viernes, 15 de octubre de 2021

De la Carretera Central a la Autopista Nacional

 


De la Carretera Central a la Autopista Nacional


"La vida será tuya si sabes que es ajena,

que es igual ser montaña que ser grano de arena,

y que a veces lo menos vale más que lo más;

y sabrás, finalmente, cansado caminante,

que el tiempo es un camino que crece hacia delante

mientras se va borrando, poco a poco, hacia atrás."


Soneto del caminante de José Angel Buesa



Ahora que de de vez en cuando y de cuando en cuando recorro las autopistas norteamericanas, sobre todo las de la Florida, me transporto a aquellos tiempos en que unos cortos viajes por las estrechas carreteras habaneras me parecían algo extraordinario y las comparo con las del mundo actual.


Y siempre me viene al recuerdo aquellas citas que empleaba mi abuela andaluza, como: “de higos a brevas, de Pascuas a Ramos, de Pascua a San Juan y de ciento en viento”, pero que ahora interpreto como referidas a cosas que sucedían en pocas o muy raras ocasiones.  Y una de ellas era andar hacer largos viajes por carreteras, los que siempre esperaba con ansiedad.


Una de las cosas que evoco con mucha nostalgia es cuando de niño nos llevaban a la playa, que era siempre al Círculo Militar y Naval de Jaimanitas, conocido como “La Conchita”.  Teníamos acceso allí porque dos tíos, hermanos de mi padre, eran oficiales de la Marina de Guerra.


Viéndolo en la distancia, sin duda que disfrutaba de la playa, de la que recuerdo que era baja y con agua muy tranquila y caliente, pero sobre todo de dos grandes bloques que eran cubiertos por la marea alta y en los que nos sentábamos en la marea baja, el lugar era limpio y muy cuidado y todo ello ayudaba a darle realce a una playita que después, comparadas con muchas otras cercanas a la capital, no era nada del otro mundo, pero que entonces era el paraíso para nosotros.


Pero estaba lo que más disfrutaba: el viaje.  Como vivíamos en el barrio del Cerro, normalmente cogíamos la ruta 61 para bajarnos en el popular sitio de Marianao en la Avenida 51 antes de llegar al puente de La Lisa, conocido como “El Café Raúl”.  De ese lugar salía la ruta 50 que viajaba hasta Santa Fé.

        Santa Catalina, una de las pocas avenidas de la capital que están arboladas


Para mi el viaje era incomparable, sobre todo cuando la guagua, las entonces llamadas “guaguas de palo”, transitaban por las avenidas de Miramar con grandes árboles a ambos lados y una sombra deliciosa en toda la calle.  De eso también me di cuenta de que no era nada excepcional, hasta que viajé por la Carretera Central, donde ese tipo de arboledas para dar sombra hacían el viaje más placentero durante muchos kilómetros.


Después por motivos de trabajo, primero iría los domingos hasta Tapaste a la entonces turística instalación en las Cuevas del Cura y más tarde viajaría mucho a San José de las Lajas y a Catalina de Güines y pocas cosas, salvo quizás el paisaje que se ve a lo largo de toda la Vía Blanca hasta Matanzas, me producía tanta sensación de sosiego.  


No había reparado entonces en que la Carretera Central tenía apenas poco más de dos décadas de construida y que era, según la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción, una de las siete maravillas de la Ingeniería Civil cubana.


Y que casi un siglo después, pese a la falta de mantenimiento y atención, sigue siendo una obra sumamente útil, imprescindible diría yo, sobre todo porque la hermosura de los paisajes y la sombra de sus árboles no la he vuelto a ver en ninguna autopista o carretera.



Los caminos en la Cuba colonial


Según la concepción española, los Caminos Reales eran construidos por el Estado, contaban con un ancho mayor que lo común y unía a ciudades de determinada importancia.  Esa idea la llevó a sus colonias americanas y así surgieron:


El Camino Real de Yucatán entre Mérida y Campeche


El Camino Real de Chiapas, que corría entre México y Guatemala


El Camino Real de Tierra adentro, una extensa calzada entre la Ciudad de México y Santa Fé, ahora en Nuevo México, Estados Unidos y que corría por 2560 kilómetros o 1590 millas.


El Camino Real de Portobelo, entre la ciudad de Panamá y Portobelo en la costa del Atlántico.


El Camino Real de California entre Baja California (actual México) y California (actual Estados Unidos).



El Camino Real de Sudamérica, uniendo el Alto Perú con Buenos Aires.


Y por supuesto en Cuba fue construido el Camino Real, que unió a todo lo largo la Isla y que siguió siendo empleado y mejorado hasta el siglo XIX.


El Camino Real de Cuba era una calzada accidentada y polvorienta o lodosa, según la época del año que se transitara y comenzaba en en Baracoa, Guantánamo, en la zona oriental y terminaba en Mantua, Pinar del Río en la parte más occidental de la Isla y también era conocido como Camino Real de la Isla, Camino Real de La Habana, Camino de la Vueltarriba, de la Vueltabajo, Camino de Tierradentro ó del Interior.


Pero su trazado, con una longitud de 1600 kilómetros (1000 millas) representó un avance importante para el desarrollo económico del país y su importancia solo fue superada con el trazado del ferrocarril para dar respuesta a la necesidad del desarrollo de la industria azucarera.


Este Camino Real era empleado tanto por la gente rica como por los más humildes, y era recorrido a caballo, en carretas o carretones, y hasta as pie, y fue el que dio origen a que fueran tributando, con otros caminos hacia él, poblaciones de menor rango para así tener acceso a las principales ciudades y a ciudades y lugares costeros.  Ello fue modificándose en la medida en que unas poblaciones se hicieron más prósperas, y que contaban con puertos de importancia para la exportación de los productos del país, principalmente el café, el azúcar de caña y el tabaco.


Fue así que se pudo interconectar tierras fértiles con las principales poblaciones con la vía principal.


Pero esta idea de los caminos es otra herencia que nos dejaron los españoles, los que a su vez la recibieron del Imperio Romano.



El Cucalambé y el Camino Real


Desde niño conocimos al poeta “El Cucalambé” por su tan popular poema “Hatuey y Guarina” que recitamos en la escuela:


“Con un cocuyo en la mano 

Y un gran tabaco en la boca, 

Un indio desde una roca 

Miraba el cielo cubano.”


Es una curiosidad que Hatuey y Guarina sean dos de las marcas más respetadas de productos lácteos de la Cuba republicana, pero no tienen nada que ver con lo que vamos a relatar.


El Cucalambé, seudónimo de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, era natural de Victoria de Las Tunas, donde había nacido en 1829 y se asentó en Santiago de Cuba con su familia y aparte de sus tareas periodísticas y como escritor, trabajaba como Pagador de Obras Públicas.


Pero aparte de su relevancia como una de las principales figuras de la poesía cubana en el siglo XIX, el Cucalambé tuvo un misterioso episodio por su desaparición física.


Se cuenta que en el Camino Real fue asaltado para robarle la bolsa repleta de dinero como pagador de Obras Públicas, aunque otras fuentes dicen que fue víctima de un marido celoso y violento y otros dicen que se suicidó. 


 Lo cierto es que ninguna de estas versiones ha sido probada y se mantiene como un gran enigma.  Pero aparentemente las versiones más aceptadas es que se suicidó por aceptar el empleo de pagador concedido por el gobierno español y que la vergüenza por ello lo abrumó, pero lo más certero es que lo acusaron de robarse una gran cantidad de dinero, y que por eso se había fugado a Alemania, cuyo idioma dominaba, o a Estados Unidos con el botín, pero lo que realmente ocurrió es que el robo se ejecutó en Cabo Cruz mientras el Cucalambé estaba en Santiago de Cuba, así que lo más probable es que el poeta no desapareciera, sino que lo desaparecieron para encubrir la fechoría.


Lo cierto es que el Camino Real, como tratamos en otro artículo, era un lugar frecuentado por bandidos de todo tipo, así que no es extraño que fuera asaltado, asesinado, e hicieran desaparecer su cuerpo. Esta es solo una de las curiosidades de las cosas que ocurrían en el Camino Real de Cuba, sobre lo cual también hemos narrado las andanzas del Rey de los Campos de Cuba, Manuel García y Tina Morejón, la Reina de los Bandidos cubanos, entre otros.


                                 La Vía Egnatia en Macedonia


Los caminos de la Edad Antigua


Se dice que los primeros caminos se construyeron en épocas muy remotas en el Oriente Medio y en el Mediterráneo Oriental.   Uno de los más antiguos es la que daba acceso a los manantiales en Jericó, con una veteranía de seis mil años antes de Cristo, mientras que en Mesopotamia existen calles empedradas de cuatro mil años A.C. y desde la Edad de Bronce, el contar con herramientas metálicas hizo posible contar con calles pavimentadas, lo que aumentó con el empleo de vehículos con ruedas, ya bastante abundantes dos mil años A.C., o sea, hace más de cuatro mil años.


La carretera asfaltada más antigua que se conserva está en la isla de Creta, una calzada de cincuenta kilómetros de largo (treinta millas), desde la costa sur hasta la norte de la isla y que corre a una altura de 1300 metros (4300 pies) y en la que se emplearon novedosos métodos constructivos con canaletas y drenajes entre las piedras.  Pero la de mayor longitud fue la de 2400 kilómetros (1500 millas) entre el Golfo Pérsico y el Mar Mediterráneo. 


La civilización egipcia construyó caminos pavimentados sólidos con varios objetivos, el acceso a los templos, las rutas hacia el Asia Menor desde Tebas, Memphis y El Cairo y sobre todo para transportar los gigantescos bloques de piedra caliza empleados en la construcción de las pirámides y muchos otros monumentos funerarios erigidos por los faraones.  Sin embargo en las ciudades egipcias no hay evidencia de la existencia de calles.


Los griegos se movían principalmente por mar dada las características de su territorio, por lo que existe poca evidencia de caminos, salvo aquellos empleados con objetivos ceremoniales y religiosos.  Pero los romanos fueron los que cambiaron este panorama.


                                              La Vía Apia


La Calzadas romanas


En el aspecto constructivo, los romanos fueron famosos por sus monumentos, sus acueductos y sobre todo por sus caminos o calzadas.


Fueron sin duda alguna los mayores y mejores constructores de carreteras del mundo antiguo, por estar conscientes de la importancia que tenía desde el punto de vista económico y sobre todo militar.  De los etruscos aprovecharon su tecnología de uso del cemento y la pavimentación de vías, a lo que añadieron las habilidades constructivas de los griegos, cretenses, fenicios, cartagineses y egipcios y la la creación del hormigón a partir del cemento permitió, junto con todo lo anterior, sus notables logros.


Trescientos años antes de Cristo, en el apogeo del Imperio, se habían construido  85 mil kilómetros (53 mil millas) de calzadas que conectaban a Roma con las fronteras y las principales ciudades bajo su dominio.  De ellos el más famoso fue la Vía Apia, el camino más emblemático de Roma y que desafiando la geografía del terreno, unió a Roma con el Mar Adriático, facilitando las mercancías desde Pompeya.


La Vía Apia no solo fue famosa por ser una vía de comunicación de primera importancia, sino también porque a lo largo de ella nos encontramos con cientos de cementerios y sepulcros y además en ella fueron crucificados más de seis mil esclavos partidarios de Espartaco, por lo que se le conoce también como "El camino de las almas".  Y casi dos mil quinientos años después de su construcción, se mantiene transitable.


Los romanos extendieron este sistema de carreteras por toda Europa y a través de los conquistadores españoles, la idea llegó al nuevo continente.


Paralelamente en la India se desarrollaron caminos con sus accesos principales hechos con ladrillos horneados, con losas de piedra, un símil del hormigón y todos con cuidadoso drenaje.   En China, se creó un sistema de caminos muy especial, pues eran más anchos que los de las otras civilizaciones, revestidos totalmente de piedras y bordeados de árboles y los accesos a montañas escarpadas se hacían con escaleras empedradas de anchos peldaños y escalones bajos, casi como rampas.


Más tarde se desarrolló por los chinos, el camino más largo del planeta: La Ruta de la Seda, que atravesaba desde China toda el Asia Menor y la India hasta llegar al Oriente Medio, con más de cinco mil kilómetros (tres mil millas).

                                      El Camino del Inca


A la llegada de los españoles a América, aunque no se conocía la rueda ni el caballo, hubo notables ejemplos de construcción de caminos, como fue el de los incas.  El sistema de carreteras, llamado El Camino del Inca, es una obra de ingeniería impresionante por las características del amplio territorio que cubría y en buena parte ayudó a transformar un pequeño reino en el mayor imperio del Nuevo Mundo.  Una red de 39 mil kilómetros (25 mil millas), abarcaba los actuales Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina y fue elogiada por los conquistadores como superior a la de la Europa de entonces.


Pero lo más importante es que fueron construidas totalmente a mano, sin herramientas metálicas ni carros con ruedas.


La Carretera Central


Ya desde el siglo XIX era evidente que Cuba necesitaba una modernización de sus vías de comunicación, sobre todo por su crecimiento económico y a pesar de la importancia militar que tenía para España, envuelta en una rebelión incesante de los cubanos por obtener su independencia, no hizo nada por acometer estas obras.


Ya como país libre, y con la influencia norteamericana que con su intervención mostró la importancia de sanear el país, construir acueductos, alcantarillados, caminos y escuelas como imprescindible para seguir la senda del progreso, los primeros años de gobierno se vieron frustrados por los conflictos internos que dieron lugar a una segunda intervención norteamericana y después llegó la era de “las vacas gordas” con los altos precios del azúcar y  que no fue debidamente aprovechada para desarrollar al país, a la que le siguió la era de “las vacas flacas” hasta que llegó al gobierno, con apoyo mayoritario, el general  Gerardo Machado.


En 1925, al asumir la presidencia de Cuba, Machado lo hizo con la consigna: “Agua, caminos y escuelas”  cacareada a lo largo de su campaña electoral. Contaba con Carlos Miguel de Céspedes como Ministro de Obras Públicas y a solo dos meses de asumir el cargo, anunció la construcción de la Carretera Central a lo largo de la Isla y la terminación del Capitolio, monumental obra que llevaba diez años de ineficiente ejecución y evidente saqueo por la corrupción gubernamental.


Desde los tiempos coloniales, la geografía de nuestro país, una la larga y estrecha Isla demandaba urgentemente una vía terrestre adecuada que enlazara al oriente con el occidente del país y a su vez con otras ciudades y lugares de importancia.


La Habana, como capital y la segunda ciudad en importancia, Santiago de Cuba, estaban ubicadas a casi mil kilómetros una de la otra y en los extremos opuestos del país, por lo que muchos preferían hacer el viaje por mar bojeando la isla.  Y lo mismo ocurría con el transporte de mercancías, por lo que se hacía necesario desarrollar el transporte por carretera como se había hecho con el ferroviario, principalmente para respaldar la zafra azucarera.


Tras una cuidadosa planificación el Congreso de la República aprobó el 15 de julio de 1925 la ejecución de lo que se llamaría Carretera Central, comenzando su construcción el 20 de mayo de 1927.    El principal objetivo era conectar los principales centros de población, interconectar zonas agrícolas importantes y aprovechar el trazado de antiguos caminos y carreteras, como era el Camino Real, para aprovechar su cimiento firme creado por su uso, lo que evitó expropiar terrenos y ahorrar gastos.


La obra fue ejecutada a velocidad récord, trabajándose en varios tramos simultáneamente y se obtuvo un promedio de 125,3 kilómetros (77,2 millas) mensuales, y se destacan sus controles de calidad en las tareas y los materiales, lo que ha quedado demostrado que el pavimento de hormigón revestido de mezclas asfáltica ha resistido un siglo de explotación, con muy pocos casos de necesidad de mantenimiento.


Con esta obra se concluye el esquema principal vial de Cuba, que no tenía mucho que ofrecer en este sentido y que ahora tenía una vía que cubría todo el país, con accesos simplificados hacia el norte y el sur en ambas costas.


Las obras concluyeron el 24 de febrero de 1931 y se logró que en determinados tramos sus curvas fueran lo menor posible y que estuviera sombreada en buena parte, para lo que fueron sembrados treinta mil árboles frondosos.


La Carretera Central nace en el Capitolio Nacional, justamente debajo del centro de la Cúpula en el Salón de los Pasos Perdidos, donde un diamante de 24 quilates, marca el kilómetro cero de la Carretera Central.   Por poco nos quedamos sin kilómetro cero porque el diamante fue robado durante el gobierno de Grau y apareció, tras el monumental escándalo, en la gaveta del delincuente-payaso mandatario.  Se dice que el diamante había pertenecido a la reina Maria Antonieta de Francia, la que fue decapitada junto con el rey Luis XVI, y luego fue a parar al último zar de Rusia, Nicolas II, fusilado por los bolcheviques durante la Revolución de Octubre, de donde una duquesa rusa lo llevó a Cuba y se lo vendió a un joyero que se lo ofreció a la primera dama Maria Jaen de Zayas.  El diamante no sólo marcaba el kilómetro cero de la Carretera Central sino que dividía en dos al Capitolio, delimitando de una parte el Senado y de la otra la Cámara de Representantes.


Pero con la "robolución" de los Castro, Grau se quedó chiquito y el diamante fue sustituido por una réplica, aludiendo a razones de seguridad, y se dice que fue resguardado en una Bóveda del Banco Nacional de Cuba, pero nunca más se ha vuelto a ver.  O se lo llevaron los rusos de vuelta a su país o alguno de los personajes de la mafia gobernante lo negoció.


Con 23 puentes metálicos y 106 cruces a nivel construidos específicamente para la vía, la obras fue calculada para soportar 20 toneladas de peso en cada una de sus dos sendas, con una visibilidad mínima en las curvas de 110 metros (360 pies), un ancho de rodamiento de entre seis y ocho metros (20 a 26 pies) y cubriendo una distancia total de 1139 kilómetros (707 millas).  Toda una obra para durar muchísimo tiempo.


Una curiosidad alrededor de este tema es que mi padre fue unos cuantos años jefe de una brigada de construcción de viales y pude observar la cantidad de pasos y componentes que tenía el completar una calzada hasta su asfaltado.  En esos momentos era un niño y más me interesaba sentarme en el enorme cilindro que iba compactando la vía, pero después me dí cuenta de que con ese mismo principio fue construida la Carretera Central y otras vías que han sido capaces de sobrevivir muchísimo tiempo sin tener el mínimo mantenimiento.


Mientras tanto en el mundo surgían nuevos esquemas en las vías de comunicación.

             Inauguración de la autopista Milán-Lagos 1921

La primera autopista.


Al igual que hicieron los romanos con los caminos y calzadas, la primera autopista surgió en Italia en 1921 a pesar de que algunos le dan la paternidad de esta idea a los alemanes.


El incremento del transporte automotor, la existencia de carros con mayor velocidad y capacidad de carga, hizo que se hiciera imprescindible contar con una calzada reservada para el tráfico rápido, con vías delimitadas para cada dirección, accesos muy limitados, sin cruces y que permitieran avanzar a gran velocidad y con seguridad.  Ese es el principio que Piero Puricelli diseñó para la autopista entre Milán y Varese en Italia, basándose en la Vía Apia con su circulación rápida de vehículos en sentido contrario.


Para garantizar sus preceptos, por ella sólo circulaba el tráfico veloz y para cubrirlos gastos de construcción y mantenimiento se pagaba un peaje, algo atrevido en una época en que los carros no eran tan masivos como ahora.


Los romanos nuevamente llevaron la delantera.

                                       Inauguración del Autobahn


El Autobahn


El regimen nazi es despreciado por todas las personas que tengan un dedo de frente y sus atrocidades quedarán marcadas en la historia como de las peores de que se tenga noticia.  Sin embargo fue capaz de impulsar importantes avances tecnológicos y económicos que repercutieron en mejorar el bienestar de la sociedad alemana y que han sido aprovechado por el mundo entero posteriormente.  No todo lo que hicieron estuvo encaminado a la guerra, sino que también, como es costumbre para ese pueblo, que fue engañado por un monstruo, igual que nos ha ocurrido a los cubanos, ejecutaron grandes obras.


Y entre ellas está el Autobahn, un sistema de autopistas diseñado para conectar a todo el país, lo que constituyó una revolución en el sistema vial, aparte de que impulsó el desarrollo de Alemania, dando trabajo a cientos de miles.


La construcción de carreteras alemanas hasta 1929 era un desastre por la crisis económicas y el país estaba en quiebra por el desempleo, la altísima inflación y las indemnizaciones que debía pagar por los daños de la Primera Guerra Mundial.


Así y todo, el que después de la caída del tercer Reich sería canciller alemán, entonces alcalde de Kolonia, Konrad Adenasuer, pudo financiar e inaugurar una autopista de veinte kilómetros entre su ciudad y Bonn, con limité de velocidad de 120 kilómetros/hora (70 millas/hora), pero el régimen nazi la degradó poco después a carretera secundaria para atribuirse ellos el haber inaugurado la primera de su tipo.


Al llegar la guerra ya estaban terminadas autopistas y durante el conflicto se emplearon a prisioneros en trabajos forzados para construir las vías con solo 3800 kilómetros completados (2350 millas) y con el objetivo de su uso militar con la repavimentación de determinados tramos para emplearlos como pistas de aviación auxiliares, con aviones escondidos camuflados en lugares contiguos, como pudimos ver que se empleó en Cuba.


Tras la guerra se priorizaron estas obras como parte de la recuperación alemana y los Autobahn se convirtieron en la primera red logística de acceso limitado y de mayor rapidez en el mundo.  La red no se completó hasta la reunificación alemana en 1990 porque la Alemania Oriental no atendió el asunto.


Hoy en día la Autobahn es una red de autopistas sin peaje coordinada para acceder a cualquier parte de Alemania y mantiene su principio de que gran parte de la población pueda conducir su carro a largas distancias y disfrute de hermosas vistas en el trayecto viajando rápidamente y sin interrupciones y que ha sido emulado por todos los países del mundo como un esquema eficiente y seguro.



Una curiosidad histórica


Ya vimos que Adolfo Hitler quiso atribuirse la paternidad de las autopistas, pero lo cierto es que la primera autopista como tal fue la construida en la Italia de Mussolini, pero que ya estaba proyectada antes de que el Duce accediera al poder, lo mismo que las autopistas alemanas estaban concebidas y no ejecutadas por falta de financiamiento antes de ser Hitler Canciller.  Lo mismo ocurre con la construcción de embalses de agua y pantanos en España, los que estaban planificados y se comenzaron a construir antes del golpe militar de Franco.  


No se debe hablar de autopista de Mussolini, ni de Autobahn de Hitler ni de embalses y pantanos de Franco, sus verdaderos creadores fueron los ingenieros y técnicos que convencieron a los gobiernos anteriores de la necesidad de su ejecución y diseñaron las obras, como fueron Piero Puricelli, Robert Olsen y Manuel Lorenzo Pardo.


Los otros solo fueron gobernantes despreciables que pretendieron atribuirse algo bueno dentro de todo lo malo y el daño que hicieron.


La Autopista Nacional


Con la revolución, llegó el gigantismo soviético y como en algo había que emplear los inmensos  subsidios soviéticos, se aprovechó la oportunidad para sustituir de alguna forma la que se consideraba obsoleta Carretera Central, que era catalogada de estrecha y poco abarcadora.


Lo cierto es que el desarrollo social y económico requería de una obra de esa envergadura.


Por ello comenzó su construcción en 1978, construyéndose a paso de jicotea, no como se hizo con la Carretera Central, por lo que entre todos los tramos, el de La Habana a Pinar del Río, el de La Habana a Sancti Spíritus y el de Santiago de Cuba a Guantánamo, se construyeron 597 kilómetros 


Entre todos los tramos (La Habana Pinar del Río; La Habana-Sancti Spíritus y Santiago de Cuba-Guantánamo) llegaron a hacerse 597 km (370 millas).  Con la desaparición de la Unión Soviética en 1990 y acabarse los subsidios, la Autopista Nacional pasó a formar parte de los proyectos fallidos de Fidel Castro, desde el Cordón de La Habana, la Zafra de los Diez Millones, la Revolución Energética y la Central Nuclear de Juraguá, por mencionar algunos.

                           Un Expressway en un tramo urbano de Miami


Ahora que puedo hacerlo, comparo a la Autopista Nacional con cualquiera de las miles de autopistas que existen en México y en Estados Unidos.  En ellas el pavimento no tiene un solo bache, la señalización es múltiple, lo mismo con señales en el piso, en postes o electrónica, si vemos algún cartel propagandístico es agradable, pero predominan los que advierten de la necesidad de conducir de forma segura, atender los avisos y cosas similares.  Hay lugares para descansar, otros donde repostar gasolina o comer algo y aparte de la cobertura de los celulares que es casi total, existen teléfonos para emergencias cada ciertos tramos.


En cambio en la Autopista Nacional si ves algún cartel o valla, es con propaganda revolucionaria y muy pocas señales relativas al tránsito porque la gente se las lleva para construir lo que necesiten y no son repuestas.  En cambio, se ve gente semiescondida vendiendo quesos, frutas y otros productos agrícolas como si fueran delincuentes.


Y si vamos a hablar del asfalto, mejor ni hablar, tal parece que ha sido bombardeada de la cantidad de huecos que presenta y por ello el número de accidentes es grandísimo, porque el que pretenda correr en esa vía que se supone rápida, es un suicida.


En todo el trayecto de alrededor de 400 kilómetros hasta Sancti Spíritus, solamente hay un par de lugares, que han sido bautizados como "El Conejito", uno en una senda y el otro en la contraria, que en un tiempo fueron restaurantes y hoy en dia parecen un prostíbulo en crisis donde casi siempre solamente hay pan con croquetas y refrescos calientes, siempre con la presencia de policías y patrulleros buscando el contrabando interprovincial de queso, café y lo que sea para incautarlos y quedarse con ellos.


Por eso cuando me dicen que recorrer Cuba por la casi siempre recta línea de la aburrida  Autopista Nacional y luego conectar con la estrecha y peligrosa Carretera Central, es algo equivalente a  hacer un viaje en el tiempo, me echo a reír.  En la vieja Carretera Central no hay baches y el viaje es más entretenido y probablemente, mucho más seguro.  Y eso que prácticamente no hay tráfico en Cuba.


Y otra cosa, la Autopista Nacional, está muy lejos de ser Autopista y de ser Nacional.  Pero es el mejor viaje que se puede hacer en la Isla.



















domingo, 10 de octubre de 2021

Cuando llega Octubre


 Cuando llega Octubre


"Abril es el mes más cruel" es el título de uno de los cuantos de esa pequeña obra maestra de Guillermo Cabrera Infante titulada "Así en la Paz como en la Guerra", del que nunca olvido frases como la historia del magnate cuyo hijo se avergüenza de que ande con muchachitas que podían ser su nieta y le reprocha ese estilo de vida, a la que el ricachón le responde con una pregunta:


¿Qué es lo que más me gusta en la vida?

Los ostiones -le responde el hijo.

¿Y alguna vez yo le he preguntado a los ostiones si quieren que yo me los coma?.


Supongo que el título escogido sobre "Abril es el mes más cruel" se refiere a un poema de T. S. Eliot de su libro "La tierra baldía", cuya interpretación puede ser muy compleja pero que se refiere sin dudas que un invierno interminable no puede ser capaz de ser sanado ni por la primavera, comparándolo con las secuelas de la Primera Guerra Mundial.  Y el cuento de GCaín es un complejo estudio de un suicidio inexplicable en medio de una luna de miel.  Hay canciones sobre Septiembre como "September" de Earth Wind and Fire" o September Morn" de Neil Diamond.


Pero el tema que nos ocupa es el mes de Octubre, que si lo analizamos detenidamente, ha sido de los meses más crueles para los cubanos.  Vamos a repasar algunos hechos nefastos o relevantes ocurridos en este mes.


El primero es que en 1492 Cristóbal Colón descubre la isla de Cuba, un hecho que constituyó el comienzo del fin del paraíso que era Cuba y sus habitantes.  Octubre es el mes de la hispanidad por el llamado "descubrimiento" de América, que no fue más que el encuentro de múltiples culturas con la europea y que significó el mayor despojo de riquezas y el mayor genocidio de la historia de la humanidad.


Es también en Octubre de 1868 que comienza la Guerra de los Diez Años, inicio de nuestras guerras independentistas y que no tuvo otro significado que el forzar la terminación del régimen esclavista y pasar a otro sistema económico, pero que devino en lucha por la emancipación colonial.


Fue en ese mismo mes pero en 1896 que el asesino gobernador general de la Isla, Valeriano Weyler, dicta el Bando de Reconcentración, una medida desesperada para aniquilar el levantamiento independentista y donde en un país de poco más de un millón y medio de habitantes, hubo alrededor de 300 mil muertos, entre ellos 170 mil civiles, el holocausto cubano.


Y tras el triunfo de la revolución comunista, es en Octubre donde se producen hechos que transformaron negativamente a nuestro país, como fueron:


En 1959 se crean las Milicias Nacionales Revolucionarias, un primer paso para aumentar la represión y hacer partícipe a un número mayor de personas.  Unos días antes, a finales de septiembre, pero en 1960, se fundan los Comités de Defensa de la Revolución, otra medida para vigilar y denunciar y crear un sistema totalitario.


Y es en el propio Octubre de 1960 que se nacionaliza la Banca, tanto nacional como extranjera, se nacionalizan las Empresas norteamericanas y se dicta la Ley de Reforma Agraria.  En el propio mes, pero de 1963 se aprueba la Segunda Ley de Reforma Agraria, con un viso populista y que fue el comienzo del deterioro de la producción agrícola cubana que abastecía a todo el país y producía exportaciones.


Dos años después, en Octubre de 1965, se redondea la estructura represiva con la constitución del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.


En Octubre de 1967 un hecho al que se le sacó mucho filo, fue el apresamiento por el ejército de Bolivia del guerrillero Che Guevara y su ejecución.  Un suceso que fue empleado con fines propagandísticos, idealizando y casi santificando a quien había sido un extremista, un incapaz que destruyó la economía y las finanzas cubanas y un asesino.  A pesar de la incesante publicidad, nadie en Cuba quiere ser como el Che.


En 1976 ocurre el sabotaje de la nave de Cubana de Aviación en Barbados, donde perecen 73 personas a bordo y que aparte de que constituye un hecho terrorista miserable, ha sido usado como un arma política por el gobierno cubano, demonizando a sus enemigos.


Y como colofón, en Octubre ocurren dos acontecimientos impactantes:


El primero es que Octubre es el mes donde más han impactado huracanes y ciclones en tierra cubana a lo largo de la historia.  Solo mencionar algunos significativos.  


El 24 de octubre de 1692, “La tormenta de San Rafael” fue la primera que azotó La Habana en ese mes.


El 15 de octubre de 1768, “La tormenta de Santa Teresa” destruyó una parte de la muralla de La Habana, provocó el naufragio de varios buques en la bahía y dejó a su paso grandes destrozos en viviendas y sembrados. 


El 26 de octubre de 1810 ocurrió “La tormenta de la Escarcha Salitrosa”, que trajo consigo que lloviera durante doce días sin interrupción, hizo naufragar a setenta buques y provocó graves inundaciones en la capital. 


El 5 de octubre de 1844 azotó La Habana la “Tormenta de San Francisco de Asís”, con el saldo de cien muertos, miles de viviendas destruidas y embarcaciones hundidas. 


El 11 de octubre de 1846 ocurre la mayor de las tormentas conocidas hasta ese momento y que azotó la capital, “La tormenta de San Francisco Borja”, con tal fuerza que sus vientos huracanados se sintieron en casi todo el país, tratándose de lo que hay conocemos como huracán de categoría 5.  Los valores de la presión atmosférica, de 915 hectopascales, han sido los más bajos reportados en todos los tiempos y solo comparables a los catastróficos meteoros de 1926 y 1944.


El 7 de octubre de 1870, el llamado "huracán de San Marcos" afectó a Matanzas, con gigantescas penetraciones del mar, causantes de más de 800 muertes.


Del 13 al 17 de octubre de 1910 ocurrió un fenómeno poco común, el "Ciclón de los Cinco días", que por su intensidad y duración causó muy graves daños en toda la parte occidental de Cuba.


El 19 de octubre de 1924 pasó por Pinar del Río un huracán sin precedentes, el que se considera el más destructivo de los que por allí han pasado.



El 20 de octubre de 1926 azota La Habana el tristemente famoso "Ciclón del 26", considerado uno de los tres más destructivos de todos los tiempos, con pérdidas humanas y materiales inconmensurables.  Sus vientos de más de 230 kilómetros por hora causaron 600 muertes.


Pocos días después de terminar Octubre, el 9 de noviembre de 1932 un huracán inusual provoca un ras de mar en Santa Cruz del Sur, causando la muerte de tres mil personas, el desastre natural más mortífero en nuestra historia.


El 18 de octubre de 1944 ocurrió otro de los más destructivos huracanes, el "Ciclón del 44", el que arrasó con la costa sur habanera, destruyendo completamente al poblado del Cajío y Surgidero de Batabanó, hundiendo goletas y causando 300 muertes.  La velocidad del viento fue superior a 260 kilómetros por hora. 


El 24 octubre 1952 un gigantesco huracán con vientos de 280 kilómetros por hora provocó grandes destrucciones en las provincias de Las Villas y Matanzas, en particular en  Cienfuegos.


El 4 de octubre de 1963, un extraño huracán se ensaña durante varios días con las provincias orientales y Camagüey, el ciclón "Flora", siendo uno de los más catastróficos y sus inundaciones llegaron a niveles nunca antes vistos, con el saldo de 2000 víctimas y cuantiosos daños materiales.


El 13 de septiembre de 1988, el llamado "huracán del siglo" el Gilbert, a pesar de cruzar muy lejos de Cuba, provocó grandes penetraciones del mar y lluvias intensas en Isla de Pinos.


El 4 de noviembre de 2001, "Michelle", un huracán de categoría 4, el más intenso desde 1952, cruzó la zona central de la Isla con gigantescos daños.


Una tremenda historia la de los ciclones de Octubre, pero ahí no para todo.  El hecho más terrorífico en que se ha visto envuelto Cuba durante toda su existencia, ocurrió en el mes de Octubre.


La Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre


Viéndolo fríamente ahora, podemos leer, si buscamos información sobre el hecho, que fue un conflicto bélico ocurrido en Octubre de 1962 y que tuvo como protagonistas a la Unión Soviética, los Estados Unidos y Cuba. 


Los historiadores consideran a la crisis de los misiles como una de las más peligrosas crisis registradas en la historia, durante la cual Estados Unidos activó una condición de defensa tipo 2 y Cuba, por su parte, estuvo muy cerca de involucrarse en una guerra nuclear y de ser el blanco principal de un ataque destructivo.



Dicho así, luce impactante, pero para los que vivimos aquellos momentos, sentimos que toda nuestra vida iba a terminar y que como dijo el demente Fidel Castro: "era preferible que la Isla se hundiera en el mar antes de volver al pasado", o como escribió otro loco asesino, el Che Guevara: " un ejemplo escalofriante de un pueblo que está dispuesto a inmolarse atómicamente para que sus cenizas sirvan de cimiento a sociedades nuevas".


Sin duda alguna fueron días en los que el pueblo cubano sufrió lo indecible gracias a los delirios de sus gobernantes.


La mayor calamidad que trajo Octubre


Para no quedarse corto, Octubre trajo también el mayor cataclismo que ha enfrentado el hombre: la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia, que dio origen a la mayor hecatombe política, económica y social que se ha conocido, que se extendió por muchos países, incluido el nuestro, dejando a su paso los peores sufrimientos.


Comparado con este hecho, cualquier otra cosa caótica, devastadora o calamitosa, nos parece risible.


Y para que no todo sea malo, está Oktoberfest, la fiesta más popular de Alemania y además una de las más concurridas del mundo y que es imitada en muchos otros países.  Es una fiesta que atrae millones de visitantes a Munich, que data desde 1810 y que tiene como centro a la cerveza, lo que es acompañado de comida y diversión, desfiles, atracciones de feria y otros espectáculos, que la hacen incomparable.



Hay quien dice que Octubre es el mes perfecto.


Octubre es el décimo mes del año a pesar de que su nombre se deriva de haber sido el octavo mes en el calendario romano y que en latín significa octavo.  Lo cierto es que al margen de ello, es probablemente el mes más místico del año, según algunos, ya que la noche del 31 de octubre al primero de noviembre se celebra la Noche de Halloween en Estados Unidos y la Noche de los Difuntos en España.


Es en este mes donde en las latitudes templadas del hemisferio norte se dedica a la cosecha, por lo que su estatus económico del resto del año y del siguiente hasta igual fecha dependerá de este momento.  También se dice que es el mes ideal para ahorrar y que es el mejor mes del deporte, porque es el único mes del año en que todos los deportes tienen actividad y se celebran muchas finales de campeonatos como es el de las Grandes Ligas de Béisbol con su Serie Mundial.


Aunque ya no es un buen mes para ir a la playa, por lo menos para los cubanos, sí lo es para viajar por varias razones: no hace calor y todavía no hay frío, es una estación preciosa donde las hojas de los árboles comienzan a cambiar de color, tomando tonos amarillentos, ocre o rojizo, por lo que los paisajes se vuelven incomparablemente bellos.  Y está la llamada Luna de Cosecha, sobre la que se ha escrito una canción preciosa por Neil Young:


"Come a little bit closer

Hear what I have to say

Just like children sleepin'

We could dream this night away


But there's a full moon risin'

Let's go dancin' in the light

We know where the music's playin'

Let's go out and feel the night


Because I'm still in love with you

I want to see you dance again

Because I'm still in love with you

On this harvest moon..."


Pero canciones sobre Octubre hay muchas, tales como "October" de U2, "October" de Dolores O'Riordan, "October Leaves" del grupo The Good Life,  "October" de Callie Moore, "October and April" por The Rasmus, Incredible String Band con "October Song" y esa joya que es "When October Goes", de la autoría de Johnny Mercer por Nancy Wilson, de la cual Barry Manilow también hace una versión de competencia y puso la melodía.  Una canción tan bella que duele.  


"And when October goes

The snow begins to fly

Above the smokey roofs

I watch the planes go by


The children running home

Beneath a twilight sky

Oh, for the fun of them

When I was one of them


And when October goes

The same old dream appears

And you are in my arms

To share the happy years


I turn my head away

To hide the helpless tears

Oh, how I hate

To see October go"


¿Qué tienen de común estas canciones? Son baladas con mucho sentimiento, que nos avisan de que el otoño ya está aquí, con sus días más frescos y menos luminosos.


Por eso, aunque nos hayan ocurrido muchas cosas malas en Octubre, éstas también han sucedido en otros meses.  Octubre devuelve a la tierra las hojas que ella le hizo brotar en el verano, por eso este mes nos brinda la última y más bella sonrisa del año.



sábado, 2 de octubre de 2021

Lo que reviví o conocí en casa de Cuca: la vida de los guajiros


 Lo que reviví o conocí en casa de Cuca: la vida de los guajiros


A pesar de haber nacido en Bejucal, el pueblo situado a escasos cinco kilómetros al sur de la capital habanera, nunca, ni siquiera tras haberme ido a vivir a La Habana a los tres años de edad, supe lo que era la vida en el campo ni pisé un bohío o anduve por un sembrado.


Ya un poco mayor, quizás con ocho o nueve años, mi primo mayor Pancho, me llevó con él a ver una novia que tenía en el Central El Pilar, cercano a Artemisa y allí, con mis pantalones blancos y mi guayaberita, supe lo que era pisar bostas de vaca y sentir la risa de los guajiritos que andaban descalzos y no la pisaban.


Fue en ese momento que supe de algunas cosas muy propias del campo, un mundo muy diferente a aquel en que vivía, pero por lo efímera de la situación, no las fijé mucho, y de algunas ni me di cuenta, pero el que no hubiera luz eléctrica, ni servicio sanitario, ni agua corriente, ya era una curiosidad para mí.


Las costumbres más curiosas que se repiten en cualquier hogar campesino en Cuba


Al igual que en todos los países del mundo, la forma de vivir en los campos cubanos es muy diferente a la vida citadina. Para muchas personas, el hecho de que exista menos progreso, es un indicador de que la calidad de vida es mejor, más natural. Otros pensarán que la vida en las zonas rurales es más desfavorecida y llena de carencias y necesidades y con muy poca diversión. 


Hay de todo un poco, al menos en esos tiempos, por lo que voy a referirme a algunos de los hechos que difieren entre la vida de la ciudad y la de los campos cubanos.


El olor del café mañanero es lo primero que sentimos al despertarnos. No se concibe un amanecer sin tomar un café bien fuerte y caliente, el cual se invita a compartir a todo el que esté cerca, aunque sea desconocido.


Las puertas de los bohíos o cualquier tipo de vivienda campesinas, siempre están abiertas, no solo por un problema de ventilación, sino porque la seguridad no abarca esa práctica y la gente no tiene preocupación de ser asaltados, porque por término medio no tienen mucho y no se buscan enemigos, todo lo contrario.


El pedir prestado es una práctica normal y concurrente que siempre es correspondida como agradecimiento.  Puede ser de un objeto con que no se cuenta, como un martillo, un cuchillo, un abridor u otro utensilio de cocina o de procesamiento de cualquier cosecha hasta un poco de azúcar, sal o alguna especia. Por eso si se hace un dulce de cualquier fruta, al vecino o persona que lo ayudó en algún momento, se le envía un poco.


Las relaciones con los vecinos son casi familiares, a veces no están muy cerca y si lo están, son partícipes, a través de los patios, de las más animadas conversaciones matutinas y unos a otros se invitan a pasar a la cocina a tomar café o a participar en la confección de la comida o a comentar sucesos cotidianos.  Por eso con los vecinos se crean lazos de amistad tan fuertes o más que con familias que están lejanas y con ellos la convivencia es muy fuerte, pues están junto a uno en las “verdes” y en las “maduras”, es decir en los momentos buenos y en los malos.


La comida es indudablemente más sana.  Las viandas y vegetales se sacan de la tierra en el momento en que van a ser consumidas, normalmente son cosechadas para consumo familiar y los animales se alimentan de productos naturales.  


La limpieza, a pesar de que en algunos lugares tienen pisos de tierra, es impecable, se barre a menudo y uno de los mayores esfuerzos está encaminado a siempre contar con abundante agua potable.  Para lavar la loza y los trastes de la cocina se emplea agua con limón.


Los campesinos se acuestan al caer la noche y se despiertan con el alba.  No hay muchas formas para divertirse salvo la tradicional de hacer hijos y en caso de contar con luz eléctrica, probablemente exista una radio, juegos de mesa y algo para leer, no existiendo otra posibilidad por vivir en un lugar aislado y lejos de los centros de esparcimiento en los pueblos.  


La radio existe como un medio importante de comunicación.  No solo se sabe si viene un mal tiempo o un ciclón y por ella se conoce si una vecina o conocida parió, si alguien está enfermo, si en la tienda rural hay alguna oferta o llegó algún producto y muchas noticias importantes que no se conocen por otra vía de forma más rápida.  Por ello donde no hay electricidad, todos tratan de tener un radio de baterías, porque además es un importante medio para entretenerse, no solo para oir noticias.


Por regla general el caballo es el medio de locomoción, algunos tienen una carreta y pocos un tractor, que aparte de medio de labores agrícolas, también sirve para transportarse, junto con algunos que tienen bicicletas y motocicletas, si el lugar donde vive cuenta con caminos por donde ellas pueden transitar.


El teléfono por término medio existe en los pueblos y en las tiendas que suministran de todo lo necesario a los campesinos y que puede estar a poca distancia o a varios kilómetros de su asentamiento.  Estos lugares acostumbran no solo a permitir llamadas sino a recoger recados para los pobladores y avisarles de cualquier asunto urgente.


La hospitalidad del campesino es algo inherente a su forma de ser.  Si alguien llega alrededor o durante la hora del almuerzo o la comida, nadie lo invita, es lo más natural del mundo que se sienten a la mesa junto con los de la casa porque no esperan otra cosa y mucho menos que den excusas para no comer.  Los campesinos cubanos por lo regular son de buen apetito, adictos a la carne de puerco, la malanga, el plátano, los frijoles negros y el arroz, mientras que la manteca de puerco, se guardaba en latas de aceite de veinte litros junto con trozos de carne.


Los guateques son el tipo de fiesta más popular entre el campesinado y cada uno aporta lo que puede.  Normalmente los guateques son celebraciones del fin de una cosecha, de la zafra y otras festividades, en la que participan familias, amigos y vecinos y donde predomina el baile, el canto y sobre todo la comida abundante.  Allí aparecen los tan gustados improvisadores o repentistas que atacan y se defienden mutuamente de forma humorista con las llamadas controversias abordando cualquier tema.  No pueden faltar el puerco asado, el arroz blanco con frijoles negros o el congrí, los tostones, la malanga y la yuca, el aguardiente, la cerveza y el ron y el cubanísimo saoco, una mezcla de aguardiente con agua de coco.


Uno de los principales entretenimientos de los guajiros han sido las peleas de gallos finos, que por lo general se celebraban los domingos en locales adecuados para ello llamados vallas.  No importaba la distancia, siempre estaban llenas y en ellas se compartía con amigos, se tomaba aguardiente y se producían rencillas que se olvidaban al terminar los combates.   Unos se iban con más dinero y otros con menos, pero esta cruel diversión a través de la historia de Cuba ha sido prohibida, legalizada y ya hace más de medio siglo que son ilegales, pero así y todo, clandestinamente se siguen efectuando.


Aparte de los guateques y las peleas de gallos, están los momentos en que se reúnen vecinos y amigos para hacer cuentos.  Algunos se refieren a cuando un guajiro fue a La Habana y lo que allí le ocurrió, otros hablan de sus experiencias en el tren lechero en algún viaje al pueblo, lo ocurrido en alguna feria agropecuaria o ganadera y otras historias.


Los cuentos de guajiros


Onelio Jorge Cardoso y Samuel Feijoó destacaron por recopilar y escribir cuentos del campo cubano, los que resultan una fuente interminable de riqueza cultural, pero voy a referirme a unos pocos que me impactaron y no se me olvidan.


Así se hicieron famosos en todo el país cuentos como los de “la punzada del guajiro”, ese dolor agudo y penetrante en la cabeza cuando un campesino, no acostumbrado a tomar cosas frías, se toma muy rápido un helado, una cerveza o un batido o hasta agua fría con hielo; el cuento del guajiro que va al pueblo y toma por primera vez un refresco enfriado con una piedra de hielo, por lo que entretiene al comerciante pagándole con un billete de a un peso a cobrar cinco centavos, para el cual no tiene cambio y debe abandonar el puesto mientras el guajiro se lleva “la piedra de enfriar”, sin saber que se iba a derretir en el camino; el cuento del guajiro que se va a casar y un amigo le habla de lo que se usa en La Habana, los calzoncillos, una prenda que se pone debajo del pantalón, va a la capital, se la compra y el día de la boda no recuerda cómo ponérsela, llama a un amigo y este le responde: “la parte cagada para adentro”; el del guajiro Juan Candela que dijo haber matado a un majá de cuarenta varas de largo, ante lo cual otros dijeron que era demasiado, que tenía 38 varas, otro que medía 35 y así hasta llegar a decir que era de 30 varas, momento en que Juan sacó el machete y dijo: ¡al que le quite una vara más al majá, lo mato!.



Está el cuento de la Luz de Yara, una luz resultante de una india llamada Yara, que se abrazó al cacique Hatuey en el momento en que fue quemado por los españoles y que tiene miles de historias a lo largo de los siglos pero una simpática es que guió a Fulgencio Batista hacia la posta 6, donde no conocían del golpe de Estado que iba a dar el 10 de marzo de 1952, pero la Luz de Yara lo hizo invisible ante el centinela; las historias acerca de ese lagarto gigante llamado el Babujal, un espíritu maligno; el cuento del hombre que regresa por el monte a caballo bajo un gran aguacero y se encuentra un bebé tirado debajo de una ceiba, lo recoge y se pone a pensar qué le podría dar de comer pues el solo tenía galletas y el bebé le responde, sacando unos afilados colmillos: ¡ya yo tengo dientes para comer galletas!; en el viaje a el las cercanías del central El Pilar en Artemisa, cuando tenía ocho años, los niños del lugar me contaron que por las noches, entre las guardarrayas de caña, salía un hombre con la cara blanca, que si lo veía, corriera porque era el espíritu de uno que habían matado allí, y resulta que ya de noche, mientras caminaba con mi primo hasta el central para coger la guagua de regreso a Artemisa, se cruzó con nosotros un hombre vestido de negro al que solo se le veía la cara, resultó ser uno que atemorizaba a la gene para robarle las gallinas o los puercos;  y así una interminable colección de historias orales cubanas muchas no escritas.


Al final estos cuentos de guajiros no pasan de moda por lo simpáticos, curiosos y representativos de nuestra mitología y son en definitiva, pura sabiduría y parte inseparable de nuestra cultura y nuestra idiosincrasia.


Pero lo más sorprendente son los cuentos de guajiros, donde predominan lo humorístico, lo fantástico y lo terrorífico, mitos y leyendas compitiendo a ver cuál es más exagerado.  Pero por mucho que exageraron los guajiros con sus cuentos, los que ahora viven en Estados Unidos, en particular en Miami, han visto lo que nunca imaginaron por mucho que inflaron sus historias.


El Capitolio.


Una de las fuentes de historias más solicitadas eran las de los guajiros que habían viajado a la capital.


Los guajiros normalmente iban a La Habana en el tren lechero, el que más demoraba porque paraba dondequiera, pero era el más barato.  Se bajaban en la Terminal Central y no había pérdida, de ahí salían directo a la calle Monte y por tanto frente al Parque de la Fraternidad, el Paseo del Prado y el Capitolio.  La prueba máxima de que habían ido a La Habana era retratarse con uno de los tantos fotógrafos ambulantes, que con una tecnología antediluviana, de los más antiguos modelos de una Speed Graphic, hacían una foto y la imprimían en pocos minutos por un precio módico.  Eso sí, al fondo tenía que salir el Capitolio y eso no daba lugar a dudas porque entonces ni se pensaba en que las fotos pudieran trucarse, aunque los fotógrafos más profesionales sí lo hacían, pero no los de los jardines del Capitolio.  

El segundo paso era cruzar el Paseo del Prado y justo enfrente estaba la tienda “El Machetazo”, donde se compraba ropa por muy bajos precios.  Los de más recursos daban su vuelta por algunas otras tiendas de Monte, comían algo en el Ten Cents o en alguna fonda o saboreaban fritas, pan con lechón u otras comidas callejeras; si podían se quedaban más de un día en algún hotel barato de la zona y hasta iban al teatro Shanghai para tener bastantes anécdotas que contar o hasta se atrevían a visitar el barrio de Colón y los que tenían más dinero se sentaban a tomar en los Aires Libres del Paseo del Prado .  Pero la mayoría regresaba esa misma noche en el tren lechero y llevaban, aparte de la ropa y otros regalos para la familia, un arsenal de vivencias que compartir.  Y por supuesto, la foto con el Capitolio de fondo era como un sello en el pasaporte: una constancia.


Normalmente en La Habana la gente se daba cuenta de quiénes venían del campo, por su forma de vestir y comportarse, algunos no soltaban el machete y el sombrero, pero realmente pocos hacían burla de ello, porque muchos habían emigrado desde sus provincias hacia la capital.  Entonces la discriminación racial o de clases era feudo exclusivo de los ricos y no del pueblo.


Y para dar fé de ello pregúntese por qué entonces en todas las casas había una cafetera italiana pero se colaba al estilo campesino con una manga de tela.


Frases guajiras


La sencillez, jocosidad y naturalidad del guajiro es realzada por su falta de rudeza y de grosería, abundando la generosidad y la familiaridad, está a veces salpicada de una falsa inocencia oculta tras una picardía innata.  Ello ha hecho que los guajiros hayan creado su propia manera de decir las cosas y de elaborar frases y dichos típicos, que son expresión de sus experiencias únicas y que han transmitido de una generación a otra, tales como:


Eso está al cantío de un gallo (son gallos de garganta muy poderosa porque su canto se escucha a muchas leguas de distancia)


La yagua que está pa’ uno no hay vaca que se la coma (lo que está dispuesto para uno por el destino, así será)


Cuando el maja sube al palo, el palo tiene jutia (muchas veces no conocemos el por qué actuamos de determinada manera, pero no nos equivocamos)


Estas como puerco pa' 31 (estar listo o a punto para determinada situación)


La cabra siempre tira pa'l monte (aunque parezca lo contrario, la personalidad de alguien no cambia)


Chuparle el rabo a la jutía (tomar bebidas alcohólicas)


No hay que hacer carbón de todo árbol que caiga (no abusar del que está en desgracia porque uno puede ser el próximo en verse en similar situación)


El que nace pa' maceta no sale del pasillo (no pretender llegar a algo para lo que no se tiene la capacidad) 


Al que nace pa' tamal del cielo le caen las hojas (el que tienen habilidades para algo, triunfará en ello)


El que tiene amigos tiene un Central (la amistad se convierte en algo útil para resolver problemas y mejorar la vida, se refiere al papel preponderante de los centrales azucareros en la economía cubana)


Y muchísimos más, que han pasado a formar parte de nuestro arsenal lingüístico y se han convertido en frases comunes para muchas situaciones, no solo las propias del ámbito rural, porque son perfectamente aplicables a cualquier medio.  


Mis experiencias campestres


En realidad mis experiencias campestres no han sido muchas, la que ya narré del caserío en las colonias cañeras del central El Pilar, y otras pocas como la visita a casa de un compañero de estudios a donde fui a buscar una pierna de puerco, como si se tratara de un contrabando por las regulaciones absurdas existentes en Cuba entonces.


El viaje a Horquita, en Cienfuegos, y mi travesía hasta el bohío donde vivían los padres de mi amigo, en plena Ciénaga de Zapata, está narrado en uno de mis posts.   Allí detallo el trabajo para llegar a Horquitas, un viaje desde La Habana hasta Aguada de Pasajeros, de allí una guagua local hasta Yaguaramas, tras lo cual un accidentado viaje en lo que encontráramos y una buena parte a pie hasta Horquitas, y luego un viaje por plena Ciénaga hasta pasar Babiney, el último poblado, distante unos cinco kilómetros de nuestro destino.  Pero valió la pena, llegamos con el alba y el saludo fue con un riquísimo café carretero y unas masa de puerco frito con tostones.  Se sacrificó el animal que nos íbamos a llevar y el almuerzo fue bistés de puerco con yuca y malanga adobados con ajo y naranja agria todo recién cosechado al momento, junto con congrí y aguardiente fue una comida que cuarenta y cinco años después, no olvido.


Tras cargar las piernas de puerco, afortunadamente pudimos irnos montados en yegua hasta Yaguaramas y el regreso a Aguada, siempre escondidos con nuestros maletines llenos de carne, escondidos de la policía, cuyo susto nos hizo despertarnos del efluvio de las cuatro botellas de aguardiente consumidas.  Pero probablemente ese haya sido mi primer encuentro real con la vida del campesino, una vida de trabajo, donde hay que ser autosuficiente en casi todo y no se puede desperdiciar nada, cosa que no valoramos los que vivimos en las ciudades.


Otro impacto fue un viaje desde Guantánamo hasta Baracoa a comernos un puerco en una finca intrincada cerca de la desembocadura del río Miel.  Allí también constaté que el estilo de vida es muy diferente al que estamos acostumbrados y que la gente, que no todos los días tiene encuentro con vecinos, familiares y amigos, ven el evento como algo muy deseado y dan muestra de su afamada cordialidad y hospitalidad.  Pero donde de verdad vine a conocer eso fue en casa de Cuca en Arriete.


Arriete y la casa de Cuca


Toda esta retórica está relacionada con uno de esos encuentros de cubanos de las dos orillas después de muchos años sin verse.


Arriete-Ciego Montero es un poblado del municipio de Palmira, en la provincia de Cienfuegos, famoso por sus baños y aguas medicinales ligada a las fuentes del río Anaya.  


Ya en los años noventa del siglo pasado el nombre de Ciego Montero, se hizo famoso porque se creó una asociación entre la empresa cubana Los Portales y Nestlé, para producir agua mineral embotellada, gaseosas de diversos sabores, la más famosa de ellas la TuKola.


Pero mi asociación con ese lugar viene de mucho atrás, desde antes de la revolución, cuando mi esposa Finita y su familia se mudaron al naciente reparto Fontanar y a tres casas de distancia vivían las que serían, hasta el día de hoy, sus amigas, Ania y Magda.


El distanciamiento que creó la revolución entre los que permanecimos en la Isla y los que se fueron, hizo que durante muchos años no se supiera nada de una y de otra y cuando hubo una pequeña apertura, comenzó el flujo de cartas, hasta que un día se apareció en la puerta de la casa de Fontanar, Magda.


Pasó con nosotros unos días antes de irse a ver a su hermana que vivía en Arriete y a partir de ese momento me puse a investigar el origen del lugar, una historia similar a la de otros balnearios medicinales como fue el caso de San Diego de los Baños en Pinar del Río.  


Se cuenta que un esclavo que tenía grandes llagas en la piel, fue liberado por su amo para que no infectara a otros con su enfermedad, que se suponía era lepra.  El esclavo deambuló por los montes hasta que decidió tirarse a morir cerca de unos pantanos, que vio que eran de agua caliente, con lo que esperaba irse más rápidamente de este mundo.  Pero todo lo contrario, fue curándose de su afección, lo que se supo tiempo después, por lo que al sitio se le atribuyeron propiedades mágicas, pero lo real era que allí existían un manantial de aguas mineromedicinales, ideales para la cura de diversas enfermedades.


El hecho trascendió el ámbito local y se construyó un balneario donde se daba tratamiento médico como complemento al uso de las aguas termales en dos grandes piscinas de agua caliente y otra fría, pocetas individuales y el baño en un lugar llamado “el chorrito” con temperaturas de 42 grados Centígrados, 108 grados Fahrenheit, y donde las aguas contaban con la mayor concentración de minerales.


Después de la visita de Magda, quedamos como una especie de intermediarios para llevarle a Cuca, su hermana, dinero o lo que mandara desde Miami, lo que hicimos con mucho gusto, pero que realmente representaba un verdadero sacrificio para nosotros.  Eran los peores momentos del período especial, donde ya el transporte era crítico y prácticamente la única vía para llegar a Arriete era el ferrocarril.  


El viaje lo hacíamos en el itinerario de la Línea Sur en su trayecto con viejos vagones y lentas locomotoras Habana-Güines-Aguada-Palmira-Cienfuegos, con una parada intermedia en el paradero de Baños, el Balneario de Ciego Montero, el lugar más cercana a la casa de Cuca.


Salíamos por la mañana bien temprano y tomábamos el tren en el crucero de Fontanar, por suerte cercano a la casa y de allí, a veces sin asientos, un largo viaje para el que había que ir pertrechado con comida y agua y con un filtro en las fosas nasales que nos permitiera entrar al apestoso baño del vagón.  Las paradas eran las propias de un tren lechero, pero sin leche, y no nos atrevíamos a bajarnos, porque era imprevisible el momento en que el tren continuara viaje.


Después de una larga travesía de más de doce horas, a veces hasta quince que duró el viaje en una ocasión, en plena noche nos bajábamos en Ciego Montero, en los Baños, donde Mino, el esposo de Cuca, nos esperaba con un farol carretero para seguir, por encima de la línea ferroviaria, el camino más seguro de noche, hasta acercarnos hasta su casa.


Dos personas de más de setenta años, poco podían hacer para mantener en condiciones una casa de campo, hecha de madera y con más, o probablemente mucho más, de cien años de construida, por lo que había goteras y guayabitos y alacranes andaban como Pedro por su casa.


Volvimos a acostumbrarnos a vivir sin electricidad, sin agua corriente, a dormir con mosquitero y a bañarnos con un cubo.  El agua que se empleaba para todo era de un pozo en el que se veían nadar los renacuajos y todo se resolvía con abundantes cantidades de jugo de limón.


Allí fue donde de verdad conocí que la vida del campesino es una vida de trabajo sin tregua, una verdadera lucha incesante por la supervivencia.   Y la comida, a veces sencilla, me supo más rica que ninguna.  Probablemente allí hemos comido el mejor guiso de maíz o el mejor tamal en cazuela, la mejor yuca con mojo y los mejores tostones.


De paso más de una vez aprovechamos para bañarnos  en un lugar muy cercano al río y al balneario, conocido como “el guapo” o algo asi, donde en un descampado, pusieron una tubería que ininterrumpidamente echaba agua sulfurosa casi a punto de ebullición.


Magda ya no está entre nosotros y de Cuca no hemos sabido más por habernos ido de Cuba, pero sin duda, lo que había conocido de la vida de los guajiros cubanos, lo reviví y lo que me faltaba lo conocí en su casa, en Arriete.  Lo único que nos faltó, porque no coincidimos con el momento adecuado, fue participar en un guateque.


El Guajiro


Se repite, como se repite el padrenuestro o las consignas políticas, sin comprobar su veracidad, que fueron las tropas norteamericanas participantes en la guerra contra España, las que llamaron a las tropas mambisas, compuestas principalmente por campesinos, como War Heroes o Héroes de Guerra, pero nada más lejos de la verdad.  El cuento del origen del “Warheroe=guajiro” está muy gastado.


El vocablo "guajiro" existía desde más de veinte años antes de la guerra de Independencia, al ser recogido en el Diccionario Provincial casi razonado de Voces y Frases Cubanas de Esteban Pichardo, publicado en 1836. 


Se argumenta que guajiro es una palabra proveniente el yucateco, donde significa "señor" y que entre los nativos habitantes de Cuba, los taínos, tenían diferentes palabras para designar la dignidad de las personas, como eran "matunheri", que equivalía a alteza; "baharí", equivalente a señoría, y "guaxerí", algo así como vuestra merced.

 

En su Historia de las Indias, Fray Bartolomé de Las Casas expresa que "guaxerí" significa "señor" y la procedencia arahuaca de esa palabra. "Guajiro", por tanto, vendría a ser lo mismo que compatriota, equivalente a la palabra inglesa milord y a la española monseñor, o la francesa monsieur, un tratamiento respetuoso y familiar en el idioma de los taínos, y no tiene nada que ver con la nación de los goajiros, la península de La Guajira entre Venezuela y Colombia, cuyo nombre proviene de los indios caribes que fueron esclavizados en esa zona.


Y también antes, en 1956, Juan Cristóbal Nápoles y Fajardo, "El Cucalambé", publicaba "Rumores del Hórmigo", donde aparece este famoso poema que todos recordamos de la escuelas:


"Por la orilla floreciente 

que baña el río de Yara,  

donde dulce, fresca y clara  

se desliza la corriente.  

Donde nace el sol ardiente  

de nuestra abrasada zona  

y un cielo hermoso corona  

la selva, el monte y el prado  iba un guajiro montado  

sobre una yegua trotona."...


Y dieciséis años antes, Doña María de las Mercedes Santa Cruz, La Condesa de Merlí, escribía en sus "Cartas desde La Habana", donde en una de ellas describe al "Guajiro cubano" como y un producto especial de España y de la vida en el campo.


Para los cubanos el guajiro es sinónimo de campesino, los que viven en el campo y se dedican a la agricultura y la ganadería, que viste y actúa con las costumbres de las zonas rurales.  No necesariamente como en otros tiempos, tiene que tener casaca, espuelas, zapatos toscos y aquellos que todavía mantienen el machete al cinto es por necesidades del trabajo.  Eso sí, lo que no se ha perdido es el uso del sombrero de yarey o guano, imprescindible para defenderse de los intensos rayos solares en la Isla, pero usarlo en las ciudades es sinónimo de que usted es del campo.


¿Quién ha visto por ahí mi sombrero de yarey?, reza una popular canción, enfatizando al distintivo por excelencia del guajiro cubano.


Mucho se ha hablado de los criterios opuestos entre el campo y la ciudad, donde se demoniza al segundo y se idealiza al primero, cuando ambos tienen tanto de bueno como de malo y al final son el verdadero rostro de Cuba, del cual no se puede separar la cultura campesina.


Y ello no es solo en Cuba, recuerdo una canción mexicana que me impactó desde la primera vez que la escuché cantada por una amiga, la que me hizo su historia.  Se trata de la titulada “Jacinto Cenobio” que retrata las desventuras de un campesino mexicano, muy parecido a las de los guajiros cubanos, y dice así: 


"Y en la capital

Lo hallé en un mercado

Con su mecapal

Descargando un carro

Le dije: 'padrino, le andaba buscando'

Se echó un trago'e vino

Y se quedó pensando.

Me dijo: 'un favor vo'a pedirle ahija'o

Que a naiden le cuente que me ha encontra'o

Que yo ya no quero volver pa'lla

Al fin ya no tengo ni'onde llegar

Murió su madrina la Trenidá

Los hijos crecieron ¿y adónde están?

Perdí la cosecha, quemé el jacal

Sin lo que más quero nada es igual...'

Cobija y sombrero serán mi hogar

Por eso mi ahija'o regrese en paz

Y a naiden le cuente que estoy acá’.

Quedamos de acuerdo,

Lo dejé tomando,

Yo encendí un recuerdo

Y me lo fui fumando.

Me pareció verlo en su verde monte

Sonriéndole al viento y al horizonte

Haciendo una mueca pa' ver pasar

La mancha de garzas rumbo al palmar.

Jacinto Cenobio, Jacinto Adán

Si en tu paraíso solo había paz

Yo no sé qué culpa quieres pagar

Aquí en el infierno de la ciudad".


Una estampa de lo difícil que resulta que un guajiro se acostumbre a la ciudad y si lo hace es porque ya no le interesaba nada en la vida, como a Jacinto Cenobio, al que no le quedaba nada que lo motivara a seguir viviendo.


Todo esto nos recuerda que la vida que vivimos, sobre todo en las ciudades, es completamente superflua, muchas veces vana y me hace volver a recordar la aseveración de Coco Chanel de que las mejores cosas de la vida son gratis y las segundas mejores cosas son las más caras, pero sin estas últimas se puede vivir una vida plena.  Y si no es así, vaya una noche a lo más recóndito del campo cubano y acuéstese a contemplar las estrellas con la gente que usted quiere.  Por ningún precio va a disfrutar de algo igual como esa mezcla del silencio acompañando por lo mejor que hay en su vida y la belleza del infinito.


Quizás por eso, por muy lejos que nos vayamos, siempre vamos a estar soñando con encontrar el camino de regreso y regresar, algo imposible, algo que resolvemos, o al menos aliviamos,  repasando los buenos recuerdos frecuentemente, que es lo que nos permite sobrevivir en la vejez, se encuentran mis encuentros con los guajiros.


Y la frase de “la punzada del guajiro”, el congelamiento cerebral resultando de consumir muy rápido una bebida o comida congelada, por ejemplo un helado, estimula los vasos sanguíneos del palatino, la parte superior de la boca y manda impulsos nerviosos al cerebro a través del nervio trigémino, provocando esa sensación de dolor punzante, no es exclusiva de los guajiros y a casi todos nos ha pasado.  Y ya que hablamos del trigémino, volvamos a la canción de Matamoros, que no tiene nada que ver con los guajiros, pero sí con el trigémino, su famosa “El paralítico”:


“Veinte años en mi término

Me encontraba paralítico

Y me dijo un hombre místico

Que me revisara el trigémino…”


Los guajiros, sobre los que se hacen muchos chistes y a los que le echan muchas culpas, están dentro de lo más noble y auténtico de la nación cubana.