lunes, 17 de marzo de 2014

EL JUEGO EN CUBA


JUEGO DE DOMINO EN EL BARRIO.

EL JUEGO EN CUBA

En la idiosincrasia del cubano, los juegos populares tradicionales han estado presentes desde tiempos inmemoriales. Pero no vamos a hablar exclusivamente de este tipo de juegos.
Todos los cubanos han jugado a el Pegado, Los Escondidos, La Gallinita Ciega, La Casita de Martí, El Perrito Goloso, etc. Pero estos juegos, antes citados, se realizan fundamentalmente en horas del día, cuando los muchachos tienen mayor licencia para ensuciarse un poco con las carreras que ellos exigen. Ya en las tardes y noches, después de bañados, se reúnen para juegos más apacibles, que se llevan a cabo con la utilización de prendas, en los que el perdedor debe pagar un castigo siempre muy divertido. Entre estos juegos están: La Sortija, Viene un carrito cubano cargado de..., La Seguidilla, Te vendo un puerquito, y otros que ni recuerdo. Estos han quedado en el olvido para las actuales generaciones.

Otros juegos muy populares son las bolas y la pelota, para los varones; y los yaquis, la suiza y el pon para las hembras. La Quimbumbia es un juego con algún parecido a la pelota, muy practicado por personas de épocas anteriores, pero que ha sido un poco olvidado, lamentablemente.

Después con el crecimiento vendría el gusto por los juegos de mesa, que es un juego que se practica generalmente sobre una mesa o un soporte similar y que es jugado por una o varias personas situadas a su alrededor. Puede requerir de los jugadores el uso del razonamiento táctico o estratégico, la coordinación, la destreza manual, la memoria, la capacidad deductiva, la psicología, la destreza negociadora, o simplemente estar basado en el puro azar; siendo tal azar un elemento que de todos modos puede estar imbricado en el mecanismo de juego.


CASINO NACIONAL.

Entre ellos están el ajedrez las damas, las damas chinas, los juegos de dados como el parchis, el cubilete y el monopolio entre otros, pero sin duda el juego que sigue toda la vida al cubano es el dominó de nueve fichas(creo que donde único se juega con ellas es en la capital y occidente del país). El dominó, entre los juegos de mesa, es el que ha calado más profundamente en la idiosincrasia del cubano. Quizás por ser, entre los juegos de este tipo, el más social (reconocemos que implica a cuatro jugadores o personajes “activos” y también que puede asumir una cantidad indeterminada de jugadores “pasivos” o espectadores), es que vemos en cualquier esquina de los barrios de nuestra isla, bajo el alumbrado público si es de noche, bajo la sombra de la casa más alta de la cuadra si es de día y el sol arrecia, a un grupo de personas muy atentas alrededor de una mesa.

A pesar de que se encuentren entre jugadores de muchas nacionalidades, porque al dominó se ha extendido mucho, en Cuba, rasgos esenciales de la idiosincrasia nuestra como la fraseología y la gesticulación, el tono de hablar y la pasión por el perenne recomenzar, lo caracterizan.


¿JUGANDO DOMINO O APUNTANDO A LA BOLITA?

En el dominó en Cuba sucede un fenómeno que todavía no es explicado ni por el más brillante psicólogo. Es un juego donde se comparten las fichas de la mesa entre parejas (cualquier versión la occidental de nueve fichas o la oriental, de seis fichas que es la más difundida en el mundo), en medio de personas que pueden estar bebiendo ron o cerveza, opinando a gritos o bajo un descomunal silencio y lo más curioso y se debe destacar, es para el perdedor, su derrota es comentada ruidosamente, pero su efecto se disuelve y olvida con tal rapidez que evita el disgusto o la posible confrontación del desafortunado jugador, sobre todo si le dan "pollona". La fraseología del dominó en Cuba es muy amplia: "me pegué" dice el primero que coloca en fila la última de sus fichas; "dar agua" (operación asignada a los perdedores cuando se encargan de virar y revolver las fichas); la designación de fichas, como "blanquizal de Jaruco", "caja de muerto" y "la puerca" para designar respectivamente, los dobles blanco, seis y nueve; la "capicúa" al pegue orgásmico que puede darse por cualquiera de las dos cabezas ; el "botagorda" que adora salir con el doble nueve y siempre "matará" todos los ochos, los nueves y los siete que pongan en la mesa no importa si los está sirviendo su pareja; y la odiosa pollona. La "pollona" es el descrédito, el pasajero desprestigio para cualquier jugador, pollona es la pérdida de una ronda sin ganar juego alguno.

Superado únicamente por el béisbol como deporte nacional, no hay dudas de que este juego es uno de los pasatiempos más difundidos por toda Cuba, además de ser el juego de mesa por excelencia entre la familia, amigos y vecinos de la barriada.


JUEGO DE DOMINO DE 9 FICHAS.

Pero otro juego de mesa también fue muy popular entre las familias y amigos, el bingo o lotería, que consistía en en un bombo o saquito con un número determinado número de bolas o fichas numeradas en su interior . Los jugadores juegan con cartones con números aleatorios escritos en ellos, dentro del rango correspondiente, . Un locutor o cantor va sacando bolas del bombo, cantando los números en voz alta.

Si un jugador tiene dicho numero en su cartón (el de 24 números es el más habitual) lo tacha, y el juego continua así hasta que alguien consigue marcar todos los números de una línea y el cartón. Este juego se perdió en la memoria en Cuba, al igual que el Monopolio, que se determinó que era un juego capitalista que promovía la avaricia y fue sustituido sin éxito alguno por uno que se llamó Capitolio, que su único logro fue por hundir el espíritu del Monopolio.

Los juegos de cartas también fueron muy populares en sus distintas variantes, tanto con baraja española como con la inglesa. La baraja inglesa no necesita ningún tipo de presentación, con ella jugamos a toda buena partida de póker, lo cierto es que se trata de la baraja más extendida. Compuesta por cuatro palos; picas, corazones, tréboles y diamantes cuenta cada palo con trece cartas; el As, los números que van del 2 al 10, y la Jota la Q y la K. En definitiva, la baraja inglesa cuenta con un total de 52 cartas.

Por otro lado, y aunque estamos más que familiarizados con ella, encontramos la clásica baraja de naipes española. Sus cuatro palos; bastos, oros, copas y espadas cada uno tiene 12 cartas. El tute, siete y media y el continental fueron de los juegos de baraja española que gozaron de mayor popularidad. Lamentablemente también casi han quedado en el olvido, entre otras cosas porque durante muchos años no se vendieron juegos de barajas.



BARAJA ESPAÑOLA

Pero para los cubanos la gran atracción está en las apuestas.
En primer lugar están las peleas de gallos. Cristóbal Colón trajo los primeros gallos finos y los primitivos colonizadores extendieron pronto la práctica de pelearlos. En un pueblo en construcción, antes de la escuela y a veces antes de la iglesia misma, se construía la valla de gallos, citan escritores del tiempo colonial.

Era en este espacio donde blancos y negros, sin distinción, cruzaban sus apuestas. Decía Emilio Roig: «La afición por los gallos se manifiesta aquí en todas las épocas y circunstancias desde que La Habana no era más que el puerto de Carenas». La cosa llegó a tal extremo que el capitán general Francisco Dionisio Vives tuvo su propia gallería en el patio del castillo de La Fuerza, y para que se la atendiera sacó de la cárcel a un tal Padrón, asesino convicto y confeso, que era experto en esos menesteres.

El Coronel Wood, jefe del gobierno interventor norteamericano suspendió las peleas de gallo y las corridas de toros. Con el advenimiento de la República volvió a la palestra el tema de los gallos.
Contrarios a que se autorizaran de nuevo las peleas se revelaron Máximo Gómez, el general Miró Argenter, Manuel Sanguily y otras figuras respetadas.

El mismo presidente de la República, Tomás Estrada Palma, fue contrario a la idea y el asunto quedó aparentemente olvidado hasta que en los días de la segunda intervención norteamericana los militantes del Partido Liberal, que tenía en su emblema las imágenes del gallo y el arado, hicieron del tema un reclamo electoral. Gana José Miguel Gómez la Presidencia, toma posesión el 28 de enero de 1909 y ya el 1ro. de febrero el Parlamento discutía la ley que restablecía las peleas de gallo, que resultaría aprobada.


EN LA HABANA HAY CARRERAS LEGALES E ILEGALES DE AUTOS Y MOTOS.

El advenimiento del proceso revolucionario prohibió nuevamente las peleas de gallos, aunque es de las actividades ilícitas que más auge tienen en Cuba, el guajiro cubano no concibe por que se prohiben para ellos, pero no para el campesino devenido en Comandante de la Revolución Guillermo García, que regentea este negocio para disfrute de extranjeros en varias partes del país (y para disfrute de otros cubanos privilegiados, menos iguales que los demás).

Igual ocurre con la lotería y la charada o bolita cubana. El nombre de lotería procede del italiano lotta, lucha, porque al parecer se establece una lucha entre el jugador, la suerte y los concurrentes: otros suponen que se deriva del alemán lot, que significa suerte, por que es lo que uno desea en la lotería y demás juegos de azar. Consiste en acertar los números de un billete previamente comprado con los números extraídos de una tómbola o un recipiente que garantice que sean extraídos al azar. Los números de dicho billete pueden ya estar impresos o bien ser elegidos por las propias personas. El número de aciertos pueden ser todos o parte de los número del billete. Al ganador o ganadores se les entrega un premio en dinero o especies. Por lo general si no hay ganadores para un sorteo el premio se acumula para el siguiente.


LOTERIA NACIONAL EN LOS AÑOS 50.

La lotería es un monopolio estatal o una concesión regulada por la leyes. En todos los países existen prohibiciones para que los particulares organicen juegos de lotería que no estén regulados de alguna forma. Una parte de lo recaudado por la venta de los billetes de lotería en general es entregada a obras de beneficencia social o queda en manos del Estado y es destinado a los gastos corrientes del mismo; de ahí que se diga que se trata de: "un impuesto voluntario para el que no sabe matemáticas".

Una estadística de 1957 de lo que invertían los cubanos todos los años en billetes de lotería, versos de la charada y centenas y terminales de la bolita, apunta una cifra fluctuante entre los $90 y los $100 millones, cifra considerable en aquellos momentos.

La Lotería en Cuba es ilegal, desde el triunfo de la revolución, pero no ha dejado de jugarse a espaldas del gobierno, porque es el pueblo cubano muy soñador y con ilusiones. Muchos piensan que es la lotería cubana también es una tradición popular, porque en la Isla a pesar de ser ilegal muchos conocen el significado de los números de la charada. Y ahí vamos con un vicio inevitable del cubano.

En Cuba la charada es una tabla compuesta de 100 números consecutivos del 1 al 100. Los primeros 36 números están tomados de la llamada charada china o chiffá, los restantes son producto de la
imaginación popular. En Cuba suelen preguntar: ¿Qué soñaste anoche?. Entonces se relacionaba los sueños con los números de la charada y esto sirven de cábala para jugar a la lotería o la "bolita". Por ejemplo, si una persona soñaba con un gato, corría y apuntaba el numero 4. Se metía un ratón a la casa, entonces la gente jugaba ratón que es el 29.
En los carnavales siempre la gente jugaba el 67=Puñalá.

Nuestros guagüeros y taxista siempre tenían un numero privilegiado en nuestra charada 82=Madre. Esto se debía a que la gente siempre le recordaban el ser querido, porque los guagüeros (conductores de
ómnibus) y los taxistas son de Madre.

Y así, la gente fue asociando objetos con números al punto que por las características de las personas a veces se le llamaba por un numero o en una conversación en lugar de una palabra se utilizaba un número por ejemplo
-Le partieron el 7! (culo)
-Pobre fulano se mudo para el 14(cementerio).

El 17 de diciembre es San Lázaro, ese día todo el mundo jugaba el 17, claro que ese día no salía el 17 por nada del mundo.


LOS 100 NUMEROS DE LA CHARADA.

En Cuba la “bolita” o la “bola” es más que un juego de azar, una cábala onírica y numérica. Ese juego no es más que una variante de lo que antaño se llamaba lotería nacional. También se le conoce como terminales o charada, con una que otra variación. Había dos sorteos el de Castillo y el de Colón. Claro como Cuba es nuestro querido país de la siguaraya, los policías llegaban y le decían al apuntador: Apúntame un caña o baro (peso) al número que salga. Su ganancia estaba asegurada siempre. Recuerdo los lugares en que se apuntaba, siempre ubicados en esquinas o dentro de otros comercios, con una especie de quincalla pequeña que no tenía prácticamente productos, y los que había no se vendían, eran solo una fachada.

Al principio estos sorteos se hacían así. Castillo llegaba a un bar o bodega con una bolsita con bolitas, metía la mano y sacaba una bolita y cantaba: Castillo tiró el número tal. De ahí una frase famosa en Cuba: ¿Que tiró castillo, Que tiró Colón? Dicen las leyendas, que como ellos tenían las listas de apuntación sabían el número que menos apuestas tenía o el que no tenia apuesta (limpio) y congelaban la bolita de ese número en un refrigerador. Al llegar al lugar de la tirada, metían la mano en el saquito y cogían la bolita que sentían fría.

Hay que acordarse del dicho: "el banco pierde y se ríe, el punto gana y se va.." El banco nunca pierde.

Este juego de azar es prohibido actualmente en Cuba como dije , y por lo tanto, se juega de manera clandestina. Pero la imaginación del cubano es mucha y utilizan actualmente como referencia la lotería del Táchira de Venezuela, que se escucha por la radio, y de ahí toman los números ganadores. Se premian un primer premio fijo y 3 premios segundos, corridos. También se suelen jugar combinaciones de dos números llamados "parlés" que se pagan el doble a un número normal. Se suele apostar entre un peso cubano y 60 pesos a un mismo numero, es el llamado "listero", persona quien se encarga de recoger las apuestas y de entregar el premio si hubiese habido suerte. En el caso de ganar se premia por importe de jugada, por un peso apostado, se pagan entre 27 y 30 pesos y así una relación que varía según la zona del país.
Triste recordación para mí una persona muy decente conocida pero que tenía el vicio de jugar la bolita. Terminó con tantas deudas que decidió ahorcarse. Y veíamos desde nuestra ventana a una activista fuerte del CDR que era la listera o recogedora de apuntaciones y nunca la cogieron. Pero el de interés en ninguna de sus variantes es beneficioso, lo mismo puedes quedarte sin dinero para comer que perder tu casa, el juego, igual que el crimen, no paga.


PELEA DE GALLOS.

Casinos.
En 1919, el presidente Menocal firmaba la llamada ley del turismo, que autorizaba los juegos de azar en el Casino Nacional, un elegante caserón de madera que se erigía en la esquina de 11 y 120 del reparto Country Club, al oeste de La Habana. Entre 1920 y 1935 la llamada ley seca, vigente en los Estados Unidos, impulsaba hacia Cuba a toda una corriente de bebedores y contrabandistas de licor.

Es la época en que abren sus puertas unas veinte academias de baile en La Habana y no menos de 7 000 bares y salas de fiesta se diseminan por todo el país. En 1934 viaja a Cuba Meyer Lansky, el judío financiero de la mafia, y años después consigue la concesión para operar un casino de juego en el Hotel Nacional. No hace grandes inversiones, pero se percata de que La Habana podría convertirse en una base perfecta para sus operaciones. Vendrá una y otra vez hasta que en 1952, tras el golpe de Estado batistiano, se establece de manera permanente. Ya no quiere regentear una sala de juegos, sino participar de las ganancias que generaría una serie de casinos, como los que, con tanto éxito, opera la mafia en Las Vegas. Se construyen, a partir de 1955, los hoteles Rosita de Hornedo (actual Sierra Maestra), Capri, Riviera, Copacabana, Habana Hilton y Deauville.

Pero el proyecto es más amplio y contempla otros establecimientos hoteleros desde Barlovento (actual Marina Hemingway) hasta Varadero. Se planea un hotel de 600 habitaciones en el espacio que ocupa ahora la heladería Coppelia, y otro en el área del parque José Martí, en G y Malecón. Y más de cien hoteles a todo lo largo del Malecón. Es así que algunos hoteles históricos, como el Plaza, se remodelan y entran en el nuevo negocio. Se juega también en los cabarets Sans Souci y Tropicana, y aunque los centros recreativos de menos categoría no cuentan con casinos, tienen máquinas traganíqueles, las llamadas ladronas de un solo brazo. Tres escuelas de dealers funcionan al mismo tiempo en La Habana. Conocí a un teniente coronel del ejército revolucionario que era dealer en el Casino Nacional, cuenta que el dinero corría a raudales y ellos gozaban de ingresos superiores entonces a un médico, un abogado o un ingeniero famosos.


CUBILETE

Desde los tiempos del interventor norteamericano Wood que prohibió la Lotería y las peleas de gallo, pero autorizó las apuestas en los juegos de la pelota vasca que tenían lugar en el frontón de Concordia y Lucena, el llamado Palacio de los Gritos, construido en su mandato, se apostaba también en el hipódromo de Marianao y después en el Cinódromo de la Playa de Marianao, así como en el boxeo o la pelota, en esta ya no solo a ganar al juego, sino al batazo, al ponche, o una jugada en particular.

El cinódromo, el hipódromo, el frontón desaparecieron, pero aún subsisten, clandestinamente las apuestas en la pelota, la pasión nacional. Los cubanos saben que los juegos de azar son juegos en los cuales las posibilidades de ganar o perder no dependen de la habilidad del jugador sino exclusivamente del azar. La mayoría de ellos sean también juegos de apuestas cuyos premios están determinados por la probabilidad estadística de acertar la combinación elegida. Pero no les importa ganar o perder, sino vivir la excitación del momento y la incertidumbre de qué ocurrirá. Personalmente me gustan los juegos de mesa familiares en los cuales lo más que podemos perder es el que momentáneamente se burlen de uno o tener que pagar la derrota tomándose un trago o algo parecido, pero nunca perder lo que hemos logrado en la vida trabajando o porque nos cayó del cielo, por ser débiles o adictos ante un juego de azar como si fuera una droga o peor que ésta.

Pero tampoco voy a engañarme yo mismo, como añoro esas breves jornadas jugando cubilete con un amigo, donde el perdedor tenía que pagar la ronda y en cada ronda mejoraba el "saladito" (botana en México o "picadito" en Argentina), en la primera eran chicharrones, la segunda aceitunas rellenas, en la tercera camarones salados, en la cuarta jamón español y de ahí en lo adelante lo que uno quisiera. Por eso siempre trataba de tirar carabina full de ases, y si no, ganar la ronda.
Mis amigos mexicanos juegan diferente el cubilete, pero al conocer el cubilete cubano ya están encantados con el mismo, hasta a veces yo dejo de ganar por tal de perder y cumplir la sanción: tomarme un "caballito" de buen tequila.


SALADITO DE ACEITUNAS, QUESO Y TOMATE SECO.

3 comentarios:

jorsi dijo...

El juego de Capitolio fue eliminado por el gobierno de los hermanos Castro aproximadamente en el año 1959 al 63, no fue ningún sustituto para el Monopolio, fue una copia del Monopoly de USA, con nombres de las calles de la Habana.

Jose A Hernandez MD dijo...

Castillo iba a casas privadas donde, para tirar la bolita, llevaba un saquito que contenía todos las bolitas ya enumeradas. De niño fui con el varias veces. El tiraba dicho saquito a la multitud que consistía de unas cincuenta personas. Ese saquito lo cogia en aire uno de los presentes que, sin abrirlo, solo tocándolo por afuera, escogía una “bolita”. Esta persona regresaba el saquito con la bolita adentro, presionada entre sus dedos, y se lo entregaba a Castillo, que con una navajita de afeitar (razor blade), cortaba el saquito sobre la ya escogida bolita. Ese era el número ganador. Castillo nunca metía la mano dentro del saquito.

Jose Alberto Hernandez Castillo (nieto de Castillo)
 

gloria roman macias dijo...

Ya