miércoles, 5 de marzo de 2014

CENTRO ASTURIANO DE LA HABANA.


CENTRO ASTURIANO DE LA HABANA. ACTUAL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES, COLECCION ARTE UNIVERSAL

En México, la Nueva España de la colonia, la influencia española fue extensa, pero la populosa población autóctona sobrevivió, y el mestizaje fue muy grande, imponiendo al final una cultura mixta producto de ambas culturas, en la que predominó por sobre todas las cosas la religión católica, impuesta a los nativos mexicanos y sus descendientes a sangre y fuego. En Argentina, para poner el ejemplo de dos de los países más grandes de América con influencia española, ocurrió otro tanto, aunque la población indígena casi desapareció, pero también se contó con la influencia de la numerosísima migración italiana y de otros países de Europa en menor medida, de la cual la huella en ese gigante país es innegable.

Sin embargo en Cuba, con una población indígena que fue prácticamente extinguida, casi todos, salvo la población negra descendiente de esclavos, era en su inmensa mayoría o española o descendiente de españoles. A eso se le sumó, después de la independencia de Cuba y a principios del siglo XIX una aún mayor migración española en busca de nuevos horizontes ante una España desgastada económica y moralmente por sus guerras coloniales, así como las infructuosas guerras que comenzó con Marruecos después de haber perdido todas sus colonias, lo que hizo a muchos españoles jóvenes desertar y buscar un nuevo horizonte en América y en particular en Cuba.


RECIBO DE PAGO DEL CENTRO ASTURIANO DE LA HABANA.

Es por ello que toda la cultura española siguió dominando por completo toda la primera mitad del siglo XIX tanto en la gastronomía, la música, el comercio, la literatura, el teatro, las costumbres, en fin en todo el espectro cultural y económico, aunque la influencia en el campo económico fue cediendo ante el empuje del capital norteamericano. Los cubanos no le dicen "gallego" a los españoles por otra razón que no sea que la emigración mayoritaria era de Galicia, seguidas en tamaño la Asturiana, la Isleña y la Catalana. Los españoles y sus descendientes se agruparon en sociedades culturales y de ayuda mutua, que comenzaron con el Centro Español y después fueron derivando en otras más regionales. Las más fuertes fueron las que mencioné anteriormente, sin desdorar a otros que también tenían una buena presencia.

Fueron precisamente el Centro Gallego de La Habana y el Centro Asturiano de La Habana las instituciones con mayor cantidad de miembros y por ende con mayor poderío económico. Prueba es que en el lugar más deseado de La Habana de entonces, el Parque Central, uno frente al otro, estas asociaciones tenían su sede en espléndidos, lujosos y funcionales palacios. En mi familia había descendencia de madrileños, andaluces y asturianos. No se cuando se decidieron por el Centro Asturiano, creo que cualquiera de los dos eran excelentes en todos sentidos, pero como el que conozco es el Asturiano voy a hablar de él.


QUINTA COVADONGA DEL CENTRO ASTURIANO DE LA HABANA.

El más importante logro del Centro Asturiano lo constituyó la creación de su casa de salud, la Quinta Covadonga, inaugurada en marzo de 1897. El surgimiento y desarrollo de este centro asistencial era el plato fuerte del Centro. Menos conocida, fue la labor de instrucción y difusión cultural iniciada entre los asociados desde los primeros tiempos, con la apertura de cursos nocturnos que permitieron elevar la escolaridad de sus miembros y de los hijos de éstos. Instaladas en el edificio social, se mantuvieron abiertas escuelas para niñas y varones en horario diurno y en nocturno en niveles elemental y superior y de comercio. Ya por los años treinta del siglo xx, en el plantel Jovellanos, recibían instrucción más de 2 mil alumnos.

La sociedad llegó a contar con 130 delegaciones en las principales poblaciones de Cuba y tres en los Estados Unidos: en Tampa, Cayo Hueso y Nueva York. De estas, la primera disponía de tres mil asociados, moderno edificio y un sanatorio, también denominado Covadonga. Asimismo, existían delegaciones en Santo Domingo, capital de República Dominicana y en Oviedo, Asturias. En 1930, la cifra de asociados ascendió a 60 mil, que para fines de los años 50 del siglo xx alcanzó los 80 mil, con nuevas delegaciones abiertas en Gijón y Avilés. Para esta fecha, el plantel Jovellanos se había trasladado a la finca San José o Trujillo en un magnífico edificio con frente a la calzada de Buenos Aires, en comunicación con la Quinta Covadonga.

En esa edificación funcionó asimismo el Hogar de Ancianos del Centro Asturiano. En estos años finales, el presupuesto de la entidad alcanzó los dos millones setecientos mil pesos, de los cuales se destinaba un millón novecientos mil para la Quinta Covadonga y ciento ocho mil para las escuelas Jovellanos.


SALONES DEL CENTRO ASTURIANO DE LA HABANA.

Por la suma de $2.75 mensuales, en esos momentos iguales al dólar, usted era socio del Centro Asturiano y ello le daba derecho a: utilizar los servicios de la Quinta Covadonga, lo que comprendía consultas, análisis de laboratorio, dentista, medicinas, intervenciones quirúrgicas, en fin todo lo relacionado con la salud pública. Hasta dentro de la Quinta Covadonga había una capilla que hacía a su vez las funciones de funeraria, por lo que usted podía enfermarse y hasta morirse y que lo enterraran por solo $2.75 al mes. Para no descartar nada hasta mis primeros espejuelos o lentes me los dieron en esa quinta.

Otro servicio era referido a la educación. El Centro Asturiano contaba con varias escuelas primarias y el Plantel Jovellanos en el cual estudié Comercio, pero que también impartía nivel secundario. Usted podía concurrir al Centro Asturiano, frente al parque Central y utilizar allí todos sus servicios, cursos de idiomas, cursos de danza y baile español, cursos de guitarra española, biblioteca, salones para fiestas que se reservaban sin costo alguno y lo que se consumiera era a precios preferenciales. A su vez había inmensos salones para leer la prensa, revistas, juegos de cartas, ajedrez, damas y billar en sus variantes carambola y Chicago.

El juego de billar era muy popular y existía en todos los barrios, sobre todo en su variante americana, Chicago, pero estos eran por lo regular centros de mal vivir donde había borrachos y jugadores profesionales y siempre terminaban en reyertas; nunca concurría a ellos pero me gustaba el juego y por eso lo aprendí en el Centro Asturiano y cuando tenía un tiempo libre lo dedicaba a ello. Mientras jugábamos podíamos consumir magníficos sandwiches, chorizos y jamón gallego, así como vino, cervezas, sangría o jugos todo por precios irrisorios.

Si volviera a vivir en esa época habría trabajado un poco menos y disfrutado un poco más del Centro Asturiano, de verdad que valía la pena. Nunca ví una discusión, todo el mundo era amable, te sentías como en casa. Pero lo más importante, por un módico precio tenías garantizado lo que hoy en día es una hipoteca, la salud.


BILLAR.

No hay comentarios: