Aeropuerto de Rancho Boyeros
Desde muy pequeño siempre sentí una atracción especial por los aviones. Muy chiquito veía volar a los pajaritos en el patio de mi casa en Bejucal y me gustaba verlos, pero cuando observaba a una o un grupo de tiñosas con su vuelo alto, silencioso y circular, me impresionaba aquella maravilla, Pero la verdadera fascinación fue cuando en el viaje de la mudanza desde Bejucal hacia el barrio de el Cerro en La Habana, al pasar por Rancho Boyeros, coincidimos en la carretera con el vuelo rasante de un avión que iba a aterrizar. Ya aquello me marcó para siempre y aunque nunca pudo cumplirse, mi sueño siempre estuvo asociado a la aviación.
Cuando ya tuve una familia, uno de mis mayores satisfacciones era llevar a mis hijos caminando desde mi casa en el reparto Fontanar, el mayor de mi mano y el menor encima de mis hombros, y disfrutar la avenida de Rancho Boyeros hasta llegar al aeropuerto, subir a la terraza y ver como los aviones llegaban y despegaban. Entonces en el aeropuerto la hoy llamada Terminal 1 era la única existente y de ella salían y llegaban los vuelos nacionales e internacionales. Su acceso era libre, de cualquier salón o cafetería o restaurante se veía la pista y el ubicarse en la terraza, también era sin restricciones.
Era una delicia para los muchachos pensar que los aviones iban a chocar contra el edificio de la terminal aérea y ver como en el último momento daban un corte y se ponían paralelos a la zona desde donde los veíamos. Y lo mismo cuando iban a tomar pista para el despegue, ver como el chorro de aire caliente de las hélices nos hacía taparnos.
Y antes de eso, acostumbrábamos a ir a la cafetería del aeropuerto, en un ambiente acogedor y con la vista de la pista aunque no hubiera mucha actividad.
Con el tiempo la posición vanguardista que tuvo Cuba en la aviación fue cambiando mucho, primero para posicionarse entre las mejores aerolíneas del mundo, asociadas a la Pan American y después de la revolución con un declive que a pesar de que a tocado fondo, sigue hundiéndose.
Ha habido algunos intentos de recuperar este medio de transporte y llevarlo a donde debe estar, pero como todo en Cuba, se queda siempre corto el intento. Y en este caso, tan corto como ocurre con el transporte en general. Cubana es hoy una aerolínea sin aviones y con una seguridad en entredicho.
Pero aquí hay mucha historia que vale la pena repasar.
Poco tiempo después, en octubre de 1919 se constituye la primera empresa de aviación cubana, la Compañía Aérea de Cuba (C.A.C), siendo designado Agustín Parlá como Gerente General, la que tuvo corta duración.
Columbia
El Campamento Militar de Columbia o Ciudad Militar al que se le llamó de Columbia, porque fue ocupado en su inicio por tropas provenientes en su totalidad del distrito de Columbia en Casrolina del Sur, fue construido en la primera intervención norteamericana y transformado por el gobierno resultante del Golpe de Estado de Batista el 4 de septiembre de 1933. Ello incluía diversas construcciones y facilidades militares, algunas también de uso civil y el campo de aviación, complementado por el obelisco conmemorativo al golpe militar, el cual se empleaba como faro para los aviones. Este fue el principal aeropuerto de Cuba hasta 1930 y fue modernizado cuando tras el paso del ciclón del 26 fueron destruidos hangares y aviones.
Fue un momento importante para ese aeropuerto cuando Barberán y Collar, pilotos españoles hicieron el vuelo directo Sevilla-Camagüey y al día siguiente aterrizan en Columbia.
También desde Columbia despegaron aviones para hacer el primer bombardeo de una población civil cubana, cuando los rebeldes contra el gobierno de Machado, encabezados por Hevia y Carbó, tomaron el pueblo de Gibara. Carlos Hevia sería presidente de la república por tres días y Sergio Carbó, quien sería director del periódico Prensa Libre y una figura política importante, había viajado a la Unión Soviética por sus inclinaciones marxistas y regresó desilusionado del comunismo.
Aeropuerto de Rancho Boyeros
La aerolínea bandera cubana, fundada en 1929, había sido un símbolo vanguardista en la industria de aviación latinoamericana, fue de las primeras que abrieron la era de los vuelos comerciales donde fue altamente competitiva. En marzo de 1932 la Pan American Airways adquiere la Compañía Nacional Cubana de Aviación Curtiss, S.A. comprando todas sus acciones y el 6 de mayo de 1932, cambia la estructura y el nombre por Compañía Nacional Cubana de Aviación.
Todo ello pedía a gritos un aeropuerto con todas las de la ley, por lo que después de los estudios y proyectos correspondientes, el 24 de febrero de 1930 es inaugurado oficialmente el hoy conocido como Aeropuerto Internacional “José Martí”, en el cual se inaugura la primera torre de control el 14 de enero de 1943.
El aeropuerto de Rancho Boyeros está situado a 18 kilómetros de La Habana y su ubicación tiene unas características que merece la pena conocer.
El cacique taíno llamado Habaguanex, que controlaba la zona de su primer asentamiento en la costa sur en 1519 dió nombre a la ciudad y se mantuvo a pesar de ubicarse posteriormente y hasta hoy en la costa norte en el puerto llamado entonces de Carenas, ideal por su geografía de bahía de bolsa para carenar las naves.
El lugar fue el asentamiento de un núcleo poblacional junto al camino real del sur, entre las poblaciones de Calabazar y Santiago de las Vegas. El Camino Real del Sur fue el primero que atravesó la Isla de sur a norte, teniendo en cuenta la ubicación original de La Habana en lo que es hoy Surgidero de Batabanó, y el lugar surgió por el hecho de que las arrias de mulos con mercancías, al igual que los carreteros o boyeros que conducían carros tirados por bueyes, necesitaban detenerse para abonar el derecho de peaje, por lo que comenzaron a construirse ranchos para que los boyeros pudieran hacer un alto en el camino, descansar y protegerse de las lluvias. Después llegó un nuevo impulso al construirse el ferrocarril de La Habana a Bejucal en 1837 y ser el territorio parte de su curso, reforzado más tarde con el Ferrocarril del Oeste.
El Rancho de los Boyeros estuvo vinculado siempre a las vías de comunicación y se desarrolló con ellas. Como había ocurrido con el transporte terrestre por carretera y por ferrocarril, la construcción del primer aeropuerto del país se constituyó en símbolo por antonomasia de esta población y municipio y cuando se habla de Boyeros, se piensa en aviones.
Los estudios definieron el lugar en que se construiría el campo aéreo. Era un lugar con numerosas fincas y donde también estaba la zona de Aguada del Cura. Los cultivos principales eran tabaco, piñas, naranjas y caña de azúcar, aunque había pastos para ganado y caballos y frutos menores. Todas estas fincas fueron compradas por la Compañía Nacional Cubana de Aviación Curtiss, S.A. que construyó el aeropuerto.
Estas fincas se comunicaban con las zonas pobladas y la Calzada Real (Hoy Calzada de Bejucal), mediante caminos carreteros que existían de acuerdo entre los propietarios de fincas para que todos pudieran acceder a los poblados. Todas las fincas adquiridas para el aeropuerto, se refundieron en un solo terreno para lograr la extensión necesaria para las pistas.
Al refundir las áreas quedó definido el territorio que ocuparía el aeropuerto, y la línea del ferrocarril Habana-Güines quedó dentro de las tierras del aeropuerto cruzando la pista principal. La terminal aérea se construyó del lado oeste de Rancho Boyeros, a continuación de la entonces finca Adelaida y junto a la línea del ferrocarril. En sus inicios tenía tres pistas, cruzadas en ángulos de 60°, la principal con 524 metros de largo por 36 de ancho, pero al final, lo necesario para esa etapa de la aviación, era que no dejaba de ser una sabana de medio kilómetro de largo por treinta metros de ancho cubierta de hierba corta.
El desarrollo de Rancho Boyeros desde entonces, ha estado relacionado con el aeropuerto. Inicialmente la terminal fue un edificio central pequeño, que se fue agrandando y extendiendo y más tarde equipado con una elevada torre de control con el equipamiento avanzado para la época. Sucesivamente, al crecer los servicios aéreos se fueron creando facilidades para los viajeros y modernizado completamente.
El caserío cercano se convirtió en el Reparto Lutgardita, con centros comerciales, industriales, ganaderos y agrícolas, una escuela técnica industrial, una fábrica de pinturas y otras industrias así como la concurrida Feria Nacional Agropecuaria, donde cuando era niño me llevaban a ver unos toros inmensos, unas vacas que parecían elefantes, unos caballos como los del cine, una extensa exposición avícola y de equipos mecánicos para la agricultura, todo rematado por un espectáculo de rodeo, pero lo que me gustaba de la Feria realmente eran los panes con lechón.
La ganadería entonces, después de la caña, ocupaba el segundo lugar en la creación de riquezas en Cuba. Eran los tiempos en que la leche era distribuida de casa en casa, los lecheros ponían el litro de leche en la puerta de las viviendas recogiendo el vacío, algo que quedó para la historia y que se hace increíble para los que no conocieron la Cuba anterior a la revolución.
Comenzó de inmediato a construirse la Avenida de Rancho Boyeros, una amplia doble vía que durante mucho tiempo fue el único acceso a la terminal aérea. La avenida de Rancho Boyeros nos lleva al aeropuerto pero también al manicomio, hay que pasar por el hospital de Mazorra para llegar a ella.
Desarrollo de la aviación
Con el surgimiento del turismo internacional, La Habana se convirtió en un destino turístico por excelencia, sobre todo para los americanos. En los años 20 y 30 del siglo XX, sobre todo, el turismo era una de las principales fuentes de divisas de Cuba (superada sólo por el azúcar y el tabaco). La Habana era el destino más popular del Caribe, especialmente para los estadounidenses, los cuales buscaban evadir las restricciones impuestas por la “ley seca” imperante en los Estados Unidos y porque en Cuba se sentían como en casa, pero con bebidas alcohólicas.
Después de la reducción del turismo provocado por la Gran Depresión, el fin de la ley seca en Estados Unidos y la Segunda Guerra Mundial, La Habana volvió a empezar a recibir visitantes en números significativos en los años 1950, cuando el crimen organizado estadounidense se apoderó de una buena parte de las industrias del ocio y el turismo del país. La Habana gastaba tanto dinero en fiestas como cualquier ciudad importante del mundo y era el eslabón más seguro en la actividad del juego controlada por la mafia.
Hay que destacar que el número de turistas estaba condicionado a las posibilidades de transportación. En la era actual, donde el turismo internacional masivo ha sido facilitado por la expansión de la aviación, lo que no existía en la década del 50, seguramente hubiera magnificado de forma sorprendente el turismo hacia Cuba. Si en los años 50 unos 250 mil turistas visitaban Cuba anualmente esa cifra, sin el bache provocado por la política restrictiva de viajar al cubano y limitación al turismo aplicada durante más de 30 años, fuera increíblemente grande. Otros polos turísticos surgieron y se desarrollaron gracias a esta nefasta política del gobierno comunista, como es el caso de Puerto Rico, República Dominicana, Jamaica y algunas islas de las Antillas Menores.
Fue así que surgió Aerovías Q S.A. era una de las cuatro aerolíneas comerciales cubanas. Se podía llegar al aeropuerto de Columbia en Marianao a las siete de la mañana y tomar un avión, del que salía uno cada hora a Miami o Cayo Hueso. Como relaté en un artículo había gente que tomaba este vuelo, iba de compras, paseaba, almorzaba o cenaba y tomaba el avión de regreso y en 40 minutos estaba de vuelta en La Habana. Y como era propiedad del presidente Batista, todos los vuelos salían desde Columbia.
La Terminal Internacional José Martí es el aeropuerto más grande de la isla. Han existido intentos de trasladarla a otros sitios, entre ellos a San Antonio de los Baños, donde Estados Unidos construyó durante la Segunda Guerra Mundial una impresionante base aérea, que mantuvo su uso militar. Pero eso representaba alargar en veinte kilómetros más la distancia hasta la capital.
Durante los años y el desarrollo de la aviación, se vio que era necesario agrandar la pista para darle acceso a los aviones de nueva generación, trasladar de sus cercanías torres de alta tensión eléctricas con las que habían chocado aviones y eliminar el pase del ferrocarril a través de la pista. Igualmente construir terminales aéreas para dar servicio al incremento de los pasajeros que emplean este servicio y para ello, como es usual en Cuba, se aplicó la política.
La terminal No. 1, la primera y única existente durante decenios, se dejó exclusivamente para el tráfico nacional, se creó sin muchas condiciones, la número 2, destinada a los viajeros desde y hacia Estados Unidos, para no contaminar ideológicamente al resto, una exclusiva para uso militar de transporte que tuvo gran desempeño en viajes con personal a la guerra de Angola y otra denominada Aerocaribbean exclusiva para una aerolínea paralela creada para el turismo internacional. Y se acometió la construcción de lo que sería la terminal más importante, la número 3 para los viajes internacionales. Esta terminal, más moderna que las otras, es realmente insuficiente y de servicios deficientes, por lo que no compite con aeropuertos regionales de ninguna parte, no digamos ya con terminales de grandes ciudades.
Hice una simple comparación con algunos aeropuertos que he conocido, no voy a hablar de Europa o Estados Unidos, sino de América Latina: México, Cancún, Panamá, Santa Cruz de los Pinos en Bolivia, Santiago de Chile y Buenos Aires. En ninguno de ellos había falta de agua, ni de limpieza y artículos de aseo en los baños, ni tiendas cerradas, ni mucho menos zonas oscuras sin electricidad o calor. Es vergonzoso que la cara de Cuba al mundo sea tan fea, tenga tantos problemas y los responsables no tomen medidas con ello. Es como invitar a alguien a tu casa y que se la encuentre sucia y desarreglada, esa es la impresión que se va a llevar de tí.
Rancho Boyeros: sinónimo de dolor, tristeza y alegría
Como ha ocurrido con absolutamente todo en Cuba, después vino el misterio y la prohibición de viajar para los cubanos y la restricción de los extranjeros para ingresar a Cuba (en Cuba lo que no es prohibido, es obligatorio). La nefasta y cruel política migratoria del régimen impidió a los cubanos a salir de su país, y si lo hacían, la negación a regresar, siquiera de visita. A sus enemigos, cada vez que pudo, y particularmente en el evento del Mariel, los deportó prácticamente, como hacía Stalin con todo aquel que le molestara o combatiera. Aquel que saliera del país, como el caso de mi padre, no podía volver a tener contacto ni saber de su familia por ninguna vía. Un crimen que no se paga con nada. Y todavía, cínicamente, aspiran a que la historia los absuelva.
Como vimos, todo el desarrollo turístico de muchos países, se nutrieron de lo que Cuba negaba, y ahora ven en peligro su estatus económico.
Pero el tema más difícil de abordar es el resultante de la práctica más cruel del gobierno revolucionario: su política migratoria. Para muchos este sitio es en la actualidad un lugar de recuerdos, también de lágrimas y nostalgia por las raíces.
Primero los vejámenes a los que se iban solamente con lo que llevaban puesto, rodeados de gente y humo, una algarabía en las que muchos lloraban porque aunque dejaban atrás esa tierra de falta de libertades y escaseces, también dejaban a sus familiares y amigos que no volverían a ver probablemente nunca más.y donde también se quedarían atrás una vida entera de sacrificios, sueños de los que solo llevarían el recuerdo. Eran momentos muy dramáticos los que esas paredes contemplaron, para muchos los peores momentos de sus vidas. Algunos no lloraban pero en su mirada se podía adivinar lo que llevaban por dentro, un mundo de sufrimiento contenido.
Con mucha esperanza, pero con el miedo de llegar a un país desconocido en el que había que comenzar de cero, predominaban los pensamientos de los que se iban y de los que se quedaban la incertidumbre de cómo les iría, que no los tendrían para apoyarlos y que no iban a saber de ellos a no ser casualmente. Y peor era la situación de los que se iba una parte de la familia y la otra no, por distintas causas, porque unos no querían dejar lo que conocían, otros porque tenían miedo al cambio y otros porque al hijo no le daban la salida por estar en la edad militar. Pero en esos momentos también salieron a flote los peores sentimientos humanos.
Sin duda debieron haber sido muy duros contemplar la casa donde uno vivió, la cama donde durmió, los muebles, lámparas, adornos, discos, libros, fotos, todo lo que resume una vida, y que había que dejar atrás. Y todos en ese momento, justo antes de subir la escalerilla del avión, se repetían que nunca iban a olvidar sus raíces. Y muchos lo han cumplido, han recreado su vida anterior en otras tierras, con sus virtudes y sus defectos, han tratado de crear otra Cuba, la que llevaban cosida en el alma. Se iban decepcionados de lo ocurrido en el país, pero no de la tierra que los vio nacer.
En los últimos lustros se ha producido la visita de aquellos que se fueron y que el régimen les permitió visitar la Isla y sus familiares para de paso ayudarlos económicamente a mantenerse en el poder, y a otros se les sigue negando la entrada a su país que es como negarle la entrada a su casa.
Esto sin duda trae mucha alegría, pero después inevitablemente, vuelve la tristeza de la separación de nuevo. Sin duda que la política no cabe en la azucarera.
Para los cubanos este sitio es en la actualidad un lugar de despedidas, recuerdos, también de lágrimas y nostalgia. Pero no solo se fueron por ese aeropuerto los que más nos vienen a la memoria, los millones de cubanos que han tomado el camino del exilio, sino también, y a lo largo de la historia, muchos personajes políticos o públicos y hasta algunos que con disfraces y falsificación de pasaportes, burlaron a las autoridades migratorias.
El general Rafael del Pino
Punto de escape.
Por allí se escaparon muchos personajes, unos huyendo de la persecución política como el presidente dictador Gerardo Machado, que tenía su finca La Nenita muy cerca del aeropuerto por si acaso debía fugarse precipitadamente, como ocurrió. Tras la huelga general de 1933 y ver cómo el pueblo ajusticiaba a los machadistas y saqueaba sus viviendas, lo que se convirtió en un frenesí de anarquía que afectó la vida de inocentes, por lo que con su escolta y otros funcionarios llegó a la pista aérea, pero solo pudieron abordar seis, que era la capacidad del Sikorski anfibio de la Pan American que dispuso el embajador norteamericano. Después se produciría la fuga de Batista y muchos de sus colaboradores, tanto por Boyeros como por el aeropuerto militar de Columbia. Machado fue el primer presidente cubano que voló en avión, y uno de los primeros mandatarios en hacerlo en el mundo.Charles Lindbergh, el primer aviador en atravesar solo y sin escalas el océano Atlántico, invitó al dictador a sobrevolar La Habana Ford de tres motores con capacidad para diez pasajeros y dos tripulantes. A partir de ahí ese mismo aparato u otro con características similares, que hacía entonces los vuelos Habana-Santiago de Cuba con escala en la ciudad de Camagüey, estuvo al servicio de Machado cada vez que el dictador lo solicitaba. Le falló sin embargo el día de la fuga, el 12 de agosto de 1933. Pidió dos aviones, de 12 plazas cada uno, para huir de la justicia popular con sus más cercanos colaboradores, y tuvo que conformarse con un aeroplano de seis plazas.
El General Rafael del Pino, de la Fuerza Aérea Cubana, el 28 de mayo de 1987, voló con su esposa y tres hijos en un pequeño bimotor Cessna 402 de la empresa estatal Aerocaribe hasta Cayo Hueso (Key West).
El mayor Orestes Lorenzo con una fuga y un rescate de su familia, ambos de película.,
No fue único, sino reiterado el hallar cadáveres de cubanos que se introdujeron como polizontes en el tren de aterrizaje de aviones, lo que hizo que las medidas de seguridad en el aeropuerto fueran reforzadas y un jeep militar siguiera al avión hasta que despegara.
Casos como este ocurrieron en los aeropuertos de Milán, Gatwick, Heathrow y Crowley en Londres, Barajas en Madrid, Dusseldorf, Varese en Italia, Ciudad de México y Dusseldorf en Alemania. No se sabe la cantidad de los que pueden haber caído al mar al abrirse el compartimiento.
Durante los regímenes políticos anteriores, por ejemplo, bajo las dictaduras de Machado y Batista, los inconformes con dichos sistemas políticos abandonaron el país por barco o avión, como un pasajero común y corriente, En los años cincuenta fueron cientos los revolucionarios fidelistas que se fueron de Cuba con un boleto de avión o subiendo tranquilamente a un Ferry hasta Cayo Hueso, el que se podía tomar diariamente en la bahía de La Habana. En aquellos tiempos de la revolución, aún bajo una dictadura, los cubanos éramos más libres y los primeros éxodos cubanos, ocurridos todos bajo el régimen, tuvo un caso particular cuando entre 1960 y 1962 salieron de la isla 14,048 niños hacia Estados Unidos, autorizados por sus padres, el famoso éxodo llamado Peter Pan, algo verdaderamente triste y traumático.
Pero después que a Fidel Castro se le ocurrió cerrar las fronteras, comenzó entonces lo que el había empleado exitosamente: el secuestro de aviones.
Secuestros
Han sido tantos los secuestros o intentos que se han sucedido desde la etapa revolucionaria que solo nos vamos a referir a algunos de los más sonados. Desde 1959 hasta 2003 habían sido secuestrados 54 aviones cubanos, la mayoría hacia Estados Unidos.
Uno de los primeros fue unl avión comercial DC-3 de Aerovías Q, que cubría el vuelo de La Habana a Nueva Gerona, es secuestrado por nueve y obligan al piloto a aterrizar en Key West, Estados Unidos.
El 19 de marzo de 2003, seis cubanos armados con cuchillos secuestraron un avión DC-3 de la compañía Aerotaxi, que cubría la ruta Nueva Gerona-La Habana con 36 ocupantes, y lo desviaron a Cayo Hueso. El 10 de abril del 2003, ocho hombres desde Nueva Gerona, en la Isla de la Juventud, exigieron viajar hacia Cayo Hueso en una avión AN-24 de fabricación soviética con 46 personas a bordo.
En 2007 tres reclutas camagüeyanos escaparon del servicio militar en Managua,La Habana, secuestraron un ómnibus y llegaron hasta la terminal 1 donde se encontraba un Boeing 737 listo para despegar y en tiroteo con la policía fueron detenidos.
Uno de ellos, entre los más conocidos está salido de Santiago de Cuba, rumbo a La Habana, el 27 de marzo de 1966. El piloto dijo que no se iba a dejar robar su avión, porque para eso “había que matarlo”. Así que lo mataron cuando el secuestrador se dio cuenta de que lo había engañado llevándolo a Rancho Boyeros en lugar de a Miami. El asesino escapó por la ventanilla delantera de la cabina y huyó de las autoridades que llegaban, y se perdió en la inmensa ciudad de La Habana. Comenzó una búsqueda de varios días que involucró no sólo a los órganos de la Seguridad, sino a todas las fuerzas represivas y a chitavos para capturar al peligroso asesino, emocionado con los graves sucesos a la población como si se tratara de una novela de suspenso. Al cabo de una semana de búsqueda fue hallado escondido en una iglesia habanera donde lo habían ocultado. Betancourt, que fue fusilado de inmediato, se hizo popular entre los cubanos.
Como después el que tratara de secuestrar una lancha o un avión era fusilado sin contemplaciones, esta práctica, sumada a las extremas medidas de seguridad, fue aplacándose hasta desaparecer.
Pero como parte de la moda de secuestrar aviones, revolucionarios y delincuentes de todas partes del mundo se dedicaron de desviar aviones hacia Cuba. A cada rato venía un avión americano secuestrado por un delincuente y sobre todo por los llamados “Panteras Negras” que escudados en militancia política, trataban así de evadir la justicia. Y uno de esos casos lo viví particularmente de cerca.
El avión secuestrado era un Boeing 747 y la pista de Rancho Boyeros resultaba insuficiente para el aterrizaje. Además al avión lo habían tiroteado al despegar y parte de su tren de aterrizaje estaba inutilizado. Por ello el aeropuerto se llenó de gente en sus alrededores, para ver como de noche, el avión gigantesco que nunca habían visto los cubanos, mientra daba vueltas para gastar combustible, finalmente pudo aterrizar después de que la pista se llenara de espuma contra incendios. Todo un espectáculo para ver un avión con cientos de personas jugándose la vida por la acción de un “revolucionario”.
Pero lo más curioso es el pronunciamiento oficial en el periódico: "El 2 de agosto de 1970, se produce el primer secuestro de un Jumbo. Se trata de un Boeing 747 que viaja con 378 pasajeros a bordo hacia Puerto Rico. El avión, que sale de Nueva York, es obligado a desviarse hacia Cuba. En el aeropuerto de La Habana el secuestrador abandona el avión y se entrevista con Fidel Castro.”
Un jefe de estado recibiendo a un terrorista, al cual por supuesto le dieron asilo en Cuba como a muchos otros.
Accidentes
A pesar de ser la aviación el medio de transporte que cuenta con menor cantidad de accidentes por las medidas de seguridad que alrededor de él se toman, sin embargo cuando ocurre alguno, por lo general son aparatosos y tienen mucha difusión. Y Cubana de Aviación y el aeropuerto de Rancho Boyeros también tienen sus tristes historias en este sentido.
El Il-62 de Aeroflot (SSSR-86614) se estrelló el 27 de mayo de 1977 en La Habana cuando aterrizaba en Rancho Boyeros. Se producen 68 víctimas fatales de 70 personas a bordo, la segunda peor catástrofe aérea en Cuba y estuvo causada por el choque con torres de alta tensión muy cercanas a la pista, las que fueron trasladadas posteriormente. La hermana de un compañero de trabajo regresaba con su esposo de una misión en la embajada de Cuba en Moscú y falleció en el accidente.
Un IL-18 iba a hacer el vuelo CU-T899 de Cubana hacia Managua, Nicaragua y se estrella poco después de despegar, en las inmediaciones de San José de las Lajas, a las 8.22 de la mañana del 19 de enero de 1985. Se le quemó un motor poco después de despegar y conocí los detalles porque un hijo de un compañero mío de trabajo era el copiloto.
El más triste y grave de los accidentes lo protagonizó el CU-T1281 de Cubana con destino a Milán en Rancho Boyeros, a las siete de la noche del 4 de septiembre de 1989, cuando el IL-62 Intenta despegar con mal tiempo y al final de la pista un viento descendente vertical le hace perder altura y estrellarse saliendo del aeropuerto con un balance de 160 muertos: 126 del avión y 34 vecinos del lugar. Este desastre está calificado como el accidente N° 43 por la cantidad de muertos en toda la historia de la aviación mundial. En particular también lo viví pues era un lunes y recién había llegado del trabajo cuando sentí un estruendo tremendo y de inmediato se sintieron sirenas de ambulancias y carros patrulla. Un verdadero desastre que conmocionó a la aviación cubana.
Y aunque no tienen nada que ver con el aeropuerto de Boyeros, voy a referirme al aeropuerto de Santiago de Cuba.
Santiago de Cuba es una de las provincias de nuestro país que con mayor frecuencia sufre eventos sísmicos y así ocurre desde tiempos atrás: se habla de inundaciones, penetraciones del mar y fuertes terremotos que dejaron la región devastada, aunque estos eventos no han sido significativamente importantes en los tiempos modernos.
Pero estas historias han hecho surgir en el imaginario popular muchas leyendas que hablan de catástrofes y malos augurios, de la desaparición de las embarcaciones durante las tormentas, la violenta marea, la fuerza de las olas, el hundimiento en el mar de grandes porciones del territorio y sucesos que inestabilizan la transportación aérea.
Y su sustento es la Fosa de Bartlett o Fosa de las Caimán, situada frente a las costas de Oriente cubano, que cuenta con una amplia variedad de leyendas y creencias populares que la distinguen como una zona peligrosa.
La fosa posee una profundidad máxima de 7,686 metros; siendo el punto más profundo del mar Caribe. Según los estudios científicos es una depresión submarina de mil 400 kilómetros de largo y se extiende desde la isla Caimán hasta República Dominicana. Por supuesto, la costa suroriental de Cuba está incluida en este perímetro. Frente a la ciudad de Santiago de Cuba se encuentra lo que se conoce como el accidente geográfico conocido como promontorio, que son las zonas menos profundas de la fosa de Bartlett. Las zonas más profundas de este accidente geográfico encuentran frente al Pico Turquino”. Pero tiene unos dos mil kilómetros de longitud y una anchura media de doscientos kilómetros y llega hasta Guatemala, donde se llama falla de Motagua y penetra en el Pacífico.
Por eso se dice que el aeropuerto, ubicado al lado del mar, es una zona propensa a ser afectada por los efectos de la fosa y los incesantes aunque imperceptibles temblores de la corteza terrestres en la zona. Y algunos ejemplos de ello son los siguientes accidentes:
Este aeropuerto está rodeado de montañas por lo que los aviones suelen dar un rodeo para aproximarse a tierra sobrevolando el mar. Y en él prevalece el trágico recuerdo de los accidentes de dos naves insignias de Cubana, los DC-4 bautizados “Estrella de Cuba” y “Estrella de Oriente”, en los años cincuenta.
El 27 de marzo de 1962. El avión IL-14, se precipita al mar después de haber despegado del aeropuerto de Santiago de Cuba con destino a La Habana. Fallecieron sus 22 ocupantes.
El 24 Octubre de 1990 un Yak-40 con 26 pasajeros y siete tripulantes se accidentó al aterrizar en Santiago de Cuba, provocando la muerte de 10 personas y heridas al resto de los viajeros
Al chocar contra una meseta a unas cinco millas del aeropuerto. El accidente ocurrió de noche bajo condiciones lluviosas. El hijo de Mazorra, un viejo realizador de la Radio con el que tenía buenas relaciones, era el piloto de la nave y dijo que no halla explicación a lo ocurrido porque hasta ese momento el avión estaba respondiendo sin problemas y ellos estaban concentrados en la maniobra al máximo por las inclemencias del tiempo.
Un Antonov An-24RV, el 11 de julio de 1997, poco después de despegar del aeropuerto de Santiago de Cuba, a una altura de 150 metros y a cinco kilómetros de distancia de la costa, se le detuvo el motor izquierdo y cayó al mar en su vuelo nocturno. Fallecieron todos los pasajeros, cinco tripulantes y 39 pasajeros cuyos cuerpos no pudieron ser rescatados pues cayeron en uno de los puntos de mayor profundidad del Mar Caribe.
Y el reciente accidente del Boeing 737 arrendado por Cubana de Aviación al despegar del aeropuerto de Boyeros en mayo de 2018 para un vuelo nacional con 110 muertos, muestra el estado crítico de la aviación en Cuba, tema del que no vale la pena hablar más.
Experiencias personales.
En los numerosos viajes de trabajo que hice por todo el país, cuando de Santiago de Cuba iba de regreso a La Habana ocurrió un accidente en el que aparentemente uno de los trenes de aterrizaje se desprendió. El avión, un AN-24 estaba tomando pista, por lo que no había alcanzado mucha velocidad y solo fue un susto.
Pero los sustos no acabaron ahí. En una ocasión, volando en un Bristol Britannia de Aerocaribbean, un avión que lo tomé en Las Tunas y cuando subí a él con una escalera que era parecida a las de los bomberos, pues las normales no llegaban a la altura de la puerta, ví que habría unos veinte asientos y el resto del avión estaba colmado por unos colchones en el suelo y unos pallets de madera, a lo que se sumaba un intenso olor a gallina. Aparentemente habían transportado pollos en jaula o algo así y todavía había en el ambiente olor y plumas. Pero lo sorprendente fue cuando aquel armatoste despegó, parecía que se iba a desarmar y al girar el avión, tomar altura o descender, los colchones y las plumas lo acompañaban en el movimiento. Nunca como hasta entonces había rezado a la Virgen.
Otra ocasión, también desde Santiago de Cuba, al despegar sentimos un ruido extraño, después durante el vuelo vimos mucho movimiento, y sin que fuéramos informados sospechamos que había problemas con el tren de aterrizaje. Pero después al llegar a Boyeros y cuando ya pensamos que estábamos a punto de tocar la pista, mientras llovía torrencialmente, el avión tomó altura violentamente y tras unas vueltas que se nos hicieron interminables, el aparato aterrizó, todavía lloviendo pero con menos intensidad, mientras el avión se inclinó hacia la izquierda peligrosamente, pero se enderezó y cuando llegamos a la zona de embarque vimos como ya ahí estaban los bomberos.
Y otra fue cuando en vuelo a Las Tunas, bien temprano en la mañana, el vuelo salía a las 7 de la mañana, sentimos otro ruido como de romperse algo y en poco más de la mitad del viaje vimos como uno de los motores se paraba y echaba humo. Hubo quien se paró asustado, pero nos tranquilizaron y nos dijeron que harían una parada en el aeropuerto más cercano que era Camagüey. Allí estuvimos desde las 8 hasta casi el anochecer, cuando aparentemente estaba solucionado el problema y el viaje de unos ciento treinta kilómetros había que hacerlo en tiempo récord pues el aeropuerto tunero no tenía luces.
Y ahi no paran las anécdotas. Había ocasiones en que no había pasaje disponible y se resolvía viajar en un avión militar AN-26, con pocas capacidades y de asientos laterales como los que se emplean para el paracaidismo. En el medio del cuerpo del avión, había decenas de cajas sujetadas por una malla o red y a su vez bultos de periódicos Granma en su primera edición con destino a Las Tunas, cuando todavía no se había construido en las provincias orientales el poligráfico que le daría ese servicio al territorio.
El AN-26 era de autoservicio, uno se levantaba y se despachaba café, jugos, agua o caramelos y hasta paquetes de galleta había, pero los pilotos no tenían el más mínimo sentido de que aquello era un transporte de personal. Lo mismo había maniobras suicidas que nos ponían la carne de gallina que grandes y acelerados descensos, mientras los paquetes de periódicos nos perseguían para aplastarnos. Mientras los militares que allí viajaban se reían a carcajadas, los civiles estábamos al borde del colapso.
Estas son solo anécdotas personales que forman parte de mis recuerdos, lo verdaderamente significativo es que el Aeropuerto Internacional José Martí de Rancho Boyeros es un sitio, que por muchas razones, al cubano no se le despinta.
Y aunque no es directamente relacionado con este artículo, es histórica la foto del Air Force One con el presidente Obama al aterrizar en el aeropuerto de Boyeros.
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