lunes, 21 de febrero de 2022

A Prado y Neptuno

 


A Prado y Neptuno

"A Prado y Neptuno
Iba una chiquita
Que todos los hombres
La tenían que mirar

Estaba gordita
Muy bien formadita
Era graciosita
Y en resumen colosal

Pero todo en esta vída
Se sabe sin siquiera averiguar;
Se ha sabido que en sus formas
Rellenos tan solo hay
Que bobas son las mujeres
Que nos tratan de engañar

¿Me dijiste?

Ya nadie la mira
Ya nadie suspira
Ya sus almohaditas
Nadie las quiere apreciar"

Es difícil que haya algún cubano que no conozca esta canción, que no solo es considerada el primer cha-cha-chá, sino que también tuvo influencia mundial con la creación de un nuevo ritmo.  Escrita por el violinista Enrique Jorrín y grabada por la Orquesta América de Ninón Mondéjar, el cual tenía el increíble nombre de Anacario Cipriano Mondéjar Soto, "La engañadora" fue un éxito total y el disco sencillo más vendido en la historia de la disquera Panart hasta entonces.


El pinareño Enrique Jorrín desde niño fue un virtuoso del violín, estudió en el Conservatorio de La Habana y de ahí pasó a integrar la charanga más importante de Cuba: Arcaño  y sus Maravillas, entre cuyos integrantes estaban los hermanos  Israel López "Cachao" y Orestes López, los que experimentaron con la última sección rítmica del danzón, creando un nuevo ritmo, el mambo.  Jorrín, con su experiencia de años de trabajo con Arcaño y los hermanos López, así como su facilidad para componer danzones, se une a la Orquesta América.  Ya se había dado cuenta de que el mambo no era fácil de bailar al compararlo con otros bailes de salón, por lo que altera su melodía para hacerla más accesible, y el resultado más importante fue "La Engañadora", creada en 1951.


Jorrín había introducido una novedad, crear un danzón para cada uno de los clubes existentes, con un estribillo donde se mencionaba su nombre y sus bondades, en una mezcla de el viejo ritmo y el cha-cha-chá.  Así surgieron "Liceo del Pilar", "Liceo de Madruga" "Central Constancia" (...pero olvidemos al mundo, que así no tiene importancia, bailemos en el Constancia hasta que se acabe el mundo...), "Osiris" (...todos bailamos, Osiris invita, bien bobo eres si no lo imitas...), "Doña Olga", "Unión Cienfueguera" (Cienfueguero en La Habana, te llama la Unión...), "El alardoso", "El túnel" (... y ahora dicen las chiquitas cuando ven el maquinón: vamos al túnel mi vida, vamos al túnel mi amor...), "Nada para tí", "Cógele bien el compás, "Poco pelo", "Yo sabía" y muchos otros éxitos.


Pero "La engañadora" fue sin duda su mayor impacto, con un estilo propio, algo nuevo que llevó a la orquesta al tope de la preferencia musical en Cuba y que hizo que pronto todo el continente americano estuviera bailando el nuevo ritmo.


El primer cha-cha-chá


La famosa esquina habanera de Paseo del Prado esquina a Neptuno, en uno de los costados del Parque Central, uno de los lugares más céntricos de la capital cubana, donde estaban situadas varias sociedades y salones de baile, entre ellos  “Prado y Neptuno” y “Silver Star”.  En uno de las salas de baile, “Amores de Verano”, de esta sociedad de Color, de cierto rango dnde no todos podían entrar porque había que ser negro y tener buena posición económica, es donde por primera vez se ejecutó la pieza musical donde nació el fenómeno rítmico que dominó las décadas de los cincuenta y los sesenta y que todavía sigue gustando.


La Engañadora tiene muchas historias asociadas a ella, todas pueden ser válidas y sobre el tema se ha escrito mucho, por lo que es difícil llegar a una aseveración, aunque probablemente todas tengan un poco de verdad en cuanto a cuál fue su origen y sirvió de inspiración para un número musical que daría comienzo a una nueva era melódica.



¿De dónde salió la engañadora?


Una de las versiones es que Jorrín obtuvo la inspiración, como muchos otros autores, de vivencias personales, en este caso se encontraba en la esquina de Infanta y Sitios con unos amigos cuando pasó una joven muy bien dotada que al sentirse admirada por los hombres, los miró con desprecio, ante lo cual uno de los presentes dijo: 


- Tanto cuento y a lo mejor tiene rellenos de goma


Otra versión se refiere a que Jorrín se encontraba tocando en el salón de bailes en Prado y Neptuno cuando entró una muchacha delgada pero con un voluminoso trasero.  Como era algo que se puso de moda en esos tiempos, pensó: ¿será otra engañadora usando postizos?.


Otra historia se refiere a que su inspiración fue Manolo Maylán, un famoso travesti cubano, que años más tarde en Miami, le ocurriría lo mismo que aquella famosa escena con que finaliza la película "Some like it hot) o Algunos prefieren quemarse, donde el millonario le ofrece matrimonio a un hombre disfrazado de mujer que ha ido huyendo de la mafia y detrás de la corista de la que está enamorado, hasta Miami Beach.


Pero en más de una entrevista Jorrín habló de que se había inspirado en una muchacha que llegó a la sala de bailes muy desarreglada, entró al baño y cuando salió estaba bien peinada, maquillada, con un vestido de hilo y luciendo hermosa figura, por lo que unos músicos dijeron que la joven engañaba y otros que era una engañadora.  "Esta es la verdadera historia de la engañadora. Muchos piensan que la escribí porque vi a una mujer con relleno, pero en realidad no fue así", - dijo Jorrín.



Pero al margen de ello los motivos que inspiraron la célebre melodía popular y acertadamente se refieren a una mujer, de curvas espectaculares que siendo objeto de una discusión con otra en ese salón, se fueron a las manos y se le fueron cayendo  todos sus encantos porque eran rellenos.


Y hay algo muy particular que llama la atención, entre los creadores del ritmo estaba la bailarina Agueda Alvarez, la que acompañaría a Jorrín y la Orquesta América en todas sus presentaciones en Cuba e internacionales, causando furor.


Jorrín afirmó que no tenía nombre para el nuevo ritmo, para él era una mezcla de rumba con mambo, o rumba con danzón, pero el nombre en cierta forma lo creó Agueda, ya que al bailarlo, los pies marcaban el sonido en tres tiempos seguidos con una onomatopeya que sonaba como cha-cha-chá.  De ahí el furor de hacer ese sonido con los zapatos, a lo que se unía el güiro, acentuándose.


Todos los demás ritmos cubanos, el danzón, el son, el mambo, se rindieron ante el empuje del gusto popular por el cha-cha-chá, que estaba presente en las diez mil victrolas, las más de cien emisoras de radio, los canales de televisión, cabarets, clubes y en todos los sitios donde se iba a bailar.


Surgieron nuevas estrellas del ritmo: Abelardo Barroso, el gran sonero asumió el cha-cha-chá con la Orquesta Sensación (hay una sola), José Fajardo creó una charanga de primera categoría y aparecieron grupos exitosos como Melodías del 40, la Orquesta de Neno González, la Orquesta Sublime, y más tarde Enrique Jorrís se separó de la América y creó su propia orquesta,después de haber dejado con la América éxitos como El Túnel, Cogele bien el compás, El Maletero, Nada para tí, Miñoso al Bate, La Basura, Clara, Los Marcianos y muchos otros.


En una entrevista el maestro Jorrín dijo algo que es una verdad absoluta:  


"Yo si quiero hacer un cha cha cha no tengo que pensar nada más que en escribir, si pienso en escribir me sale un cha cha ché, y los demás para hacer un cha cha chá tienen que pensar en el estilo mío"


A partir de ese momento las charangas, que solo tocaban en lugares de tercera, en la Playa de Marianao, en jardines de cerveceras o en fiestas de negros, de la noche a la mañana, gracias a ‘La engañadora’, se convirtieron en las predilectas y más populares.


Hasta los marcianos llegaron bailando cha-cha-chá, hasta que apareció la máxima expresión de este ritmo, la icónica Orquesta Aragón de Rafael Lay.


¡Aragón, Aragón!



El Restaurante Miami


En mi camino aventurero después de terminar el trabajo los sábados al mediodía, lo primero que hacía después de cobrar, era comprarme un pastel de hojaldre con ensalada de pollo, con el cual me pasaba toda la semana soñando, porque no era nada barato. Después seguí mi camino por toda la calle Obispo, donde me encontraba todo tipo de vendedores, sobre todo empanadas, fritas, carretillas con naranjas en forma de pirámide y peladas que valían un centavo, y por supuesto tamaleros y vendedores de maní.


Pero mi destino, el sitio donde me gustaban las costumbres, las distracciones y demoras de la suerte, como había dicho el poeta, era el restaurante Miami, donde durante mi juventud disfrutaba las tardes sabatinas y de paso reflexionaba sobre mi vida, que casi recién comenzaba. Y pensando en ello llegué a una conclusión: Si uno pudiera manipular el tiempo volvería el año 1958, porque aunque estuvo lleno de malos momentos, sufrimiento también fue  de esperanzas y anhelos que después se materializaron de forma aparente en un espejismo que vivimos todos los cubanos en 1959 para luego convertirse en humo.


Y el restaurante Miami estaba justamente citada, el lujo de los sábados por la tarde, sistemáticamente era ir al Miami para disfrutar un Steak de Jamón a la Hawaiana y una cerveza Guinness Cabeza de Perro, pero a veces, no muchas, pero a veces, cambiaba la rutina y me encaminaba al Centro Asturiano para comerme uno de los gigantescos sandwiches que allí hacían con un vaso, no copa, de un vino grueso y fuerte. O excepcionalmente me comía un arroz frito.


E indagando en la historia conocí que en  Prado y Neptuno existió en el siglo XIX un bodegón de mucha fama propiedad de los hermanos Alvarez de la Campa, un apellido que nos viene a la mente por ser el de uno de los estudiantes de medicina injustamente ajusticiados por los españoles en 1871 y el padre y el tío de Alonso, eran justamente los dueños del bodegón.  Con el paso de los años el bodegón se convirtió en un café llamado "Las Columnas" y más tarde el restaurante Miami, que fue el que conocí en mis primeras andanzas.  Pero eso en aquellos momentos no lo conocí, es más sabía que algunas de esas salas de baile eran sociedades de color y otras eran muy concurridas por turistas norteamericanos.


Más tarde, ya con la revolución, que hasta considera subversivo el mencionar el lugar donde viven más cubanos después de Cuba, cambió el nombre por restaurante Caracas y toda la magia del lugar desapareció con ello.


Prado y Neptuno tiene en sus alrededores lugares emblemáticos y que mucho tienen que ver con mi accionar y mis recuerdos.  Voy a mencionar algunos.


El Rialto


A muy pocos pasos de donde Jorrín tocó por vez primera La Engañadora y del restaurante Miami, en Neptuno 108, casi esquina a Consulado estaba el cine Rialto, uno de mis preferidos. Como ocurrió con todo lo que tocó la mano del destructor sistema, el cine dejó de proyectar tres películas, se rompió el aire acondicionado y no se repuso, lo convirtieron en cine de ensayo proyectando películas y documentales que a nadie interesaban y a finales de la década de los ochenta desapareció como cine y pasó a ser uno de los tantos locales devenidos almacén y en fase de derrumbe, destruyéndose poco a poco.


El Hotel Telégrafo


Este conocido hotel habanero, inaugurado en 1860 en las calle Amistad, se trasladó a Prado y neptuno en 1899 y tomó los locales de varios negocios que allí existían, como una fábrica de billares, una barberías, una casa de huéspedes, un café, varias viviendas y restaurantes.


Por su ubicación privilegiada y para hacerle competencias a su contiguo Hotel Inglaterra, en 1911 fue reconstruido y ampliado hasta un tercer piso, por lo que fue calificado en su época como el hotel más moderno de la Habana Vieja y entre los once mejores de América Latina. Hacia 1914 todas sus habitaciones y el restaurante tenían teléfonos que brindaban a los huéspedes servicios de llamadas nacionales e internacionales, y en una época en que hasta los baños públicos eran una rara y lujosa novedad, ya este Hotel en la Habana contaba con ellos. Todo ello lo hizo el preferido de hombres de negocio y periodistas extranjeros de paso por la Isla.


A diferencia de su vecino, el hotel Inglaterra, estaba colmado de anuncios: Coñac Fudador de Domecq, Pinturas Sherwin Williams, Hojas de afeitar Gillette Azul, Lagrima Christi de El Baturro, pinturas Kem-Tone. relojes Longines en Cuervo y Sobrinos, Coñacq Pedro I, Buick, Sidras Cima, Chocolate La Ambrosía y por supuesto, Coca-Cola, a la que se sumaban candidatos a puestos políticos en época de elecciones.


Aunque ya no era una instalación de primera, y a mediados del siglo XX su rango había descendido notablemente, con la revolución en el poder fue cerrado y se derrumbó parcialmente.  Por suerte quedó intacta la fachada y tras el boom de recuperación del turismo en Cuba fue remodelado y volvió a alcanzar su esplendor, ahora con cuatro pisos.


El Parque Central


La Habana es una ciudad impactante donde se pueden encontrar incontables lugares que llaman la atención, tanto por su carácter histórico, monumental o simplemente por su belleza y majestuosidad. Una ciudad de medio milenio de existencia y asentada en un lugar bendecido por la naturaleza y el clima sin duda tiene mucho que ofrecer, tanto en lo antiguo como en lo moderno, en lo simple como en lo solemne. Y uno de esos atractivos es el Paseo de Martí o Paseo del Prado, como lo conocemos.  El Paseo comienza en el Malecón, en la explanada y Castillo de la Punta en la misma entrada de la bahía de La Habana y frente al emblemático Castillo del Morro y termina en la calzada de Monte con la emblemática Fuente de la India, tras atravesar íconos habaneros como el Parque Central, el Capitolio Nacional y sus jardines y el Parque de la Fraternidad y decenas de otras curiosidades que es imprescindible repasar.


En la primera mitad del siglo XIX se colocó en una de las plazoletas existentes frente a la puerta de tierra de la muralla, la imagen de Isabel II, justamente en lo que hoy es el Parque Central. Más tarde, para los festejos del 20 de mayo de 1902, el alcalde de la ciudad compró al gobierno de Estados Unidos una estatua de calamina fundida que representaba la Libertad, pero esta fue derribada por el ciclón del 10 de octubre de 1903.  Y el momento definitorio para este espacio público lo constituye la colocación en su centro de la estatua del Apóstol José Martí, cuando el escultor cubano José Vilalta de Saavedra, ganador del concurso convocado, la ejecutó en su estudio en Roma, en mármol blanco de Carrara.  La estatua fue develada el 24 de febrero de 1905, en ceremonia que encabezaron el propio Máximo Gómez y el entonces presidente Tomás Estrada Palma.


Y es precisamente lo que se consideraba el centro de La Habana, la plaza más importante durante mucho tiempo: El Parque Central, el que está en una de las esquinas de Prado y Neptuno y es un punto de referencia de la capital, por el que crucé a diario.


La Manzana de Gómez


Ningún edificio resume mejor la historia contemporánea de La Habana que la conocida como Manzana de Gómez. Este inmueble, rodeado de un soportal público corrido, con cuatro esquinas achaflanadas y dos galerías interiores que lo cruzan en diagonal.  La Avenida de Bélgica (todos la conocen como Monserrate), Ignacio Agramonte (todo el mundo la conoce como Zulueta), la calle Neptuno, y lo que sería la prolongación de la calle Obispo o el comienzo de la calle San Rafael, enmarcan a este histórico inmueble.


La Manzana de Gómez ha sido, a la vez, protagonista y testigo de la vida habanera, de su grandeza y su miseria, de todos los avatares registrados en los últimos 120 años, que han sido numerosos y muy trascendentales. Con su  estilo neoclásico, es un caso muy particular en la historia de la arquitectura cubana, ya que fue, desde su origen, destinado a actividades comerciales, recreativas y administrativas.


Los cubanos decimos que la de Gómez es la manzana más famosa del mundo: ni la Gran Manzana (Big Apple: como se denomina a la ciudad de New York), ni la de Newton ni la de Guillermo Tell y ni siquiera la famosa empresa tecnológica Apple con su logo de una manzana mordida, se acercan a la importancia que ésta ha tenido en su historia para los cubanos. 


La Manzana de Gómez era como una ciudad dentro de la parte más vieja de la ciudad, un cuerpo de edificio que desde el  siglo XIX albergó a bufetes de abogados, oficinas consulares, comercios y oficinas, y estuvo y sigue estando enclavada en una de las zonas más visitadas por cubanos y visitantes extranjeros.


La revolución cubana, que lo revolucionó todo, la mayoría para mal, destruyó, poco a poco, la Manzana de Gómez.  Medio siglo sin mantenimiento ni reparaciones nos muestran que solamente una construcción sólida, como la Manzana, podría resistir sin derrumbarse completamente.


Inevitablemente, casi antes de derrumbarse, se decidió reformar el lugar y construir un hotel. El Gran Hotel Manzana Kempinski La Habana, ha sido el primer cinco estrellas plus de Cuba.  Se hace difícil, aunque el marketing lo exija, identificar ese lugar como Manzana Kempinski, así que seguramente dejará de ser para muchos la Manzana de Gómez pero lo que siempre quedará será “la Manzana”, aquella por la que yo transitaba casi todos los días y que tenía negocios de todo tipo y al alcance de todos los bolsillos.


El Hotel Parque Central


En un viejo edificio de dos pisos, con grandes columnas, como dominaba casi todo el paisaje urbano habanero de las época, "La ciudad de las columnas", la había llamado Carpentier, y que permitía refugiarse del fuerte sol capitalino, situado en la esquina de enfrente de Prado y Neptuno y frente al Parque Central, se ubicaban diversos negocios, sobre todo dirigidos hacia el turista norteamericano, dominados por negocios de souvenir, artesanías y alligator goods.


En su fachada y techo se anunciaban contrincantes de los anunciantes que aparecian en el Telégrafo, como Tres Cepas, cuchillas de afeitar Gem, ropa interior para hombres Viti, Cerveza Cristal, aceite Oliveite, farmacia Taquechel, Vermut Cinzano, Trusas Jantzen, Toallas Antex, Canada Dry, Chorizos Nalón, Sábanas Palacio, Camisetas Perro, Ron Yucayo y en época electoral numerosos anuncios de candidatos.


Allí se construyó, tras el derrumbe de los viejos edificios, un Hotel de cinco estrellas, el Hotel Parque Central.


Ubicado en el mismo centro de la ciudad, con un estilo colonial español combinado con modernismo, que recoge la cultura de las calles, tuvo reputación de ser el mejor hotel de La Habana. Se construyó aprovechando toda la manzana que colinda con Neptuno, el Parque Central y el hotel Plaza y está conformado por dos edificios, uno colonial y otro moderno que están unidos por un túnel bajo tierra. Fue operado inicialmente por la Golden Tulip y habiendo sido aceptado yo como Gerente de la parte cubana, fui vetado por influencias de Vila Sosa, un corrupto dirigente de la esfera militar con el que tuve diferencias. La Golden Tulip, por hechos como este que se fueron acumulando, se retiró de su presencia en Cuba y ahora el hotel lo administra Iberostar.


Hotel Inglaterra


Es el establecimiento hotelero en activo más antiguo de la Isla. Data de 1875 y se ubica frente al Parque Central. No se explica por qué se llama Inglaterra un hotel que se caracteriza por mostrar el encanto de la bella época española con vistosos azulejos sevillanos, los mosaicos valencianos y alicantinos, losas importadas de Andalucía, esculturas hispánicas, y con una fachada llena de elementos ornamentales criollos de época como balcones con barandas de hierro fundido y vitrales. El Café Louvre, lugar de encuentro para simpatizantes de las causas independentistas cubanas y turistas de la elegante ciudad del siglo XIX.  


Ahora es un elegante y exclusivo hotel, mucho más de lo que siempre fue.


Centros Gallego y Asturiano


En dos aceras del Parque Central, una frente a la otra y a pocos metros de Prado y Neptuno, están dos lugares que representaron mucho en mi juventud y donde pasé muy buenos ratos: el Centro Asturiano y el Centro Gallego.   Hoy en día no son más que recuerdos de mis contemporáneos y míos, pero ese tipo de recuerdos que no se olvidan nunca, aunque los Centros ya no sean los dueños de esos majestuosos edificios y estén destinados a otros fines muy ajenos a lo que conocimos.


Al final, Prado y Neptuno y sus alrededores, fueron parte principal de esa Habana de los años cincuenta que siguen viviendo en mi memoria junto con "La Engañadora" y el cha-cha-chá.  Y por supuesto el restaurante Miami y el cine Rialto junto con ellos.









miércoles, 9 de febrero de 2022

La cerveza Polar: ¿cubana o venezolana?

 La cerveza Polar: ¿cubana o venezolana?


Las cervezas que dominan hoy el mercado cubano de ese rubro por su calidad, son indiscutiblemente, Cristal y Bucanero  y los más viejos recordamos como la Hatuey, la Cristal, la Tropical y la Polar eran las marcas preferidas.  Por eso no me extrañó la recreación que hemos hecho los cubanos de lo que es la Cuba que deseamos, por lo que han renacido la cerveza Hatuey, producida en Miami y una imitación de la Cristal, la Cerveza Palma, hechas en Nicaragua, ambas con idéntica presencia.


Pero la tapa al pomo la puso otra recién llegada a Miami, Mi Cristal, la que aparece en dos versiones, una muy parecida a la Cristal cubana pero con otro look, una Clásica con el Castillo y faro del morro al fondo y otra fuerte, con el sabor de la Bucanero y una imagen muy parecida a ella con su característico corsario rojo.


Esto me hizo recapitular sobre el tema, lo que sin duda vale la pena, porque algunos lectores me han señalado o quieren indagar sobre la realidad acerca de la cerveza Polar.


En más de un artículo he tratado la historia de las bebidas cubanas y en particular en las cervezas producidas en nuestro país y la que hoy nos ocupa: la Polar.un eslogan de antaño, con el que se promocionaba la cerveza Polar: “La cerveza del pueblo. Y el pueblo no se equivoca”. 


Algunos lectores han defendido a capa y espada que la Polar es una industria netamente venezolana, asegurando que en Cuba se copió hasta el membrete y la imagen, con el tipo de letra cursiva y el oso polar que la caracteriza.  Yo hasta llegué a afirmar que los dueños de la cerveza cubana fueron los pioneros de esta empresa y tras la revolución se fueron a vivir a Venezuela y allí recrearon su industria. Pero la verdadera historia es otra.


La Polar original con el oso y todo


A principios del siglo XX, exactamente en 1911 en zona industrial de Puentes Grandes, zona donde se ubican dos papeleras, la Papelera de Puentes Grandes y la del Husillo, la compañía cervecera Tropical, la fábrica de gas y otras industrias, y exactamente en la zona comprendida entre el río Almendares y uno de sus afluentes, el Arroyo Mordazo, se instala la fábrica de Cerveza Polar, perteneciente a la Compañía Cervecera Internacional S.A., con la ayuda de grandes productores cerveceros de Holanda y Boston.


Se da a conocer así la Cerveza Polar y Trimalta Polar a impulso de dos catalanes: Zorrilla y Giraudier, que además eran accionistas mayores de la Liga Cubana Profesional de Béisbol, lo que les permitió acaparar la publicidad derivada de este deporte.  


Es así que el 23 de abril de 1911 comienza sus operaciones con un órgano directivo en el que fungía como presidente Emeterio Zorrilla, dueño de la Compañía Española de Alumbrado de Gas que después se fundió con la Spanish American Light and Power Company Consolidated, presidente del Diario de la Marina S.A., cofundador de la "Compañía Cubana de Aviación y propietario del central Zorrilla en Los Arabos, Matanzas, y en el que participaron en diferentes épocas Manuel Otaduy, José Marimón, que era entonces presidente del Banco Español de la Isla de Cuba donde mi abuelo ocupó cargos de gran importancia y que no he podido precisar, el hijo de Esteban Zorrilla, Emeterio, que sustituyó a su padre en la presidencia tras su fallecimiento, Nicolás Sierra y Frank Steinhart, dueño de la compañía de tranvías de La Habana. Antonio Giraudier era el vicepresidente y mayor accionista, en fin grandes capitales participaron en esta empresa.


 La Polar mantuvo un nivel alto en el mercado cervecero en Cuba desde su primera salida al mercado que se mantuvo hasta 1960 cuando es expropiada.


La marca Polar fue registrada el 21 de agosto de 1916, un cuarto de siglo antes de que su similar apareciera en Venezuela, el 14 de marzo de 1941, según informaciones de esa empresa, o sea tres décadas después de haberse estado produciendo la Polar en Cuba y participar en el mercado como una de las principales marcas de ese producto.  A diferencia de la Polar cubana, la venezolana se enfocó también en la producción y comercialización de alimentos.


Es por eso que a pesar de que la venezolana copió el nombre y la imagen de la original cubana, tanto en su tipografía como en el oso polar que la identifica, ninguna tiene relación con la otra.


Producción cervecera cubana.


Cuba contaba con cinco grandes fábricas de cerveza que elaboraban treinta millones de litros anuales.  Si vemos que Cuba tenía entonces alrededor de seis millones de habitantes, por lo que el consumo se puede considerar algo si exceptuamos a mujeres, que consumían poco  y niños.


Las tres marcas preferidas eran:


En primer lugar la Hatuey, fundada en 1930, era una división de la empresa ronera Bacardí de Santiago de Cuba y que había construido fábricas en Santiago de Cuba, Manacas en la provincia de Las Villas y en el Cotorro, La Habana.


La Tropical-Cristal, fundada en 1888, propiedad de la familia Blanco-Herrera.


La Polar, fundada en 1911 por la asociación de Zorrilla y Giraudier.


Estas tres marcas eran de tal calidad que era muy poco lo que podían lograr las cervezas extranjeras para penetrar el mercado doméstico, ya que no podían competir en calidad ni en precio.


Eso hizo que los empresarios cerveceros cubanos agradecieron la preferencia del pueblo por sus productos y en reciprocidad brindaron algunos servicios sociales que patrocinaban.


Como ejemplo, Blanco Herrera, principal accionista de la Tropical-Cristal, fue patrocinador del deporte popular, inaugurando en l929 el Gran Stadium de la Tropical de la Avenida 4I en Marianao donde al año siguiente se efectuaron los II Juegos Centroamericanos y se convirtió en el principal estadio de béisbol del país.


La Hatuey y principalmente la Tropical y la Polar, contaban con jardines y salones para bailes populares, celebraciones y fiestas, donde el precio de la cerveza era reducido, por lo que eran  frecuentados por las clases populares.


Pero el gran consumo era en bodegas, bares y cantinas, donde habitualmente iba la gente a refrescar, a jugar cubilete y conversar con amigos y familiares o escuchar su músicas preferida en las victrolas que pululaban por todas partes y donde lo mismo podían consumir una cerveza o un vaso, que era más económica, mientras le servían un saladito que iba mejorando en calidad en la medida en que se repetía el consumo, comenzando por chicharrones y aceitunas hasta llegar a lascas de jamón y queso.


Y los comerciantes se veían beneficiados por las fábricas, en particular por la Polar que fue la que comenzó esta práctica, pues con la compra de cervezas, le entregaban chapas metálicas con un oso grabado, que les permitían adquirir hielo sin pago alguno, una medida publicitaria que inevitablemente tuvo que ser imitadas por la Hatuey y la Tropical.


Los jardines de la Polar


Los jardines de la cervecería Polar eran tan famosos como los de sus rivales, la Tropical y la Hatuey.


Estos jardines fueron construidos después que los de La Tropical, inaugurados en 1904 y están situados igualmente en las márgenes del Río Almendares, en un lugar junto al antiguo Parque Forestal.


El Parque Forestal, dividido en dos sectores por la Avenida de Rancho Boyeros, eran objeto de mis andanzas cuando niño, ya que nos escapábamos para aventurarnos en ese bosque, hasta que en su lado este construyeron la Ciudad Deportiva.  Pero también nos atrevíamos a cruzar la transitada avenida para sentarnos en la Fuente Luminosa o Bidel de Paulina como se conocía e internarnos en el bosque del otro lado, al lado en que se encontraba la cervecería y sus jardines. Al llevar allí nos convertíamos unos famosos exploradores, Kazán el Cazador, Tamakún y hasta Tarzán nos sentíamos en esa zona llena de árboles, pájaros, ranas y algún que otro jubito, 


El Parque contaba con una bella glorieta al estilo renacimiento español, un hermoso patio andaluz, en la que había un almendro y puertas estilo morisco, un jardín japonés, con un puente de piedra y una glorieta al estilo asiatico, el estadio  deportivo que sería la meca del balompié en Cuba, una construcción con ambiente criollo y una cúpula catalana rodeada de palmeras, todo ello en las márgenes del río almendares, entonces caudaloso y limpio.


Al entrar a ellos el visitante descubría un remanso de paz en el que disfrutaba hasta de paseos en bote por el río Almendares y se fomentaba el intercambio social en un ambiente relajado.


Con una flora abundante y variada, los Jardines ofrecían un remanso de paz en una zona no muy lejana del centro de la capital, a lo que se sumaban diferentes atractivos, en particular sus salones de fiestas y de bailes, llamados Trimalta, Criollo, Las Pérgolas y Romano, donde se celebraban banquetes,bodas, cumpleaños y fiestas de quince, siendo además el lugar de presentación de las más afamadas orquestas y donde se podía consumir la cerveza y la Trimalta Polar a precios inferiores de los del mercado.




El estado actual de los Jardines de La Polar es de total abandono, casi todas las instalaciones derrumbadas o con peligro de colapsar y la única atracción que fue objeto de atención, fue el conocido estadio de La Polar, uno de los pocos lugares, junto con el Campo Armada, diría yo, donde se jugaba fútbol en La Habana desde hace un siglo.


Si paseamos por las márgenes del Almendares, ahora contaminado y sucio y con muy poco caudal, encontraremos un basurero y escombros de todo tipo, mientras que en lo que queda de las construcciones de los jardines, a su riesgo, algunos han ocupado las edificaciones ilegalmente y las han acondicionado para malvivir.


Por el aniversario del medio siglo de la fundación de La Habana, fueron restaurados los Jardines de la Tropical, pero los de la Polar, que una vez fueron sinónimo de diversión y belleza, el gobierno revolucionario espera que se derrumben por la acción del tiempo.


Jose Marti, el borracho


No, no se trata de nuestro apóstol, sino de un amigo llamado igualmente José Marti, que era Jefe Comercial de la empresa cervecera y con quien había compartido estudios de Comercio en el Plantel Jovellanos del Centro Asturiano.  Tras muchos años sin vernos, nos encontramos casualmente y me invitó a visitarlo en su trabajo cuando deseara.


Así coordinamos y me aparecí un mediodía, a principios de los años ochenta, donde pude conocer por primera vez varias curiosidades de esa industria.  Ya la producción no era ni remotamente de la calidad de antes, pero había lo que ellos llamaban caldos especiales que se depositaban en grandes jarros y jarras que se llenaban directamente en la máquina embotelladora y eran llevados a diferentes freezers que había en todas las oficinas para consumo de los trabajadores.  También había por dondequiera, bidones de 55 galones cortados por la mitad, llenos de hielo con la llamada cerveza “pirey”, esa que por alguna deficiencia la botella no llegaba a llenarse hasta el contenido deseado por defectos del embotellado.


Allí el consumo de cerveza por los trabajadores era bestial y a pesar de mi reticencia, salí del lugar medio mareado y me di cuenta de que José Martí llegaría todos los días a su casa peor que yo, a pesar de estar acostumbrado a tomar grandes cantidades de cerveza diariamente.

Allí conocí que la mejor cerveza es la que se consume directamente antes del embotellado, y es cierto que tenía, por decirlo en palabras de un profano, más sabor a cerveza y estaba mucho más fría.  Pero además supe que lo que decían las botellas de cerveza o las latas en su defecto sobre el contenido de alcohol, no reflejan exactamente lo que plasman.

Como conocemos las bebidas alcohólicas contienen diferentes cantidades de alcohol, el ron y el whisky normalmente tienen 40 grados, el tequila no puede exceder de 38 grados según regulaciones mexicanas y así sucesivamente.  Los vinos generalmente tienen entre un doce a un quince por ciento de alcohol, dependiendo de la variedad y la cepa.


Pero en las cervezas, por su extensa variedad y métodos y lugares de fabricación, pueden tener desde un cuatro por ciento o menos de alcohol hasta otras que llegan a doce grados o más.  En Cuba la cerveza de mayor contenido alcohólico era la Tropical, con un seis por ciento, pero estaba la Tropical 50, una cerveza negra muy fuerte y la Hatuey, la de mayor consumo, llegó a contar con producciones de 12, 15 y hasta 18 grados.

Pero las más consumidas mundialmente tienen entre un 4.5% y un 5.5 % de alcohol.  Y es el nivel de alcohol en la sangre el se emplea para definir legalmente si usted está o no bajo los efectos del alcohol.  Este límite legal de alcohol en la sangre está entre 0,08 y 0,10 en la mayoría de los estados de Estados Unidos y constituye un delito manejar con este nivel de alcohol en sangre.

Para calcular el contenido de alcohol en sangre , debemos tener en cuenta la cantidad que se has bebido y el peso, la talla y el sexo y otras variables como el tiempo desde que se consumió, pero sin duda alguna, cuanto más se beba mayor será.  Y a esto se le suma la graduación alcohólica de la cerveza.

Generalmente una botella o lata de cerveza tiene un volumen de 0,355 litros o 12 onzas con un 5 % de alcohol.   Este contenido alcohólico equivale a 14 gramos de alcohol en la sangre.  Ello implica que entre tres y cuatro cervezas por hora, nos da un nivel de alcoholemia de 0.08, o sea, 0.8 partes de alcohol por cada mil partes de sangre y estamos ante el límite de alcohol para conducir en Estados Unidos, con un alto riesgo de provocar un accidente de tránsito.,

Es decir que no es por gusto que en Estados Unidos se sea tan implacable con el control del consumo de alcohol, que incluye hasta la cerveza y el vino y así y todo es el país del mundo con más muertos debido a accidentes de tránsito, muchos de ellos provocados por la intoxicación alcohólica o por drogas de los conductores.


Una afirmación concluyente


Lo cierto es que la marca Polar, fue registrada el 21 de agosto de 1916 y la primera cerveza Polar, se fabricó en abril de 1911, en la fábrica de la Compañía Cervecera Internacional SA, en Puentes Grandes, La Habana, Cuba. La de Venezuela surgió en 1941 como una copia de la que ya existía en Cuba desde treinta años antes.


No se conoce documentalmente, que los dueños cubanos de la cervecera cubana, una vez expropiada por la revolución su empresa, se hayan asentado en Venezuela, otro tema que hay que descartar.



Por lo tanto estamos ante un plagio evidente de la marca, el nombre y su imagen, que podrá haber sido muy exitosa, pero no es la original.

A mi en lo personal no me gustaba mucho la cerveza Polar, la hallaba muy aguada y suave y me gustan las cervezas fuertes, como era la Tropical, pero no dejo de reconocer que tenía muy buena reputación en Cuba y un gran mercado.  El eslogan de “Polar, la cerveza popular” no era en vano.