martes, 15 de septiembre de 2020

Los huecos del Vedado

 Los huecos del Vedado

¡Qué no habremos hablado de La Habana!, pero así y todo siempre quedan muchísimas cosas que podemos contar de esta ciudad única en el mundo, dicho fuera de todo chovinismo, porque en realidad es tan hermosa como irrepetible.

Recientemente se celebraron los quinientos años de existencia de  La Habana, esa ciudad que aún en ruinas nos impresiona y que en algún momento tuvo más lujo y vida que Nueva York, algunos incluso la compararon con París, a ella llegó el ferrocarril primero que a España, el cine poco después de su invención y llegó a ser lÍder mundial en cantidad de salas de cine. En resumen y con respeto del resto del país, donde hay cosas preciosas y de gran valor histórico y con gente maravillosa, recuerdo ahora el refrán: “Cuba es La Habana y lo demás es paisaje”.

Y a pesar de los regionalismos, La Habana, como todas las capitales y las grandes ciudades, está conformada no sólo por los nacidos y los que allí viven, sino que cuenta con la representación y las costumbres de ciudadanos de todo el país, de ahí que se le haya endosado el título de “la capital de todos los cubanos”.

Un periodista mexicano, Victor Mona, trató con bastante éxito diría yo, definir cómo somos los cubanos, de lo cual recuerdo particularmente cuando nos retrató: “...Ningún obstáculo detiene su laboriosidad beligerante si la oferta es digna...Gallegos por el trabajo y judíos por la voluntad de sobrevivir, constituyen una legión empecinada.”  Y lo dijo refiriéndose a la presencia de cubanos en casi cualquier parte del mundo, en los lugares y las situaciones más insospechadas.

El resultado de esas características no podía ser otro sino haber construido una ciudad capital como La Habana, recreada en pedazos en otras partes del mundo, porque como dice Mona al respecto de los millones de cubanos que han emigrado: “No mendigan, trabajan.  Traen su música calurosa, el ruido de sus tambores, los frijoles negros y el bistec de palomilla con moros y maduros. Pero traen sobre todo la simpatía, la cordialidad y la laboriosidad. ¿Quiénes son? Son los cubanos del destierro, la única población mundial trasplantada, que (salvo los hebreos) en más de un tercio de siglo no han perdido su identidad. Los que admiraban a Cuba desde lejos como ejemplo supremo de pujanza latinoamericana, los que veían a Cuba como un milagro étnico y cultural, donde todo parecía un relajo pero todo funcionaba bien, ya no tienen que ir a Cuba para conocerla! Aquí la tienen dentro de los mismos Estados Unidos. Esta es Cuba . Estos son los cubanos. “


Ahora que no están allí, ansían tener lo que lograron en otras partes, pero en su Isla, en su Habana, con la que sueñan e idealizan desde la distancia y reviven constantemente en sus costumbres, sus anécdotas, sus remembranzas y hasta en sus comidas.   No importa que la mitad de La Habana está derrumbada, que las calles tengan miles de baches y que hasta la gente ya no sea igual que antes porque han sido corrompidos por la miseria y la violencia y los ha llevado en gran medida a no respetar ninguna norma civilizada y ciudadana salvo la sumisión a la represión y la fuerza física del régimen y acostumbrarse a vivir dentro de un sistema económico y social parasitario donde impera, sin desdén por las actitudes criminales, el beneficio individual y el ansia por depender de las remesas de los que se fueron.  No en balde el reguetón, con su ritmo primitivo y repetitivo y sus letras primitivas y vulgares, se han adueñado del gusto musical del cubano, tan selectivo y fino antes de la debacle nacional.

Pero si hay algo que no cambia con nada es que la Patria nuestra está allí, aunque hayamos sido profetas en otras tierras, por eso es que fuera de Cuba es donde verdaderamente se valoran a los legítimos patriotas y el patriotismo, y para darse cuenta de ello hay que vivir fuera de Cuba.

Y como eso se lleva tan profundo en el corazón hay que seguir hablando de Cuba, y en particular de La Habana, donde nací y viví la casi totalidad de mi vida, y no solo por eso, sino porque queda mucho por decir de ella, ya que ha sido una ciudad tan diversa y con tanta historia que no todos conocemos, abordó un tema que muchos han visto pero no todos hemos indagado sobre él.

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El Vedado

Probablemente La Habana sea una de las ciudades con los estilos arquitectónicos más diversos del mundo, que van desde los modernísimos rascacielos construidos a finales de la década de 1950 hasta palacios y castillos de la era colonial, pasando por construcciones clásicas, neoclásicas y una profunda huella del art-decó, expresión a la que en su momento debo dedicarle un artículo exclusivo por su importancia dentro de la arquitectura cubana.

Fuera de esos logros históricos, el aporte al desarrollo de la capital después de la toma del poder por la revolución, ha sido muy limitado y donde se ha hecho masivo, se puede considerar de aburrido, de falta de armonía con el entorno y de mala calidad, sufriendo un deterioro continuo como son los casos de Alamar y las comunidades repetitivas de construcciones estilo soviético o yugoeslavo, donde se han creado barrios similares a guetos, como San Agustín, o las adiciones a antiguos repartos residenciales como Altahabana, Fontanar, Abel Santamaría (antes Parcelación Zayas), Mulgoba, Víbora Park y en muchos otros barrios habaneros, aunque no estén habitados por personas de un mismo origen ni están aisladas o marginadas por motivos culturales o raciales y donde conviven profesionales con gente que no trabaja, todo gracias a la política ineficiente de desarrollo urbano y de viviendas.

A la par de ello, a la arquitectura y las obras civiles acometidas en los últimos sesenta años, se le puede añadir el y un ejemplo de ello es el Vedado, zona de bosques, de ahí su nombre, cuando la capital estaba rodeada de una muralla y cuando ese sitio prohibido, solamente contaba con chozas donde  los que trabajaban la tierra o las numerosas canteras existentes que soportaron el auge urbanístico en caminos y edificios capitalinos, guardaban sus herramientas y descansaban.

                   Restos de la muralla de La Habana -www.radiorebelde.cu

El Vedado era un vasto territorio donde destacaban la Quinta de Recreo de los Capitanes Generales, en la actual avenida de Carlos III, alrededor del cual había un parque y unas cien viviendas y barracones para esclavos.  También en el Vedado vivían tanto legal como ilegalmente, cientos de personas que se dedicaban a la pesca, a la agricultura, a la tala de bosques y otros oficios, lo que trajo consigo la aparición de pequeños asentamientos con desarrollo de pequeñas industrias como carpinteros, construcción de embarcaciones, curtidores, ganaderos, personal que estaba acompañado de esclavos, cimarrones y prófugos de la ley.

El auge económico y la desaparición de la Muralla de La Habana, hizo que el Vedado dejase de ser un territorio vedado, el cual fue progresivamente siendo habitado por personas pudientes, las que construyeron allí grandes mansiones, hasta que el Vedado llegó a ser a mediados del siglo pasado, el centro neurálgico, económico y social de La Habana, donde proliferaron los grandes hoteles, casinos, bancos, estaciones de radio y televisión, cines, restaurantes, cabarets, rascacielos y todo tipo de negocios, que se fueron trasladando desde su antigua sede en La Habana Vieja.  

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El Vedado y los huecos.

Todavía en la década de 1850 lo que hoy conocemos como La Rampa, la populosa calle 23 del Vedado, no era otra cosa sino una calzada de terracería completamente rodeada por espesos bosques donde se podían encontrar muchas cavernas en las que habían ocurrido numerosos accidentes.   Y fue precisamente a partir de este camino, que nace en la costa, ahora la majestuosa avenida llamada Malecón y yendo junto al mar hasta la desembocadura del Río Almendares, donde se encontraba el fortín llamado La Chorrera, que se desarrolló a un ritmo febril, lo que cien años más tarde sería el corazón de la actividad capitalina.

Eran notables algunas de esas cavernas o furnias, por cierto, palabra procedente del caló, la lengua de los gitanos en España, simas profundas en terrenos peñascosos, muchas de las cuales eran resultantes de la extracción de piedras de antiguas canteras que abastecieron de material a las construcciones y pavimentación de la capital y otras que indican claramente con sus piedras porosas, coronadas de puntas muy salientes, que el mar una vez dominó ese terreno.

El desarrollo trajo aparejado el incremento del valor del entorno y fue así que llegaron a edificarse majestuosas mansiones y famosas edificaciones, algunas justo colindando con una de esas cavernas, las cuales es válido mencionar.

                     Edificio Arcos https://segundazafra.blogspot.com


Edificio Arcos.

Probablemente una de las más conocidas es aquella que se encuentra justamente donde se erigió en la década de 1930 un desacostumbrado edificio de setenta y un apartamentos y que interrumpe la calle F entre las calles 19 y 21.    El Arcos se construyó sobre esta furnia que se conoce como “el hueco”, una de las más profundas del Vedado, y que en un momento llegó hasta G y 21.

                              Edificio Arcos - http://wikimapia.org

La entrada del edificio por la calle 21 se convirtió en el paso obligado de los peatones que iban hacia la calle 19, para así evitarse el acceso por un recorrido más largo, pero el paso de los años y el desdén estatal en el mantenimiento de las edificaciones, que antes los dueños ejecutaban religiosamente, ha hecho que este acceso por una escalera y el pasillo interior, hayan sido clausurados a causa de haber ocurrido derrumbes como el del pasillo de entrada por la calle 19 con el consiguiente peligro, a pesar de lo cual siempre hay un despistado que hace caso omiso de las advertencias, pero eso no nos asombra después de haber visto tantas manifestaciones de la estupidez humana con la actual pandemia de Covid-19.

“El hueco” reclama lo suyo porque el hombre no  ha atendido lo que un día construyó.

                  Puente en la calle 23 sobre el río Almendares.

Calle 23 entre 22 y 24

A principios del siglo XX una de las zonas de desarrollo de la Habana fue la zona de Marianao y Miramar, divididas de la capital por el cauce del río Almendares.  El propietario de la mayoría de esos terrenos eran José López Rodríguez, conocido por "Pote" y Ramón Mendoza, por lo que presionaron al gobierno para que se ejecutaran vías de acceso desahogadas a esos lugares.

Entonces cruzar el río Almendares a la altura de la calle 23 solo era posible para peatones a través de un puente colgante estrecho que daba miedo y los coches o carros lo  hacían en una embarcación de fondo plano para el transporte fluvial.  Fue así que se construyó el puente de 23 sobre el Almendares, con 58 metros de altura y que fue el primero ejecutado con hormigón armado, tras superar numerosos problemas para asentar sus pilotes y otras soluciones de ingeniería, concluyendo la obra en 1911, por lo que ya tiene casi 110 años de existencia.   Inmediatamente la Havana Electric Railway Co. obtuvo la concesión del servicio de tranvías hacia Marianao a la vez que se le asignaba el mantenimiento del pavimento y la instalación de luminarias en el puente.

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El puente fue nombrado Puente Asbert en honor Ernesto Asbert Díaz, Coronel del Ejército Libertador y entonces gobernador de La Habana. En 1913 Asbert se batió a tiros con el jefe de la policía de La Habana, acción en la que éste resultó muerto y que le costó su carrera política, pero la gente llamó y siguió llamándolo el Puente de 23 o Puente del Almendares.  Y de Asbert probablemente nadie se acuerda.

Mientras tanto “Pote”, el mayor interesado y que era famoso por su fortuna, por ser el propietario de La Moderna Poesía, la mejor librería y papelería de Cuba; dueño de la Casa del Timbre, donde se fabricaban los sellos del Timbre Nacional y los billetes de la Lotería Nacional; miembro accionista y directivo de la compañía de Electricidad y Gas de La Habana; de la Havana Electric Railroad; propietario principal del Banco Nacional; propietario de dos centrales azucareros y constructor del Reparto Miramar, decidió construir un acceso a ese reparto incipiente, con un puente conocido como el Puente de Pote, terminado en 1921 y que enlazaba la calle Calzada con la Quinta Avenida tal y como hoy lo hace el túnel de Calzada construido en 1958.  Era un puente de acero con dos sendas contrarias y que se elevaba para dar paso a las embarcaciones que iban por el río.

            Puente de POTE  -https://www.facebook.com

Una historia interesante la de este inmigrante gallego, que habrá que abordar con mayor profundidad porque su vida parece una novela, pero volvamos al puente de 23, que forma parte de la calle 23 y su construcción facilitó las comunicaciones entre las dos ciudades más importantes de la provincia en aquella época: La Habana y Marianao.  Ya vimos que su altura es de casi sesenta metros, por lo que en sus alrededores se observan varias elevaciones, en ambas orillas y nos vamos a referir a una de ellas, la de 23 entre 22 y 24.

Entre las calle 23 y 21 por una parte y 20 y 24 por la otra, se  interrumpe el acceso yendo por la calle 22 hacia 21 por la existencia de un gran hueco, una extensa sima donde hay ahora un campo de tiro, o al menos lo había hace una década.   Y en el cierre del acceso, a mano derecha, había un restaurante llamado El Farallón, un poco escondido, pero que lo sabroso de la comida y lo barato, en particular las pizzas, hicieron de él un lugar muy concurrido, que según leo no ha podido mantener con el tiempo su calidad y ahora tiene reseñas nada favorables.  Y siguiendo por 23 hasta llegar al puente observamos varios declives y zonas no construidas, donde hay focos semi boscosos y hasta un terreno de pelota y la zona baja llamada El Fanguito, uno de los barrios más indigentes de la ciudad, un laberinto de maderas podridas, zincs oxidados y el lugar donde mejor se puede ver de cerca la putrefacción del río Almendares y donde por el hacinamiento nadie se escapa de los toques de tambor y de santo y el reguetón.

El hueco parece seguir ahí pero El Farallón, el que un día fuera afamado restaurante, cayó en desgracia.

Paseo y 23

En una de sus esquinas asomaba una inmensa furnia que ahora no es perceptible.   Yendo hacia Marianao por la calle 23, una vez que cruzamos Paseo, a mano izquierda en la misma esquina se puede ver ahora una especie de parquecito con escaleras.

Ahí mismo estaba ese gran hueco que fue rellenado con escombros de otras construcciones y la mayoría no conoce el hecho, porque ese lugar tuvo que ser emparejado para hacer viable el paso del tranvía.

                   Iglesia Metodista de K y 25 - https://www.facebook.com
                    
El Hoyo de Aulet

El Hoyo de Aulet o La Vega es probablemente uno de los más conocidos, porque todavía existe, a pesar de los esfuerzos para rellenarlo, lo que no ha podido completarse.

Va desde la calle L hasta J y desde la calle 23 hasta 27.    Los rellenos realizados permitieron que la calle 25 pudiera continuar.  Dentro de los profundos sumideros que bordeaban el camino que ahora conocemos como calle 23 o La Rampa, este era el más famoso.

        Casa de Menocal N Y 25 https://lazarosarmiento.blogspot.com

Pero todavía queda un declive notable donde está la que fuera la casa de Fausto, hermano de Mario García Menocal, Presidente de la República entre 1913 y 1921, ubicada en un promontorio de rocas y que a su vez fuera Representante a la Cámara, después Senador de la República y administrador del Central Morón y donde ahora radica el Palacio de los Matrimonios de Plaza.

De lo que no ha sido rellenado vamos a referirnos ahora, porque lo que resta de esa furnia, van a ser empleados en la construcción de lo que sería el edificio más alto de La Habana y lo vamos a llamar “el hueco de K y 25.

Solamente hay que imaginarse lo que era dar pico en el diente de perro en esa altura con respecto al mar y trasladarla hasta las cercanías de la muralla, pasando por trillos dentro del monte o por el propio camino que después sería la calle 23 o La Rampa.  Era una tarea titánica que no se si estaría bien, salvando las distancias y el momento, compararla con la construcción de las pirámides.  Pero de todos modos era toda una  hazaña.

Haciendo esta reflexión me viene a la mente el joven José Martí, de diecisiete años, con un grillete en una pierna unido a una cadena a la cintura, trabajando doce horas diarias en condiciones infrahumanas en las canteras de San Lázaro, a partir de lo cual escribiría después su obra El presidio político en Cuba y le dedicaría unos versos a su madre:

"Mírame, madre, y por amor no llores: si esclavo de mi edad y mis doctrinas, tu mártir corazón llené de espinas, piensa que nacen entre las espinas, flores.”

Si la dureza de los trabajos forzados, castigo por un delito más que honroso de querer la libertad de su patria afectó la salud de hombres jóvenes como Martí, siendo en las canteras de San Lázaro, donde había además hornos de cal, qué no sería a los que trabajaron en la zona del vedado en la roca viva.

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El Hueco de k y 25

Como una manera de ganar adeptos por su populismo, el gobierno revolucionario acometió una política de desarrollo en el interior del país que tuvo dos consecuencias: el desarrollo de guetos al estilo soviético y la construcción de industrias, en su mayoría de tecnologías obsoletas muchas de las cuales han dejado de funcionar.

Mientras tanto, La Habana, tras el boom constructivo de los años cincuenta, fue abandonada a su suerte y dejó de crecer hacia arriba y en sentido general con las insuficiente construcción de edificios y viviendas y obras de infraestructura.

                         Edificio Atlantic - https://upload.wikimedia.org

Se pueden considerar escasos los edificios altos erigidos en más de medio siglo: varios de 18 plantas, unos pocos de 25 plantas, otro experimental en Malecón y F, llamado Edificio Girón y el más destacado, el edificio Atlantic en 1ra y D, frente al Malecón, con 25 pisos de altura y una arquitectura vanguardista.   El Atlantic (en la calle primera, no el de 23 y 12 donde radica ahora el ICAIC y que en los bajos estaba el Cine Atlantic, el único de setenta milímetros en Cuba)  está considerado un ícono de la arquitectura cubana porque es novedoso en cuanto a materiales empleados, vigas de alta resistencia y alta durabilidad y equipado con las más modernas tecnologías, como en su momento también lo fue el edificio Girón.

        El edificio de 25 plantas donde vivia al fondo a la derecha-                                      https://www.facebook.com

Entre los destinados a viviendas está el Edificio Central en Boyeros y Tulipán, mi última residencia en Cuba, con 26 pisos; el edificio Conill en Conill y Panorama, Nuevo Vedado, con 26 pisos, el edificio Raquel Perez con 21 pisos en San José y Espada, Centro Habana; el Edificio de Infanta y Manglar, con 21 pisos y llamado "Fama y Aplausos" por la cantidad de artistas y dirigentes que allí viven; el Esquina de Tejas I y II con 21 pisos donde antes estaba el cine Valentino.   Y abundan en mayor medida y en varias ciudades importantes del país, edificios de 18 plantas.

En todos ellos se repiten los mismos problemas de deterioro de escaleras, accesos, pintura, ascensores, agua, y todo lo que se les pueda ocurrir pensar.

Y no se debe atribuir a la revolución el ahora Hospital Hermanos Ameijeiras, que a principios de la revolución estaba casi concluido con destino a ser sede del Banco Nacional de Cuba y cuya terminación se realizó 23 años después en 1982

Se han reformado o construido edificaciones y otras se han convertido en hoteles de alta gama, pero lo que es rascacielos, no se ha construido ninguno.  Probablemente los más altos hayan sido el Hotel Meliá Cohiba, en primera y Paseo en el Vedado con veintiún pisos y las dos torres  del Tritón-Neptuno con veinte.  Por eso me pregunto cómo sería el skyline habanero si la revolución no hubiera tomado el poder en Cuba;  sin duda se vería más espectacular que el de Ciudad de Panamá.

Por eso aprovechando el lugar privilegiado y la existencia del hueco de K y 25, se ha decidido construir el primer rascacielos en Cuba desde hace seis décadas.


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Desde la populosa parada de ómnibus  existente en la calle 23 frente a la heladería Coppelia, y justo al lado de un banco y una popular notaría, el hueco apenas puede verse, pero en el fondo se observan materiales y equipos de construcción que aprovecharon el lugar para ser guardados.

En la zona más céntrica de La Habana, a pocos pasos del Hotel Habana Libre, a pocas cuadras del edificio FOCSA y el Hotel Nacional y a la vista del monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución, todos los cuales superará en altura, será otro símbolo más del papel dominante del turismo en la economía cubana y agrandará la diferencia entre ser extranjero y ser cubano.   Con sus 42 plantas, 565 habitaciones y 154 metros de altura, será la torre más alta de Cuba.

Para llegar 33 metros más alto que el FOCSA, tuvieron que pasar 66 años, ya que estará concluido como hotel de cinco estrellas en 1922 según la planificación socialista, en la cual ya  no cree nadie desde hace mucho tiempo.

El Hotel Nacional y zonas colindantes

Los ataques de corsarios y piratas, así como la toma de La Habana por los ingleses, hizo que se edificaran varias obras defensivas, entre las que se encontraba la famosa Batería de Santa Clara.   Esta Batería fue ubicada en la elevación Taganana, donde hoy está el emblemático Hotel Nacional.  Muy cerca, en Calzada y Línea, frente al Malecón y a unos metros del Hotel Nacional, se ubica el Servicentro Tángana, no se si nombrado así en referencia a la colina y cueva Taganana o a una tángana en específico, que en Cuba significa bronca o discusión violenta.

En ese mismo lugar, en la llamada Cueva Taganana, llamada así porque en el siglo XVI fue refugio de un indio del mismo nombre, fueron creados túneles donde fueron atrincheradas tropas cubanas durante la llamada Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre de 1962.

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Toda la zona estaba llena de cavernas y en la zona colindante, donde hay ahora un complejo de edificaciones comerciales y el Ministerio del Trabajo  había una gigantesca furnia que fue emparejada y donde se celebraban peleas de boxeo y donde también funcionó un terreno de pelota.   

Y punto y aparte fue el hueco donde hoy se encuentra el Hotel Habana Libre, antes Hilton.

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El Habana Hilton

Esta zona la vine a conocer prácticamente hasta cuando ya estaba en construcción el hotel, pero conozco a una persona que trabajó en esa obra con la Frederick Snare Corporation desde su inicio hasta su inauguración y me transmitió muchas historias sobre el lugar y ese hecho.

Lo primero es que el lugar en donde se ubica el Hotel, era una furnia que fue emparejada de forma tal que allí se celebraban juegos de pelota, como se acostumbraba en Cuba, donde equipos de los vecinos de un barrio o de centros de trabajo, formaban su equipo y los domingos se dedicaban a jugar pelota y a jugarse dinero, cómo conocí en el Placer de Paniagua y en el Biuty en el Cerro.  Eran aficionados, pero había que verlos jugando, contaba con un árbitro al que le pagaban por sus servicios y en los alrededores se ubicaban los espectadores, pero como en todo juego, sobre todos en los que hay intereses por medio, el amor propio subía de tono y las tánganas eran tremendas.   Mucha gente que estaba esperando noticias por tener algún familiar ingresado en el Hospital Reina Mercedes (donde ahora está la heladería Coppelia), o que esperaban el momento para ingresar a la tanda del Radiocentro o para asistir a algún programa de radio o televisión en vivo en la CMQ, también se acercaban a curiosear, porque dondequiera que haya un juego de pelota la gente se detiene a ver qué pasa.

El Habana Libre en construcción visto desde 23 y N.  Todavía no estaba construido el edificio del Retiro Médico. Al fondo la funeraria Caballero.

Su construcción estuvo rodeada de muchos accidentes, entre ellos la muerte de un obrero al que le cayó encima una plancha de acero.  Además apareció muerto otro obrero cuya hecho nunca se aclaró y del que se decía era un revolucionario furioso por sus protestas reiteradas.   En los momentos de efervescencia revolucionaria en que fue construido, existieron varios sabotajes, entre ellos el de los miles de rollos de alfombra para los pisos, que fueron quemados y que hubo que importar nuevamente.

El Havana Hilton se inauguró el 19 de marzo de 1958 y en ese momento se posicionó como el hotel más grande y más alto de América Latina.  El Hilton se sumó al incontenible desarrollo hotelero cubano, donde ya destacaban el Habana Riviera, el Capri, el Rosita de Hornedo, el Hotel Vedado, el Flamingo, el Saint John's, el Copacabana, el Colony en Isla de Pinos, el Jagua en Cienfuegos, el Hotel Internacional de Varadero y otros ya posicionados como el Hotel Nacional, el Presidente, el Sevilla, el Comodoro, el Lincoln, el Victoria, el Deauville, y otros venidos a menos pero con gran historia como el Saratoga, el Packard, el Inglaterra y el Plaza y muchos otros de menor categoría.

La empresa Hilton no era dueña del Habana Hilton; sólo lo administraba, y había sido  financiado y construido con fondos de la Caja de Retiro del Sindicato Gastronómico, una operación completamente legal.  Por eso cuando se expropió el hotel no lo hicieron a la Hilton, sino al sindicato cubano.  La nacionalización y el cambio de nombre a Habana Libre le costó a la caja de retiro los 28 millones de pesos = dólares que había invertido.  

Dos años después de su construcción, parte del mural de la artista plástica Amelia Peláez ubicado en su fachada se derrumbó sobre la piscina y una bailarina del cabaret Tropicana y  su acompañante fallecieron en el hecho.   La construcción del mural, elaborado en México, se le había encomendado al italiano Luis Schodeller (más conocido en su casa a la hora del almuerzo) , al que se le pagó la enorme suma de 300 mil dólares y al final su reparación fue acometida por un equipo totalmente integrado por cubanos y más nunca ha tenido problemas.

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Después distintas administraciones extranjeras tuvieron que renovar y reformar el Hotel, sobre todo añadiendo una escalera de incendio con la que no contaba y cambiando componentes y mobiliario que lo modernizaron.

Hubo una época, durante los años sesenta y setenta, en que los hoteles habaneros eran muy baratos, por lo regular diez pesos la noche, así estuvimos varias veces en el Nacional, el Riviera y el Capri, pero curiosamente nunca lo hicimos en el Habana Libre, no sé por qué, y es que a pesar de que andábamos mucho por la zona de la Rampa, sobre todo para ir a Coppelia, al cine y a restaurantes, siempre nos llamó mucho la atención el Nacional y el Capri.

Mi último contacto con el Habana Libre fue cuando pocos días antes de irme de Cuba, fui a una tienda externa del hotel a comprar un par de botellas de Ron Santiago para llevarme a México y al salir conocí por la multitud y el cierre de la calle L que ese día era el escogido por el llamado "Hombre Araña", el francés Alain Robert, que escaló las 27 plantas del hotel ante la mirada asombrada de miles de personas.


El Hotel Habana Libre hoy en día sigue siendo uno de los hoteles más emblemáticos de La Habana no solo por su ubicación, sino porque la capital se ha transformado en una máquina del tiempo, donde las memorias permanecen vivas, iguales, inalterables y él es uno de los símbolos vivientes de la capital de los años cincuenta.

En Cuba no se dispone de financiamiento para construir o reparar viviendas, las calles son un desastre, las redes sanitarias están colapsadas, el servicio de agua es inestable y deficiente, no hay alimentos ni medicinas en cantidades suficientes, el transporte es un caos, pero sin embargo se se dispone de cientos de millones de dólares para la construcción de hoteles, dirigidos por los militares allegados al régimen, que se embolsarán la mayor parte de las ganancias y robarán a manos llenas.  Y encima de eso contratarán a trabajadores indios, a los que les pagan cuarenta o cincuenta veces lo que le pagan al cubano, porque éstos no son productivos, y no pueden serlo cuando no hay estímulo al trabajo.

La miseria pulula en Cuba mientras en los huecos del Vedado, lugar donde su eliminación siempre estuvo asociada al desarrollo, ahora se construye un hotel para extranjeros y para llenar los bolsillos de los que han arruinado y desangrado al país. 

Y no podemos dejar de mencionar, aunque no tiene nada que ver con los huecos, aunque el mismo se puede considerar un hueco si de edificaciones se trata, el Edificio Girón.

                                  Edificio Girón al Fondo

El Edificio Girón en Malecón y E

Probablemente pocos lo conozcan por este nombre, pero todos lo tienen como una curiosidad, no solo por su ubicación, sino por la propaganda que se le dio de ser un proyecto experimental donde por primera vez se construyó un edificio alto, de 18 pisos, con moldes deslizantes de hormigón.   Este modelo no se repitió, pero la experiencia obtenida de esta obra permitió la prefabricación masiva que hizo que se erigieran varios edificios de 18 plantas en La Habana.

                          Algunas obras de Antonio Quintana. 

Antonio Quintana Simonetti fue el arquitecto creador de esta obra, igualmente responsable de algunas otras conocidas, como el edificio Enriqueta Fernández en 23 y 26, que en sus bajos cuenta con el restaurante chino Yang Tse; el edificio del Retiro Odontológico en L entre 21 y 23 donde ahora está la escuela de Economía de la Universidad de La Habana, toda una maravilla en un entorno envidiable; el edificio del Seguro Médico, otro ícono de las Rampa en 23 esquina a N, donde ahora está el Ministerio de Salud Pública; el edificio de Rafael Salas en 25 y G, un punto de referencia en la zona y que es un albergue estudiantil.   Todas estas obras fueron realizadas antes de la revolución y después de ella se le encargó la construcción del Parque Lenin y el Palacio de las Convenciones, así como el citado Edificio Girón.   Sin duda alguna a él se deben estas obras simbólicas de la arquitectura habanera. 

                      Dazra Novak - https://habanapordentro.wordpress.com

Al edificio Girón lo conocí muy bien porque un compañero de trabajo vivía allí.  Aunque era feo estéticamente en su interior, sin duda los apartamentos son amplios y muy iluminados y ventilados, pero ya en ese tiempo, hace más de veinte años, los problemas de mantenimiento eran agudos.  Un edificio sin pintura, al lado del mar, en una zona que se inunda en cuanto hay un poco de viento, por muy bien construido que esté, no podía dejar de tener tantos problemas como los que mi compañero me enumeró.

Como ha ocurrido con casi todos los edificios altos de La Habana, y lo hago extensivo a las casas de las familias que no tienen recursos, que es la mayoría, la conservación de los inmuebles es un problema crítico creado por el socialismo y que ha llevado al crecimiento del  enorme déficit habitacional del país.   Del resto de los edificios creados por Quintana se puede decir lo mismo, todos han atravesado por agudas crisis donde se ha visto afectada su obra y de lo cual no han estado ajenos otros íconos como el FOCSA, el Someillan y hasta hoteles emblemáticos como el Habana Libre y el Capri.

             23 y L en1950 - https://myblog-arnaiz.blogspot.com

Apología del Vedado

Del llamado monte Vedado, tupido por árboles de maderas preciosas como caobas, robles y cedros, con un terreno peñascoso marino poblado por gaviotas, aves y todo tipo de animales y con algunos trillos casi intransitables en el diente de perro, surgió su desarrollo urbanístico con tres grandes barrios, El Vedado, El Carmelo y Medina.

El Vedado fue sin duda la primera urbanización que progresó de forma planificada.  Se concibió formada por manzanas de cien metros por cada lado, con grandes avenidas como son la calle G o Avenida de los Presidentes y Paseo, amplias y bellamente arboladas,  proyectadas además para lograr el paso de los vientos alisios, con muchos parques y parterres con árboles para lograr sombra y algo muy importante, se introdujo en Cuba el uso racional y moderno de números y letras para identificar las calles.

Las personas más ricas se fueron mudando desde el Cerro hacia el Vedado, lo que trajo consigo la construcción de grandes mansiones cercanas al mar, la aparición de balnearios tipo pocetas, edificios públicos, escuelas, cines, restaurantes, teatros, hoteles, clubes, cabarets, casinos, tiendas y todo tipo de comercios.  A ello le siguieron edificios altos de más de veinte pisos y se erigió lo que es el skyline habanero, una imagen que se puede considerar detenida en el tiempo.

                     Avenida de los Presidentes o calle G

Las personas pudientes comenzaron a mudarse hacia Miramar en los años cincuenta y solamente la revolución pudo detener el crecimiento de esta zona.

Por el Vedado entró a Cuba la modernidad y ahora, abandonado, deteriorado y saqueado, no es ni sombra de lo que un día fue.   Me da gracia de que en Miami casi todo el mundo al que le preguntan de qué parte de Cuba es, responde que habanero y que vivía en el Vedado, a pesar de que hable como santiaguero, y ello responde a que el Vedado era un signo de distinción y refinamiento, de decencia, pero ahora está convertido en un lugar donde impera la cultura del barracón y la marginalidad.   Grandes mansiones han sido convertidas en solares, muchos edificios  y mansiones están derrumbados o a punto de derrumbarse, los cines convertidos en ruinas, restaurantes icónicos desaparecidos o devenidos en fondas ni siquiera comparables con las de los chinos en la era republicana o transformados en almacenes pestilentes,y sobre todo la proliferación de solares negativamente famosos como el Blumer Caliente, el Hormiguero, el Pentágono o la Mierdita, ese es el Vedado de 2020.

                         El barrio de la Timba en los años 40 

Una vez un sitio ostentoso y lujoso, orgulloso y deseado, el Vedado envejece tristemente de la peor manera.

El basurero histórico en que se ha convertido la revolución cubana ha logrado hacer que Cuba se parezca a un agujero negro donde ni siquiera la luz, o la esperanza en este caso, puede  escapar de él.  A diferencia de esta referencia, los huecos o furnias del Vedado, tapados o descubiertos, un día canteras y otro cimientos, siguen ahí como mudos testigos de la historia de un país, que a diferencia del resto del mundo, ha visto mejores tiempos. 

                   Avenida Paseo con La Timba a la izquierda

Sin duda alguna, con esta remembranza de las furnias del Vedado vuelvo a pensar, desde la distancia que parece insalvable, que si ser cubano es una suerte, ser habanero es toda una fortuna, a pesar de la debacle del Vedado.

Hay que seguir viviendo con la filosofía de la poetisa Dulce María Loynaz,  Premio Cervantes de 1992 y que vivió sus noventa y cinco años de vida en el Vedado, cuando tras afirmar que la política pasa y la cultura permanece, dijo: “Yo he vivido esta revolución como un paréntesis”, lo que quiere decir que las aguas volverán a coger su nivel, porque afortunadamente queda mucho de La Habana que no se ha desplomado.

Ojalá que eso ocurra antes de que las furnias vuelvan a estar cubiertas por el mar.

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