire, el bailarín más famoso y elegante del cine norteamericano y del cual otro grande Gene Kelly, diría que la historia del baile en el cine comienza con Astaire; las de Ginger Rogers, muchas veces pareja de baile de Fred; las de Gene Kelly, inolvidable en Un Americano en París y en el ícono Singin' in the Rain; las de Cyd Charisse, que bailó tanto con Fred como con Kelly; Shirley McLaine, Mitzi Gaynor y Gwen Verdon, sin duda alguna, pero hay dos obras musicales que son filmes que se pueden repetir una y otra vez y siempre te van a agradar. Pero las mías pueden ser contradictorias, pero las repito, y las repito y no me canso de verlas.


South Pacific

En Cuba había un solo cine capaz de proyectar filmes en 70 milímetros y ese era el cine Riviera, donde hoy está la Cinemateca de Cuba.  Y en ese formato se proyectó una obra de Broadway llevada al cine, South Pacific, con Rossano Brazzi y su cara de viejo castigador y la inmensa Mitzi Gaynor, Juanita Hall, que sin duda se roba el espectáculo y un elenco de primera en comedias musicales incluyendo al diablo Ray Walston.  Las canciones de Rodgers y Hammerstein, más de seis décadas después, siguen vigentes, un filme para disfrutar una y otra vez, eternamente. 


Damn Yankees

El primer libro que me leí en inglés fue “The Day the Yankees Lost the Pennant”, de Douglass Wallop y abordaba un tema que me apasiona, el béisbol, a través de una parodia del Fausto de Goethe, donde un anciano fanático de los Senadores de Washington, el club sotanero, le vende el alma al diablo para que lo convierta en un gran atleta y ayude a ganarle el campeonato y derrotar a los Yankees de New York. 


La obra se convirtió en un éxito musical de Broadway y fue llevado al cine con un insípido actor juvenil, Tab Hunter, pero con dos gigantes Ray Walston como el simpático diablo y Gwen Verdon (inmensa) en el papel de la diablesa que nos da lecciones de baile y acompañada de buenas coreografías.


Picnic 

No es una película musical en sí, sino un melodrama, bastante soso por cierto, pero su música ocupa un lugar muy especial para mí.  La dirigió Joshua Logan, que también haría una comedia sobre la marina norteamericana en la Segunda Guerra Mundial, su fantástica obra musical South Pacific.  Pero como Moonglow y Picnic son una de mis piezas favoritas, le agradezco a Logan este melodrama musicalizado que con las actuaciones de Rosalind Russell y Arthur O'Connel y la música ya era digna de verla otras veces. Una película insulsa pero que la música la lleva hasta un buen sitial.  Y para mi William Holden y Kim Novak no están tan mal como se dice.


Shirley MacLaine

Si menciono al cine musical hay que hablar de Shirley MacLaine y al menos de dos de sus películas: Sweet Charity (1969), dirigida por Bob Fosse que sabe lo que es hacer cine musical (Cabaret, All That Jazz), y Can-Can (1960) de Walter Lang, el que había hecho Week-End in Havana (1941) donde se deschava mostrando a Carmen Miranda, una carioca, como una típica cubana, en un ambiente más brasileño que cubano como puede llamarse Un Fin de Semana en La Habana, un bodrio típico de 20th Century Fox.  También Shirley se destaca en The Apartment (1960) de Billy Wilder donde hace pareja con Jack Lemmon al igual que en Irma la Douce (1963) Irma la Dulce.  Aunque todas sus películas no son musicales, cuando baila, baila de verdad.  Y de Billy Wilder hay que mencionar dos filmes históricos: Some Like It Hot, 1959, Algunos prefieren quemarse con su icónica frase final ...(nadie es perfecto..., y The Seven Year Itch, 1955, La comezón del séptimo año, dos buenas comedias con Marilyn Monroe, esa tonta adorable.

Y no puede faltar en esta sección la magnífica comedia de Woody Allen Sweet and Lowdown (1999), con Sean Penn y Uma Thurman con la historia de un guitarrista imaginario obsesionado con Django Reinhart, y por supuesto donde podemos escuchar su hermosa música.  Penn fue nominado al Oscar; como lo fue la de Samantha Morton, en el papel de la dulce mudita que estuvo a punto de cambiar la vida del guitarrista y está entre las mejores películas de Woody Allen.


Y se me quedan fuera magníficas obras como The King and I (195) El Rey y Yo con Yul Brynner y Deborah Kerr en su plenitud; West Side Story (1961) y sus diez premios Oscar; dos grandes  actores que se destacan como cantantes, Nicole Kidman y Ewan McGregor en Moulin Rouge (2001) Molino Rojo; Cabaret (1972) con Liza Minelli; 1964 nos trajo bajo la dirección de Jacques Demi, la fenomenal obra de Michel Legrand, Los Paraguas de Cherburgo; Gene Kelly con dos de sus mejores filmes An American in Paris (1951) y Singing in the Rain (1952), dos clásicos; Cabaret (1972) con Liza Minelli; la mano mágica de Bob Fosse en All that Jazz (1979), Damn Yankees (1958) y Sweet Charity (1969) y una doble sorpresa de Meryl Streep, Colin Firth y Pierce Brosnan: Mamma Mía (2008) y su secuela para mi mejor que la original, Mamma Mia 2 de 2018.


Cine soviético

No hay duda de que a pesar de su fundamento patriotero e ideológico predominante, ha habido muy buenos filmes, algunos dignos de destacar e incluir en este grupo.


Ballad of a Soldier (1959) La Balada del Soldado.

Grigoriy Chukhray nos trajo uno de los mejores filmes de esa cinematografía con la historia de un soldado que gana una medalla por su valor y pide visitar a su madre y las vicisitudes de la travesía en plena guerra y repite con dos obras importantes: Clear Skies (1961) Cielo Despejado, la historia de las injusticias del régimen de Stalin y su reparación tras su muerte, así como su logro convertido en un clásico: The Forty-First (1956) El 41, un drama romántico en medio de la guerra civil rusa.


Come and See (1985) Ven y Mira

Las experiencias de un niño en medio de la guerra que se une al movimiento de resistencia a los nazis tras encontrarse un fusil.  Uno de los filmes más despiadados y representativos de la maldad humana.


Ivan's Childhood (1962) La infancia de Iván

Andrei Tarkovsky nos brindó esta desgarradora historia de las andanzas de un niño huérfano durante la Segunda Guerra Mundial, espiando para las fuerzas soviéticas.  Tarkovsky, aparte de este profundo filme, nos dejaría dos joyas de la ciencia ficción, la obra maestra Solaris (1972) y Stalker (1979).


Liberation (1971) Liberación, cinco partes

La otra obra que debo mencionar por importante, histórica y entretenida y con magnífica realización cinematográfica es Liberación, filmada en cinco partes por Yuriy Ozerov, especialista en filmes bélicos.  Una obra rotunda sobre el tema, sin dejar afuera a una nunca bien valorada: At War as at War (1969) A la guerra como en la guerra, un filme de guerra con una profundidad tremenda que muestra que ser un líder militar es mucho más que usar voces de mando.


Punto y aparte es una obra que se disfruta cada vez que la vemos, porque siempre nos sorprende algo nuevo en ella, me refiero a Diecisiete instantes de una primavera (1973), probablemente situada en la cima de la calidad del cine soviético, cuyos doce capítulos nos dejan con el deseo de seguirla disfrutando y que constituyó una fiel y excelente puesta cinematográfica de la obra de Yulian Semyonov y cuyas actuaciones de Vyacheslav Tikhonov como Stirlitz, Leonid Bronevoy como Müller y otros no pueden olvidarse.

Y a lo mejor muchos recuerdan estas cintas, un soplo de aire fresco dentro de la cinematografía soviética, tan agradable como es Moscow Does Not Believe in Tears (1980) Moscú no cree en lágrimas, una simpática película que trata sobre tres amigas y que abarca desde su juventud hasta la edad madura, y la otra a la que me refiero es Office Romance (1977) Romance de Oficina, una agradable comedia donde un tímido especialista se enamora de su estricta jefa en una oficina burocrática moscovita.  Dos buenas obras para disfrutar, saborear y sacarles lascas.



Pero para mi el filme más impactante ha sido uno que no logro encontrar su título exactamente, pero que en Cuba se exhibió en los cines como” Por los caminos de la guerra”, donde Roman Karmen, un reconocido cineasta soviético, selecciona imágenes de 236 camarógrafos soviéticos corresponsales de guerra durante toda la contienda, cuarenta de los cuales perecieron en ella y donde podemos ver el desarrollo de todo el conflicto en el frente oriental, destacando la defensa de Odessa, Leningrado, Stalingrado, Moscú y Sebastopol, concluyendo con la ofensiva soviética y la toma de Berlín.  Las escenas más crudas son las que aparecen en esta maravilla documental.



Historia del cine y 24 por segundo

Muchos de estos filmes son anteriores a la revolución cubana, otras, la mayoría fueron vistas en Cuba sobre todo en televisión, en programas como Historia del cine o reseñadas en 24 por segundo, los pocos espacios que no hacían genuflexiones al sistema, como otros espacios estelares concebidos para guataquear el cine soviético, que sin duda tiene sus logros, pero en este caso se empleaba para lavar cerebros y no para criticar obras artísticas, como fue Tanda del Domingo, que le desgraciada los domingos a la gente, o mejor, nos inspiraba una siesta reparadora en casi todos los fines de semana.

Como ven escribir sobre este tema no es una tarea nada fácil, sin duda hay muchos otros filmes excelentes para disfrutar, reir o pensar, y es que esa inmensa fábricas de sueños que es la cinematografía, (recuerden que no existiría si no fuera por la literatura, la madre de toda la creación) siempre fue el máxima disfrute de generaciones de cubanos, que era quien más fácilmente, salvo los lectores, que nos llevaban a un mundo de fantasía, a lugares y situaciones desconocidas con la complicidad de la sala oscura del cinematógrafo o la sala de la casa cuando las veíamos por la televisión, mientras comíamos, rositas de maíz, chicharrones de puerco o de macarrones o lo que hubiera disponible o fumábamos y disfrutábamos un espectáculo accesible para todos y que en esos momentos no lo pensamos así, pero han quedado guardados dentro de nuestros recuerdos más agradables.



Y para finalizar, les recomiendo una película para olvidarse de las penas del mundo, Young Frankenstein (1974) El joven Frankenstein, una comedia que de menos de tres millones de costo, logró recaudar casi noventa, y no por azar, sino porque ha sido la más deliciosa comedia de terror de todos los tiempos.  A ello contribuyeron no solo su director Mel Brooks, sino las actuaciones sin desperdicio de Gene Wilder (coautor con Brooks del guión y siempre sorprendente), de Teri Garr, Cloris Leachman y Peter Boyle como el monstruo y Madeline Kahn, pero sobre todo de Marty Feldman con su personaje del jorobado Igor, sus ojos botados y del que no olvido la escena donde confiesa que había tomado el cerebro de un tal Ab... someone, Abnormal, en lugar del de un científico. 

Siempre me voy a quedar corto, es como si pasáramos revista a los libros que hemos leído y que nos han impactado de forma tal que volvemos a leerlos con el mismo interés que la primera vez.  Y repito lo que no me canso de decir, a pesar del encanto del cine, este tiene un problema, nos deja poco para la imaginación y con un libro, tienes todo lo que quieras por delante, la historia la recreas tu mismo, como la imaginas.  A lo mejor no tienes tanto poder creativo como el que a partir de la obra literaria recreó la película, pero personalmente, prefiero diseñar ese mundo, viajar con mi mente a ese escenario y vivir ese sentimiento con la intensidad propia de nuestro pensamiento personal.   Pero no por eso deseches la experiencia de vivir las dos opciones, tanto la obra literaria como la película.  Seguro que cada una va a tener sus fallos y sus aciertos, según nuestro punto de vista y en eso radica la excelencia.